“Mientras los bendecía, se separó de ellos,
subiendo al cielo…”
2 DE
JUNIO
VII
DOMINGO DE PASCUA
SOLEMNIDAD
DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
(JORNADA
MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES)
1ª
Lectura: Hechos 1,4.8-11
Se fue
elevando a la vista de todos.
Salmo 46:
Dios
asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
2ª
Lectura: Hebreos: 9.24-28, 10,19-23
Cristo
entró en el cielo mismo.
PALABRA
DEL DÍA
Lucas:
24,46-53
“Dijo Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías
padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se
predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos,
comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo
que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os
revistáis de la fuerza de lo alto”. Después los sacó hacia Betania, y
levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos
(subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y
estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”.
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Dijo Jesús a los suyos: "Así estaba escrito: el Mesías
debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,
y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a
todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto."
Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido.
Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de
lo alto".
Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y,
elevando sus manos, los bendijo.
Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al
cielo.
Los discípulos, que se habían postrado delante de él,
volvieron a Jerusalén con gran alegría,
y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.”
REFLEXIÓN
No tenemos más remedio,
en lugar de quedarnos en la periferia de esta solemnidad de la Ascensión del
Señor, que ahondar en su relación con la Iglesia, su comunidad, su cuerpo
viviente.
Desde esta perspectiva,
la Ascensión subraya una especial particularidad del tiempo de la Iglesia:
Jesús está visiblemente ausente, pero invisiblemente presente como Señor y
Cabeza de la comunidad, tal como subraya el autor de la carta a los Hebreos en la segunda lectura.
Si, hasta la
resurrección, el peso de la responsabilidad liberadora estuvo sobre los hombros
de Jesús, ahora pasa a su comunidad, a sus discípulos, que deben “proclamar el
evangelio por todas partes”, como testigos de Jesús “en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo”.
Teniendo en cuenta las
tres lecturas de hoy, podemos descubrir que este tiempo de la Iglesia que se
abre a partir de la ascensión, tiene tres características importantes:
-Primera: Tiempo del
señorío de Cristo, cabeza de la comunidad.
Esta idea es expresada
con aquella frase que pasó al credo: “Está sentado a la derecha de Dios”, que
Pablo interpreta como un real señorío sobre el mundo presente y futuro, señorío
que es efectivo en la Iglesia, que lo reconoce como su cabeza.
-Segunda: Tiempo del
Espíritu Santo.
Antes de ascender,
Jesús ordena a los suyos que se congreguen en Jerusalén para recibir la promesa
del Padre, el don del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es la
vida y la fuerza de la comunidad cristiana, tal como lo celebramos el próximo
domingo, fiesta de Pentecostés.
A partir de la
ascensión, toda la comunidad cristiana ha de tomar conciencia de que no puede
ser de Cristo si no se entrega al Espíritu. Sin esta obediencia al Espíritu, la
Iglesia no será más que una sociedad anónima o una multinacional, esclava del
dinero y del poder.
-Tercera: Tiempo de la
responsabilidad evangelizadora.
Los cristianos no
podemos quedarnos “ahí mirando al cielo”. La ascensión marca el instante en que
somos enviados como mensajeros del Reino, de la misma forma que Jesús fue el
mensajero por excelencia de ese Reino.
Hoy Jesús nos hace
participar de su misión, de su mismo Proyecto. En la Ascensión toma cuerpo el
Proyecto Cristiano.
Es así, como una
fiesta, que parece en un primer momento no tener importancia, de pronto se nos
aparece como esencial para cuestionar la misma razón de ser de los cristianos
en el mundo. Desde la Ascensión podemos ahora revisar cuanto hacemos como
cristianos, cuanto hace la Iglesia; cuanto se piensa, se dice y se hace en
nombre de Jesús
ENTRA EN TU
INTERIOR
Los evangelios nos
ofrecen diversas claves para entender cómo comenzaron su andadura histórica las
primeras comunidades cristianas sin la presencia de Jesús al frente de sus
seguidores. Tal vez, no fue todo tan sencillo como a veces lo imaginamos. ¿Cómo
entendieron y vivieron su relación con él, una vez desaparecido de la tierra?
Mateo no dice una
palabra de su ascensión al cielo. Termina su evangelio con una escena de
despedida en una montaña de Galilea en la que Jesús les hace esta solemne
promesa: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo”. Los discípulos no han de sentir su ausencia. Jesús estará siempre con
ellos. Pero ¿cómo?
Lucas ofrece una visión
diferente. En la escena final de su evangelio, Jesús “se separa de ellos
subiendo hacia el cielo”. Los discípulos tienen que aceptar con todo realismo
la separación: Jesús vive ya en el misterio de Dios. Pero sube al Padre
“bendiciendo” a los suyos. Sus seguidores comienzan su andadura protegidos por
aquella bendición con la que Jesús curaba a los enfermos, perdonaba a los
pecadores y acariciaba a los pequeños.
El evangelista Juan
pone en boca de Jesús unas palabras que proponen otra clave. Al despedirse de
los suyos, Jesús les dice: “Yo me voy al Padre y vosotros estáis tristes… sin
embargo, os conviene que yo me vaya para que recibáis el Espíritu Santo”. La
tristeza de los discípulos es explicable. Desean la seguridad que les da tener
a Jesús siempre junto a ellos. Es la tentación de vivir de manera infantil bajo
la protección del Maestro.
La respuesta de Jesús
muestra una sabia pedagogía. Su ausencia hará crecer la madurez de sus
seguidores. Les deja la impronta de su Espíritu. Será él quien, en su ausencia,
promoverá el crecimiento responsable y adulto de los suyos. Es bueno recordarlo
en unos tiempos en que parece crecer entre nosotros el miedo a la creatividad,
la tentación del inmovilismo o la nostalgia por un cristianismo pensado para
otros tiempos y otra cultura.
Los cristianos hemos
caído más de una vez a lo largo de la historia en la tentación de vivir el
seguimiento a Jesús de manera infantil. La fiesta de la Ascensión del Señor nos
recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos “el tiempo del
Espíritu”, tiempo de creatividad y de crecimiento responsable. Nos da luz y
aliento para ir buscando caminos siempre nuevos para reproducir hoy su
actuación. Así nos conduce hacia la verdad completa de Jesús.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Hasta salimos ganando,
con la Ascensión de Jesús:
-Porque está más dentro
de nosotros, en la mayor intimidad.
-Porque puede estar con
todos nosotros, sin limitación de espacio.
-Porque puede estar
siempre con nosotros, sin limitación de tiempo.
-Porque está con
nosotros en su Espíritu, la presencia más lograda y más rica. Es una presencia
divina que acompaña y transforma. Es como si el mismo Cristo viviera en
nosotros, hasta convertirnos en otros Cristos. Presencia dinámica y
transformadora.
-Porque está con
nosotros en el pan que se parte y se comparte y en los sacramentos, presencia
real, que acompaña, consuela, fortalece y alimenta.
-Porque está con
nosotros en los hermanos, en los que le recuerdan y le aman, en los que le
comulgan, en los que se unen, en los que se comprometen.
-Porque está con nosotros
en los pobres y en los que sufren, presencia ardiente, llagas dolorosas del
cuerpo del señor…
ORACIÓN
Que el Dios de nuestro
Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, nos dé espíritu de sabiduría para
conocerlo, e ilumine nuestros ojos para que comprendamos cuál es la esperanza a
la que hemos sido llamados y cuál la fuerza que desplegó en Jesucristo
resucitándolo de la muerte y constituyéndolo Señor de todo lo creado y Cabeza
de la Iglesia. Amén.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
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