lunes, 25 de mayo de 2020

31 DE MAYO: DOMINGO DE PENTECOSTÉS.



“Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.

31 de Mayo

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

(DÍA DE LA ACCIÓN CATÓLICA Y DEL APOSTOLADO SEGLAR)

COMIENZA LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

VIGILIA:

1ª Lectura: Génesis 11,1-9

Salmo 103: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

2ª Lectura: Romanos 8,22-27

EVANGELIO: Juan 7,37-39

MISA DEL DÍA

1ª Lectura: Hechos 2,1-8

Salmo 103: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

2ª Lectura: 1 Corintios 12,3-7.12-13

PALABRA DEL DÍA

Juan: 20,19-23

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros” Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “La paz con ustedes” Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “La paz con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así les envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “reciban el espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”.

REFLEXIÓN

El Espíritu Santo es como el Soplo de Dios. En hebreo Ruah significa a la vez espíritu y soplo o viento; también en griego: Pneuma.

 Parece que el soplo, el aliento, el viento es algo más espiritual, porque no se ve, pero se siente su vitalidad y su fuerza. Hay realidades que están más allá o más adentro de nuestra perspectiva. El mismo Jesús compara el Espíritu a lo que sucede con el viento: “El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu, le dice Jesús a Nicodemo. No vemos el Espíritu, pero oímos su voz. No sabemos definir bien el Espíritu, pero experimentamos su dinamismo creador, vivificante. Nos resulta imposible explicar, siquiera analógicamente, el origen y la misma identidad del Espíritu, pero sentimos su presencia y palpamos la multiplicidad de sus actuaciones y sus efectos. Por eso las mejores definiciones del Espíritu son descriptivas o simbólicas.

Pero este Aliento actúa desde dentro, oxigenando nuestras neuronas, vitalizando nuestras células, como la savia de todo el organismo. No es una fuerza externa que nos obligue y nos conduzca. Es un dinamismo íntimo que nos hace ser y crecer.

El aliento que Jesús transmite a los suyos, es el mismo Espíritu en persona: Recibid el Espíritu Santo. No reciben solamente una iluminación, una consolación, una fuerza, un don, reciben todo el Espíritu Santo, la fuente de todas las gracias y el tesoro que encierra todos los dones. No reciben una parte del Espíritu, sino todo el Espíritu.

La misión del Espíritu es llenarnos de la Vida de Jesús, asemejarnos a Cristo en todo. Él nos habla de Cristo. Él va pintando en nosotros la imagen de Cristo. Él nos recrea con la misma “genética” de Cristo.

Donde hay Espíritu no hay miedo. Cuando llega el Espíritu se abren las puertas cerradas, se habla claro y bonito, se dicen las verdades delante de todos los públicos. Eso sí, con respeto y con misericordia, sin amenazas ni insultos.

Donde hay Espíritu hay libertad. El Espíritu está reñido con la esclavitud, sea interior –todo lo que te ata-, sea exterior, por condicionamientos de cualquier tipo. El que tiene el Espíritu respeta, pero no se doblega ante nada ni ante nadie; no adora a los poderosos o a los líderes o a los sabios o al dinero o al ambiente cultural y social… Sólo adora a Dios.

Donde hay Espíritu hay fortaleza y paciencia. Se asume la persecución, la cárcel, los azotes. El Espíritu conforta y consuela en la lucha, en la enfermedad, en la humillación. El Espíritu es el que unge a los mártires y a cuantos sufren por la fe y por el amor.

Donde hay Espíritu hay generosidad. El Espíritu es Don y capacidad de donar. El Espíritu no es posesivo, sino comunicativo. Nada retiene, libre como el aire. Comparte cuanto es y cuanto tiene. Y siempre desde la gratuidad, no es interesado, es gracia.

Donde hay Espíritu hay amor. Claro, el Espíritu se define como el Amor de Dios personalizado. Amor de Dios derramado en nuestros corazones. En el fondo, cuando hablamos de energía, de fortaleza, de libertad, de generosidad, estamos hablando de resplandores de una misma realidad, que es el amor. Desde el amor nos hacemos libres, valientes, pacientes, generosos, entregados. Desde el Espíritu podemos amar como nos amó Jesucristo.

ENTRA EN TU INTERIOR

Recibid el Espíritu

Poco a poco, vamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya no necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y alimentarnos solo de pan. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven Espíritu Santo y libéranos del vacío interior. Ya sabemos vivir sin raíces y sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo y libéranos de la desorientación.

Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la existencia. No nos preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos hemos hecho más escépticos pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser inteligentes y lúcidos. ¿Por qué no encontramos sosiego y paz? ¿Por qué nos visita tanto la tristeza? Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad interior.

Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero ¿vivir qué? Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué? Buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos contentamos solo con pasarlo bien. Hacemos lo que nos apetece. Apenas hay prohibiciones ni terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente? Ven Espíritu Santo y enséñanos a vivir.

Queremos ser libres e independientes, y nos encontramos cada vez más solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a veces tan aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y amistosos. Al sexo le llamamos “amor” y al placer “felicidad”, pero ¿quién saciará nuestra sed? Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.

En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer.

Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes, así peregrinamos todos muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del Espíritu Santo a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos exhalando sobre ellos su aliento: “Recibid el Espíritu Santo”. Ese Espíritu que sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil fe puede penetrar en nosotros por caminos que solo él conoce.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Sabemos muy bien que todo lo que somos ha sido un don de Dios y, por eso, nos queremos dirigir a él con las manos totalmente vacías para acoger sus dones, los dones del Espíritu.

DON DE LA SABIDURÍA: Sabemos que Dios nos ha dado una nueva identidad, nos ha marcado con su Espíritu; por eso pedimos la fuerza necesaria para ser capaces de vivir sin temor la libertad que supone el hecho de ser bautizados.

También queremos ofrecer nuestra capacidad de ir a fondo para descubrir la profundidad de este misterio, para conocer, madurar y saborear, cada vez más, nuestra fe.

DON DE ENTENDIMIENTO: Entendemos que Dios nos acoge siempre, para lo que pase; y por eso pedimos que en la comunidad nos acojamos también con la misma incondicionalidad.

Queremos ofrecer nuestra espontaneidad y apertura para afrontar cualquier situación.

DON DE CONSEJO: No tenemos demasiadas cosas, pero sí un camino que recorrer, por eso pedimos no ir solos en este camino.

Ofrecemos la voluntad de aprovechar cada etapa de nuestro crecimiento y maduración en la fe, conscientes de que, en cada momento, Dios nos sale al encuentro.

DON DE FORTALEZA: También queremos llegar muy arriba; y por eso pedimos el apoyo y la ayuda de Dios y de los hermanos, fuertemente unidos y parando los golpes que nos pueda traer la vida.

DON DE PIEDAD: También queremos pedir que la comunidad nos ayude a vivir una espiritualidad firme y sólida, a fin de escuchar la voz de Dios y poder responder a ella.

Ofrecemos nuestra necesidad de interiorización, oración y recogimiento, para experimentar silencios llenos en lugar de palabras vacías.

DON DE CIENCIA: Queremos pedir también un esfuerzo conjunto para intentar adaptarnos a los signos de los tiempos, para dar respuesta a las necesidades de hoy, fundamentalmente en las verdades de siempre.

DON DE FIDELIDAD A DIOS: La mano de Dios la encontramos en los testimonios de la comunidad por esto pedimos que los cristianos seamos siempre un ejemplo a seguir para todos. Ofrecemos nuestro compromiso y nuestra fidelidad a Dios intentando siempre, dar una respuesta de fe.

ORACIÓN

“Revestíos de la fuerza que brota del Espíritu y convertíos en constructores de un mundo nuevo, un mundo diferente, fundado en la verdad, la justicia, la solidaridad y el amor”. (san Juan Pablo II a los jóvenes, 1991).

Expliquemos el Evangelio a los niños

Imágenes de Patxi Velasco FANO

Imagen para colorear




martes, 19 de mayo de 2020

VII DOMINGO DE PASCUA: SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR.


“Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...”

24 DE MAYO

VII DOMINGO DE PASCUA

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

1ª Lectura:  Hechos de los Apóstoles 1,1-11

Se fue elevando a la vista de sus apóstoles.

Salmo 46

Entre voces de júbilo, Dios asciendo a su trono. Aleluya.

2ª Lectura: Efesios 1,17-23

Lo hizo sentar a su derecha en el cielo.

EVANGELIO DEL DÍA

Mateo 28,16-20

“Los once discípulos fueron a Galilea al monte donde Jesús los había citado.
Al verlo se postraron ante él, los mismos que habían dudado.
Jesús se acercó y les habló así:
- Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos para vincularlos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo y enseñadles a guardar todo lo que os mandé; mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin de esta edad.”
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".

REFLEXIÓN

La Ascensión del Señor, quiere significar: cercanía al Padre, igualdad de poder y de gloria.

Pero en vez de Ascensión podríamos hablar de comunión. Que Jesucristo suba al Padre quiere decir que se abraza en comunión perfecta con el Padre. El Padre y yo somos uno, decía Jesús. Pero aquí se añade la dimensión humana del Hijo, que vive también en comunión trinitaria.

En la Ascensión se destaca la glorificación de la naturaleza humana, divinizada de Jesucristo. El Hijo de Dios se despojó del manto divino para asumir la humanidad y vivir entre los hombres.

Y ahora, en la Ascensión, el Hijo del Hombre se adorna con el manto de Dios para vivir eternamente en Él. Lo humano y lo divino se suman, no se contrarrestan. Dios se ha hecho hombre, el hombre se ha hecho Dios.

La realización plena de este dinamismo se encuentra en Jesucristo. Pero alcanza de una manera u otra a todos los hombres. Dios se hizo hombre. Pero el misterio de la encarnación se prolonga indefinidamente.

Dios se hizo hombre en el hijo de María, pero se sigue haciendo hombre en los pobres, en los enfermos, en todos los que sufren. Se hace hombre en los hermanos, en todos los que están llamados a ser hermanos.

Dios se humaniza en el amor humano. En los que se quieren, en los que viven en común, en los que rezan en común, en los que tienen entrañas de misericordia.

Dios se humaniza en los que creen en Jesús y guardan su palabra, en los que se dejan guiar por el Espíritu, en los que transforman sus vidas viviendo en Jesucristo.

Y el hombre se hace Dios. Hay una semilla divina en todo ser humano, porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Esta semilla debe desarrollarse en plenitud.

Es camino de salir de sí, de no vivir para sí, sino en relación solidaria, en comunión.

Jesús sube al cielo.

El cielo no es un lugar, sino una manera de estar, otra manera de ser. El cielo está donde se vive y cuando se vive en amor. El cielo es experimentar la presencia de Dios.

Hay fuerzas que nos ayudan a llegar al cielo:

El deseo, hijo del amor y de la esperanza.

La oración, que es diálogo y encuentro, que es apertura a Dios.

El servicio desinteresado y alegre, que es un camino directo hacia Dios.

La pobreza, para aligerar el equipaje.

El esfuerzo, para poder llegar a la cima.

La fortaleza, para superar los caminos y los momentos oscuros.

La misericordia, para aprender a sentir como Dios.

Todo se resume en el amor como nos recuerda la oración litúrgica: “Tú que por el camino del amor descendiste hasta nosotros, haz que nosotros por el mismo camino ascendamos hasta ti”.

Alguien dijo que uno no está donde está sino donde ama, donde tiene su corazón. Así de sencillo, pero así de verdad y así de gratificante.

Uno está más donde anhela, donde piensa, donde sufre, donde suspira, donde quiere, donde ama.

Y esto que es verdad ahora, es más verdad cuando se vive más en el Espíritu. Porque el Espíritu, que es amor, está donde ama y donde le aman.

Salimos ganando con la Ascensión del Señor:

Porque nos garantiza su presencia: “ánimo, no temáis…”

Porque está más dentro de nosotros, en mayor intimidad.

Porque puede estar con todos nosotros, sin limitación de espacio.

Porque puede estar siempre con nosotros, sin limitación de tiempo.

Porque está con nosotros en su Espíritu, la presencia más lograda y más rica. Es una presencia divina que acompaña y transforma. Es como si el mismo Cristo viviera en nosotros, hasta convertirnos en otros Cristos. Presencia dinámica y transformadora.

Porque está con nosotros en su Palabra, presencia que se convierte en luz para el camino.
Porque está con nosotros en el pan partido y en los sacramentos, presencia real, que acompaña, consuela, fortalece y alimenta.

Porque está con nosotros en los hermanos, en los que le recuerdan y le aman, en los que comulgan, en los que se unen, en los que se comprometen.

Porque está con nosotros en los enfermos, en los pobres y en los que sufren, presencia ardiente, llagas dolorosas del cuerpo del Señor Jesús.

Jesús está presente en el hombre. ¿Qué tú no lo ves? Es porque te falta fe y te falta amor. Grita como el ciego de nacimiento: “Señor, que pueda ver, Señor, que pueda verte”.

ENTRA EN TU INTERIOR

ESCUELA DE JESÚS

La situación que se vive hoy en nuestras comunidades cristianas no es nada fácil. En nuestro corazón de seguidores de Jesús surgen no pocas preguntas: ¿dónde reafirmar nuestra fe en estos tiempos de crisis religiosa? ¿qué es lo importante en estos momentos? ¿qué hemos de hacer en las comunidades de Jesús? ¿hacia dónde hemos de orientar nuestros esfuerzos?

Mateo concluye su relato evangélico con una escena de importancia excepcional. Jesús convoca por última vez a sus discípulos para confiarles su misión. Son las últimas palabras que escucharán de Jesús: las que han de orientar su tarea y sostener su fe a lo largo de los siglos.

Siguiendo las indicaciones de las mujeres, los discípulos se reúnen en Galilea. Allí había comenzado su amistad con Jesús. Allí se habían comprometido a seguirlo colaborando en su proyecto del reino de Dios. Ahora vienen sin saber con qué se pueden encontrar. ¿Volverán a verse con Jesús después de su ejecución?

El encuentro con el Resucitado no es fácil. Al verlo llegar, los discípulos «se postran» ante él; reconocen en Jesús algo nuevo; quieren creer, pero «algunos vacilan». El grupo se mueve entre la confianza y la tristeza. Lo adoran pero no están libres de dudas e inseguridad. Los cristianos de hoy los entendemos. A nosotros nos sucede lo mismo.

Lo admirable es que Jesús no les reprocha nada. Los conoce desde que los llamó a seguirlo. Su fe sigue siendo pequeña, pero a pesar de sus dudas y vacilaciones, confía en ellos. Desde esa fe pequeña y frágil anunciarán su mensaje en el mundo entero. Así sabrán acoger y comprender a quienes a lo largo de los siglos vivirán una fe vacilante. Jesús los sostendrá a todos.

La tarea fundamental que les confía es clara: «hacer discípulos» suyos en todos los pueblos. No les manda propiamente a exponer doctrina, sino a trabajar para que el mundo haya hombres y mujeres que vivan como discípulos y discípulas de Jesús. Seguidores que aprendan a vivir como él. Que lo acojan como Maestro y no dejen nunca de aprender a ser libres, justos, solidarios, constructores de un mundo más humano.

Mateo entiende la comunidad cristiana como una "escuela de Jesús". Seremos muchos o pocos. Entre nosotros habrá creyentes convencidos y creyentes vacilantes. Cada vez será más difícil atender a todo como quisiéramos. Lo importante será que entre nosotros se pueda aprender a vivir con el estilo de Jesús. El es nuestro único Maestro. Los demás somos todos hermanos que nos ayudamos y animamos mutuamente a ser sus discípulos.

José Antonio Pagola


ORA EN TU INTERIOR

Queda todavía mucho, muchísimo por hacer. Jesús necesita de todos nosotros. No ha llegado aún el momento del descanso. Ofrécele al Señor todo lo que puedas: quizá sólo sea una oración o un dolor o una palabra o un servicio o un gesto de solidaridad y comunión. Todo vale, con tal de que sea hecho en el Espíritu. Es el momento de tu compromiso. No podemos quedarnos mirando al cielo cuando hay tanto que hacer en la tierra. No podemos rezar “venga tu Reino”, si no ponemos nuestro esfuerzo para que la sociedad cambie. No podemos esperar “un cielo nuevo y una tierra nueva”, si no hacemos algo por conseguirlo.

Hoy, litúrgicamente, se apaga el cirio que nos ha iluminado durante toda la cincuentena pascual. Eso significa que cada uno de nosotros tiene que ser una pequeña antorcha que ilumine y encienda al mundo.

ORACIÓN

Concédenos, Señor, Dios todopoderoso, rebosar de santa alegría y, gozosos, elevar a ti fervorosas gracias ya que la ascensión de Cristo, tu Hijo, es también nuestra victoria, pues a donde llegó él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros, que somos su cuerpo.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Dibujos de Patxi Velasco (FANO)

Dibujo para colorear.










lunes, 11 de mayo de 2020

17 DE MAYO: VI DOMINGO DE PASCUA.


“El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me
ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él. “

17 DE MAYO

VI DOMINGO DE PASCUA

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 8,5-8,14-17

Les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo

Salmo 65

Las obras del Señor son admirables.

2ª Lectura: 1 Pedro 3,15-18

Murió en su cuerpo y resucitó glorificado

EVANGELIO DEL DÍA

Juan 14,15-21

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él. “
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.
Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".

REFLEXIÓN

“Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos”. Quien no ama a los demás no puede amar a Jesús, ni a Dios.

Los mandamientos pierden su carácter de imposición; son exigencia interna del amor. No se trata de una obediencia a normas externas, sino manifestación de un impulso interior. Si conserva el nombre de “mandamientos” es para oponerlos a la “Ley”.

En el capítulo anterior había hablado de “el mandamiento nuevo”, uno solo. Las “exigencias” no son obligaciones impuestas desde fuera, sino respuesta del amor a las necesidades del hombre en cada caso.

Para Juan, “el pecado del mundo” era uno: la opresión, que después se manifiesta en toda clase de  injusticias. El “amor” es también único, que se despliega en toda clase de solidaridad y entrega a los demás.

Cuando Jesús dice que el Padre mandará otro defensor, no está hablando de una realidad distinta de lo que él es o de lo que es Dios. Está hablando de una nueva manera de relacionarse con los que le aman, que será mucho más cercana y efectiva que su presencia física durante su vida terrena.

Primero dice que mandará al Espíritu de la verdad, después que él volverá para estar con ellos, y por fin que el Padre y él vendrán y se quedarán. Esto significa que se trata de una realidad múltiple y a la vez una, Dios.

“El Espíritu de la verdad”. Verdad y lealtad, pone la verdad en conexión con la fidelidad, es decir con el amor.

El Espíritu que es la verdad. Jesús acaba de decir que él era la verdad. Sobre Dios porque manifiesta su amor. Sobre el hombre porque le descubre la posibilidad máxima de ser.

“El mundo” es aquí el orden injusto que profesa la mentira, la falsedad. El mundo propone como valor lo que merma o suprime la vida del hombre. Lo contrario de Dios.

Los discípulos tienen ya experiencia del Espíritu, pero será mucho mayor cuando esté en ellos como principio dinámico interno.

El mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque yo tengo vida y también vosotros la tendréis. La profundidad del mensaje puede dejarnos en lo superficial de la letra. “Dejará de verme” y “me veréis”, no hace referencia a la visión física. No se trata de verlo resucitado, sino de descubrir que sigue dándoles vida.

Esta idea es clave para entender bien la resurrección. El mundo dejará de verlo, porque hasta ahora sólo lo ha visto corporalmente. Ellos que lo verán de una manera nueva, lo seguirán viendo y aún con mayor claridad.

Se describe en términos de visión la comunión de vida con él. Los discípulos participarán de su vida, porque participan de su Espíritu.

“Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros”. Esa vida que Jesús les comunica es la misma Vida de Dios; o mejor, Dios que es Vida. Es una experiencia de unidad e integración. Es una comunión de ser entre Dios y el hombre. Por eso, al amar ellos, es el mismo Dios quien ama.

“Uno que me ama cumplirá mi mensaje y mi Padre le demostrará su amor: vendremos a él y nos quedaremos a vivir con él”. Repite lo ya dicho: Su mensaje es el del amor al hombre y no el del sometimiento. La presencia de Jesús y Dios se experimenta como una cercanía interior, no externa.

No será sólo una experiencia interior; el amor manifestado hará visible esa presencia. La “presencia” sería una característica de los tiempos mesiánicos (Ez 37,26) (Zac 2,14).

“Os dejo dichas estas cosas mientras vivo con vosotros”. Una vez más se hace referencia a la partida. Les acaba de exponer el plan de Dios para el hombre, lo irán comprendiendo poco a poco. Estos textos están escritos a finales del siglo I.

“El Espíritu Santo, que enviará el Padre por causa mía, él os lo irá enseñando todo, recordándoos todo lo que yo os he expuesto.” La total comprensión de lo que les ha dicho, llegará por la ayuda del Espíritu. Esta era la experiencia de las primeras comunidades.

Mientras el Espíritu no nos separe del mundo, no podemos comprender el mensaje de Jesús. De ahí tantas conclusiones equivocadas de los discípulos cuando vivían con Jesús, por esa falta de Experiencia. Será un valedor interior, a diferencia de Jesús que lo era externo. 

Cuando Jesús afirma: “vendremos a él y haremos morada en él”, no quiere decir que será huésped nuestro, es una realidad mucho más profunda e íntima. Se trata de la misma realidad que él vivió con relación a Dios.

Jesús vivió una identificación con Dios que no podemos expresar con palabras. "Yo y el Padre somos uno." A esa misma identificación estamos llamados nosotros.

Hacernos una cosa con Dios, que es espíritu y que no está en nosotros como parte alícuota de un todo que soy yo, sino como fundamento de mi ser, sin el cual nada puede haber de mí.

Esa presencia de Dios en mí no altera para nada mi individualidad. Yo soy totalmente yo, y totalmente (de) Dios. El vivir esta realidad es lo que constituye la plenitud del hombre. En esto consiste todo el mensaje de Jesús. Descubrir y vivir esa presencia es nuestra tarea como cristianos, es decir, como seguidores de Cristo. Es también el objetivo del hombre, porque todos estamos llamados a alcanzar esa misma meta.

ENTRA EN TU INTERIOR

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos. Pronto no lo tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y los ha iniciado en su proyecto humanizador.

Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro defensor” para que “esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la verdad”. ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?

Este “Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una doctrina. Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que “vive con nosotros y está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor... que nos llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y confiado.

Este “Espíritu de la verdad” no nos convierte en “propietarios” de la verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a abrirnos a su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.

Este “Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes” de la verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús guardando sus mandatos”.

Este “Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno de nosotros defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos invita abrirnos con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien busca a este Dios con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.

Este “Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad de Jesús en medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama estrategia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia, orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto, sinceridad...

¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en nuestras comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá salvarla del autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién anunciará la Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?

José Antonio Pagola


ORA EN TU INTERIOR

PETICIONES DESOÍDAS

Yo había pedido a Dios poder para ser amado. Y ME HE ENCONTRADO CON EL AMOR PARA NO NECESITAR SER PODEROSO.

Yo le había pedido la salud para hacer grandes cosas. Y ME HE ENCONTRADO CON LA ENFERMEDAD PARA HACERME GRANDE.

Yo le había pedido la riqueza para ser feliz. Y ME HE ENCONTRADO CON LA FELICIDAD PARA PODER VIVIR EN LA POBREZA.

Yo le había pedido leyes para dominar a otros. Y ME HE ENCONTRADO LIBERTAD PARA LIBERARLOS.

Yo le había pedido admiradores para estar rodeado de gente. Y ME HE ENCONTRADO AMIGOS PARA NO ESTAR SOLO.

Yo le había pedido dinero para comprar cosas. Y ME HE ENCONTRADO PERSONAS PARA COMPARTIR MI DINERO.

Yo le había pedido milagros para creer. EL ME HA DADO FE PARA HACER MILAGROS.

Yo le había pedido una religión para ganarme el cielo. ÉL SOLO ME HA DADO SU HIJO PARA ACOMPAÑARME POR LA TIERRA.

Yo le había pedido de todo para gozar de la vida. ÉL ME HA DADO LA VIDA PARA QUE GOCE DE TODO.

Yo le había pedido ser un dios. EL SOLO PUDO HACERME HOMBRE.

José Antonio García-Monge

ORACIÓN

Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con incansable amor estos días de tanta alegría en honor del Señor resucitado, y que los misterios que hemos venido celebrando se manifiesten siempre en nuestras obras.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO


Imagen para colorear.




domingo, 3 de mayo de 2020

10 DE MAYO: V DOMINGO DE PASCUA.


“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie se acerca al Padre sino por mí”

10 DE MAYO

V DOMINGO DE PASCUA

1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 6,1-7

Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu Santo.

Salmo 32

El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.

2ª Lectura: 1ª Pedro 2,4-9

Ustedes son estirpe elegida, sacerdocio real.

EVANGELIO DEL DÍA

Juan 14,1-12

“No estéis intranquilos; mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola a mí. En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos; si no, os lo habría dicho. Voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os lo prepare, vendré de nuevo y os acogeré conmigo; así, donde estoy yo estaréis también vosotros. Y para ir adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dijo:
- Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
Respondió Jesús:
- Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie se acerca al Padre sino por mí. Si llegáis a conocerme del todo, conoceréis también a mi Padre; aunque ya ahora lo conocéis y lo estáis viendo presente.
Felipe le dijo:
- Señor, haz que veamos al Padre, y nos basta.
Jesús le contestó:
- Tanto tiempo como llevo con vosotros y ¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre; ¿cómo dices tú: «Haz que veamos al Padre»? ¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo?
Las exigencias que yo propongo no las propongo como cosa mía: es el Padre, quien, viviendo en mí, realiza sus obras.
Creedme: yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo; y si no, creedlo por las obras mismas.
Sí, os lo aseguro: Quien me presta adhesión, hará obras como las mías y aún mayores; porque yo me voy con el Padre, y cualquier cosa que pidáis en unión conmigo, la haré; así la gloria del Padre se manifestará en el Hijo. Lo que pidáis unidos a mí, yo lo haré.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús dijo a sus discípulos:
"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar.
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy".
Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?".
Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí."
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: 'Muéstranos al Padre'?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."

REFLEXIÓN

La respuesta que da Jesús a Tomás es sumamente sugestiva. Juan Pablo II la comentaba espléndidamente a los jóvenes en la JMJ de Santiago de Compostela: “Digamos sólo una palabra sobre el camino. Cristo nos habla primero de la meta. Es nada más y nada menos que la tierra prometida, la ciudad perfecta, la verdad y la vida, la casa del Padre, o mejor, los brazos y el corazón del Padre. Allí hay sitio para todos, para todos.

No podemos soñar destino más hermoso. Pero ¿quién nos enseñará el camino para llegar hasta allá?

Los caminos que se ofrecen al hombre para conseguir la meta de su plenitud son incontables. Los políticos, los científicos, los filósofos, los teólogos de todos los tiempos, de todas las culturas, de todas las religiones, se esfuerzan por convencer de la bondad de sus caminos. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, los hermosos caminos que enseñó Buda, el iluminado, para superar el dolor y conseguir la felicidad? Pero Jesús va más allá. No dice: éste es el camino, sino Yo soy el camino… Nadie va al Padre sino por mí”.

Descartamos, por lo tanto, otros caminos tortuosos que conducen a la muerte. No al camino del poder, que esclaviza. No al camino de la violencia, que destruye. No al camino del saber, que nos engríe. No al camino de los hombres, que no conducen a ninguna parte. El camino no está en la política ni en la economía ni en las armas ni en la ciencia ni en la diversión ni en los medios de comunicación. El camino está en un hombre, el Hijo del hombre. “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres, por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch. 4,12).

Cristo camino, es decir, la no violencia, la humildad, el perdón, el compartir, el servir, el amor. Y todo esto encarnado en Jesús, el Hijo de Dios, que se hizo Hijo del hombre, encarnación de lo divino, puerta de acceso al Padre.

Cristo, camino, visible también en el pobre, en el enfermo, en el pequeño, en todo el que sufre. Cristo encarnado en todo hombre. Por eso podemos muy bien concluir que el camino para llegar a Dios pasa por el hombre. El camino está más cerca de ti y de mí, está en el hermano, y está incluso dentro de ti mismo. El camino es Cristo; el camino es el hombre; el camino es el pobre. Acércate al pobre y caminarás derecho hacia Dios.

ENTRA EN TU INTERIOR

NO OS QUEDÉIS SIN JESÚS

Al final de la última cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con ellos. Los discípulos quedan desconcertados y sobrecogidos. Aunque no les habla claramente, todos intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado. ¿Qué será de ellos sin él?

Jesús los ve hundidos. Es el momento de reafirmarlos en la fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios, pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer en Dios. Jesús les descubre luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de hacer naufragar su fe. En realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los olvidará. Seguirá pensando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del Padre y un día volverá para llevárselos consigo. ¡Por fin estarán de nuevo juntos para siempre!

A los discípulos se les hace difícil creer algo tan grandioso. En su corazón se despiertan toda clase de dudas e interrogantes. También a nosotros nos sucede algo parecido: ¿No es todo esto un bello sueño? ¿No es una ilusión engañosa? ¿Quién nos puede garantizar semejante destino? Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios?

La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». No se conoce en la historia de las religiones una afirmación tan audaz. Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano.

Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. No son ateos. Nunca han rechazado de su vida a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si creen o no. Sencillamente, han dejado la Iglesia porque no han encontrado en ella un camino atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos "Dios".
Al abandonar la Iglesia, algunos han abandonado al mismo tiempo a Jesús. Desde estas modestas líneas, yo os quiero decir algo que bastantes intuís. Jesús es más grande que la Iglesia. No confundáis a Cristo con los cristianos. No confundáis su Evangelio con nuestros sermones. Aunque lo dejéis todo, no os quedéis sin Jesús. En él encontraréis el camino, la verdad y la vida que nosotros no os hemos sabido mostrar. Jesús os puede sorprender.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

“Quién me ha visto a mí, ha visto al Padre”. El Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, nos libró de la esclavitud del pecado para darnos la libertad de los hijos de Dios, y nos dio a conocer el rostro de Dios, que es amor.

Para los cristianos, para cada uno de nosotros, el camino al Padre es dejarse guiar por Jesús, por su palabra de Verdad, y acoger el don de la vida.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, lleva a su plenitud en nosotros el sacramento pascual, para que, a quienes dignaste renovar por el santo bautismo, les hagas posible, con el auxilio de tu protección, abundar en frutos buenos, y alcanzar los gozos de la vida eterna.

Expliquemos el Evangelio a los niños,

Imágenes de Paxi Velasco FANO


Imagen para colorear.