jueves, 26 de julio de 2018

5 DE AGOSTO: XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)



“Os lo aseguro, me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre;
pues a este lo ha sellado el Padre, Dios."

2 DE AGOSTO

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

1ª Lectura: Éxodo 16,2-4.12-15

Voy a hacer que llueva pan del cielo.

Salmo 77: “El Señor le dio un trigo celeste”

2ª Lectura: Efesios 4,17.20-24

Revístanse del nuevo yo, creado a imagen de Dios.

PALABRA DEL DÍA

Juan 6,24-35

“Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo has venido aquí?”. Jesús les contestó: “Os lo aseguro, me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios. Ellos le preguntaron: “¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?”. Respondió Jesús: “Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado”. Ellos le replicaron: “¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo”. Jesús les replicó: “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”. Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mi no pasará sed”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

"Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed."

REFLEXIÓN

       Ante la pregunta que le hace a Jesús la muchedumbre, cuando lo encuentran junto a Cafarnaúm: “Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?”. Jesús no responde a los que le preguntan, pero revela las verdaderas intenciones que han impulsado a la gente a buscarle, desenmascara una mentalidad demasiado material. Todos siguen a Jesús por el pan material, sin comprender la señal hecha por el profeta. Buscan más las ventajas materiales y pasajeras que las ocasiones de adhesión y de amor. Ante esta ceguera espiritual, Jesús proclama la diversidad que existe entre el pan material y corruptible y ese otro “que da la vida eterna”. Invita a la gente a superar ese estrecho horizonte en que viven, para pasar a la fe. Ante la pregunta: “¿Qué debemos hacer para actuar como Dios quiere?”, Jesús exige una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, es decir, “lo que Dios espera de vosotros es que creáis en aquel que él ha enviado”.

           Pero para esto el milagro de los panes no es suficiente. Sus padres, en el desierto, vivieron un milagro mayor: “Dios les dio a comer pan del cielo”, Dios les dio el maná.  Jesús, en realidad, da verdaderamente el nuevo maná, porque su alimento es muy superior al que comieron los padres en el desierto: él da a todos la vida eterna. Pero solo el que tiene fe puede recibir ese don. El verdadero alimento no está en el don de Moisés y en la ley, sino en el don del Hijo,  que el Padre ofrece a los hombres, porque él es “el verdadero pan del cielo” y “el surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”.

            Es el don amoroso hecho por el Padre a cada hombre, Él es la Palabra  que han de creer: quien se adhiere a él da un sentido a su propia vida y consigue su propia felicidad.

ENTRA  EN TU INTERIOR

EL CORAZÓN DEL CRISTIANISMO

             La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que les atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.

             Jesús comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.

            La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: «y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.

             La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.


             Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de "creencias" y de "prácticas" a vivir como discípulos de Jesús?

             La fe cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.

             Ser cristiano exige hoy una experiencia de Jesús y una identificación con su proyecto que no se requería hace unos años para ser un buen practicante. Para subsistir en medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que  nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús el Cristo.

 José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

            Nuestra sociedad nos ha educado para prever, calcular, usar la razón. Los interlocutores de Jesús tenían más de un motivo para mostrarse perplejos, dado que un hombre, aunque fuera prestigioso, se autoproclama “el pan de, la vida”. ¿No es eso un poco presuntuoso? ¿No se está exaltando? ¿No está exagerando, visto el éxito del milagro? Es cierto que es capaz de dar pan para comer; ahora bien, para llegar a considerarse el “pan bajado del cielo”, el pan definitivo, queda todavía mucho trecho. Es preciso reconocer que los que murmuraban o se mostraban perplejos tenían sus buenas razones para hacerlo.

            A veces pienso que también yo, si me hubiera encontrado en las mismas circunstancias, habría tenido más o menos las mismas reacciones, precisamente porque pienso normalmente que es necesario ser concreto, mantenerse con los pies en el suelo, no dejarse fascinar ni arrastrar por entusiasmos fáciles que, después, se revelan ilusorios.

 ORACIÓN

            Señor, te pido que me hagas percibir este instinto vital superior al menos con la misma fuerza que el natural, para que mis decisiones sean prudentes y sabías, no ligadas sólo al sentido común, y tampoco estén dictadas por la facilidad para creer cualquier propuesta milagrera.

           Haz, oh Señor, que no desista nunca de ser un hombre arraigado en la realidad y, al mismo tiempo, abierto también a tu Realidad, a ti, que puedes  sorprenderme y venir a mi encuentro en cualquier momento; a ti, que puedes dar la vuelta en un instante a la marcha normal de las cosas, para plantearme la pregunta radical sobre en qué pongo mi confianza.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

 Dibujos de Paxi Velasco FANO


Dibujo para colorear.





jueves, 19 de julio de 2018

29 DE JULIO, XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)



“La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

 -Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.”

29 DE JULIO

DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

1ªLectura: Segundo Libro de los Reyes 4,42-44

Comerán y sobrará.

Salmo 144: “Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

2ªLectura: Efesios 4,1-6

Un solo cuerpo, un Señor, una fe, un bautismo.

PALABRA DEL DÍA

Juan 6,1-15

“En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos, Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: -¿Con qué compraremos panes para que coman estos? Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: -Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo. – Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de simón Pedro, le dice: -Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos? Jesús dijo: -Decid a la gente que se siente en el suelo. Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eras unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: -Recoger los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: -Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo. Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".
Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.”

REFLEXIÓN

Nuestro mundo está hambriento de muchas cosas. Hay muchas carencias de todo tipo: materiales, psicológicas, educativas, morales, afectivas… Los que han tenido en sus manos el bienestar de la mayoría, solo se han preocupado de ellos mismos, dilapidando inconscientemente, sabiendo que el sistema acudiría en su ayuda. Es el mundo al revés. Las personas, además, se definen por lo que les falta o por lo que todavía no son, y así es como proyectan llegar a ser algo siempre diferente y presumiblemente mejor. Estamos marcados a fuego por la insatisfacción; ella es la que nos anima a cambiar continuamente, a transformarnos y querer alcanzar cada vez metas mayores.

Jesús, debido a que conocía a fondo esta condición humana, sabía detectar las necesidades de los hombres y mujeres de su tiempo. Es el Hijo del Dios que se preocupa por sus criaturas, que las convierte en hijos por los que develarse, y hace como todo buen padre: no puede dormir sabiendo que su hijo no se encuentra bien del todo. Jesús conoce también hoy nuestra hambre que, como entonces, no busca meramente ser saciada, porque no se trata solo de hambre del pan de trigo sino del hambre constante de un pan que no se puede comprar en la panadería.
El pan de nuestra hambre no se compra sino que se comparte; no es el resultado de un intercambio comercial, sino de una relación de amor y amistad. Cuando en el relato evangélico Jesús no da de comer sino que anima a dar de comer, aunque se tenga tan poco como cinco panes de cebada y dos peces para compartir, enseña que lo importante no es comer sino cómo haber comido. La mejor forma de hacerlo pasa por valorar lo que cada uno pueda aportar, reconociendo así el significado de cada persona, descubriendo cómo todos estamos llamados, tal y como decía san Pablo a los efesios, a estar unidos en el amor.

ENTRA EN TU INTERIOR

NUESTRO GRAN PECADO

El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer .

Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.

Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.

Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque sólo sean «cinco panes de cebada y un par de peces».

La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿se producirá algún día ese "milagro" de la solidaridad real entre todos.

Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.

Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús

José Antonio Pagola

ENTRA EN TU INTERIOR

Este pan compartido entre todos y engrandecido por el amor divino deja realmente satisfechos a los que lo comen. Pero la satisfacción no es porque las tripas hayan dejado de rugir, sino porque los corazones han quedado ensanchados. Por eso este pan, que simboliza el amor fraterno, el de los hijos dignificados de Dios, sobra, sobreabunda y puede dar de comer a muchos más, a todos, a nosotros también, dos mil años después. Ciertamente no nos hace falta un Dios panadero que cubra nuestras necesidades como si de una función se tratara; descubrimos al Padre de Jesucristo que nos da más de lo que necesitamos, cuyo amor no solo nos llena sino que ante todo nos desborda.



ORACIÓN FINAL

Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro señor Jesucristo. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO




Imagen para colorear



miércoles, 18 de julio de 2018

22 DE JULIO: XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)


“Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”.

DOMINGO 22 DE JULIO

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

1ª Lectura: Jeremías 23,1-6

Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores.

Salmo 22: “el Señor es mi pastor, nada me falta”.

2ª Lectura: Efesios 2,13-18

Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 6,30-34

“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: -venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, vio Jesús un gran gentío, sintió compasión de ellos, pues eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.”

REFLEXIÓN

El Evangelio nos presenta a los Doce que comparten con Jesús la misma misión: anunciar y curar. Cumplida su misión, se reagrupan en torno a él para hacer un balance de lo realizado. Jesús les invita a descansar: “No tenían tiempo ni para comer”. Lo importante y prioritario en la tarea pastoral es cuidar al pastor.

Jesús ante el acoso del pueblo, les propone descansar en un lugar solitario, solos. Pero, al llegar al lugar que creían solitario, se encuentran con una gran muchedumbre. Jesús se da cuenta de la situación del pueblo y esto le provoca el mismo sentimiento que tuvo al encontrarse con el leproso; es la reacción propia del amor tierno ante la miseria y la degradación de la gente. Sentimiento que en el antiguo testamento se atribuye a Dios. Lo que conmueve a Jesús es que la multitud estaba como ovejas sin pastor, desorientada por el abandono de los dirigentes, Jesús asume el papel del buen Pastor.“Como Ovejas sin pastor”. 

Es una imagen clásica en el Antiguo Testamento. En una cultura en que la ganadería era el principal medio de sustento, todos sabían perfectamente lo que se estaba insinuando con la imagen del pastor.

Siguiendo la primera lectura, Jesús hace una crítica a los dirigentes que, en vez de cuidar de las ovejas, las utilizan en beneficio propio. Siempre ha pasado lo mismo. Nunca han faltado pastores, pero han sido tantas las ofertas y hechas con tanta persuasión, que el pueblo se ha sentido indefenso ante las ofertas más disparatadas.

“Le dio lástima de ellos”. Una manera entrañable de decir lo que a Jesús le importaba la gente. La ‘compasión’ sería una manera más adecuada de expresar el amor, superando los malentendidos que la palabra ‘lástima’ puede comportar. Podemos sentir lástima de una persona, pero no mover un dedo para sacarle de la lastimosa situación.

En todos los tiempos podemos constatar que ni los políticos ni los eclesiásticos tienen en cuenta al pueblo a la hora de tomar sus decisiones. Lo que mueve siempre a los dirigentes, es el interés personal, disfrazado de una preocupación por la institución correspondiente.

“Y se puso a enseñarles con calma”. Una manera muy sutil de decir que por encima de los planes de Jesús, está la necesidad de la gente.

Hoy quizás nos encontremos igual, abandonados por nuestros dirigentes, tanto políticos, que su misión es representarnos y defendernos, como religiosos, que su misión es no perder nunca la capacidad de la denuncia profética a tiempo y a destiempo.

Encontrar ratos de descanso, saber descansar, se nos presenta como una necesidad vital. Hay que saber descansar, ya que el cansancio que más nos está afectando es un tipo de cansancio mucho más hondo que el físico; es un cansancio existencial, que consiste en realizar actividades sin saber “por qué”, ni “para qué”, ni sus consecuencias; es un vivir vacío, sin sentido. Descansar es saber para vivir, reír, ser, compartir, querer… Pero no es nada fácil descansar. Los problemas nos absorben y perdemos horizontes y visión. Estamos rodeados de mucho ruido fuera y dentro de nosotros, que nos incapacita para reflexionar y contemplar. Por eso, es preciso que tomemos distancia para conseguir tener calma, para que miremos con objetividad todo lo que sucede a nuestro alrededor. Descansar es disfrutar de manera sencilla, cordial, entrañable, del regalo de la existencia; es hacer las paces en nuestro interior, reencontrarnos con lo mejor de nosotros mismos y posibilitar que reaparezca la capacidad de saber mirar y observar, es lo que se llama “contemplación", a fin de descubrir toda esa vida rica que no se ve, pero que está ahí.

ENTRA EN TU INTERIOR

COMO OVEJAS SIN PASTOR

       Los discípulos, enviados por Jesús para anunciar su Evangelio, vuelven entusiasmados. Les falta tiempo para contar a su Maestro todo lo que han hecho y enseñado. Al parecer, Jesús quiere escucharlos con calma y los invita a retirarse «ellos solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».

       La gente les estropea todo su plan. De todas las aldeas corren a buscarlos. Ya no es posible aquella reunión tranquila que había proyectado Jesús a solas con sus discípulos más cercanos. Para cuando llegan al lugar, la muchedumbre lo ha invadido todo. ¿Cómo reaccionará Jesús?

       El evangelista describe con detalle su actitud. A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud. Sabe mirar, no sólo a las personas concretas y cercanas, sino también a esa masa de gente formada por hombres y mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia especial. Enseguida se despierta en él la compasión. No lo puede evitar. «Le dio lástima de ellos». Los lleva a todos muy dentro de su corazón.

       Nunca los abandonará. Los «ve como ovejas sin pastor»: gentes sin guías para descubrir el camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso, «se puso a enseñarles con calma», dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su Palabra curadora.

       Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, cómo miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando poco a poco de la Iglesia, tal vez porque no escuchan entre nosotros su Evangelio y porque ya no les dicen nada nuestros discursos, comunicados y declaraciones.

       Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús. Creyentes que no saben a quién acudir ni qué caminos seguir para encontrarse con un Dios más humano que el que perciben entre nosotros. Cristianos que se callan porque saben que su palabra no será tenida en cuenta por nadie importante en la Iglesia.

       Un día el rostro de esta Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente. Jesús tiene fuerza para transformar nuestros corazones y renovar nuestras comunidades.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR   

            Jesucristo es el único y verdadero pastor. A los demás se les llama pastores del pueblo en cuanto que le representan o mejor transparentan sus rasgos. Un rasgo a representar es la “compasión”, ser capaz de compartir los sentimientos de los hermanos. Pues esto significa el término “compasión”: abrazar con todas tus fuerzas y con toda tu vida los sentimientos o la situación del otro, hasta el punto de hacerlos tuyos; sintonizar con la pena, el dolor o miseria ajenas. Es lo que dice san Pablo: “con los que ríen, estad alegres; con, los que lloran, llorad… No tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente sencilla”. Esta cercanía vivencial y acogida cordial y compasiva es tan fundamental y tan prioritaria que pide interrumpir el descanso y acercarse con calma a escuchar y compartir la situación de necesidad del otro. Así es como actuó Jesús, el verdadero pastor.

ORACIÓN FINAL

            Muéstrate propicio a tu pueblo, Señor, y a quienes has iniciado en los misterios del reino concédeles abandonar el pecado y pasar a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imagen de Paxi Velasco FANO
"Sin Pastor"




miércoles, 11 de julio de 2018

15 DE JULIO: XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)



“En aquel tiempo, llamó Jesús a los doce y los fue enviando de dos en dos, 

dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.”

15 DE JULIO

XV DOMINGO ORDINARIO (CICLO B)

1ª Lectura: Amós 7,12-15

Ve y profetiza a mi pueblo.

Salmo 84: “Muéstranos, Señor tu misericordia y danos tu salvación”.

2ª Lectura: Efesios 1,3-14

Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 6,7-13

“En aquel tiempo, llamó Jesús a los doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: -Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero;
que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión;
expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.”

REFLEXIÓN

      El evangelio de hoy tiene relación con Marcos 3,14. Jesús instituye en primer lugar el grupo de los Doce con un determinado fin (estar con Él, enviarlos a predicar y expulsar demonios) y en un segundo momento se produce el envío propiamente dicho. Su misión va a tener éxito, puesto que el final del texto refiere que, en efecto, los discípulos enseñan, sanan y liberan. Ahora bien, ¿por qué este éxito? Vamos a dirigir nuestra mirada hacia las instrucciones. Jesús les dice que tomen únicamente un bastón y sandalias, e insiste en lo que no van a necesitar. Esto no puede sino sorprender, ya que, cuando se prepara un viaje, lo primero en lo que se piensa es en lo que hay que coger. Es una manera de decir que lo verdaderamente necesario ya lo tienen: haber sido elegidos y enviados por Jesús, y haber recibido (y gratis) su misma autoridad y poder sobre el mal y el sufrimiento. El resto de las cosas son secundarias.

      Mirad, la tentación de cualquier creyente no es tanto el ateísmo o la indiferencia ante lo religioso, como la de hacerse un dios a su medida, a la medida de sus gustos y comodidades. La tentación de cualquier religión no es desaparecer sino caer atrapada en las redes del poder, en los criterios de normalidad cultural, del pensamiento imperante, el ser manejada.

    Dios despierta, por medio de su Espíritu, vocaciones, carismas y servicios. Eso que, habitualmente, llamamos pasión por algo. La vocación de profeta, como todas, podía ser una salida profesional retribuida, o podía ser una vida dura que, por la oposición de algunos, exigía vivir con esfuerzo.

      Si el profeta era fiel a Dios, una parte reaccionaba con ira. Si decía lo que halagaba los oídos, se notaba demasiado su cobardía, era despreciado. ¿Quién querrá asumir una tarea así?

      Amós, en medio de la sencillez de su vida: “…soy pastor y cultivador de higos”, siente y escucha la llamada de Dios. Como Jeremías, como otros, no se había planteado esa posibilidad, pero recibe la invitación y responde que sí. Desde entonces su vida es otra. Apasionante y comprometida. Intensa: “El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel”.

       Tener vocación es escuchar en lo más profundo de tu interior, donde la propia personalidad se entiende como distinta, la invitación pronunciada con un: ¡Ve! Una expresión entre seductora y exigente. Algo que se intuye como prometedor y desafiante reto, atractivo e inquietante, pero sin lo que ya no se entiende la propia vida. Los que hemos experimentado esta llamada, y con tremendo miedo, hemos dicho como Samuel: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Lo sabemos, como muchos de vosotros.

      Porque, es sentir que algo merece la pena, no porque hay una recompensa económica detrás, no porque sea fácil su ejecución, sino porque la propuesta es interesante, engancha, es una propuesta que ya ejerce la misma presión que un caramelo en un niño. Hermana, hermano, nuestra comunidad, en cada Eucaristía que celebramos nos transmite esa misma invitación: ¡Id!

        Pero, mira, no vas de vacaciones, no prepares nada, sólo déjate preparar por Dios, ve libre, sin ataduras, confiando en la hospitalidad y en el corazón grande y solidario de las gentes que te encuentres en tu camino. Deja todos los “por si acaso”. Eres peregrino, y el peregrino mete en su mochila lo imprescindible, lo demás va a dificultar su camino.

     Son muchas las cosas que pueden atarnos, muchos los señuelos que nos pondrán en el camino, pero la llamada que Jesús nos dirige tiene las mismas connotaciones que las dirigidas a Amós, Pablo, Pedro y tantos, a lo largo de la historia. Nos quiere libres, así Pablo se lo manifiesta a los cristianos de Galacia: “Para que seáis libres, os liberó Cristo, vosotros estáis llamados a la libertad…”

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

PARA UN EXAMEN COLECTIVO

Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.

En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.

Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobre las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.

Llevarán sólo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Sólo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.

No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.

Tampoco llevarán «túnica de repuesto». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.

¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando sin darnos casi cuenta de su espíritu?

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

           La tentación, de utilizar a Dios como escudo para nuestros inconvenientes, es grande. Eso nos lleva a deformar su imagen de Padre y hacerla parecer a lo que deseamos. Pero en el Dios cristiano hay una palabra clave, confianza, confiar en un Dios que es Padre, que es Hijo, que es Espíritu, que es Comunidad y Familia que son dos de los grandes dones que nos regala.

            Hermana, hermano, es muy fácil ser religioso al estilo de lo que cada uno quiere. Es muy fácil construirse ídolos, falsos dioses que nos encantan porque responden a nuestros gustos, cómodo y facilón. La fe religiosa siempre necesita preguntarse sobre sí misma, ser sincera, crítica, honesta, adulta y madura. Eso requiere un proceso y la ayuda de la comunidad en la que siempre hay profetas.

ORACIÓN FINAL

            ¡Qué mejor oración, que este himno cristológico de Pablo a la comunidad de Éfeso!.

            Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imagen de Paxi Velasco FANO