domingo, 24 de febrero de 2019

3 DE MARZO: VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)



“Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar

la mota del ojo de tu hermano. “

3 DE MARZO

VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©

Primera Lectura: Eclesiástico 27,5-8

No alabes a nadie antes de que hable.

Salmo 91

¡Qué bueno es darte gracias, Señor!

Segunda Lectura: 1 Corintios 15,54-58

Nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo.

EVANGELIO DEL DÍA

Lucas 6,39-45

“En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca!”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del pueblo de Dios.

“Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano."
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos:
cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.”

REFLEXIÓN

- ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? Sed lúcidos, decía Jesús, a través de esa imagen concreta.

No os dejéis arrastrar sin verificar antes dónde vais y a quién seguís.

Hay falsos conductores, falsos profetas que engañan al pueblo... Tened los ojos muy abiertos.

- ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo, y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? (palabra enlace: el ciego, el ojo) Sed lúcidos, primero, para vosotros mismos, decía Jesús a través de esa otra imagen concreta. Vosotros que desconfiáis tanto de los falsos-conductores, de los falsos-profetas, que criticáis tan fácilmente a vuestros responsables, o a vuestros hermanos... mirad pues en el fondo de vuestra propia vida...

¡Abrid los ojos sobre vosotros mismos! Criticaos; sed vosotros objeto de vuestra propia crítica.
Vosotros que percibís tan fácilmente los defectos de la Iglesia, de los sacerdotes, de los cristianos que no piensan como vosotros sobre ciertos puntos... Procurad también tener en cuenta vuestros propios defectos.

- ¿Cómo te permites decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo...? ¡Te equivocas! Sácate primero la viga de tu ojo." El traductor, aquí, ha estado muy amable y ha suavizado el apóstrofe de Jesús. El texto griego auténtico es mucho más fuerte: "¡Hipócrita! sácate primero la viga de tu ojo". Y nosotros, ¿no tratamos también a veces de suavizar el evangelio? ¡No nos gustan las palabras fuertes! Sobre todo si nos van dirigidas.

De nuevo hay que hacer notar, que no se trata sólo de los demás... Ciertamente es a mí a quien Jesús dice que soy hipócrita cuando critico a los demás.

¡Cuánto más agradable sería la vida a nuestro alrededor si fuéramos más exigentes con nosotros que con los demás; si nos aplicáramos todos los buenos consejos que prodigamos a los demás; si tuviéramos el mismo afán en mejorarnos a nosotros mismos, que el que tenemos en mejorar a los demás! ¿No habéis notado que, cuando algo va mal, siempre echamos la culpa a "los otros"?: si los gobiernos hicieran esto... si los sindicatos no hicieran tal cosa... si los patronos se portaran de ese modo... si los obreros fueran de esa otra manera... si los sacerdotes hicieran mejor su trabajo... si mi esposo, si mi esposa... si mis vecinos...

-Sácate primero la viga de tu ojo, entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.

La "revisión de vida" es un ejercicio espiritual eminentemente evangélico: se trata de reconsiderarse a sí mismo, de revisar, de repasar la propia vía y los propios compromisos.
¡Sería una horrenda caricatura de la revisión de vida si la transformáramos en una empresa de crítica de los demás! Señor, haznos lúcidos y clarividentes; así podremos intentar ayudar a nuestros hermanos a ver también más claro.

ENTRA EN TU INTERIOR

MENTIRA


¿Acaso puede un ciego guiar a otros ciegos?

La veracidad ha sido siempre una preocupación importante en la educación. Lo hemos conocido desde niños. Nuestros padres y educadores podían «entender» todas nuestras travesuras, pero nos pedían ser sinceros. Nos querían hacer ver que «decir la verdad» es algo muy importante.

Tenían razón. La verdad es uno de los pilares sobre los que se asienta la conciencia moral y la convivencia. Sin verdad no es posible vivir con dignidad. Sin verdad no es posible una convivencia justa. El ser humano se siente traicionado en una de sus exigencias fundamentales.
Siempre he tenido la sensación de que se condena con fuerza toda clase de atropellos y abusos, pero no siempre se denuncia con la misma energía la mentira con que se intenta enmascararlos. Y, sin embargo, las injusticias se alimentan siempre a sí mismas con la mentira. Sólo falseando la realidad es posible llevar a cabo una guerra injusta como las que ocurren en muchos países.
Sucede muchas veces. Los grupos de poder ponen en marcha múltiples mecanismos para influir en la opinión pública y llevar a la sociedad hacia una determinada posición. Pero, con frecuencia, lo hacen ocultando la verdad y desfigurando los datos, de manera que las gentes llegan a vivir con una visión falseada de la realidad.

Las consecuencias son muy graves. Cuando se oculta la verdad, existe el riesgo de que vayan desapareciendo los contornos del «bien» y del «mal». Ya no se puede distinguir con claridad lo «justo» de lo «injusto». La mentira no deja ver las injusticias. Somos como «ciegos» que tratan de guiar a otros «ciegos».

Cuando, estos días, sigo la información que se nos proporciona sobre la situación de Venezuela, Nicaragua y otros lugares. o escucho las declaraciones de los protagonistas, me vienen a la mente esas certeras palabras de Jesús: «Quien obra mal detesta la luz y no se acerca a la luz, para que no delate sus acciones» (Jn 3, 20).

Frente a tantos falseamientos interesados, siempre hay personas que tienen la mirada limpia y ven la realidad tal como es. Son los que están atentos al sufrimiento de los inocentes. Ellos ponen verdad en medio de tanta mentira. Ponen luz en medio de tanto oscurecimiento.

José Antonio Pagola


ORA EN TU INTERIOR

Padre santo, dame sabiduría y docilidad de espíritu para cumplir tu voluntad en mi vida, para ser árbol bueno que de buenos y abundantes frutos.

Dame humildad para mirarme en mi interior, antes que juzgar o condenar a mi hermano por la apariencia y no por la abundancia de su corazón.

Haz, Señor, que no sea ciego y guía ciego en mi comunidad, que ilumine con tu luz y conduzca con tu palabra y con tu gracia, que sea instrumento de paz, de perdón y de misericordia, que esté en estado de conversión constante.

ORACIÓN

Padre, te doy gracias porque me has dado la victoria sobre la muerte por medio de tu Hijo. Ayúdame a mantenerme firme y constante en la fe, para trabajar sin reserva por tu Reino y alcanzar la corona de la salvación.


Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO

Imagen para colorear.





domingo, 17 de febrero de 2019

24 DE FEBRERO: VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)



“Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso”

24 DE FEBRERO

VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©

Primera Lectura: 1 Samuel 26,2,7-9.12-13,22-23

David no quiso atentar contra el ungido del Señor.

Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso.

Segunda Lectura: 1 Corintios 15,45-49

Fuimos semejantes al hombre terreno

y seremos semejantes al hombre celestial.

EVANGELIO DEL DÍA

Lucas 6,27-38

“Ahora bien, a vosotros los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os maltratan.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica; a todo el que te pide, dale, y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
O sea, tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
Pues si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad! También los descreídos quieren a quien los quiere.
Y si hacéis el bien a los que os hacen el bien ¡vaya generosidad! También los descreídos lo hacen.
 Y si prestáis sólo cuando pensáis recibir, ¡vaya generosidad! También los descreídos se prestan unos a otros con intención de recobrar lo prestado.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los desagradecidos y malvados. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.
No juzguéis y no os juzgarán, no condenéis y no os condenarán, perdonad y os perdonarán, dad y os darán: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante; pues la medida que uséis la usarán con vosotros”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».

REFLEXIÓN

El pasaje de hoy es la segunda parte del Sermón del Llano y Jesús se dirige a todos los que le escuchan, que se supone son también discípulos suyos. Nos expone valores contrarios a nuestros sentimientos espontáneos, como amar a los enemigos, hacerles el bien, prestar a quienes no nos pueden devolver ni agradecer, etc. Y habla con sentencias paradójicas, de las que hemos de tomar el espíritu.

Jesús está en el polo opuesto de la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente). Además, nos invita a tener compasión de nuestros hermanos, la misma que tiene el Padre con todos nosotros. Algo muy profundo se encierra en este pasaje para nosotros y para la sociedad. Algo que Jesús vivió personalmente con toda intensidad.

Jesús nos pide a sus discípulos que salgamos del círculo de nuestros amigos. Jesús nos invita a la compasión.

Como conclusión, Jesús nos da la regla de oro: “tratad a los demás como queréis que ellos os traten”.

Cuando hacemos el bien, siempre esperamos algún reconocimiento. Jesús no dice eso.

No juzguemos. Jesús no nos prohíbe ver; tampoco, tener criterios. Lo que nos prohíbe es juzgar la conciencia de otros. Sólo Dios puede saber si ha pecado o no. No juzgar, no condenar, perdonar.

ENTRA EN TU INTERIOR

SIN PERDER LA DIRECCIÓN

"A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian". ¿Qué podemos hacer los creyentes de hoy ante estas palabras de Jesús? ¿Suprimirlas del evangelio? ¿Borrarlas del fondo de nuestra conciencia? ¿Dejarlas para tiempos mejores? No cambia mucho en las diferentes culturas la postura básica de los hombres ante el «enemigo», es decir, ante alguien de quien sólo se pueden esperar daños y peligros.

El ateniense Lisias (s. v antes de Cristo) expresa la concepción vigente en la antigüedad griega con una fórmula que sería bien acogida en nuestros tiempos: «Considero como norma establecida que uno tiene que procurar hacer daño a sus enemigos y ponerse al servicio de sus amigos.»

Por eso hemos de destacar todavía más la importancia revolucionaria que se encierra en el mandato evangélico del amor al enemigo, considerado por los exégetas como el exponente más diáfano del mensaje cristiano.

Cuando Jesús habla del amor al enemigo no está pensando en un sentimiento de afecto y cariño hacia él (philia), menos todavía en una entrega apasionada (eros), sino en una apertura radicalmente humana, de interés positivo por la persona del enemigo (agape). Este es el pensamiento de Jesús. El hombre es humano cuando el amor está en la base de toda su actuación. Y ni siquiera la relación con los enemigos debe ser una excepción. Quien es humano hasta el final, descubre y respeta la dignidad humana del enemigo por muy desfigurada que se nos pueda presentar. Y no adopta ante él una postura excluyente de maldición, sino una actitud positiva de interés real por su bien.

Quien quiera ser cristiano y actuar como tal en el contexto de violencia generado entre nosotros ha de vivir todo este conflicto sin renunciar a amar, cualquiera que sea su posición política o ideológica.

Y es precisamente este amor universal, que alcanza a todos y busca realmente el bien de todos sin exclusiones, la aportación más positiva y humana que puede introducir el ciudadano o el político cuya actuación quiera inspirarse en la fe cristiana.

Este amor cristiano al enemigo parece casi imposible en el clima de indignada crispación que provoca la violencia terrorista. Sólo recordar las palabras evangélicas puede resultar irritante para algunos. Y, sin embargo, es necesario hacerlo si queremos vernos libres de la deshumanización que generan el odio y la venganza.

Hay dos cosas que los cristianos podemos y debemos recordar hoy en medio de esta sociedad, aun a precio de ser rechazados. Amar al delincuente injusto y violento no significa en absoluto dar por buena su actuación injusta y violenta. Por otra parte, condenar de manera tajante la injusticia y crueldad de la violencia terrorista no debe llevar necesariamente al odio hacia quienes la instigan o llevan a cabo.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Nuestra compasión, la que nos llevará hasta la felicidad de la que el Señor nos llenará, encuentra su ejemplo más claro en Dios mismo, a quien el salmo nos hace bendecir porque, más allá del comportamiento que hayamos tenido hacia él, él es “compasivo y misericordioso” con nosotros: perdona todas nuestras culpas, rescata nuestra vida de la fosa, no nos trata como merecen nuestros pecados, aleja de nosotros nuestros delitos… Bendito sea Dios por su compasión hacia nosotros y bendito sea Dios porque nos llama a ser compasivos, cada día y a todas horas, los unos con los otros.

ORACIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que la constante meditación de tus misterios nos impulse a decir y hacer siempre lo que sea de tu agrado.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxí Velasco FANO


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domingo, 10 de febrero de 2019

17 DE FEBRERO: VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)



“Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios”

17 DE FEBRERO

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

Primera Lectura: Jeremías 17,5-8

Maldito el que confía en el hombre. Bendito el que confía en el Señor.

Salmo 1

Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Segunda Lectura: 1 Corintios 15,12.16-20

Si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes.

EVANGELIO DEL DÍA

Lucas 6,17.20-26

“Bajó con ellos y se detuvo en un llano, con gran número de discípulos suyos.
Jesús, dirigiendo la mirada a sus discípulos, dijo:
- Dichosos vosotros los pobres, porque sobre vosotros reina Dios. Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque os van a saciar. Dichosos los que ahora lloráis, porque vais a reír. Dichosos vosotros cuando os odien los hombres y os excluyan y os insulten y proscriban vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, que grande es la recompensa que Dios os da; pues lo mismo hacían sus padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!  ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis repletos, porque vais a pasar hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque vais a lamentaros y a llorar!  ¡Ay si los hombres hablan bien de vosotros, pues lo mismo hacían sus padres con los falsos profetas!”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!”

REFLEXIÓN

Jesús se dispone a elegir a los Doce Apóstoles. Como ocurre frecuentemente en Lucas, sobre todo ante las grandes decisiones, para hacer esa elección, Jesús se sumerge en oración, y esta vez ora toda la noche.

El número doce es teológico y simbólico, no histórico: doce eran las tribus de Israel, el Pueblo de Dios; y con ese número, los primeros cristianos quisieron expresar que Jesús crea el Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia.

Junto con los Doce, aparece una gran multitud de seguidores, judíos y paganos. Con ello queda subrayado el universalismo de la Iglesia.

Las enseñanzas que siguen a continuación están dadas para estos seguidores y todos los que vengan detrás de ellos, como se ve en el uso de la segunda persona: Dichosos vosotros, los pobres. En ese conjunto estamos nosotros. 

Aunque el evangelio de Lucas se escribió después del de Mateo, sin embargo, la fuente de las bienaventuranzas de Lucas es más antigua que la de Mateo. ¿Quiso corregir Mateo a la fuente de Lucas? No sabemos. Pero al menos quiso decir que no basta ser pobre material para ser bienaventurado, si no se es al mismo tiempo pobre de espíritu.

Algunas personas sacan de Mateo la consecuencia de que si uno es pobre en el espíritu, es decir, desprendido, ya puede tener todas las riquezas que quiera. Esta interpretación es contraria al evangelio. El sentido más verdadero de Mateo es: Dichosos los que son pobres de hecho y de espíritu.

Cuidado con canonizar la pobreza. Dios no quiere pobres. Dios quiere que luchemos contra la pobreza. Dios quiere un mejor reparto de bienes.

La pobreza que Jesús canoniza es la pobreza solidaria. O sea, ser más pobres de lo que somos, para que haya para todos. Ello nos exige desprendimiento y lucha social no-violenta.
Podríamos evitar muchos gastos y tendríamos más para dar a organizaciones solventes. Jesús nos invita a una vida austera y sencilla. Y a luchar por la justicia. Es la lucha del Amor.

ENTRA EN TU INTERIOR

TOMAR EN SERIO A LOS POBRES

Acostumbrados a escuchar las "bienaventuranzas" tal como aparecen en el evangelio de Mateo, se nos hace duro a los cristianos de los países ricos leer el texto que nos ofrece Lucas. Al parecer, este evangelista y no pocos de sus lectores pertenecían a una clase acomodada. Sin embargo, lejos de suavizar el mensaje de Jesús, Lucas lo presentó de manera más provocativa.
Junto a las "bienaventuranzas" a los pobres, el evangelista recuerda las "malaventuranzas" a los ricos: «Dichosos los pobres...los que ahora tenéis hambre...los que ahora lloráis». Pero «Ay de vosotros, los ricos...los que ahora estáis saciados...los que ahora reís». El Evangelio no puede ser escuchado de igual manera por todos. Mientras para los pobres es una Buena Noticia que los invita a la esperanza, para los ricos es una amenaza que los llama a la conversión. ¿Cómo escuchar este mensaje en nuestras comunidades cristianas?

Antes que nada, Jesús nos pone a todos ante la realidad más sangrante que hay en el mundo, la que más le hacía sufrir a él, la que más llega al corazón de Dios, la que está más presente ante sus ojos. Una realidad que, desde los países ricos, tratamos de ignorar y silenciar una y otra vez, encubriendo de mil maneras la injusticia más cruel e inhumana de la que, en buena parte, somos culpables nosotros.

¿Queremos continuar alimentando el autoengaño o abrir los ojos a la realidad de los pobres? ¿Tenemos voluntad de verdad? ¿Tomaremos alguna vez en serio a esa inmensa mayoría de los que viven desnutridos y sin dignidad, los que no tienen voz ni poder, los que no cuentan para nuestra marcha hacia el bienestar?

Los cristianos no hemos descubierto todavía toda la importancia que pueden tener los pobres en la historia del cristianismo. Ellos nos dan más luz que nadie para vernos en nuestra propia verdad, sacuden nuestra conciencia y nos invitan permanentemente a la conversión. Ellos nos pueden ayudar a configurar la Iglesia del futuro de manera más evangélica. Nos pueden hacer más humanos y más capaces de austeridad, solidaridad y generosidad.
El abismo que separa a ricos y pobres sigue creciendo de manera imparable. En el futuro, cada vez será más imposible presentarse ante el mundo como Iglesia de Jesús ignorando a los más débiles e indefensos de la Tierra. O tomamos en serio a los pobres u olvidamos el Evangelio. En los países ricos nos resultará cada vez más difícil escuchar la advertencia de Jesús: «No podéis servir a Dios y al Dinero».  Se nos hará insoportable.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Con palabras del Apóstol, lo que debemos hacer, los que hemos sido plantados junto al río, o sea, en Cristo, es vivir en él, con la esperanza en Cristo”, con la esperanza que nos da su resurrección, con la esperanza que nos da saber que nuestra fe en él es lo que nos hará participar un día de la verdadera felicidad, la de los resucitados que vivirán con él por siempre.
Si nuestra vida echa así raíces junto al agua de la gracia de Dios, el fruto de la bienaventuranza ya nos será dado cuando sea el tiempo. Eso es cosa de Dios y no nuestra.

ORACIÓN

Señor Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. AMÉN.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO


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miércoles, 6 de febrero de 2019

10 DE FEBRERO: V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)



“Rema mar adentro…”

10 DE FEBRERO

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

1ª Lectura: Isaías 6,1-2.3-8

Aquí estoy, Señor, envíame.

Salmo 137: Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste.

2ª Lectura: 1 Corintios 15,1-11

Esto es lo que hemos predicado y lo que ustedes han creído.

PALABRA DEL DÍA

Lucas: 5,1-11

“La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Rema mar adentro y echad las redes para pescar”. Simón contestó: “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada: pero, por tu palabra, echaré las redes”. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían pescado; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: “No temas: desde ahora, serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y dejándolo todo, lo siguieron”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.
Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.
Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".
Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".
Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.
Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador".
El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido;
y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres".
Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron”.

REFLEXIÓN

Hoy cada una de las lecturas nos presenta una escena de vocación. Es lógico. En el comienzo del evangelio que estamos leyendo está la llamada a los primeros discípulos y la respuesta de éstos. Esto hace que la primera lectura recoja también una vocación profética. La segunda lectura nos transmite la llamada que de parte de Dios han recibido los corintios por boca de san Pablo.
Isaías explica su vocación. Ha sido una visión majestuosa del Señor en el templo, rodeado por los serafines: “¡Santo, Santo, Santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!”. Isaías ha contemplado a Dios, y, claro está, ha quedado sin palabras. ¿Cómo se puede explicar lo inefable? Ante la santidad de Dios, ha sentido como nunca su impureza y de ésta sólo Dios puede curarlo. ¡Y lo hace!

Es entonces cuando puede “escuchar la voz del Señor” de verdad, y no antes. Entonces puede comprender que el Señor le necesita a él, que ha sido purificado, para recibir la misión de ser portador de la palabra que ha escuchado: “¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?. Sólo entonces puede responder a la llamada (vocación) que Dios le hace: “aquí estoy, mándame”. Ha nacido un profeta.

También Simón Pedro se ha encontrado con que la experiencia del inefable se le ha hecho presente en su vida. “Nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada”, dirá explicando su vida hasta entonces de manera muy gráfica. Pero está dispuesto a hacer caso de la palabra que ha escuchado pues Jesús “desde la barca, sentado, enseñaba a la gente”. Cuando esta palabra se concreta en él, “rema mar adentro, y echad las redes para pescar”, sencillamente obedece y se encuentra con la maravilla de la acción de Dios que todo lo transforma.

También Pedro siente su indignidad, como antes Isaías y todos los profetas, en contrate y en contacto con la santidad de Dios que se le ha hecho evidente en Jesús. No es extraña su reacción: “apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. Es entonces cuando está a punto para recibir la misión: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Ha nacido un apóstol, listo para acompañar y seguir a Jesús.

ENTRA EN TU INTERIOR

¿Seremos capaces de darnos cuenta de la necesidad de conversión?

El relato de “la pesca milagrosa” en el lago de Galilea fue muy popular entre los primeros cristianos. Varios evangelistas recogen el episodio, pero sólo Lucas culmina la narración con una escena conmovedora que tiene por protagonista a Simón Pedro, discípulo creyente y pecador al mismo tiempo.

Pedro es un hombre de fe, seducido por Jesús. Sus palabras tienen para él más fuerza que su propia experiencia. Pedro sabe que nadie se pone a pescar al mediodía en el lago, sobre todo si no ha capturado nada por la noche. Pero se lo ha dicho Jesús y Pedro confía totalmente en él: “Apoyado en tu palabra, echaré las redes“.

Pedro es, al mismo tiempo, un hombre de corazón sincero. Sorprendido por la enorme pesca obtenida, “se arroja a los pies de Jesús” y con una espontaneidad admirable le dice: “Apártate de mí, que soy pecador”. Pedro reconoce ante todos su pecado y su absoluta indignidad para convivir de cerca con Jesús.

Jesús no se asusta de tener junto a sí a un discípulo pecador. Al contrario, si se siente pecador, Pedro podrá comprender mejor su mensaje de perdón para todos y su acogida a pecadores e indeseables. “No temas. Desde ahora, serás pescador de hombres”. Jesús le quita el miedo a ser un discípulo pecador y lo asocia a su misión de reunir y convocar a hombres y mujeres de toda condición a entrar en el proyecto salvador de Dios.

¿Por qué la Iglesia se resiste tanto a reconocer sus pecados y confesar su necesidad de conversión? La Iglesia es de Jesucristo, pero ella no es Jesucristo. A nadie puede extrañar que en ella haya pecado. La Iglesia es “santa” porque vive animada por el Espíritu Santo de Jesús, pero es “pecadora” porque no pocas veces se resiste a ese Espíritu y se aleja del evangelio. El pecado está en los creyentes y en las instituciones; en la jerarquía y en el pueblo de Dios; en los pastores y en las comunidades cristianas. Todos necesitamos conversión.

Es muy grave habituarnos a ocultar la verdad pues nos impide comprometernos en una dinámica de conversión y renovación. Por otra parte, ¿no es más evangélica una Iglesia frágil y vulnerable que tiene el coraje de reconocer su pecado, que una institución empeñada inútilmente en ocultar al mundo sus miserias? ¿No son más creíbles nuestras comunidades cuando colaboran con Cristo en la tarea evangelizadora, reconociendo humildemente sus pecados y comprometiéndose a una vida cada vez más evangélica?¿No tenemos mucho que aprender también hoy del gran apóstol Pedro reconociendo su pecado a los pies Jesús?

José Antonio Pagola


ORA EN TU INTERIOR

Más allá del proceso de su propia vocación, es ahora Pablo, el apóstol, quien nos hace ver cómo la misión que Dios le ha confiado consiste en anunciar fielmente la Buena Nueva. Él es el instrumento de la llamada que Dios hace a todos “y que os está salvando”, porque todo el mundo puede hacer experiencia de la santidad de Dios, chocar con la propia debilidad y ser curado, para vivir en la vida nueva a la que Dios nos llama.

Si ya lo hacemos habitualmente, hoy las lecturas nos invitan a rezar por las vocaciones. Y esto quiere decir rezar para que a todo el mundo pueda llegarle nítida la Buena Nueva de la salvación en su vida, y así todo el mundo pueda hacer esta experiencia de la santidad de Dios que le lleva a sentir la propia debilidad de la que Dios lo puede curar. Entonces cada uno podrá escuchar y comprender lo que Dios le pide en la vida.

El proceso de esta vocación, como refleja Pablo, llega por obra de la misión apostólica. Es preciso que roguemos a Dios para que no falten respuestas a esta llamada específica en el ministerio.

Cada Eucaristía tiene que poder ser un nuevo encuentro con la santidad de Dios que habla y actúa en nuestra vida.

ORACIÓN FINAL

Dios, que has querido hacernos partícipes de un mismo pan y un mismo cáliz, concédenos vivir tan unidos a Cristo que fructifiquemos con gozo para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Expliquemos el evangelio a los niños

Imágenes De Paxi Velasco FANO


Imagen para colorear.