martes, 31 de octubre de 2017

5 DE NOVIEMBRE: XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.





“A quien se encumbra, lo abajarán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.”

5 DE NOVIEMBRE

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Primera Lectura: Malaquías 1,4-2,2.8-10

Ustedes se apartaron del camino y han hecho tropezar a muchos

Salmo: 130

Señor, consérvame en tu paz.

Segunda Lectura: 1 Tesalonicenses 2,7-9.13

Queríamos entregarles no sólo el Evangelio de Dios,

Sino nuestra propia vida.

EVANGELIO DEL DÍA

Mateo: 23,1-12

“Entonces Jesús, dirigiéndose a las multitudes y a sus discípulos, declaró:
- En la cátedra de Moisés han tomado asiento los letrados y los fariseos. Por tanto, todo lo que os digan, hacedlo y cumplidlo..., pero no imitéis sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los hombres, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo. Todo lo hacen para llamar la atención de la gente: se ponen distintivos ostentosos y borlas grandes en el manto: les encantan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas, que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «Rabbí».
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», pues vuestro maestro es uno solo y vosotros todos sois hermanos; y no os llamaréis «padre» unos a otros en la tierra, pues vuestro Padre es uno solo, el del cielo; tampoco dejaréis que os llamen «directores», porque vuestro director es uno solo, el Mesías. El más grande de vosotros será servidor vuestro.
A quien se encumbra, lo abajarán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.”

Versión para américa Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:            
"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,
porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

REFLEXIÓN

Nos llevaría demasiado tiempo el explicar cada una de las frases del pasaje. Vamos a revisar sólo algunas.
La verdad es que hoy no se necesita ninguna exégesis especializada. Se entiende todo perfectamente. Otra cosa es, que nos interese, de verdad, seguir las directrices del evangelio.
Lo primero que hay que tener en cuenta es, que el ambiente reflejado en este texto, no es el del tiempo de Jesús, sino el de la comunidad de Mateo, cuando escribe su evangelio.
El judaísmo del tiempo de Jesús, estaba integrado por numerosas organizaciones, partidos y sectas, que tenían distinta manera de ver y practicar la religión. Jesús, sin duda ninguna, criticó a muchos de esos grupos, pero los furibundos ataques contra los fariseos que aparecen en los evangelios, seguramente no corresponden a Jesús, sino a una situación que comienza a partir de la destrucción de Jerusalén en el año 70.
Fue entonces cuando los fariseos se hicieron con el absoluto control del judaísmo e impusieron a todos su manera de pensar (a esta situación puede hacer referencia la frase: “En la cátedra de Moisés se sentaron los fariseos”). Sólo entonces decidieron expulsar del judaísmo a los cristianos y declararles formalmente herejes. Lo que reflejan los evangelios es la reacción de los cristianos contra esos fariseos, que se mantuvo a través de los siglos.
            “Ellos no hacen lo que dicen”. No es exacto que los fariseos fueran por definición “fariseos”. Eran cumplidores, pero su rigorismo en la interpretación de la Ley les obligó a disimular que eran incapaces de cumplirla, para poder seguir exigiendo a los demás lo que ellos no hacían. Pero el engaño mayor consistía en exigirles en nombre de Dios, unas prácticas que no les podían traer salvación, porque no eran más que preceptos humanos.
“Cargan a la gente con fardos pesados e insoportables”. Eran 613 los preceptos que tenía que cumplir todo israelita para ser fiel a la Ley, según algunos, todos tenían la misma importancia. En ese fárrago de prescripciones, la vida humana quedaba aprisionada y las personas sumidas en una frustración alienante. Recordemos que Jesús había dicho: “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.
“Todo lo que hacen es para que los vea la gente”. Cuando se pone la perfección en el cumplimiento de normas externas, sólo caben dos salidas:
En la medida que la alcances, la soberbia. Soy más que los demás y puedo mirarlos por encima del hombro.
En la medida que no la alcanzas, la simulación. Lo que los demás piensen de mí es más importante que lo que soy realmente. De ahí el afán por exagerar todos los signos externos de religiosidad. Hoy sigue habiendo cristianos que están es esa misma dinámica.
“Vosotros, en cambio...” Aquí tenemos la clave del texto. La nueva comunidad no debe comportarse como los fariseos, sino desde la autenticidad. Esto es lo que quiere dejar claro Mateo. El mensaje central de Jesús, consiste en abandonar todo intento de superioridad y entrar en una dinámica de servicio incondicional a los demás. Cuando Juan habla del pecado del mundo, se refiere siempre a oprimir o a dejarse oprimir.
“No os dejéis llamar maestros, no llaméis a nadie padre, no os dejéis llamar jefes”. ¡Qué poco dura lo auténtico! Seguramente ya se empezaba a estructurar la comunidad y ya había, en aquella época, quien quería ser más que los demás. Los seres humanos somos capaces de remover el cielo y la tierra, con tal de justificar el estar por encima de los demás y de alguna manera someterlos y utilizarlos en beneficio propio.
“El primero entre vosotros será vuestro servidor”. Jesús exige lo que él vivió. El mismo Jesús comenta esto en otro lugar: “lo mismo que el Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Recordad que cuando Juan dice “dar su vida”, no emplea “zoe” ni “bios”, sino “psiques”. No está hablando de la vida biológica o zoológica, que entregó en la cruz, sino de la vida sicológica (propiamente humana) que pone al servicio de los demás durante su vida biológica.

ENTRA EN TU INTERIOR

NO HACEN

LO QUE DICEN

Jesús habla con indignación profética. Su discurso, dirigido a la gente y a sus discípulos, es una dura crítica a los dirigentes religiosos de Israel. Mateo lo recoge hacia los años ochenta para que los dirigentes de la Iglesia cristiana no caigan en conductas parecidas.
¿Podremos recordar hoy las recriminaciones de Jesús con paz, en actitud de conversión, sin ánimo alguno de polémicas estériles? Sus palabras son una invitación para que obispos, presbíteros y cuantos tenemos alguna responsabilidad eclesial hagamos una revisión de nuestra actuación.

«No hacen lo que dicen». Nuestro mayor pecado es la incoherencia. No vivimos lo que predicamos. Tenemos poder, pero nos falta autoridad. Nuestra conducta nos desacredita. Un ejemplo de vida más evangélica de los dirigentes cambiaría el clima en muchas comunidades cristianas.

«Atan cargas pesadas e insoportables y las ponen sobres las espaldas de los hombres; pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas». Es cierto. Con frecuencia somos exigentes y severos con los demás, comprensivos e indulgentes con nosotros. Agobiamos a la gente sencilla con nuestras exigencias, pero no les facilitamos la acogida del Evangelio. No somos como Jesús, que se preocupa de hacer ligera su carga, pues es humilde y de corazón sencillo.

«Todo lo hacen para que los vea la gente». No podemos negar que es muy fácil vivir pendientes de nuestra imagen, buscando casi siempre «quedar bien» ante los demás. No vivimos ante ese Dios que ve en lo secreto. Estamos más atentos a nuestro prestigio personal.

«Les gusta el primer puesto y los primeros asientos […] y que les saluden por la calle y los llamen maestros». Nos da vergüenza confesarlo, pero nos gusta. Buscamos ser tratados de manera especial, no como un hermano más. ¿Hay algo más ridículo que un testigo de Jesús buscando ser distinguido y reverenciado por la comunidad cristiana?

«No os dejéis llamar maestro […] ni preceptor […] porque uno solo es vuestro Maestro y vuestro Preceptor: Cristo». El mandato evangélico no puede ser más claro: renunciad a los títulos para no hacer sombra a Cristo; orientad la atención de los creyentes solo hacia él. ¿Por qué la Iglesia no hace nada por suprimir tantos títulos, prerrogativas, honores y dignidades para mostrar mejor el rostro humilde y cercano de Jesús?

«No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo». Para Jesús, el título de Padre es tan único, profundo y entrañable que no ha de ser utilizado por nadie en la comunidad cristiana. ¿Por qué lo permitimos?

José Antonio Pagola






ORA EN TU INTERIOR

No llaméis a nadie… No os dejéis llamar…
En el orden espiritual, nadie es más que nadie.
Todo lo que somos se lo debemos a Dios y Dios da a todos lo mismo porque se da Él mismo
…………….
No quiere decir que no nos necesitemos unos a otros.
Sin ayuda yo no llegaría a ninguna parte.
La energía para caminar ya la tengo.
Falta saber en qué dirección tengo que orientar mis pasos.
…………….
Sólo el que ha subido antes a la cumbre estará en condiciones de mostrarme las dificultades del camino.
Siempre que el objetivo sea llegar a la cumbre, y no hacerte dar vueltas para provocar tu dependencia.
y no hacerte dar vueltas para provocar tu dependencia.

ORACIÓN

            Dios omnipotente y misericordioso, a cuya gracia se debe el que tus fieles puedan servirte digna y laudablemente, concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos tienes prometido.


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