“A quien se encumbra, lo abajarán, y a quien se
abaja, lo encumbrarán.”
5 DE
NOVIEMBRE
XXXI
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Primera
Lectura: Malaquías 1,4-2,2.8-10
Ustedes
se apartaron del camino y han hecho tropezar a muchos
Salmo:
130
Señor,
consérvame en tu paz.
Segunda
Lectura: 1 Tesalonicenses 2,7-9.13
Queríamos
entregarles no sólo el Evangelio de Dios,
Sino nuestra
propia vida.
EVANGELIO
DEL DÍA
Mateo:
23,1-12
“Entonces Jesús,
dirigiéndose a las multitudes y a sus discípulos, declaró:
- En la cátedra de
Moisés han tomado asiento los letrados y los fariseos. Por tanto, todo lo que
os digan, hacedlo y cumplidlo..., pero no imitéis sus obras, porque ellos
dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los
hombres, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo. Todo lo hacen
para llamar la atención de la gente: se ponen distintivos ostentosos y borlas
grandes en el manto: les encantan los primeros puestos en los banquetes y los
asientos de honor en las sinagogas, que les hagan reverencias por la calle y que
la gente los llame «Rabbí».
Vosotros, en cambio, no
os dejéis llamar «Rabbí», pues vuestro maestro es uno solo y vosotros todos
sois hermanos; y no os llamaréis «padre» unos a otros en la tierra, pues
vuestro Padre es uno solo, el del cielo; tampoco dejaréis que os llamen
«directores», porque vuestro director es uno solo, el Mesías. El más grande de vosotros
será servidor vuestro.
A quien se encumbra, lo
abajarán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.”
Versión
para américa Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
"Los escribas y
fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan
todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo
que dicen.
Atan pesadas cargas y
las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren
moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que
los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los
primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
ser saludados en las
plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.
En cuanto a ustedes, no
se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes
son hermanos.
A nadie en el mundo
llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar
tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de
entre ustedes se haga servidor de los otros,
porque el que se
ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
REFLEXIÓN
Nos llevaría demasiado tiempo el explicar cada una de las frases del
pasaje. Vamos a revisar sólo algunas.
La verdad es que hoy no
se necesita ninguna exégesis especializada. Se entiende todo perfectamente.
Otra cosa es, que nos interese, de verdad, seguir las directrices del
evangelio.
Lo primero que hay que tener en cuenta es, que el ambiente reflejado en
este texto, no es el del tiempo de Jesús, sino el de la comunidad de Mateo,
cuando escribe su evangelio.
El judaísmo del tiempo de Jesús, estaba integrado por numerosas
organizaciones, partidos y sectas, que tenían distinta manera de ver y
practicar la religión. Jesús, sin duda ninguna, criticó a muchos de esos
grupos, pero los furibundos ataques contra los fariseos que aparecen en los
evangelios, seguramente no corresponden a Jesús, sino a una situación que
comienza a partir de la destrucción de Jerusalén en el año 70.
Fue entonces cuando los fariseos se hicieron con el absoluto control del
judaísmo e impusieron a todos su manera de pensar (a esta situación puede hacer
referencia la frase: “En la cátedra de Moisés se sentaron los fariseos”). Sólo
entonces decidieron expulsar del judaísmo a los cristianos y declararles
formalmente herejes. Lo que reflejan los evangelios es la reacción de los
cristianos contra esos fariseos, que se mantuvo a través de los siglos.
“Ellos
no hacen lo que dicen”. No es exacto que los fariseos fueran por definición
“fariseos”. Eran cumplidores, pero su rigorismo en la interpretación de la Ley
les obligó a disimular que eran incapaces de cumplirla, para poder seguir
exigiendo a los demás lo que ellos no hacían. Pero el engaño mayor consistía en
exigirles en nombre de Dios, unas prácticas que no les podían traer salvación,
porque no eran más que preceptos humanos.
“Cargan a la gente con fardos pesados e insoportables”. Eran 613 los
preceptos que tenía que cumplir todo israelita para ser fiel a la Ley, según
algunos, todos tenían la misma importancia. En ese fárrago de prescripciones,
la vida humana quedaba aprisionada y las personas sumidas en una frustración
alienante. Recordemos que Jesús había dicho: “Mi yugo es llevadero y mi carga
ligera”.
“Todo lo que hacen es para que los vea la gente”. Cuando se pone la
perfección en el cumplimiento de normas externas, sólo caben dos salidas:
En la medida que la alcances, la soberbia. Soy más que los demás y puedo mirarlos
por encima del hombro.
En la medida que no la alcanzas, la simulación. Lo que los demás piensen
de mí es más importante que lo que soy realmente. De ahí el afán por exagerar
todos los signos externos de religiosidad. Hoy sigue habiendo cristianos que
están es esa misma dinámica.
“Vosotros, en cambio...” Aquí tenemos la clave del texto. La nueva
comunidad no debe comportarse como los fariseos, sino desde la autenticidad.
Esto es lo que quiere dejar claro Mateo. El mensaje central de Jesús, consiste
en abandonar todo intento de superioridad y entrar en una dinámica de servicio
incondicional a los demás. Cuando Juan habla del pecado del mundo, se refiere
siempre a oprimir o a dejarse oprimir.
“No os dejéis llamar maestros, no llaméis a nadie padre, no os dejéis
llamar jefes”. ¡Qué poco dura lo auténtico! Seguramente ya se empezaba a
estructurar la comunidad y ya había, en aquella época, quien quería ser más que
los demás. Los seres humanos somos capaces de remover el cielo y la tierra, con
tal de justificar el estar por encima de los demás y de alguna manera
someterlos y utilizarlos en beneficio propio.
“El primero entre vosotros será vuestro servidor”. Jesús exige lo que él
vivió. El mismo Jesús comenta esto en otro lugar: “lo mismo que el Hijo de
hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en
rescate por todos”. Recordad que cuando Juan dice “dar su vida”, no emplea
“zoe” ni “bios”, sino “psiques”. No está hablando de la vida biológica o
zoológica, que entregó en la cruz, sino de la vida sicológica (propiamente
humana) que pone al servicio de los demás durante su vida biológica.
ENTRA EN
TU INTERIOR
NO HACEN
LO QUE DICEN
Jesús habla con indignación profética. Su discurso, dirigido a la gente y
a sus discípulos, es una dura crítica a los dirigentes religiosos de Israel.
Mateo lo recoge hacia los años ochenta para que los dirigentes de la Iglesia
cristiana no caigan en conductas parecidas.
¿Podremos recordar hoy las recriminaciones de Jesús con paz, en actitud
de conversión, sin ánimo alguno de polémicas estériles? Sus palabras son una
invitación para que obispos, presbíteros y cuantos tenemos alguna
responsabilidad eclesial hagamos una revisión de nuestra actuación.
«No hacen lo que dicen». Nuestro mayor pecado es la incoherencia. No
vivimos lo que predicamos. Tenemos poder, pero nos falta autoridad. Nuestra
conducta nos desacredita. Un ejemplo de vida más evangélica de los dirigentes
cambiaría el clima en muchas comunidades cristianas.
«Atan cargas pesadas e insoportables y las ponen sobres las espaldas de
los hombres; pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas». Es cierto. Con
frecuencia somos exigentes y severos con los demás, comprensivos e indulgentes
con nosotros. Agobiamos a la gente sencilla con nuestras exigencias, pero no
les facilitamos la acogida del Evangelio. No somos como Jesús, que se preocupa
de hacer ligera su carga, pues es humilde y de corazón sencillo.
«Todo lo hacen para que los vea la gente». No podemos negar que es muy
fácil vivir pendientes de nuestra imagen, buscando casi siempre «quedar bien»
ante los demás. No vivimos ante ese Dios que ve en lo secreto. Estamos más
atentos a nuestro prestigio personal.
«Les gusta el primer puesto y los primeros asientos […] y que les saluden
por la calle y los llamen maestros». Nos da vergüenza confesarlo, pero nos
gusta. Buscamos ser tratados de manera especial, no como un hermano más. ¿Hay
algo más ridículo que un testigo de Jesús buscando ser distinguido y reverenciado
por la comunidad cristiana?
«No os dejéis llamar maestro […] ni preceptor […] porque uno solo es
vuestro Maestro y vuestro Preceptor: Cristo». El mandato evangélico no puede
ser más claro: renunciad a los títulos para no hacer sombra a Cristo; orientad
la atención de los creyentes solo hacia él. ¿Por qué la Iglesia no hace nada
por suprimir tantos títulos, prerrogativas, honores y dignidades para mostrar
mejor el rostro humilde y cercano de Jesús?
«No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno solo es
vuestro Padre: el del cielo». Para Jesús, el título de Padre es tan único,
profundo y entrañable que no ha de ser utilizado por nadie en la comunidad
cristiana. ¿Por qué lo permitimos?
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
No llaméis a nadie… No
os dejéis llamar…
En el orden espiritual,
nadie es más que nadie.
Todo lo que somos se lo
debemos a Dios y Dios da a todos lo mismo porque se
da Él mismo
…………….
No quiere decir que no
nos necesitemos unos a otros.
Sin ayuda yo no
llegaría a ninguna parte.
La energía para caminar
ya la tengo.
Falta saber en qué
dirección tengo que orientar mis pasos.
…………….
Sólo el que ha subido
antes a la cumbre estará en condiciones de mostrarme
las dificultades del camino.
Siempre que el objetivo
sea llegar a la cumbre, y no hacerte dar vueltas para
provocar tu dependencia.
y no hacerte dar
vueltas para provocar tu dependencia.
ORACIÓN
Dios omnipotente y
misericordioso, a cuya gracia se debe el que tus fieles puedan servirte digna y
laudablemente, concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos tienes
prometido.
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