“Pagad al César lo que
del César y a Dios lo que es de Dios”
22 DE OCTUBRE
XXIX DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
JORNADA MUNDIAL Y
COLECTA POR LA EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS
(MENSAJE DEL PAPA
FRANCISCO PARA EL DOMUND 2017, AL FINAL)
1ª Lectura: Isaías 45,1.4-6
Llevo de la mano a Ciro
para doblegar ante él las naciones.
Salmo 95
Aclamad la gloria y el
poder del Señor.
2ª Lectura: 1
Tesalonicenses 1,1-5b
Recordamos vuestra fe,
vuestro amor y vuestra esperanza.
EVANGELIO DEL DÍA
Mateo 22,15-21
“En aquel tiempo los fariseos se retiraron y llegaron
a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos
discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: -Maestro, sabemos
que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que
te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué
opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César, o no? Comprendiendo su mala
voluntad, les dijo Jesús: -¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la
moneda del impuesto. Le presentaron un denario. Él les preguntó: -¿De quién son
esta cara y esta inscripción? Le respondieron: -Del César. Entonces les
replicó: -Pues pagadle al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios.”
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a
Jesús en alguna de sus afirmaciones.
Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos,
para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda
fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas,
porque tú no te fijas en la categoría de nadie.
Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto
al César o no?".
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo:
"Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?
Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto".
Ellos le presentaron un denario.
Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y
esta inscripción?".
Le respondieron: "Del César". Jesús les
dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de
Dios".
REFLEXIÓN
El texto evangélico de hoy es muy conocido y, al mismo tiempo, difícil.
Las últimas palabras las sabemos de memoria: “Pagadle al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios”. Los fariseos plantean a Jesús una cuestión
política, no para aprender de él, sino para comprometerle, como tantas veces, y
encontrar una ocasión y un motivo para poder acusarle.
“Pagadle al
César lo que es del César…” Es de las pocas palabras de Jesús referentes a una
cuestión política. Pero sin embargo, no se puede decir que estas palabras
formen parte de un cuerpo de doctrina de Jesús sobre cuestiones políticas.
Además, Jesús veía que sólo le pedían su opinión para hacerle quedar mal: ¡Hipócritas!,
¿por qué me tentáis? Sencillamente Jesús les dice que si la moneda es del
César, deben darle al César lo que es de él. Ante la exigencia de cobrar los
tributos por parte de quien gobierna, bien sabemos que tenemos que pagar el
tributo o aceptar que nos lo retengan del sueldo. Sólo que en tiempos de Jesús
quien cobraba los impuestos era una potencia extranjera, Roma, y los romanos,
en el cobro de tributos, eran unos maestros.
Pero si en
esta ocasión no dice gran cosa sobre cuestiones políticas, sí que hay una
ocasión en la que Jesús expone su opinión muy claramente. Cuando ve cómo los
discípulos no sienten vergüenza alguna en reclamar los primeros puestos, les
dice muy claramente: “Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que
los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande
entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre
vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido
para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.” Aquí
sí que hay un pensamiento político. Se ve bien claro que Jesús no estaba
conforme con el sistema despótico de los romanos y con el poder opresor de los
dominadores.
“…y A Dios lo que es de Dios.” El
salmo 126 nos lo explica: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan
los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los
centinelas”. Da mucha tristeza una ciudad sin Dios y una casa sin el Señor.
A Dios, hemos de darle lo que es
suyo: nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestro amor, no porque podamos
añadir nada a Dios sino para ser felices nosotros. Tenemos que hacer lo posible
para que el conocimiento y el amor de Dios puedan llegar al corazón de todos:
de los niños, de los jóvenes, de los mayores. “Tú estabas dentro de mí y yo por
fuera te buscaba” se quejaba san Agustín: “¡Tarde te amé, oh hermosura tan
antigua y tan nueva, tarde te amé!”. Estas palabras del santo de Hipona pueden
ayudarnos a actualizar las de Jesús en el evangelio de hoy: “Dad a Dios lo que
es de Dios”.
No olvidemos que hoy debemos tener
también presentes a tantas misioneras y misioneros que llevan la Palabra y el
Mensaje de Jesús a todos los rincones de la tierra, a menudo, a costa de sus
propias vidas. Todos esos países de misión, todos esos hermanos nuestros,
necesitan nuestra oración y nuestra ayuda. Seamos especialmente generosos.
ENTRA EN TU INTERIOR
SON DE DIOS, DE NADIE
MÁS
«Al César lo que es del César, y a
Dios lo que es de Dios». Pocas palabras de Jesús habrán sido tan citadas como
éstas. Y ninguna, tal vez, más distorsionada desde intereses muy ajenos a aquel
Profeta que vivió totalmente dedicado, no precisamente al Emperador sino a los
olvidados, empobrecidos y excluidos por Roma.
El episodio está cargado de tensión. Los
fariseos se han retirado a planear un ataque decisivo contra Jesús. Para ello
envían a «unos discípulos»; no vienen ellos mismos; evitan el encuentro directo
con Jesús. Ellos son defensores del orden vigente y no quieren perder su puesto
privilegiado en aquella sociedad que Jesús está cuestionando de raíz.
Pero, además, los envían acompañados «por unos
partidarios de Herodes» del entorno de Antipas. No faltan entre ellos
terratenientes y recaudadores encargados de almacenar el grano de Galilea y
enviar los tributos al César.
El elogio que hacen de Jesús es insólito en
sus labios: «Sabemos que eres sincero y enseñas el camino conforme a la
verdad». Todo es una trampa, pero han hablado con más verdad de lo que se
imaginan. Es así. Jesús vive totalmente entregado a preparar el «camino de
Dios» para que nazca una sociedad más justa.
No está al servicio del emperador de Roma; ha
entrado en la dinámica del reino de Dios. No vive para desarrollar el Imperio,
sino para hacer posible la justicia de Dios entre sus hijos e hijas. Cuando le
preguntan si «es lícito pagar impuesto al César o no», su respuesta es rotunda:
«Pagad al Cesar lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios».
Jesús no está pensando en Dios y el César como
dos poderes que pueden exigir cada uno sus derechos a sus súbditos. Como judío
fiel, sabe que a Dios le pertenece «la tierra y todo lo que contiene, el orbe y
todos sus habitantes» (salmo 24). ¿Qué le puede pertenecer al César, que no sea
de Dios? Sólo su dinero injusto.
Si alguien vive enredado en el sistema del
César, que cumpla sus «obligaciones», pero si entra en la dinámica del reino de
Dios ha de saber que los pobres le pertenecen sólo a Dios, son sus hijos
predilectos. Nadie ha de abusar de ellos. Esto es lo que Jesús enseña «conforme
a la verdad».
Sus seguidores nos hemos de resistir
a que nadie, cerca o lejos de nosotros, sea sacrificado a ningún poder
político, económico, religioso ni eclesiástico. Los humillados por los
poderosos son de Dios. De nadie más.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Dios es el único Señor al que se debe rendir tributo de adoración.
También los jefes de Estado tienen una autoridad superior a la que supeditarse.
Los
cristianos fuimos llamados y elegidos por Dios mediante el anuncio del
Evangelio y la indeleble marca del bautismo.
Es una hora
difícil para el cristianismo, pero esperanzadora y apasionante, oremos al Señor
para que sepamos encontrar el justo camino que salvaguarde los derechos de
todos.
Preguntémonos
en qué medida nuestra adhesión a la fe cristiana es un estímulo permanente al
cambio de vida.
ORACIÓN
Señor, en mi bautismo, me constituiste en Sacerdote, Profeta y Rey. En
este día mundial de la Evangelización de los Pueblos, más que nunca, con mi
palabra y con mi vida, quiero ser apóstol, quiero anunciar tu Buena Noticia de
Salvación para el hombre y para el mundo, quiero acercarme a mis hermanas y
hermanos, las mujeres y hombres de mi tiempo, sobre todo a los más vulnerables,
y decirle que les amo.
Hazme no
sentirme ajeno a los sufrimientos, esperanzas, anhelos de mis hermanas y
hermanos, hazme sufrir con el que sufre, llorar con el que llora, reír con el
que ríe, que nadie me sea indiferente.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Paxi
Velasco (FANO)
MENSAJE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
PARA LA JORNADA MUNDIAL
DE LAS MISIONES 2017
La misión en el corazón de la fe cristiana
Queridos hermanos y hermanas:
Este año la Jornada Mundial de las Misiones nos vuelve a
convocar entorno a la persona de Jesús, «el primero y el más grande
evangelizador» (Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi, 7), que nos llama
continuamente a anunciar el Evangelio del amor de Dios Padre con la fuerza del
Espíritu Santo. Esta Jornada nos invita a reflexionar de nuevo sobre la misión
en el corazón de la fe cristiana. De hecho, la Iglesia es misionera por
naturaleza; si no lo fuera, no sería la Iglesia de Cristo, sino que sería sólo
una asociación entre muchas otras, que terminaría rápidamente agotando su
propósito y desapareciendo. Por ello, se nos invita a hacernos algunas
preguntas que tocan nuestra identidad cristiana y nuestras responsabilidades
como creyentes, en un mundo confundido por tantas ilusiones, herido por grandes
frustraciones y desgarrado por numerosas guerras fratricidas, que afectan de forma
injusta sobre todo a los inocentes. ¿Cuál es el fundamento de la misión? ¿Cuál
es el corazón de la misión? ¿Cuáles son las actitudes vitales de la misión?
La misión y el poder transformador del
Evangelio de Cristo, Camino, Verdad y Vida
1. La misión de la Iglesia, destinada a todas las personas de
buena voluntad, está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio. El
Evangelio es la Buena Nueva que trae consigo una alegría contagiosa, porque
contiene y ofrece una vida nueva: la de Cristo resucitado, el cual, comunicando
su Espíritu dador de vida, se convierte en Camino, Verdad y Vida por nosotros
(cf. Jn 14,6). Es Camino que nos invita a seguirlo con confianza y valor. Al
seguir a Jesús como nuestro Camino, experimentamos la Verdad y recibimos su
Vida, que es la plena comunión con Dios Padre en la fuerza del Espíritu Santo,
que nos libera de toda forma de egoísmo y es fuente de creatividad en el amor.
2. Dios Padre desea esta transformación existencial de sus
hijos e hijas; transformación que se expresa como culto en espíritu y en verdad
(cf. Jn 4,23-24), en una vida animada por el Espíritu Santo en la imitación del
Hijo Jesús, para gloria de Dios Padre. «La gloria de Dios es el hombre
viviente» (Ireneo, Adversus haereses IV, 20,7). De este modo, el anuncio del
Evangelio se convierte en palabra viva y eficaz que realiza lo que proclama
(cf. Is 55,10-11), es decir Jesucristo, el cual continuamente se hace carne en
cada situación humana (cf. Jn 1,14).
La misión y el kairos de Cristo
3. La misión de la Iglesia no es la propagación de una
ideología religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética sublime. Muchos
movimientos del mundo saben proponer grandes ideales o expresiones éticas
sublimes. A través de la misión de la Iglesia, Jesucristo sigue evangelizando y
actuando; por eso, ella representa el kairos, el tiempo propicio de la
salvación en la historia. A través del anuncio del Evangelio, Jesús se
convierte de nuevo en contemporáneo nuestro, de modo que quienes lo acogen con
fe y amor experimentan la fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado
que fecunda lo humano y la creación, como la lluvia lo hace con la tierra. «Su
resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado
el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer
los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable» (Exhort. ap. Evangelii
gaudium, 276).
4. Recordemos siempre que «no se comienza a ser cristiano por
una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento,
con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 1). El
Evangelio es una persona, que continuamente se ofrece y continuamente invita a
los que la reciben con fe humilde y laboriosa a compartir su vida mediante la
participación efectiva en su misterio pascual de muerte y resurrección. El
Evangelio se convierte así, por medio del Bautismo, en fuente de vida nueva,
libre del dominio del pecado, iluminada y transformada por el Espíritu Santo;
por medio de la Confirmación, se hace unción fortalecedora que, gracias al
mismo Espíritu, indica caminos y estrategias nuevas de testimonio y de
proximidad; y por medio de la Eucaristía se convierte en el alimento del hombre
nuevo, «medicina de inmortalidad» (Ignacio de Antioquía, Epístola ad Ephesios,
20,2).
5. El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo como algo
esencial. Él, a través de la Iglesia, continúa su misión de Buen Samaritano,
curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen Pastor, buscando sin
descanso a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin una meta. Gracias
a Dios no faltan experiencias significativas que dan testimonio de la fuerza
transformadora del Evangelio. Pienso en el gesto de aquel estudiante Dinka que,
a costa de su propia vida, protegió a un estudiante de la tribu Nuer que iba a
ser asesinado. Pienso en aquella celebración eucarística en Kitgum, en el norte
de Uganda, por aquel entonces, ensangrentada por la ferocidad de un grupo de
rebeldes, cuando un misionero hizo repetir al pueblo las palabras de Jesús en
la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», como expresión del
grito desesperado de los hermanos y hermanas del Señor crucificado. Esa
celebración fue para la gente una fuente de gran consuelo y valor. Y podemos
pensar en muchos, numerosísimos testimonios de cómo el Evangelio ayuda a
superar la cerrazón, los conflictos, el racismo, el tribalismo, promoviendo en
todas partes y entre todos la reconciliación, la fraternidad y el saber
compartir.
La misión inspira una espiritualidad de éxodo
continuo, peregrinación y exilio
6. La misión de la Iglesia está animada por una espiritualidad
de éxodo continuo. Se trata de «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar
a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (Exhort. ap.
Evangelii gaudium, 20). La misión de la Iglesia estimula una actitud de
continua peregrinación a través de los diversos desiertos de la vida, a través
de las diferentes experiencias de hambre y sed, de verdad y de justicia. La
misión de la Iglesia propone una experiencia de continuo exilio, para hacer
sentir al hombre, sediento de infinito, su condición de exiliado en camino
hacia la patria final, entre el «ya» y el «todavía no» del Reino de los Cielos.
7. La misión dice a la Iglesia que ella no es un fin en sí
misma, sino que es un humilde instrumento y mediación del Reino. Una Iglesia
autorreferencial, que se complace en éxitos terrenos, no es la Iglesia de
Cristo, no es su cuerpo crucificado y glorioso. Es por eso que debemos preferir
«una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una
Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias
seguridades» (ibíd., 49).
Los jóvenes, esperanza de la misión
8. Los jóvenes son la esperanza de la misión. La persona de
Jesús y la Buena Nueva proclamada por él siguen fascinando a muchos jóvenes.
Ellos buscan caminos en los que poner en práctica el valor y los impulsos del
corazón al servicio de la humanidad. «Son muchos los jóvenes que se solidarizan
ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y
voluntariado [...]. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean “callejeros de la fe”,
felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de
la tierra!» (ibíd., 106). La próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de
los Obispos, que tendrá lugar en el año 2018 sobre el tema «los jóvenes, la fe
y el discernimiento vocacional», se presenta como una oportunidad providencial
para involucrar a los jóvenes en la responsabilidad misionera, que necesita de
su rica imaginación y creatividad.
El servicio de las Obras Misionales Pontificias
9. Las Obras Misionales Pontificias son un instrumento precioso
para suscitar en cada comunidad cristiana el deseo de salir de sus propias
fronteras y sus seguridades, y remar mar adentro para anunciar el Evangelio a
todos. A través de una profunda espiritualidad misionera, que hay que vivir a
diario, de un compromiso constante de formación y animación misionera,
muchachos, jóvenes, adultos, familias, sacerdotes, religiosos y obispos se
involucran para que crezca en cada uno un corazón misionero. La Jornada Mundial
de las Misiones, promovida por la Obra de la Propagación de la Fe, es una ocasión
favorable para que el corazón misionero de las comunidades cristianas
participe, a través de la oración, del testimonio de vida y de la comunión de
bienes, en la respuesta a las graves y vastas necesidades de la evangelización.
Hacer misión con María, Madre de la
evangelización
10. Queridos hermanos y hermanas, hagamos misión inspirándonos
en María, Madre de la evangelización. Ella, movida por el Espíritu, recibió la
Palabra de vida en lo más profundo de su fe humilde. Que la Virgen nos ayude a
decir nuestro «sí» en la urgencia de hacer resonar la Buena Nueva de Jesús en
nuestro tiempo; que nos obtenga un nuevo celo de resucitados para llevar a
todos el Evangelio de la vida que vence a la muerte; que interceda por nosotros
para que podamos adquirir la santa audacia de buscar nuevos caminos para que
llegue a todos el don de la salvación.
Vaticano, 4 de junio de 2017
Solemnidad de Pentecostés
Francisco
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