“Recibid el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos”.
4 DE
JUNIO
DOMINGO
DE PENTECOSTÉS
(DÍA DE
LA ACCIÓN CATÓLICA Y DEL APOSTOLADO SEGLAR)
1ª
Lectura: Hechos 2,1-11
Salmo 103
Envía tu
Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
2ª
Lectura: 1 Corintios 12,3b-7.12-13
Hemos
sido bautizados en un mismo espíritu.
PALABRA
DEL DÍA
Juan
20,19-23
“Al anochecer de aquel
día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las
puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo: “Paz a vosotros” Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
“Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y,
dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “recibid el Espíritu
Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos”.
Versión
para América Latina, extraída de la biblia del Pueblo de Dios
“Al atardecer de ese
mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar
donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose
en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Mientras decía esto,
les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando
vieron al Señor.
Jesús les dijo de
nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también
los envío a ustedes".
Al decirles esto, sopló
sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán
perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que
ustedes se los retengan".
REFLEXIÓN
El Espíritu Santo es como el Soplo de Dios. En hebreo
Ruah significa a la vez espíritu y soplo o viento; también en griego: Pneuma
Parece que el soplo, el aliento, el viento es algo más espiritual, porque no se
ve, pero se siente su vitalidad y su fuerza. Hay realidades que están más allá
o más adentro de nuestra perspectiva.
El mismo Jesús compara el Espíritu a lo que sucede con el viento: “El
viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a
dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu, le dice Jesús a Nicodemo. No
vemos el Espíritu, pero oímos su voz. No sabemos definir bien el Espíritu, pero
experimentamos su dinamismo creador, vivificante. Nos resulta imposible
explicar, siquiera analógicamente, el origen y la misma identidad del Espíritu,
pero sentimos su presencia y palpamos la multiplicidad de sus actuaciones y sus
efectos. Por eso las mejores definiciones del Espíritu son descriptivas o
simbólicas.
Pero este Aliento actúa desde dentro, oxigenando nuestras
neuronas, vitalizando nuestras células, como la savia de todo el organismo. No
es una fuerza externa que nos obligue y nos conduzca. Es un dinamismo íntimo
que nos hace ser y crecer.
El aliento que Jesús transmite a los suyos, es el mismo
Espíritu en persona: Recibid el Espíritu Santo. No reciben solamente una
iluminación, una consolación, una fuerza, un don, reciben todo el Espíritu
Santo, la fuente de todas las gracias y el tesoro que encierra todos los dones.
No reciben una parte del Espíritu, sino todo el Espíritu.
La misión del Espíritu es llenarnos de la Vida de Jesús, asemejarnos a
Cristo en todo. Él nos habla de Cristo. Él va pintando en nosotros la imagen de
Cristo. Él nos recrea con la misma “genética” de Cristo.
Donde hay Espíritu no hay miedo. Cuando llega el Espíritu
se abren las puertas cerradas, se habla claro y bonito, se dicen las verdades
delante de todos los públicos. Eso sí, con respeto y con misericordia, sin
amenazas ni insultos.
Donde hay Espíritu hay libertad. El Espíritu está reñido
con la esclavitud, sea interior –todo lo que te ata-, sea exterior, por
condicionamientos de cualquier tipo. El que tiene el Espíritu respeta, pero no
se doblega ante nada ni ante nadie; no adora a los poderosos o a los líderes o
a los sabios o al dinero o al ambiente cultural y social… Sólo adora a Dios.
Donde hay Espíritu hay fortaleza y paciencia. Se asume la
persecución, la cárcel, los azotes. El Espíritu conforta y consuela en la
lucha, en la enfermedad, en la humillación. El Espíritu es el que unge a los
mártires y a cuantos sufren por la fe y por el amor.
Donde hay Espíritu hay generosidad. El Espíritu es Don y
capacidad de donar. El Espíritu no es posesivo, sino comunicativo. Nada
retiene, libre como el aire. Comparte cuanto es y cuanto tiene. Y siempre desde
la gratuidad, no es interesado, es gracia.
Donde hay Espíritu hay amor. Claro, el Espíritu se define
como el Amor de Dios personalizado. Amor de Dios derramado en nuestros
corazones. En el fondo, cuando hablamos de energía, de fortaleza, de libertad,
de generosidad, estamos hablando de resplandores de una misma realidad, que es
el amor. Desde el amor nos hacemos libres, valientes, pacientes, generosos,
entregados. Desde el Espíritu podemos amar como nos amó Jesucristo.
ENTRA EN
TU INTERIOR
RECIBID EL ESPÍRITU SANTO
Poco a poco, vamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya no
necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos
basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y
alimentarnos solo de pan. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven
Espíritu Santo y libéranos del vacío interior. Ya sabemos vivir sin raíces y
sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos
sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez
mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo
y libéranos de la desorientación.
Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la existencia. No nos
preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos hemos hecho más
escépticos pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser inteligentes y
lúcidos. ¿Por qué no encontramos sosiego y paz? ¿Por qué nos visita tanto la
tristeza? Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad interior.
Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero ¿vivir qué?
Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué? Buscamos disfrutar
intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos contentamos solo
con pasarlo bien. Hacemos lo que nos apetece. Apenas hay prohibiciones ni
terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente? Ven Espíritu Santo y
enséñanos a vivir.
Queremos ser libres e independientes, y nos encontramos cada vez más
solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a veces tan
aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y
amistosos. Al sexo le llamamos “amor” y al placer “felicidad”, pero ¿quién
saciará nuestra sed? Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.
En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha quedado
reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no
podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no acertamos a
percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos aprendido a
vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer.
Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes, así
peregrinamos todos muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del
Espíritu Santo a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos
exhalando sobre ellos su aliento: “Recibid el Espíritu Santo”. Ese Espíritu que
sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil fe puede penetrar en
nosotros por caminos que solo él conoce.
ORA EN TU
INTERIOR
Sabemos muy bien que todo lo que somos ha sido un don de Dios y, por eso,
nos queremos dirigir a él con las manos totalmente vacías para acoger sus
dones, los dones del Espíritu.
DON DE LA
SABIDURÍA: Sabemos que Dios nos ha dado una
nueva identidad, nos ha marcado con su Espíritu; por eso pedimos la fuerza
necesaria para ser capaces de vivir sin temor la libertad que supone el hecho
de ser bautizados.
También
queremos ofrecer nuestra capacidad de ir a fondo para descubrir la profundidad
de este misterio, para conocer, madurar y saborear, cada vez más, nuestra fe.
DON DE
ENTENDIMIENTO: Entendemos que Dios nos acoge
siempre, para lo que pase; y por eso pedimos que en la comunidad nos acojamos
también con la misma incondicionalidad.
Queremos ofrecer nuestra espontaneidad y apertura para afrontar cualquier
situación.
DON DE
CONSEJO: No tenemos demasiadas cosas, pero sí
un camino que recorrer, por eso pedimos no ir solos en este camino.
Ofrecemos la voluntad de aprovechar cada etapa de nuestro crecimiento y
maduración en la fe, conscientes de que, en cada momento, Dios nos sale al
encuentro.
DON DE
FORTALEZA: También queremos llegar muy arriba; y
por eso pedimos el apoyo y la ayuda de Dios y de los hermanos, fuertemente
unidos y parando los golpes que nos pueda traer la vida.
DON DE
PIEDAD: También queremos pedir que la
comunidad nos ayude a vivir una espiritualidad firme y sólida, a fin de
escuchar la voz de Dios y poder responder a ella.
Ofrecemos nuestra
necesidad de interiorización, oración y recogimiento, para experimentar
silencios llenos en lugar de palabras vacías.
DON DE
CIENCIA: Queremos pedir también un esfuerzo conjunto para intentar adaptarnos a los signos de los tiempos, para dar respuesta a las necesidades de hoy, fundamentalmente en las verdades de siempre.
DON DE
FIDELIDAD A DIOS: La mano de Dios la encontramos en los
testimonios de la comunidad por esto pedimos que los cristianos seamos siempre
un ejemplo a seguir para todos. Ofrecemos nuestro compromiso y nuestra
fidelidad a Dios intentando siempre, dar una respuesta de fe.
ORACIÓN
“Revestíos de la fuerza que brota del Espíritu y
convertíos en constructores de un mundo nuevo, un mundo diferente, fundado en
la verdad, la justicia, la solidaridad y el amor”. (San Juan Pablo II Papa a los jóvenes, 1991).
Expliquemos
el evangelio a los niños.
Imágenes
de Paxi Velasco (FANO)
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