“El que acepta mis mandamientos y los guarda,
ése me ama; al que me
ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me
revelaré a él. “
21 DE
MAYO
VI
DOMINGO DE PASCUA
1ª
Lectura: Hechos de los Apóstoles 8,5-8,14-17
Les
impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo
Salmo 65
Las obras
del Señor son admirables.
2ª
Lectura: 1 Pedro 3,15-18
Murió en
su cuerpo y resucitó glorificado
EVANGELIO
DEL DÍA
Juan
14,15-21
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al
Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la
verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en
cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no
me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces
sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que
acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi
Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él. “
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que
esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir,
porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él
permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me
verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.
Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que
ustedes están en mí y yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me
ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a
él".
REFLEXIÓN
“Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos”. Quien no ama a los demás
no puede amar a Jesús, ni a Dios.
Los mandamientos pierden su carácter de imposición; son exigencia interna
del amor. No se trata de una obediencia a normas externas, sino manifestación
de un impulso interior. Si conserva el nombre de “mandamientos” es para
oponerlos a la “Ley”.
En el capítulo anterior había hablado de “el mandamiento nuevo”, uno
solo. Las “exigencias” no son obligaciones impuestas desde fuera, sino
respuesta del amor a las necesidades del hombre en cada caso.
Para Juan, “el pecado del mundo” era uno: la opresión, que después se
manifiesta en toda clase de injusticias.
El “amor” es también único, que se despliega en toda clase de solidaridad y
entrega a los demás.
Cuando Jesús dice que el Padre mandará otro defensor, no está hablando de
una realidad distinta de lo que él es o de lo que es Dios. Está hablando de una
nueva manera de relacionarse con los que le aman, que será mucho más cercana y
efectiva que su presencia física durante su vida terrena.
Primero dice que mandará al Espíritu de la verdad, después que él volverá
para estar con ellos, y por fin que el Padre y él vendrán y se quedarán. Esto
significa que se trata de una realidad múltiple y a la vez una, Dios.
“El Espíritu de la verdad”. Verdad y lealtad, pone la verdad en conexión
con la fidelidad, es decir con el amor.
El Espíritu que es la verdad. Jesús acaba de decir que él era la verdad.
Sobre Dios porque manifiesta su amor. Sobre el hombre porque le descubre la
posibilidad máxima de ser.
“El mundo” es aquí el orden injusto que profesa la mentira, la falsedad.
El mundo propone como valor lo que merma o suprime la vida del hombre. Lo
contrario de Dios.
Los discípulos tienen ya experiencia del Espíritu, pero será mucho mayor
cuando esté en ellos como principio dinámico interno.
El mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque yo tengo
vida y también vosotros la tendréis. La profundidad del mensaje puede dejarnos
en lo superficial de la letra. “Dejará de verme” y “me veréis”, no hace
referencia a la visión física. No se trata de verlo resucitado, sino de
descubrir que sigue dándoles vida.
Esta idea es clave para entender bien la resurrección. El mundo dejará de
verlo, porque hasta ahora sólo lo ha visto corporalmente. Ellos que lo verán de
una manera nueva, lo seguirán viendo y aún con mayor claridad.
Se describe en términos de visión la comunión de vida con él. Los
discípulos participarán de su vida, porque participan de su Espíritu.
“Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre,
vosotros conmigo y yo con vosotros”. Esa vida que Jesús les comunica es la
misma Vida de Dios; o mejor, Dios que es Vida. Es una experiencia de unidad e
integración. Es una comunión de ser entre Dios y el hombre. Por eso, al amar
ellos, es el mismo Dios quien ama.
“Uno que me ama cumplirá mi mensaje y mi Padre le demostrará su amor:
vendremos a él y nos quedaremos a vivir con él”. Repite lo ya dicho: Su mensaje
es el del amor al hombre y no el del sometimiento. La presencia de Jesús y Dios
se experimenta como una cercanía interior, no externa.
No será sólo una experiencia interior; el amor manifestado hará visible
esa presencia. La “presencia” sería una característica de los tiempos
mesiánicos (Ez 37,26) (Zac 2,14)
“Os dejo dichas estas cosas mientras vivo con vosotros”. Una vez más se
hace referencia a la partida. Les acaba de exponer el plan de Dios para el
hombre, lo irán comprendiendo poco a poco. Estos textos están escritos a
finales del siglo I.
“El Espíritu Santo, que enviará el Padre por causa mía, él os lo irá
enseñando todo, recordándoos todo lo que yo os he expuesto.” La total comprensión
de lo que les ha dicho, llegará por la ayuda del Espíritu. Esta era la
experiencia de las primeras comunidades.
Mientras el Espíritu no nos separe del mundo, no podemos comprender el
mensaje de Jesús. De ahí tantas conclusiones equivocadas de los discípulos
cuando vivían con Jesús, por esa falta de Experiencia. Será un valedor
interior, a diferencia de Jesús que lo era externo.
Cuando Jesús afirma: “vendremos a él y haremos morada en él”, no quiere
decir que será huésped nuestro, es una realidad mucho más profunda e íntima. Se
trata de la misma realidad que él vivió con relación a Dios.
Jesús vivió una identificación con Dios que no podemos expresar con
palabras. "Yo y el Padre somos uno." A esa misma identificación
estamos llamados nosotros.
Hacernos una cosa con Dios, que es espíritu y que no está en nosotros
como parte alícuota de un todo que soy yo, sino como fundamento de mi ser, sin el
cual nada puede haber de mí.
Esa presencia de Dios en mí no altera para nada mi individualidad. Yo soy
totalmente yo, y totalmente (de) Dios. El vivir esta realidad es lo que
constituye la plenitud del hombre. En esto consiste todo el mensaje de Jesús.
Descubrir y vivir esa presencia es nuestra tarea como cristianos, es decir,
como seguidores de Cristo. Es también el objetivo del hombre, porque todos
estamos llamados a alcanzar esa misma meta.
ENTRA EN
TU INTERIOR
EL
ESPÍRITU DE LA VERDAD
Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y abatidos.
Pronto no lo tendrán con él. ¿Quién podrá llenar su vacío? Hasta ahora ha sido
él quien ha cuidado de ellos, los ha defendido de los escribas y fariseos, ha
sostenido su fe débil y vacilante, les ha ido descubriendo la verdad de Dios y
los ha iniciado en su proyecto humanizador.
Jesús les habla apasionadamente del Espíritu. No los quiere dejar
huérfanos. Él mismo pedirá al Padre que no los abandone, que les dé “otro
defensor” para que “esté siempre con ellos”. Jesús lo llama “el Espíritu de la
verdad”. ¿Qué se esconde en estas palabras de Jesús?
Este “Espíritu de la verdad” no hay que confundirlo con una doctrina.
Esta verdad no hay que buscarla en los libros de los teólogos ni en los
documentos de la jerarquía. Es algo mucho más profundo. Jesús dice que “vive
con nosotros y está en nosotros”. Es aliento, fuerza, luz, amor... que nos
llega del misterio último de Dios. Lo hemos de acoger con corazón sencillo y
confiado.
Este “Espíritu de la verdad” no nos convierte en “propietarios” de la
verdad. No viene para que impongamos a otros nuestra fe ni para que controlemos
su ortodoxia. Viene para no dejarnos huérfanos de Jesús, y nos invita a
abrirnos a su verdad, escuchando, acogiendo y viviendo su Evangelio.
Este “Espíritu de la verdad” no nos hace tampoco “guardianes” de la
verdad, sino testigos. Nuestro quehacer no es disputar, combatir ni derrotar
adversarios, sino vivir la verdad del Evangelio y “amar a Jesús guardando sus
mandatos”.
Este “Espíritu de la verdad” está en el interior de cada uno de nosotros
defendiéndonos de todo lo que nos puede apartar de Jesús. Nos invita abrirnos
con sencillez al misterio de un Dios, Amigo de la vida. Quien busca a este Dios
con honradez y verdad no está lejos de él. Jesús dijo en cierta ocasión: “Todo
el que es de la verdad, escucha mi voz”. Es cierto.
Este “Espíritu de la verdad” nos invita a vivir en la verdad de Jesús en
medio de una sociedad donde con frecuencia a la mentira se le llama estrategia;
a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia,
orden establecido; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto,
sinceridad...
¿Qué sentido puede tener la Iglesia de Jesús si dejamos que se pierda en
nuestras comunidades el “Espíritu de la verdad”? ¿Quién podrá salvarla del
autoengaño, las desviaciones y la mediocridad generalizada? ¿Quién anunciará la
Buena Noticia de Jesús en una sociedad tan necesitada de aliento y esperanza?
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
PETICIONES
DESOÍDAS
Yo había pedido a Dios
poder para ser amado. Y ME HE ENCONTRADO CON EL
AMOR PARA NO NECESITAR SER PODEROSO.
Yo le había pedido la
salud para hacer grandes cosas. Y ME HE ENCONTRADO
CON LA ENFERMEDAD PARA HACERME GRANDE.
Yo le había pedido la
riqueza para ser feliz. Y ME HE ENCONTRADO CON LA
FELICIDAD PARA PODER VIVIR EN LA POBREZA.
Yo le había pedido
leyes para dominar a otros. Y ME HE ENCONTRADO
LIBERTAD PARA LIBERARLOS.
Yo le había pedido
admiradores para estar rodeado de gente. Y ME HE
ENCONTRADO AMIGOS PARA NO ESTAR SOLO.
Yo le había pedido
dinero para comprar cosas. Y ME HE ENCONTRADO
PERSONAS PARA COMPARTIR MI DINERO.
Yo le había pedido
milagros para creer. EL ME HA DADO FE PARA HACER
MILAGROS.
Yo le había pedido una
religión para ganarme el cielo. ÉL SOLO ME HA DADO
SU HIJO PARA ACOMPAÑARME POR LA TIERRA.
Yo le había pedido de
todo para gozar de la vida. ÉL ME HA DADO LA VIDA
PARA QUE GOCE DE TODO.
Yo le había pedido ser
un dios. EL SOLO PUDO HACERME HOMBRE.
José Antonio
García-Monge
ORACIÓN
Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con
incansable amor estos días de tanta alegría en honor del Señor resucitado, y
que los misterios que hemos venido celebrando se manifiesten siempre en
nuestras obras.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imágenes
de Paxi Velasco FANO
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