domingo, 26 de junio de 2016

3 DE JULIO: XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.



“La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.”
3 DE JULIO
XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
1ª Lectura: Isaías 66,10-14c
Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis.
Salmo 65: Aclamad al Señor, tierra entera
2ª Lectura: Gálatas 6,14-18
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
PALABRA DEL DÍA
Lucas 10,1-12.17-20
“En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios”. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios”. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo”. Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Él les contestó: “Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre".
El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".
REFLEXIÓN
            El domingo pasado el tema del Evangelio era la vocación, la llamada de Jesús, su invitación a seguirle en libertad.
            Esta semana el tema es la misión, el envío de cada uno de nosotros a ser apóstoles en nuestro propio ambiente. Son dos temas que se complementan. No hay llamada sin misión.
            Si un cristiano no es apóstol, tampoco es cristiano. Los cristianos no somos islas. No podemos intentar salvarnos solos, sino en iglesia, en comunidad.
            No podemos presentarnos en la casa de Dios estando los hermanos separados unos de otros.
            El discípulo de Jesús ha de contar, con que, tarde o temprano, su Señor lo envíe al mundo en su lugar y con su poder. Jesús quiso, y sigue queriendo, seguidores que le precedan en el anuncio del Reino.
            Los discípulos no lo son para quedarse siempre junto a Jesús; acaban por convertirse en sus testigos, por muy bien que se esté a su lado como Pedro, Santiago y Juan experimentaron en el Tabor.
            Por muy bien que se esté a su lado, Jesús necesita de todo aquel que se precie de ser discípulo, para preparar sus caminos.
            Sin enviados que le antecedan, no podrá preparar su venida ni habrá recibimiento. El mundo, como Galilea en tiempos de Jesús, está tan necesitado de Dios porque apenas cuenta con testigos que le anuncien el evangelio.
            Y el anuncio del evangelio, la evangelización, no es solo cosa de curas y de monjas, es cosa de todos, cada uno de nosotros, desde donde el Señor nos haya puesto, desde el sacerdocio, desde la vida consagrada, desde la familia, debemos ser sus testigos en el mundo.
            Estos setenta y dos discípulos laicos, juntamente con las mujeres y los doce, forman lo que hoy llamaríamos un laicado comprometido que interpretó su vocación como un servicio al reino de Dios.
            Su elección a cargo directo de Jesús, su misión y la forma de desarrollarla son como la regla fundamental de toda comunidad cristiana que se precie de tal, sea laica o religiosa, ya que las exigencias cristianas son iguales para todos.
            Todo el relato, que acabamos de escuchar, tiene como encuadre general la cercanía y presencia del Reino de Dios, que constituye el contenido de toda la predicación cristiana y el horizonte que jamás hemos de perder de vista cuando nos referimos a la acción de la iglesia en el mundo.
            Jesús compara este momento a la cosecha que no puede esperar más tiempo, pero que cuenta con pocos segadores. El dueño del campo es Dios y tanto Jesús como sus discípulos trabajan para él.
            Todas las indicaciones que Jesús les da a estos setenta y dos son casi idénticas a las dadas a los doce, y se puede resumir en esta idea general: Desprendeos de vosotros mismos y de todo apoyo material; poned vuestra confianza en la fuerza de Dios y caminad en su nombre. Y daos prisa, la cosecha no puede esperar.
            Jesús insiste en la prisa con que hay que actuar, dada la inminencia del reino. Por eso incluso recomienda que no se paren a saludar por el camino.
            El verdadero saludo del discípulo es la entrega de la paz a quienes quieran recibirla, como signo de comunión y de solidaridad. Y esa paz es el don precioso del Reino.
            Los cristianos somos llamados por Cristo para ponernos al servicio de la paz y de la salvación.
            Para ponernos a servicio de los hombres nuestros hermanos y hermanas.
            Si queremos vivir con coherencia nuestra vida cristiana, deberíamos preguntarnos cada noche cuando estemos acostados: ¿Qué he hecho hoy por los demás?, y el día que no hayamos hecho nada por alguien, quizás hubiera sido mejor que nos hubiésemos quedado en la cama.
            De cara a Dios, a nuestra fe y a nuestra salvación es un día que hemos perdido.
            Cada comunidad debe revisar su forma de vida, sus objetivos, su manera de vivir y de relacionarse con los demás, la preocupación por los demás, para hacer de esta página evangélica lo que desde el principio fue: la gran regla o norma de toda comunidad cristiana.
            Y como ya lo ha dicho anteriormente Jesús, se trata de una misión difícil, dada la resistencia que se encontrará. El discípulo va como oveja en medio de lobos.
            Se ha dicho y no sin razón, que el primer milenio de la Iglesia fue el de los monjes, el segundo el del clero y el tercero será el de los seglares. Este es el evangelio de los seglares, tu evangelio.
            ¿Cómo evangelizar? ¿Cómo tiene que ser tu apostolado?.
            La fuente de la misión está en la oración. El apóstol no es un profesional. Él sabe que ni el que planta es algo, ni el que riega tampoco, sino Dios que hace crecer la palabra sembrada.
            Pero no podemos quedarnos solo en la oración. Deberíamos preguntarnos si podemos contentarnos con seguir pidiendo que Dios mande obreros a su mies y negándonos a ser nosotros los enviados.
            Poco fiable es una oración que no nos haga más disponibles para hacer la voluntad de Dios.
            La debilidad del apóstol.
            Somos como corderos en medio de lobos. Nuestra única fuerza está en una Palabra desarmada, que puede ser rechazada, burlada, resistida.
            Pero el apóstol sabe que en esa Palabra débil –débil por la libertad del que la recibe o rechaza- está su fortaleza.
            “No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte. Mira yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar y plantar”. Le dice Dios a Jeremías cuando lo llama a su seguimiento.
ENTRA EN TU INTERIOR
PORTADORES DEL EVANGELIO
Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús, dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.
«Poneos en camino». Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma, pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. "La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad" (Benedicto XVI).
Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?
«Cuando entréis en un pueblo... curad a los enfermos y decid: está cerca de vosotros el reino de Dios». Ésta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio? ¿Cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?
Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los que sufren... Sólo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno de todos,
«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa». La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas sólo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero, ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
La pobreza del apóstol.
            Ni talega, ni alforja, ni sandalias. Nada. Parece bastante exagerado. Les está diciendo: Sólo la fuerza del Espíritu. No caigáis en la tentación del poder, de la abundancia de los bienes materiales en el apostolado. San Pablo como hemos escuchado en la segunda lectura, se gloría en la cruz de Cristo. Sobra lo demás.
            Le siguen ocho versículos en los que desgrana una serie de consejos. En síntesis nos viene a decir: el mensaje no es para todos, sólo para el que lo quiera escuchar. Cuenta con la libertad del que oye.
            También nosotros debemos contar con ella. El apóstol trae la paz y viene con la paz.
            Demonios, serpientes y escorpiones son otros tantos símbolos del mal enraizado en el corazón del hombre.
            Si los discípulos tienen poder sobre ese mal es por su conexión con Dios, que les da u poder y su gracia. Por tanto, no valen vanaglorias ni triunfalismo.
            En cambio, que se alegren porque se han abierto al Reino de Dios y como recompensa sus nombres estarán inscritos en el cielo.
            Los versículos que siguen a este texto, y que no entran en el evangelio de hoy por razones pastorales, iluminan la alegría de los setenta y dos a su regreso de la misión.
            Jesús, profundamente emocionado y lleno de alegría se dirige a Dios con una preciosa plegaría:
            “Yo te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y las has revelado a la gente sencilla......”
ORACIÓN
            Envía, Señor, obreros tu mies a fin de que aumenten los hombres y mujeres de buena voluntad dispuestos a instaurar en el mundo un reinado de mor, de paz y de justicia.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Fano

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“Id a llenar los corazones”

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