"El que me ama
será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará;
iremos a él y habitaremos en él.”
5 DE JUNIO
DOMINGO DE PENTECOSTÉS
(DÍA DE LA ACCIÓN
CATÓLICA Y DEL APOSTOLADO SEGLAR)
VIGILIA:
1ª Lectura: Génesis
11,1-9
Salmo 103: Envía tu
Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
2ª Lectura: Romanos
8,22-27
Juan 7,37-39
MISA DEL DÍA
1ª Lectura: Hechos
2,1-11
Todos quedaron llenos
del Espíritu Santo y empezaron a hablar.
Salmo 103:
Envía tu Espíritu,
Señor, y repuebla la faz de la tierra.
2ª Lectura: Romanos:
8,817
Los que se dejan guiar
por el Espíritu de Dios,
Esos son hijos de Dios.
PALABRA DEL DÍA
Juan: 14,15-16,23-26
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes:
Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi
palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.
El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra
que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con
ustedes.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre
enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.»
REFLEXIÓN
El Espíritu Santo es como el Soplo de Dios. En hebreo Ruah
significa a la vez espíritu y soplo o viento; también en griego: Pneuma.
Parece que el soplo, el aliento, el viento es algo más
espiritual, porque no se ve, pero se siente su vitalidad y su fuerza. Hay
realidades que están más allá o más adentro de nuestra perspectiva. El mismo
Jesús compara el Espíritu a lo que sucede con el viento: “El viento sopla donde
quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo
el que nace del Espíritu, le dice Jesús a Nicodemo. No vemos el Espíritu, pero
oímos su voz. No sabemos definir bien el Espíritu, pero experimentamos su
dinamismo creador, vivificante. Nos resulta imposible explicar, siquiera
analógicamente, el origen y la misma identidad del Espíritu, pero sentimos su
presencia y palpamos la multiplicidad de sus actuaciones y sus efectos. Por eso
las mejores definiciones del Espíritu son descriptivas o simbólicas.
Pero este Aliento actúa desde dentro, oxigenando nuestras
neuronas, vitalizando nuestras células, como la savia de todo el organismo. No
es una fuerza externa que nos obligue y nos conduzca. Es un dinamismo íntimo
que nos hace ser y crecer.
El aliento que Jesús transmite a los suyos, es el mismo
Espíritu en persona: Recibid el Espíritu Santo. No reciben solamente una
iluminación, una consolación, una fuerza, un don, reciben todo el Espíritu
Santo, la fuente de todas las gracias y el tesoro que encierra todos los dones.
No reciben una parte del Espíritu, sino todo el Espíritu.
La misión del Espíritu es llenarnos de la Vida de Jesús,
asemejarnos a Cristo en todo. Él nos habla de Cristo. Él va pintando en
nosotros la imagen de Cristo. Él nos recrea con la misma “genética” de Cristo.
Donde hay Espíritu no hay miedo. Cuando llega el Espíritu se
abren las puertas cerradas, se habla claro y bonito, se dicen las verdades
delante de todos los públicos. Eso sí, con respeto y con misericordia, sin
amenazas ni insultos.
Donde hay Espíritu hay libertad. El Espíritu está reñido con
la esclavitud, sea interior –todo lo que te ata-, sea exterior, por
condicionamientos de cualquier tipo. El que tiene el Espíritu respeta, pero no
se doblega ante nada ni ante nadie; no adora a los poderosos o a los líderes o
a los sabios o al dinero o al ambiente cultural y social… Sólo adora a Dios.
Donde hay Espíritu hay fortaleza y paciencia. Se asume la
persecución, la cárcel, los azotes. El Espíritu conforta y consuela en la
lucha, en la enfermedad, en la humillación. El Espíritu es el que unge a los
mártires y a cuantos sufren por la fe y por el amor.
Donde hay Espíritu hay generosidad. El Espíritu es Don y
capacidad de donar. El Espíritu no es posesivo, sino comunicativo. Nada
retiene, libre como el aire. Comparte cuanto es y cuanto tiene. Y siempre desde
la gratuidad, no es interesado, es gracia.
Donde hay Espíritu hay amor. Claro, el Espíritu se define
como el Amor de Dios personalizado. Amor de Dios derramado en nuestros
corazones. En el fondo, cuando hablamos de energía, de fortaleza, de libertad,
de generosidad, estamos hablando de resplandores de una misma realidad, que es
el amor. Desde el amor nos hacemos libres, valientes, pacientes, generosos,
entregados. Desde el Espíritu podemos amar como nos amó Jesucristo.
ENTRA EN TU INTERIOR
Recibid el Espíritu
Poco a poco, vamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya
no necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos
basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y
alimentarnos solo de pan. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven
Espíritu Santo y libéranos del vacío interior. Ya sabemos vivir sin raíces y
sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos
sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez
mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo
y libéranos de la desorientación.
Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la
existencia. No nos preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos
hemos hecho más escépticos pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser
inteligentes y lúcidos. ¿Por qué no encontramos sosiego y paz? ¿Por qué nos
visita tanto la tristeza? Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad
interior.
Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero
¿vivir qué? Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué?
Buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos
contentamos solo con pasarlo bien. Hacemos lo que nos apetece. Apenas hay prohibiciones
ni terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente? Ven Espíritu Santo y
enséñanos a vivir.
Queremos ser libres e independientes, y nos encontramos cada
vez más solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a
veces tan aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos
vivos y amistosos. Al sexo le llamamos “amor” y al placer “felicidad”, pero
¿quién saciará nuestra sed? Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.
En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha
quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro,
ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no
acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos
aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a
creer.
Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes,
así peregrinamos todos muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del
Espíritu Santo a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos
exhalando sobre ellos su aliento: “Recibid el Espíritu Santo”. Ese Espíritu que
sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil fe puede penetrar en
nosotros por caminos que solo él conoce.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Sabemos muy bien que todo lo que somos ha sido un don de Dios
y, por eso, nos queremos dirigir a él con las manos totalmente vacías para
acoger sus dones, los dones del Espíritu.
DON DE LA SABIDURÍA: Sabemos que Dios nos ha dado una
nueva identidad, nos ha marcado con su Espíritu; por eso pedimos la fuerza
necesaria para ser capaces de vivir sin temor la libertad que supone el hecho
de ser bautizados.
También queremos ofrecer nuestra capacidad de ir a fondo para
descubrir la profundidad de este misterio, para conocer, madurar y saborear,
cada vez más, nuestra fe.
DON DE ENTENDIMIENTO: Entendemos que Dios nos acoge
siempre, para lo que pase; y por eso pedimos que en la comunidad nos acojamos
también con la misma incondicionalidad.
Queremos ofrecer nuestra espontaneidad y apertura para
afrontar cualquier situación.
DON DE CONSEJO: No tenemos demasiadas cosas, pero sí
un camino que recorrer, por eso pedimos no ir solos en este camino.
Ofrecemos la voluntad de aprovechar cada etapa de nuestro
crecimiento y maduración en la fe, conscientes de que, en cada momento, Dios
nos sale al encuentro.
DON DE FORTALEZA: También queremos llegar muy arriba; y
por eso pedimos el apoyo y la ayuda de Dios y de los hermanos, fuertemente
unidos y parando los golpes que nos pueda traer la vida.
DON DE PIEDAD: También queremos pedir que la
comunidad nos ayude a vivir una espiritualidad firme y sólida, a fin de
escuchar la voz de Dios y poder responder a ella.
Ofrecemos nuestra necesidad de interiorización, oración y
recogimiento, para experimentar silencios llenos en lugar de palabras vacías.
DON DE CIENCIA: Queremos pedir también un esfuerzo
conjunto para intentar adaptarnos a los signos de los tiempos, para dar
respuesta a las necesidades de hoy, fundamentalmente en las verdades de
siempre.
DON DE FIDELIDAD A DIOS: La mano de Dios la encontramos en los
testimonios de la comunidad por esto pedimos que los cristianos seamos siempre
un ejemplo a seguir para todos. Ofrecemos nuestro compromiso y nuestra
fidelidad a Dios intentando siempre, dar una respuesta de fe.
ORACIÓN
“Revestíos de la fuerza que brota del Espíritu y convertíos
en constructores de un mundo nuevo, un mundo diferente, fundado en la verdad,
la justicia, la solidaridad y el amor”.
(Papa san Juan Pablo II
a los jóvenes, 1991).
Expliquemos el Evangelio
a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
Imagen para colorear.
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