domingo, 22 de mayo de 2022

29 DE MAYO: SEPTIMO DOMINGO DE PASCUA: SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR.

 


“Mientras los bendecía, se separó de ellos, subiendo al cielo…”

29 DE MAYO

VII DOMINGO DE PASCUA

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

(JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES)

1ª Lectura: Hechos 1,4.8-11

Se fue elevando a la vista de todos.

Salmo 46:

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

2ª Lectura: Hebreos: 9.24-28, 10,19-23

Cristo entró en el cielo mismo.

PALABRA DEL DÍA

Lucas: 24,46-53

“Dijo Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto”. Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Dijo Jesús a los suyos: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,

y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.

Ustedes son testigos de todo esto."

Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto".

Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo.

Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.

Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría,

y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.”

REFLEXIÓN

No tenemos más remedio, en lugar de quedarnos en la periferia de esta solemnidad de la Ascensión del Señor, que ahondar en su relación con la Iglesia, su comunidad, su cuerpo viviente.

Desde esta perspectiva, la Ascensión subraya una especial particularidad del tiempo de la Iglesia: Jesús está visiblemente ausente, pero invisiblemente presente como Señor y Cabeza de la comunidad, tal como subraya el autor de la carta a los Hebreos en la segunda lectura.

Si, hasta la resurrección, el peso de la responsabilidad liberadora estuvo sobre los hombros de Jesús, ahora pasa a su comunidad, a sus discípulos, que deben “proclamar el evangelio por todas partes”, como testigos de Jesús “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo”.

Teniendo en cuenta las tres lecturas de hoy, podemos descubrir que este tiempo de la Iglesia que se abre a partir de la ascensión, tiene tres características importantes:

-Primera: Tiempo del señorío de Cristo, cabeza de la comunidad.

Esta idea es expresada con aquella frase que pasó al credo: “Está sentado a la derecha de Dios”, que Pablo interpreta como un real señorío sobre el mundo presente y futuro, señorío que es efectivo en la Iglesia, que lo reconoce como su cabeza.

-Segunda: Tiempo del Espíritu Santo.

Antes de ascender, Jesús ordena a los suyos que se congreguen en Jerusalén para recibir la promesa del Padre, el don del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es la vida y la fuerza de la comunidad cristiana, tal como lo celebramos el próximo domingo, fiesta de Pentecostés.

A partir de la ascensión, toda la comunidad cristiana ha de tomar conciencia de que no puede ser de Cristo si no se entrega al Espíritu. Sin esta obediencia al Espíritu, la Iglesia no será más que una sociedad anónima o una multinacional, esclava del dinero y del poder.

-Tercera: Tiempo de la responsabilidad evangelizadora.

Los cristianos no podemos quedarnos “ahí mirando al cielo”. La ascensión marca el instante en que somos enviados como mensajeros del Reino, de la misma forma que Jesús fue el mensajero por excelencia de ese Reino.

Hoy Jesús nos hace participar de su misión, de su mismo Proyecto. En la Ascensión toma cuerpo el Proyecto Cristiano.

Es así, como una fiesta, que parece en un primer momento no tener importancia, de pronto se nos aparece como esencial para cuestionar la misma razón de ser de los cristianos en el mundo. Desde la Ascensión podemos ahora revisar cuanto hacemos como cristianos, cuanto hace la Iglesia; cuanto se piensa, se dice y se hace en nombre de Jesús



ENTRA EN TU INTERIOR

Los evangelios nos ofrecen diversas claves para entender cómo comenzaron su andadura histórica las primeras comunidades cristianas sin la presencia de Jesús al frente de sus seguidores. Tal vez, no fue todo tan sencillo como a veces lo imaginamos. ¿Cómo entendieron y vivieron su relación con él, una vez desaparecido de la tierra?

Mateo no dice una palabra de su ascensión al cielo. Termina su evangelio con una escena de despedida en una montaña de Galilea en la que Jesús les hace esta solemne promesa: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Los discípulos no han de sentir su ausencia. Jesús estará siempre con ellos. Pero ¿cómo?

Lucas ofrece una visión diferente. En la escena final de su evangelio, Jesús “se separa de ellos subiendo hacia el cielo”. Los discípulos tienen que aceptar con todo realismo la separación: Jesús vive ya en el misterio de Dios. Pero sube al Padre “bendiciendo” a los suyos. Sus seguidores comienzan su andadura protegidos por aquella bendición con la que Jesús curaba a los enfermos, perdonaba a los pecadores y acariciaba a los pequeños.

El evangelista Juan pone en boca de Jesús unas palabras que proponen otra clave. Al despedirse de los suyos, Jesús les dice: “Yo me voy al Padre y vosotros estáis tristes… sin embargo, os conviene que yo me vaya para que recibáis el Espíritu Santo”. La tristeza de los discípulos es explicable. Desean la seguridad que les da tener a Jesús siempre junto a ellos. Es la tentación de vivir de manera infantil bajo la protección del Maestro.

La respuesta de Jesús muestra una sabia pedagogía. Su ausencia hará crecer la madurez de sus seguidores. Les deja la impronta de su Espíritu. Será él quien, en su ausencia, promoverá el crecimiento responsable y adulto de los suyos. Es bueno recordarlo en unos tiempos en que parece crecer entre nosotros el miedo a la creatividad, la tentación del inmovilismo o la nostalgia por un cristianismo pensado para otros tiempos y otra cultura.

Los cristianos hemos caído más de una vez a lo largo de la historia en la tentación de vivir el seguimiento a Jesús de manera infantil. La fiesta de la Ascensión del Señor nos recuerda que, terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos “el tiempo del Espíritu”, tiempo de creatividad y de crecimiento responsable. Nos da luz y aliento para ir buscando caminos siempre nuevos para reproducir hoy su actuación. Así nos conduce hacia la verdad completa de Jesús.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Hasta salimos ganando, con la Ascensión de Jesús:

-Porque está más dentro de nosotros, en la mayor intimidad.

-Porque puede estar con todos nosotros, sin limitación de espacio.

-Porque puede estar siempre con nosotros, sin limitación de tiempo.

-Porque está con nosotros en su Espíritu, la presencia más lograda y más rica. Es una presencia divina que acompaña y transforma. Es como si el mismo Cristo viviera en nosotros, hasta convertirnos en otros Cristos. Presencia dinámica y transformadora.

-Porque está con nosotros en el pan que se parte y se comparte y en los sacramentos, presencia real, que acompaña, consuela, fortalece y alimenta.

-Porque está con nosotros en los hermanos, en los que le recuerdan y le aman, en los que le comulgan, en los que se unen, en los que se comprometen.

-Porque está con nosotros en los pobres y en los que sufren, presencia ardiente, llagas dolorosas del cuerpo del señor…

ORACIÓN

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, nos dé espíritu de sabiduría para conocerlo, e ilumine nuestros ojos para que comprendamos cuál es la esperanza a la que hemos sido llamados y cuál la fuerza que desplegó en Jesucristo resucitándolo de la muerte y constituyéndolo Señor de todo lo creado y Cabeza de la Iglesia. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO




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