domingo, 29 de noviembre de 2020

6 DE DICIEMBRE: SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO B

 


“Llega detrás de mí el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para agacharme y desatarle la correa de las sandalias. Yo os he bautizado en agua,

 él os bautizará con Espíritu Santo”.

6 DE DICIEMBRE

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO B

Primera Lectura: Isaías 40,1.5.9-22

Preparen el camino del Señor

Salmo 84

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador.

Segunda Lectura: De la Segunda Carta del Apóstol San Pedro: 3,8-14

Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva.

ENVANGELIO DEL DÍA

Marcos: 1,1-8

“Orígenes de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.

Como estaba escrito en el profeta Isaías:

“Mira, envío mi mensajero delante de ti; él preparará tu camino”                                                                   

“una voz grita desde el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”                                                

se presentó Juan Bautista en el desierto proclamando un bautismo en señal de enmienda, para el perdón de los pecados.

Fue saliendo hacia él todo el país judío, incluidos todos los vecinos de Jerusalén, y él los bautizaba en el río Jordán, a medida que confesaban sus pecados.

Juan iba vestido de pelo de camello, con una correa de cuero a la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre.

Y proclamaba:

- Llega detrás de mí el que es más fuerte que yo, y yo no soy quién para agacharme y desatarle la correa de las sandalias. Yo os he bautizado en agua, él os bautizará con Espíritu Santo”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.

Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.

Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos,

así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.

Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:

"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.

Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".

REFLEXIÓN

La primera lectura es un canto de esperanza, aunque habla como si ya hubiera sucedido lo que tanto anhelan. Dios, que había abandonado a su pueblo, vuelve para darle la salvación. El profeta Isaías intenta animar al pueblo con el anuncio del final de la dolorosa separación de su tierra.

Decíamos el domingo pasado que todo el AT está escrito en clave de Adviento. No debemos extrañarnos de encontrar tantos y tan expresivos textos para este tiempo litúrgico.

Lo que Isaías anuncia es un evangelio (buena noticia). El destierro había acabado con toda una teología triunfalista que invitaba a dormirse en los laureles de sentirse elegidos, sin aceptar ninguna responsabilidad para con Dios ni para con los demás. La denuncia de todos los profetas advertía de que no se puede confiar en Dios mientras se practica toda clase de atropellos e injusticias.

El comienzo del evangelio de Marcos quiere decir que lo que dijo Jesús es una buena noticia. Al final de su evangelio, terminará afirmando que el mismo Jesús es "la buena noticia". Jesús predica el Reino de Dios y la comunidad cristiana predica a Jesús como encarnación de ese Reino.

El texto con que comienza este evangelio es solemne y programático. Se debería traducir: “Éste es el origen de la alegre noticia de Jesús el Ungido (Mesías, titulo judío), el Hijo de Dios” (título universal que le dio la primera comunidad).

Tened muy en cuenta que este evangelio, no sabe nada de la infancia de Jesús. Esto es muy interesante a la hora de interpretar los textos de Lucas y Mateo, que vamos a leer en todo el tiempo de Navidad.

Marcos pasa directamente a hablarnos de Juan Bautista como último representante del profetismo. El Bautista es uno de los personajes claves en el tiempo de Adviento, porque representa el último de los profetas del AT. Debemos recordar que hacía casi trescientos años que no se había conocido un verdadero profeta. Todos los evangelistas lo consideran el heraldo de Jesús, lo anuncia, lo propone al pueblo y es protagonista de su nacimiento en el Espíritu (bautismo).

Aquí empieza Jesús a manifestar lo que es. Antes, nadie se había dado cuenta de lo que Jesús significaba. No podemos asegurar que esta consideración responda a una situación histórica. Es muy poco lo que sabemos sobre Juan Bautista y no nos permite ninguna conclusión sólida sobre la relación de Jesús con Juan. De todos modos, es cierto que los primeros cristianos le dieron un papel relevante en la aparición del cristianismo; seguramente mayor del que hoy le reconocemos. La prueba está en que vieron la necesidad de marcar distancias entre Jesús y Juan para que nadie se equivocara.

“Preparadle el camino al Señor”. Este grito es el mejor resume del espíritu de Adviento. Si Dios no llega a nosotros es porque se lo impedimos con nuestra actitud vital, que orienta su preocupación en otras direcciones. Él viene, pero nosotros nos vamos.

“Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”. Esta es la clave del relato y marca la diferencia abismal que existía, para aquellos cristianos, entre Jesús y el Bautista. Las primeras comunidades tenían muy clara la originalidad de Jesús con relación a cualquier otro personaje del pasado o del futuro.

ENTRA EN TU INTERIOR

CONFESAR NUESTROS PECADOS



«Comienza la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios». Éste es el inicio solemne y gozoso del evangelio de Marcos. Pero, a continuación, de manera abrupta y sin advertencia alguna, comienza a hablar de la urgente conversión que necesita vivir todo el pueblo para acoger a su Mesías y Señor.

En el desierto aparece un profeta diferente. Viene a «preparar el camino del Señor» Éste es su gran servicio a Jesús. Su llamada no se dirige sólo a la conciencia individual de cada uno. Lo que busca Juan va más allá de la conversión moral de cada persona. Se trata de «preparar el camino del Señor», un camino concreto y bien definido, el camino que va a seguir Jesús defraudando las expectativas convencionales de muchos.

La reacción del pueblo es conmovedora. Según el evangelista, dejan Judea y Jerusalén y marchan al «desierto» para escuchar la voz que los llama. El desierto les recuerda su antigua fidelidad a Dios, su amigo y aliado, pero, sobre todo, es el mejor lugar para escuchar la llamada a la conversión.

Allí el pueblo toma conciencia de la situación en que viven; experimentan la necesidad de cambiar; reconocen sus pecados sin echarse las culpas unos a otros; sienten necesidad de salvación. Según Marcos, «confesaban sus pecados» y Juan «los bautizaba».

La conversión que necesita nuestro modo de vivir el cristianismo no se puede improvisar. Requiere un tiempo largo de recogimiento y trabajo interior. Pasarán años hasta que hagamos más verdad en la Iglesia y reconozcamos la conversión que necesitamos para acoger más fielmente a Jesucristo en el centro de nuestro cristianismo.

Ésta puede ser hoy nuestra tentación. No ir al «desierto». Eludir la necesidad de conversión. No escuchar ninguna voz que nos invite a cambiar. Distraernos con cualquier cosa, para olvidar nuestros miedos y disimular nuestra falta de coraje para acoger la verdad de Jesucristo.

La imagen del pueblo judío «confesando sus pecados» es admirable. ¿No necesitamos los cristianos de hoy hacer un examen de conciencia colectivo, a todos los niveles, para reconocer nuestros errores y pecados? Sin este reconocimiento, ¿es posible «preparar el camino del Señor»?

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Muéstrame, Señor tu amor, los secretos de tu corazón y la fuente de gracia que me salva, la fuerza que sostenga mi debilidad, y la meta que anhelo.

Mira, Señor, mi pobreza, los deseos intensos de buscarte, de acercarme a ti, aunque la mayoría de ellos fracasen por mi culpa, dejo de buscarte demasiado pronto, mientras que tú no te cansarías hasta encontrarme.

ORACIÓN FINAL

Yo sé, Señor, Salvador mío, que vas a venir. Sé que vienes siempre. Quiero fijarme en los obstáculos que podrían impedir tu llegada. Una voz poderosa, la del Bautista, me alerta y me invita, a allanarte el camino. Sé que se refiere a la actitud que debo tener para recibirte. Tú quieres venir a mí, y yo quiero propiciar tu venida cambiando lo que tenga que cambiar en mi vida, para lograrlo, ayúdame con tu gracia y con la fuerza de tu Espíritu. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO

Imagen para colorear.



 

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