“Hijo, ve hoy a
trabajar a mi viña”
27 DE SEPTIEMBRE
XXVI DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
1ª Lectura: Ezequiel
18,25-28
Cuando el malvado se
convierta de su maldad, salvará su vida.
Salmo 24
Recuerda, Señor, que tu
misericordia es eterna.
2ª Lectura: Filipenses
2,1-11
Tened entre vosotros
los sentimientos propios de Cristo Jesús.
PALABRA DEL DÍA
Mateo 21,28-32
“En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a
los ancianos del pueblo: -¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó
al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña” El le contestó: “No
quiero.” Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo
mismo. Él le contestó: “Voy, Señor.” Pero no fue.” ¿Quién de los dos hizo lo
que quería el padre? Contestaron: -El primero. Jesús les dijo: -Os aseguro que
los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino
de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no
le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas lo creyeron. Y aun
después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis.”
Versión para América
Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos
del pueblo:
"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y,
dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi
viña'.
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió
y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le
respondió: 'Voy, Señor', pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su
padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo:
"Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes
al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la
justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas
creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han
arrepentido ni han creído en él".
REFLEXIÓN
De paradoja en paradoja vamos penetrando en el misterio del
Reino de Dios, comprendiendo toda la novedad del mensaje de Jesús.
La parábola de los dos hijos es ilustrativa al respecto: el
hijo que parecía desobediente resultó ser el obediente, el que parecía sumiso
resultó ser desobediente y rebelde.
Como siempre, la explicación inmediata, la dio el mismo
Jesús: hay dentro del judaísmo quienes afirman con sus labios cumplir la
palabra de Dios, pero en realidad después sólo hacen sus caprichos; hay también
quienes en un primer momento rechazan la Palabra con una vida disoluta y no
religiosa, mas cuando llega la hora de la conversión, cambian de vida y se
reconcilian con el Padre. De esta forma los publicanos y las prostitutas entran
al reino, mientras que los sacerdotes, ancianos y fariseos permanecen fuera.
Como vemos, la parábola hace alusión al mensaje de Jesús y a
la necesidad de cambiar de vida para entrar en el Reino.
La parábola analiza en pocos trazos la actitud religiosa de
dos grupos bien definidos de creyentes; o, para ser más exactos quizá, dos
momentos que pueden darse en un creyente, o dos aspectos de una misma
personalidad que se dice religiosa.
A nosotros nos interesa el primer caso, porque quizá nos
veamos, más de uno, retratados en él.
De una conducta rebelde se pasa a la aceptación de la
voluntad de Dios. Ante la invitación del padre a trabajar en su viña, el primer
hijo responde espontáneamente: “No quiero.” Más después lo piensa mejor y va a
trabajar.
Es un comportamiento muy humano. En un primer momento ve la
voluntad del padre como una imposición; la rebeldía es casi la afirmación de su
identidad, más que el rechazo del padre. Es la situación típica del adolescente
que necesita afirmarse como persona a través de muchos “no progresivos.”
La parábola parece considerar como normal en la vida del
creyente una primera actitud de rebeldía.
En efecto, un sometimiento servil a Dios sería precisamente lo opuesto a
su voluntad, libre en su amor y deseosa de una respuesta libre por parte del
hombre. En la medida en que éste se siente capaz de rebelarse y lo hace, se
afirma como hombre, como si se diera cuenta de que entregar la propia voluntad
en manos de otro en forma indiscriminada es algo que atenta gravemente contra
sí mismo.
Pero Dios prefiere este largo camino, saturado de libertad y de
fracasos, al camino corto de los que dicen sí a todo, pero no se comprometen en
serio con nada.
Una vez más resalta la pedagogía del Reino, tan opuesta y
distinta a una pedagogía al servicio de los intereses de una institución
religiosa; la pedagogía del Reino no tiene prisa en recoger frutos del hombre,
no quiere frutos prematuros que después serán quemados por la helada tardía.
Dios sabe esperar al hombre, le deja tiempo para que piense sus decisiones,
para que reflexione sobre todo el alcance de un compromiso que –para ser tal-
debe tener un cariz definitivo. Un Dios que no se escandaliza por la debilidad
humana, ni por el pecado, ni por la
rebeldía: por ese trance ha de pasar todo hombre que quiera liberarse interiormente.
El pecado nos confiere la experiencia de las ataduras interiores, y eso tiene
un valor inmenso a la hora de elegir.
Dios nos da tiempo para que le respondamos; no nos
apresuremos a escribir buena letra antes de tiempo. Estudiemos y reflexionemos
el Evangelio, probemos si es el caso otros esquemas de vida, afirmemos nuestra
personalidad de alguna manera, para que nuestra opción de fe sea sentida como
un gesto esencialmente libre y definitivo. Es importante que el hombre que
busca vivir en libertad, lo consiga. Jesús tiene la seguridad de que su
Evangelio no defraudará al hombre sincero, por eso nos espera. Arriesga por
nosotros mucho más de lo que nosotros arriesgamos: respeta, espera y confía.
Hasta ahí llega él. El resto es nuestro.
ENTRA EN TU INTERIOR
VAN POR DELANTE
La parábola es tan simple que parece poco digna de un gran
profeta como Jesús. Sin embargo, no está dirigida al grupo de niños que
corretea a su alrededor, sino a «los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo»
que lo acosan cuando se acerca al templo.
Según el relato, un padre pide a dos de sus hijos que vayan a
trabajar a su viña. El primero le responde bruscamente: «No quiero», pero no se
olvida de la llamada del padre y termina trabajando en la viña. El segundo
reacciona con una disponibilidad admirable: «Por supuesto que voy, señor»; pero
todo se queda en palabras. Nadie lo verá trabajando en la viña.
El mensaje de la parábola es claro. También los dirigentes
religiosos que escuchan a Jesús están de acuerdo. Ante Dios, lo importante no
es «hablar» sino «hacer». Para cumplir la voluntad del Padre del cielo, lo
decisivo no son las palabras, promesas y rezos, sino los hechos y la vida
cotidiana.
Lo sorprendente es la aplicación de Jesús. Sus palabras no
pueden ser más duras. Sólo las recoge el evangelista Mateo, pero no hay duda de
que provienen de Jesús. Sólo él tenía esa libertad frente a los dirigentes
religiosos: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la
delantera en el camino del reino de Dios».
Jesús está hablando desde su propia experiencia. Los dirigentes
religiosos han dicho «sí» a Dios. Son los primeros en hablar de él, de su ley y
de su templo. Pero, cuando Jesús los llama a «buscar el reino de Dios y su
justicia», se cierran a su mensaje y no entran por ese camino. Dicen «no» a
Dios con su resistencia a Jesús.
Los recaudadores y prostitutas han dicho «no» a Dios. Viven
fuera de la ley, están excluidos del templo. Sin embargo, cuando Jesús les
ofrece la amistad de Dios, escuchan su llamada y dan pasos hacia la conversión.
Para Jesús, no hay duda: el recaudador Zaqueo, la prostituta que ha regado con
lágrimas sus pies y tantos otros… van por delante en «el camino del reino de
Dios».
En este camino van por delante, no quienes hacen solemnes
profesiones de fe, sino los que se abren a Jesús dando pasos concretos de
conversión al proyecto de Dios.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
“Dijo: no quiero; pero después, recapacitó y fue”.
El verdadero amor espera sin límites, como decía Pablo.
Si a la primera no
somos capaces de decir “sí”, Dios acepta siempre nuestra rectificación. Casi
siempre acertamos a costa de rectificaciones.
No estamos capacitados para descubrir la meta a la primera.
Descubrir lo que es bueno para nosotros es una tarea ardua.
Se nos da la posibilidad de aprender de los errores. No deben
preocuparnos las equivocaciones. Pero me debe preocupar que sea incapaz de
rectificar.
Dios demuestra
conocernos muy bien cuando perdona.
Aprender a perdonarse
y a seguir adelante, es de sabios.
ORACIÓN
Señor, somos cristianos de ida y vuelta, el sí y el no,
siempre está presente en nosotros, pero tú prefieres un no arrepentido, que un
sí apresurado. Tú eres respetuoso de nuestra libertad y tu paciencia con
nosotros es infinita.
Hoy te pedimos perdón por haber buscado solamente el premio a
nuestras buenas obras. Por haber evitado el mal solamente por temor a los
castigos. Por una actitud cristiana desprovista de amor. Por no haber dado
generosamente lo que hemos recibido gratis.
Haz que no hagamos de la religión un obstáculo de nuestra libertad
interior. Que sepamos optar por la fe con plena conciencia de lo que hacemos.
Que sepamos respetar a los demás cuando deben tomar alguna decisión.
Señor, que todos podamos, a través de la experiencia de
nuestra debilidad y pecado, llegar hasta ti como hombres conscientes y libres,
nacidos de la oración y de la conversión personal.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imagen de Patxi Velasco FANO
Imagen para colorear.
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