domingo, 20 de septiembre de 2020

27 DE SEPTIEMBRE: XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

 


“Hijo, ve hoy a trabajar a mi viña”

27 DE SEPTIEMBRE

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Ezequiel 18,25-28

Cuando el malvado se convierta de su maldad, salvará su vida.

Salmo 24

Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

2ª Lectura: Filipenses 2,1-11

Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.

PALABRA DEL DÍA

Mateo 21,28-32

“En aquel tiempo dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: -¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña” El le contestó: “No quiero.” Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, Señor.” Pero no fue.” ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: -El primero. Jesús les dijo: -Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas lo creyeron. Y aun después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis.”

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'.

El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue.

Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue.

¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.

En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él".

REFLEXIÓN

De paradoja en paradoja vamos penetrando en el misterio del Reino de Dios, comprendiendo toda la novedad del mensaje de Jesús.

La parábola de los dos hijos es ilustrativa al respecto: el hijo que parecía desobediente resultó ser el obediente, el que parecía sumiso resultó ser desobediente y rebelde.

Como siempre, la explicación inmediata, la dio el mismo Jesús: hay dentro del judaísmo quienes afirman con sus labios cumplir la palabra de Dios, pero en realidad después sólo hacen sus caprichos; hay también quienes en un primer momento rechazan la Palabra con una vida disoluta y no religiosa, mas cuando llega la hora de la conversión, cambian de vida y se reconcilian con el Padre. De esta forma los publicanos y las prostitutas entran al reino, mientras que los sacerdotes, ancianos y fariseos permanecen fuera.

Como vemos, la parábola hace alusión al mensaje de Jesús y a la necesidad de cambiar de vida para entrar en el Reino.

La parábola analiza en pocos trazos la actitud religiosa de dos grupos bien definidos de creyentes; o, para ser más exactos quizá, dos momentos que pueden darse en un creyente, o dos aspectos de una misma personalidad que se dice religiosa.

A nosotros nos interesa el primer caso, porque quizá nos veamos, más de uno, retratados en él.

De una conducta rebelde se pasa a la aceptación de la voluntad de Dios. Ante la invitación del padre a trabajar en su viña, el primer hijo responde espontáneamente: “No quiero.” Más después lo piensa mejor y va a trabajar.

Es un comportamiento muy humano. En un primer momento ve la voluntad del padre como una imposición; la rebeldía es casi la afirmación de su identidad, más que el rechazo del padre. Es la situación típica del adolescente que necesita afirmarse como persona a través de muchos “no progresivos.”

La parábola parece considerar como normal en la vida del creyente una primera actitud de rebeldía.  En efecto, un sometimiento servil a Dios sería precisamente lo opuesto a su voluntad, libre en su amor y deseosa de una respuesta libre por parte del hombre. En la medida en que éste se siente capaz de rebelarse y lo hace, se afirma como hombre, como si se diera cuenta de que entregar la propia voluntad en manos de otro en forma indiscriminada es algo que atenta gravemente contra sí mismo.

Pero Dios prefiere este largo camino, saturado de libertad y de fracasos, al camino corto de los que dicen sí a todo, pero no se comprometen en serio con nada.

Una vez más resalta la pedagogía del Reino, tan opuesta y distinta a una pedagogía al servicio de los intereses de una institución religiosa; la pedagogía del Reino no tiene prisa en recoger frutos del hombre, no quiere frutos prematuros que después serán quemados por la helada tardía. Dios sabe esperar al hombre, le deja tiempo para que piense sus decisiones, para que reflexione sobre todo el alcance de un compromiso que –para ser tal- debe tener un cariz definitivo. Un Dios que no se escandaliza por la debilidad humana, ni por el pecado,  ni por la rebeldía: por ese trance ha de pasar todo hombre que quiera liberarse interiormente. El pecado nos confiere la experiencia de las ataduras interiores, y eso tiene un valor inmenso a la hora de elegir.

Dios nos da tiempo para que le respondamos; no nos apresuremos a escribir buena letra antes de tiempo. Estudiemos y reflexionemos el Evangelio, probemos si es el caso otros esquemas de vida, afirmemos nuestra personalidad de alguna manera, para que nuestra opción de fe sea sentida como un gesto esencialmente libre y definitivo. Es importante que el hombre que busca vivir en libertad, lo consiga. Jesús tiene la seguridad de que su Evangelio no defraudará al hombre sincero, por eso nos espera. Arriesga por nosotros mucho más de lo que nosotros arriesgamos: respeta, espera y confía. Hasta ahí llega él. El resto es nuestro.



ENTRA EN TU INTERIOR

VAN POR DELANTE

La parábola es tan simple que parece poco digna de un gran profeta como Jesús. Sin embargo, no está dirigida al grupo de niños que corretea a su alrededor, sino a «los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo» que lo acosan cuando se acerca al templo.

Según el relato, un padre pide a dos de sus hijos que vayan a trabajar a su viña. El primero le responde bruscamente: «No quiero», pero no se olvida de la llamada del padre y termina trabajando en la viña. El segundo reacciona con una disponibilidad admirable: «Por supuesto que voy, señor»; pero todo se queda en palabras. Nadie lo verá trabajando en la viña.

El mensaje de la parábola es claro. También los dirigentes religiosos que escuchan a Jesús están de acuerdo. Ante Dios, lo importante no es «hablar» sino «hacer». Para cumplir la voluntad del Padre del cielo, lo decisivo no son las palabras, promesas y rezos, sino los hechos y la vida cotidiana.

Lo sorprendente es la aplicación de Jesús. Sus palabras no pueden ser más duras. Sólo las recoge el evangelista Mateo, pero no hay duda de que provienen de Jesús. Sólo él tenía esa libertad frente a los dirigentes religiosos: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios».

Jesús está hablando desde su propia experiencia. Los dirigentes religiosos han dicho «sí» a Dios. Son los primeros en hablar de él, de su ley y de su templo. Pero, cuando Jesús los llama a «buscar el reino de Dios y su justicia», se cierran a su mensaje y no entran por ese camino. Dicen «no» a Dios con su resistencia a Jesús.

Los recaudadores y prostitutas han dicho «no» a Dios. Viven fuera de la ley, están excluidos del templo. Sin embargo, cuando Jesús les ofrece la amistad de Dios, escuchan su llamada y dan pasos hacia la conversión. Para Jesús, no hay duda: el recaudador Zaqueo, la prostituta que ha regado con lágrimas sus pies y tantos otros… van por delante en «el camino del reino de Dios».

En este camino van por delante, no quienes hacen solemnes profesiones de fe, sino los que se abren a Jesús dando pasos concretos de conversión al proyecto de Dios.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

“Dijo: no quiero; pero después, recapacitó y fue”.

El verdadero amor espera sin límites, como decía Pablo.

 Si a la primera no somos capaces de decir “sí”, Dios acepta siempre nuestra rectificación. Casi siempre acertamos a costa de rectificaciones.

No estamos capacitados para descubrir la meta a la primera. Descubrir lo que es bueno para nosotros es una tarea ardua.

Se nos da la posibilidad de aprender de los errores. No deben preocuparnos las equivocaciones. Pero me debe preocupar que sea incapaz de rectificar.

 Dios demuestra conocernos muy bien cuando perdona.

 Aprender a perdonarse y a seguir adelante, es de sabios.

ORACIÓN

Señor, somos cristianos de ida y vuelta, el sí y el no, siempre está presente en nosotros, pero tú prefieres un no arrepentido, que un sí apresurado. Tú eres respetuoso de nuestra libertad y tu paciencia con nosotros es infinita.

Hoy te pedimos perdón por haber buscado solamente el premio a nuestras buenas obras. Por haber evitado el mal solamente por temor a los castigos. Por una actitud cristiana desprovista de amor. Por no haber dado generosamente lo que hemos recibido gratis.

Haz que no hagamos de la religión un obstáculo de nuestra libertad interior. Que sepamos optar por la fe con plena conciencia de lo que hacemos. Que sepamos respetar a los demás cuando deben tomar alguna decisión.

Señor, que todos podamos, a través de la experiencia de nuestra debilidad y pecado, llegar hasta ti como hombres conscientes y libres, nacidos de la oración y de la conversión personal.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imagen de Patxi Velasco FANO

Imagen para colorear.



 


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