“…el que no coge su
cruz y me sigue no es digno de mí.”
28 DE JUNIO
XIII DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
1ª Lectura: segundo
libro de los Reyes 4,8-11.14-16
Este hombre es un
hombre de Dios.
Salmo 88
Proclamaré sin cesar la
misericordia del Señor.
2ª Lectura: Romanos
6,3-4,8-11
El bautismo nos sepultó
con Cristo para que llevemos una vida nueva.
EVANGELIO DEL DÍA
Mateo 10,37-42
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que
quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a
su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y
me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que
pierda su vida por mí la encontrará.
El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que
me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es
profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo
tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua
fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su
paga, os lo aseguro”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no
es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de
mí.
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda
su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que
me recibe, recibe a aquel que me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la
recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la
recompensa de un justo.
Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque
sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo,
no quedará sin recompensa".
REFLEXIÓN
Nos concreta el Evangelio la participación en la recompensa,
que se establece entre los enviados y los que le ofrecen hospitalidad. La
profunda intimidad entre Jesús y su Padre hace que la recepción del primero sea
acogida a Dios mismo. Y esta ley se transfiere a los discípulos de Jesús, de
modo que éste es recibido en la persona de aquéllos.
Mateo insiste sobre la opción por Jesús en el horizonte de
rechazo, que encontrarán a cada paso los mensajeros y advierte sobre la
necesidad de colocar los valores del Reino por encima de cualquier otro. Jesús
señala que el seguimiento debe colocarse por encima de otra fidelidad, incluso
de la que brota de los lazos naturales de parentesco. Su mensaje pone en
cuestión el orden establecido. De ahí que la paz de Jesús deba definirse muchas
veces en contra de las relaciones familiares al producir un profundo
cuestionamiento de las relaciones humanas.
Porque la sociedad, en la que se proclama el mensaje, está
impregnada de violencia, el mensaje como deslealtad al ordenamiento existente y
como subversión a lo que ese ordenamiento llama valores.
De ahí la necesidad de una decisión que puede acarrear la
división en la propia familia. De esta forma se indica que la principal lealtad
del discípulo de Jesús tiene que comprobarse en su relación con el mismo Jesús,
ya que su lealtad al mensaje de Jesús debe estar por encima de toda otra
lealtad, incluida la familiar.
En el v.39 contrapone Mateo el perder y el encontrar la vida
en una aparente contradicción. El intento de encontrar, hacer suya, reservar
para sí la propia vida, producirá la pérdida de la misma.
Desentenderse de las exigencias del mensaje buscando la
comodidad o encubriendo los conflictos conduce a la ruina personal. Por el
contrario, quien es capaz de arriesgar la vida por Jesús encontrará su
realización plena.
El mensaje del Evangelio coloca al discípulo en conflicto
irreducible con aquellos, que han construido las relaciones sociales sobre el
fundamento del poder, del prestigio y de las riquezas. Este conflicto puede
presentarse igualmente en el entorno familiar y en la propia intimidad
personal. La fidelidad a Jesús exigirá constantemente una proclamación, que
desenmascare el egoísmo, raíz de las injusticia
ENTRA EN TU INTERIOR
DISPUESTOS A SUFRIR
El que no toma su cruz.
Jesús no quería ver sufrir a nadie. El sufrimiento es malo.
Jesús nunca lo buscó ni para sí mismo ni para los demás. Al contrario, toda su
vida consistió en luchar contra el sufrimiento y el mal que tanto daño hacen a
las personas.
Las fuentes lo presentan siempre combatiendo el sufrimiento
que se esconde en la enfermedad, las injusticias, la soledad, la desesperanza o
la culpabilidad. Así fue Jesús: un hombre dedicado a eliminar el sufrimiento,
suprimir injusticias y contagiar fuerza para vivir.
Pero buscar el bien y la felicidad para todos trae muchos
problemas. Jesús lo sabía por experiencia. No se puede estar con los que sufren
y buscar el bien de los últimos, sin provocar el rechazo y la hostilidad de
aquellos a los que no interesa cambio alguno. Es imposible estar con los
crucificados y no verse un día «crucificado».
Jesús no lo ocultó nunca a sus seguidores. Empleó en varias
ocasiones una metáfora inquietante que Mateo ha resumido así: «El que no toma
su cruz y me sigue, no es digno de mí». No podía haber elegido un lenguaje más
gráfico. Todos conocían la imagen terrible del condenado que, desnudo e
indefenso, era obligado a llevar sobre sus espaldas el madero horizontal de la
cruz hasta el lugar de la ejecución donde esperaba el madero vertical fijado en
tierra.
«Llevar la cruz» era parte del ritual de la crucifixión. Su
objetivo era que el condenado apareciera ante la sociedad como culpable, un
hombre indigno de seguir viviendo entre los suyos. Todos descansarían viéndolo
muerto.
Los discípulos trataban de entenderle. Jesús les venía a
decir más o menos lo siguiente: «Si me seguís, tenéis que estar dispuestos a
ser rechazados. Os pasará lo mismo que a mí. A los ojos de muchos, pareceréis
culpables. Os condenarán. Buscarán que no molestéis. Tendréis que llevar
vuestra cruz. Entonces os pareceréis más a mí. Seréis dignos seguidores míos.
Compartiréis la suerte de los crucificados. Con ellos entraréis un día en el reino
de Dios». Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la «crucifixión»
que nos llegará si seguimos los pasos de Jesús. Así de claro.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
El amor puramente teórico no tiene ninguna consistencia.
Un vaso de agua puede ser la manifestación del amor más
auténtico.
No tiene importancia ninguna lo que hagas.
Lo que vale de veras es la actitud de entrega en lo que
hagas.
No debo darme a los demás por Dios, ni siquiera por los
demás, ni por mí mismo.
Mientras lo que hago tenga un motivo, no he alcanzado la
esencia del mensaje de Jesús.
Mientras no hayas comprendido el mensaje, tendrás que seguir
haciendo "el bien" por programación.
Cuando te identifiques con la fuente, el agua manará de ti
espontáneamente.
ORACIÓN
Señor Dios, que mediante la gracia de la adopción filial
quisiste que fuéramos hijos de la luz, concédenos que no nos dejemos envolver
en las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre vigilantes en el
esplendor de la verdad.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco (FANO)
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