“Dijo Jesús a Nicodemo:
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único,
para que no perezca
ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.
7 DE JUNIO
DOMINGO DE LA SANTÍSIMA
TRINIDAD
DÍA PRO ORANTIBUS
1ª Lectura: Éxodo
34,46.8-9
Salmo: Daniel 3,52-56
A ti gloria y alabanza
por los siglos.
2ª Lectura: 2 Corintios
13,11-13
La gracia de
Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo.
PALABRA DEL DÍA
Juan 3,16-18
“Dijo Jesús a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo que
entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él,
sino que tengan vida eterna. Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será
condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre
del hijo único de Dios”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo
único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya
está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.
REFLEXIÓN
Profesamos nuestra fe en Dios uno y trino, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. La profesamos desde nuestro bautismo, fuimos bautizados en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, hasta que morimos abrazados a
la cruz. La profesamos en nuestras oraciones, signos y bendiciones, catequesis
y enseñanzas, cantos y tradiciones.
Aunque no hemos sido muy conscientes de la importancia
espiritual de este misterio, hoy, por la gracia de Dios, sabemos que es fuente,
marca y meta de toda nuestra vida.
Fuente: Tres corrientes en una, origen de toda vida y toda
gracia.
Marca: Estamos hechos a su imagen, con dinamismo de comunión.
Meta: “Nos has hecho, Señor, para ti”, decía san Agustín.
Caminamos hacia el abrazo trinitario.
El Padre, decía san Juan de la Cruz, es mano blanda. Blanda
por la ternura y la
misericordia. Pero es también mano fuerte, creadora y
protectora. De sus dedos salieron las espirales de las estrellas, la vida
innumerable, las figuras del hombre y la mujer, bien moldeados.
El Hijo es “toque delicado”, carne de nuestra carne. Su toque
era curativo y amistoso. Su toque era transmisión de gracias. Su toque elevaba
y dignificaba. Después se dejó tocar y traspasar para redimirnos y salvarnos.
El Espíritu es “llama viva”, que purifica y transforma, da
calor y amistad, embellece y transfigura. De su llama se desprenden
inflamaciones de amor. Ya nunca tendremos miedo, porque en Él estamos
encendidos.
Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidos en fuerte abrazo,
viviendo la comunión perfecta, sosteniendo y recreando la vida toda,
desbordando en hijos y familias, tan distintos, tan iguales, sostén y
fundamento de Todo lo creado.
Dios Padre, que es creación, amor. Dios es amor. Dios Hijo,
que es el camino que tenemos que recorrer, la verdad que tenemos que creer y la
vida que tenemos que vivir. Dios Espíritu Santo, que es donación, comunicación,
comunión.
¿En qué Dios creemos?
¿En un Dios serio, justiciero? ¿En un Dios que premia a los
buenos y castiga a los malos?
ENTRA EN TU INTERIOR
EL CRISTIANO ANTE DIOS
No siempre se nos hace fácil a los cristianos relacionarnos
de manera concreta y viva con el misterio de Dios confesado como Trinidad. Sin
embargo, la crisis religiosa nos está invitando a cuidar más que nunca una
relación personal, sana y gratificante con él. Jesús, el Misterio de Dios hecho
carne en el Profeta de Galilea, es el mejor punto de partida para reavivar una
fe sencilla.
¿Cómo vivir ante el Padre? Jesús nos enseña dos actitudes
básicas. En primer lugar, una confianza total. El Padre es bueno. Nos quiere
sin fin. Nada le importa más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin
miedos, recelos, cálculos o estrategias. Vivir es confiar en el Amor como
misterio último de todo.
En segundo lugar, una docilidad incondicional. Es bueno vivir
atentos a la voluntad de ese Padre, pues sólo quiere una vida más digna para
todos. No hay una manera de vivir más sana y acertada. Esta es la motivación
secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios
Padre.
¿Qué es vivir con el Hijo de Dios encarnado? En primer lugar,
seguir a Jesús: conocerlo, creerle, sintonizar con él, aprender a vivir
siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la miraba él; tratar a las personas
como él las trataba; sembrar signos de bondad y de libertad creadora como hacía
él. Vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna. Para un
cristiano no hay otro modo de vivir más apasionante.
En segundo lugar, colaborar en el Proyecto de Dios que Jesús
pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos.
A los que lloran Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los quiere
ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para todos.
Este Proyecto que Jesús llama “reino de Dios” es el marco, la orientación y el
horizonte que se nos propone desde el misterio último de Dios para hacer la
vida más humana.
¿Qué es vivir animados por el Espíritu Santo? En primer
lugar, vivir animados por el amor. Así se desprende de toda la trayectoria de
Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde el amor. Nada hay más
importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza en
nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas torpezas, errores y
miserias.
Por último, quien vive “ungido por el Espíritu de Dios” se
siente enviado de manera especial a anunciar a los pobres la Buena Noticia. Su
vida tiene fuerza liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven
ciegos; es un regalo para quienes se sienten desgraciados.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Yo creo:
En un Dios que es todo corazón, compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
En un Dios-Padre, fuente de vida, generosidad desbordante.
En un Dios-Hijo, palabra eterna del Padre por la que todo
vino a la existencia, que paso por el mundo haciendo el bien y curando a los
oprimidos por el mal porque Dios estaba con él.
En un Dios-Espíritu Santo, llama viva, fuerza desbordante,
comunión profunda, alma de la Iglesia.
Creo en un Dios siempre alegre, uno y trino, comunidad,
familia, las tres divinas personas en comunión de vida y amor.
Creo también que este Dios bueno no quiso quedarse tanta
bondad para él solo y creó al hombre: A imagen de Dios los creó, hombre y mujer
los creó.
Tres veces repite el libro del Génesis en el relato de la
creación, en un solo versículo, que el hombre es una imagen de Dios.
Por eso, también necesito creer en el hombre:
En un hombre que sea donación, como Dios. Aprendamos a dar y
a darnos, a compartir bienes y talentos, a abrir la mano y el corazón al otro.
En un hombre que sea comunicación. Como dios, el hombre tiene
la palabra. Porque frente a la incomunicación y a la confusión de Babel, está
Pentecostés.
En un hombre que sea comunión. Creer en la Trinidad es optar
por la comunión entre los hombres. Por eso debemos sentirnos felices cuando
vivimos nuestra fe en comunidad de fe y amor en la eucaristía.
Solo Dios puede colmar la insatisfacción del hombre, solo él
puede colmar nuestra sed: “El que tenga sed, que venga a mí y beba”, decía
Jesús.
Tenemos sed de muchas cosas, pero solo él puede calmar
nuestra sed, es lo que san Agustín expresaba tan certera y bellamente:
“Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está
inquieto hasta que no descanse en ti”.
Dios es pues nuestra meta. Hacia Él caminamos todos, aunque
no lo sepamos. En todas nuestras búsquedas sinceras Dios se hace el
encontradizo.
Cuando deseamos un mundo mejor, cuando nos comprometemos con
la paz y la solidaridad, estamos deseando a Dios. Cuando tenemos hambre y sed
de justicia, estamos deseando a Dios. Cuando buscamos la verdad, la felicidad
de los hermanos, sobre todo de los que más lo necesitan estamos deseando a
Dios.
Y nos encaminamos hacia el Dios uno y Trino, cuando nos
queremos, cuando formamos una familia, una comunidad unida en la fe, en la
esperanza y en la caridad, cuando trabajamos por la reconciliación entre los
hombres. Cuando amamos de verdad, estamos dando pasos hacia la Trinidad.
ORACIÓN
Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el
Espíritu santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable,
concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna
Trinidad y adoremos la Unidad de su majestad omnipotente.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco (FANO)
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