“Venid a mi todos los
que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.”
5 DE JULIO
XIV DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
1ª Lectura: Zacarías
9,9-10
Mira a tu rey que viene
humilde hacia ti.
Salmo 144
Acuérdate, Señor, de tu
misericordia.
2ª Lectura: Romanos
8,9.11-13
Si con la ayuda del
Espíritu dan muerte a los bajos deseos del cuerpo, vivirán.
EVANGELIO DEL DÍA
Mateo 11,25-30
“En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has
revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo, ha entregado mi Padre, y nadie conoce al
Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados,
y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón; y encontraréis vuestro. descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera.»
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por
haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a
los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo
sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar."
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo
los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy
paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."
REFLEXIÓN
Mateo acaba de narrar el rechazo del mensaje por parte de
ciudades enteras, que provoca estas palabras de Jesús: “¡Ay de ti, Corozaín!
¡Ay de ti, Betsaida! ¿Y tú, Cafarnaún? Hasta el abismo te hundirás”. Ante el
fracaso de la predicación, Jesús no se desanima, sino que responde con una
alabanza al Padre, porque hay otros que sí lo aceptan.
En el evangelio de hoy hay tres partes bien definidas. La
primera se refiere a Dios. La segunda, a una interdependencia entre Jesús y
Dios. La tercera, hace referencia a la relación entre nosotros y Jesús. Las
tres manifiestan aspectos esenciales del mensaje.
“Te doy gracias, Padre, porque…” Lo importante no es la
acción de gracias en sí, sino el motivo. Los “sabios y entendidos” eran los
especialistas de la Ley. Su conocimiento de Dios les daba derecho a sentirse
seguros, poseedores de la verdad. No tenían nada que aprender, pero eran los
únicos que podían enseñar. Con prepotencia imponían toda clase de normas y
preceptos insoportables para la gente normal.
¿Quiénes eran los sencillos? “El “nepios” griego tiene muchos
significados, pero todos van en la misma dirección: infantil, niño, menor de
edad, incapaz de hablar; y también: tonto, infeliz, ingenuo, débil. En todos
descubrimos la ausencia de cálculo, la falta de doblez o segundas intenciones.
Para la élite, los sencillos eran unos malditos, porque no
conocían la Ley, y por lo tanto no podían cumplirla.
Eran los “sin voz”, “la gente de la tierra” a quienes los
rabinos despreciaban. En tiempo de Jesús, sólo los dirigentes podían hablar,
los demás sólo tenían la obligación de escuchar y obedecer.
Debemos ir más allá de la literalidad. Sería mezquino pensar
que Jesús se alegra porque Dios no se revela a alguien. Dios no puede tener
privilegios con nadie. El evangelio no puede decir que Dios da a algunos lo que
niega a otros. Lo que quiere decir es que, el Dios de Jesús no puede ser
aceptado más que por la gente sencilla y sin prejuicios.
Jesús da gracias a Dios porque todos pueden acceder a la
revelación del verdadero Dios. Los sabios también pueden, si quieren, ser
sencillos. Los sencillos no pueden volverse sabios. Si se revelara sólo a los
sabios, los sencillos no tendrían posibilidad de llegar a él.
Los engreídos, los soberbios, tienen capacidad para crearse su
propio dios, que siempre se parecerá a ellos mismos.
“Todo me lo ha entregado mi Padre…” Sorprendente afirmación
de Jesús. El conocimiento de Dios no es fruto del esfuerzo humano, sino por
revelación. El error garrafal de nuestra teología fue creer que conocíamos a
Jesús porque conocíamos a Dios; si Jesús era Dios, ya sabíamos lo que era
Jesús. El texto dice exactamente lo contrario. La única manera de conocer a
Dios es aproximarnos a Jesús.
El verbo conocer tiene en los textos bíblicos una connotación
de las que carece en nuestra lengua: Indica cercanía, familiaridad,
comprensión, mutua entrega. Es el verbo que se utiliza para designar la
relación más íntima entre un hombre y una mujer. Significaría a la vez conocer
y amar.
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados que yo
os aliviaré”. La imagen de yugo se aplicaba a la Ley, que tal como la imponían
los fariseos, era insoportable. El hombre desaparecía bajo el peso de más de
600 preceptos y 5.000 prescripciones. Para ellos la Ley era lo único absoluto.
Jesús dice lo contrario: “El sábado está hecho para el hombre, no el hombre
para el sábado”.
Jesús propone un “yugo”, pero no para ir contra el hombre,
sino a favor del hombre. Jesús quiere ayudar al ser humano a desplegar su ser
sin opresiones. El yugo y la carga sería como el peso de las alas para el ave.
Claro que las alas tienen su peso, pero si se la quitas, ¿con qué volará?
Subyugados por Jesús no tenemos que cargar con nada, sino hacernos cargo de lo
que nos lleva a la plenitud.
Lo que acabamos de leer es, sin duda, evangelio (buena
noticia). Pero no hemos hecho mucho caso a este mensaje. En cuanto pasaron los
primeros siglos de cristianismo, se olvidó totalmente este evangelio, y se
recuperó “el sentido común”. Nunca más se ha reconocido que Dios se pueda
revelar a la gente sencilla.
Jesús no propone una religión menos exigente. Propone una
manera de vivir la cercanía de Dios, tal como él la vivió. Esa Vida profunda,
es la que puede dar sentido a la existencia, tanto del listo como del tonto,
tanto del sabio como del ignorante, tanto del rico como del pobre. Todo lo que
nos lleve a plenitud, será ligero. Este camino no es fácil.
Hoy podíamos decir que, “sencillo” es todo aquel que descubre
la necesidad de pasar de lo que es, a lo que tiene que ser. Por eso está
dispuesto a aprender y a cambiar. Sólo el que tiene preguntas que hacer, estará
dispuesto a escuchar.
ENTRA EN TU INTERIOR
TRES LLAMADAS DE JESÚS
El evangelio de Mateo ha recogido tres llamadas de Jesús que
hemos de escuchar con atención sus seguidores, pues pueden transformar el clima
de desaliento, cansancio y aburrimiento que a veces se respira en algunos
sectores de nuestras comunidades.
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados. Yo os
aliviaré”. Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven su
religión como una carga pesada. No son pocos los cristianos que viven agobiados
por su conciencia. No son grandes pecadores. Sencillamente, han sido educados
para tener siempre presente su pecado y no conocen la alegría del perdón
continuo de Dios. Si se encuentran con Jesús, se sentirán aliviados.
Hay también cristianos cansados de vivir su religión como una
tradición gastada. Si se encuentran con Jesús, aprenderán a vivir a gusto con
Dios. Descubrirán una alegría interior que hoy no conocen. Seguirán a Jesús, no
por obligación sino por atracción.
“Cargad con mi yugo porque es llevadero y mi carga ligera”.
Es la segunda llamada. Jesús no agobia a nadie. Al contrario, libera lo mejor
que hay en nosotros pues nos propone vivir haciendo la vida más humana, digna y
sana. No es fácil encontrar un modo más apasionante de vivir.
Jesús libera de miedos y presiones, no los introduce; hace
crecer nuestra libertad, no nuestras servidumbres; despierta en nosotros la
confianza, nunca la tristeza; nos atrae hacia el amor, no hacia las leyes y
preceptos. Nos invita a vivir haciendo el bien.
“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y
encontraréis descanso”.
Es la tercera llamada. Hemos de aprender de Jesús a vivir
como él. Jesús no complica nuestra vida. La hace más clara y más sencilla, más
humilde y más sana. Ofrece descanso. No propone nunca a sus seguidores algo que
él no haya vivido. Nos invita a seguirlo por el mismo camino que él ha
recorrido. Por eso puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos,
puede perdonar nuestras torpezas y errores, animándonos siempre a levantarnos.
Hemos de centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto
más vital con Jesús en tantos hombres y mujeres necesitados de aliento, descanso
y paz. Me entristece ver que es precisamente su modo de entender y de vivir la
religión lo que conduce a no pocos, casi inevitablemente, a no conocer la
experiencia de confiar en Jesús. Pienso en tantas personas que, dentro y fuera
de la Iglesia, viven “perdidos”, sin saber a qué puerta llamar. Sé que Jesús
podría ser para ellos la gran noticia.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Venid a mí todos, dice Jesús.
Sólo él conoce a Dios y sólo él nos lo puede revelar.
Debemos superar todo prejuicio y aceptar ese Dios como el
único que libera.
Todo dios, que venga de otra parte o que nos hayamos
fabricado nosotros, será opresor.
Mientras más agobiados nos sintamos, más necesitaremos al
Dios de Jesús.
Ese Dios de Jesús, sencillo y cercano sólo puede ser
descubierto y aceptado desde la sencillez.
No se trata de una exigencia de Dios, sino de una
incompatibilidad.
Dios sólo se puede dar como lo que es.
Dios sólo cabe en un corazón vacío.
ORACIÓN
Señor, que nos has colmado con tantas gracias, concédenos alcanzar
los dones de la salvación y que nunca dejemos de alabarte.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.