“En aquel tiempo, los
pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño
acostado en el pesebre.
1 DE ENERO
FIESTA DE SANTA
MARÍA, MADRE DE DIOS
JORNADA MUNDIAL DE
ORACIÓN POR LA PAZ
1ª Lectura: Números
6,22-27
Invocarán mi nombre y
yo los bendeciré.
Salmo 66: “El Señor
tenga piedad y nos bendiga”
2ª Lectura: Gálatas
4,4-7
Dios envió a su Hijo,
nacido de una mujer.
PALABRA DEL DÍA
Lucas 2,16-21
“En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a
Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al
verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les
decían los pastores. Y María conservaba todas esas cosas, meditándolas en su
corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a
Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al
niño, y le pusieron por nombre Jesús, como le había llamado el ángel antes de
su concepción”.
Versión para América
Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y
al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este
niño,
y todos los que los escuchaban quedaron admirados de
lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las
meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a
Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían
recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al
niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el
Ángel antes de su concepción”.
REFLEXIÓN
Jesús fue el nombre escogido por el cielo para designar al
Mesías. Sabemos toda la fuerza que tiene este nombre bendito. Decir Jesús puede
ser para nosotros la mejor bendición. Con el nombre de Jesús nos protegemos.
Con el nombre de Jesús confesamos nuestra fe, porque estamos confesando que en Jesús, Yahvé nos salva. Con el nombre
de Jesús rezamos, pero siempre que se haga desde el espíritu: “Porque nadie
puede decir: ¡Jesús es Señor! Sino por influjo del Espíritu Santo” (1 Cor
12,3). Con el nombre de Jesús evangelizamos, porque “no hay otro nombre por el
cual el hombre pueda ser salvado” (Hch 4,12).
Sólo una mirada agradecida y suplicante a María. Toda la
gracia y la bendición de Dios pasó por ella. Ella colaboró activamente con su
docilidad y su entrega, con su acogida y disponibilidad, con la fuerza de su fe
y de su amor. Fue siempre: “La mujer dócil a la voz del Espíritu… la que supo
acoger como Abrahán la voluntad de Dios” “Esperando contra toda
esperanza”. La bendecida por el Señor.
“El Señor te bendiga y te proteja,
Ilumine su rostro sobre ti
Y te conceda su favor;
El Señor se fije en ti
Y te conceda la paz” (Núm 6,22ss)
Cada año, cada día, cada instante necesitamos la bendición de
Dios: que ilumine su rostro sobre nosotros, que nos proteja y nos conceda su
favor, que no parte sus ojos de nosotros, esos ojos grandes que envuelven en
amor y que penetran hondo, pacificando.
Dios bendice desde el principio: “Y los bendijo Dios”.
Bendice Dios para que vivamos y para que seamos felices en nuestra tarea.
Bendición es el deseo de Dios expresado en palabras buenas. Pero la palabra que
dios dice, se cumple. Cada palabra suya es como un beso de amor creativo. Dice,
por ejemplo: ¡vive!, y el hombre empezó a ser. Dice: ¡no temas!, y se acabaron
los miedos. Dice: ¡paz!, y la alegría nadie nos la puede quitar. Dice:
¡Espíritu!, y empezamos a renacer. ¡Bendícenos hoy, Señor!
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
Lucas concluye su relato del nacimiento de Jesús indicando a
los lectores que «María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón».
No conserva lo sucedido como un recuerdo del pasado, sino como una experiencia
que actualizará y revivirá a lo largo de su vida.
No es una observación gratuita. María es modelo de fe. Según
este evangelista, creer en Jesús Salvador no es recordar acontecimientos de
otros tiempos, sino experimentar hoy su fuerza salvadora, capaz de hacer más
humana nuestra vida.
Por eso, Lucas utiliza un recurso literario muy original.
Jesús no pertenece al pasado. Intencionadamente va repitiendo que la salvación
de Jesús resucitado se nos está ofreciendo “HOY”, ahora mismo, siempre que nos
encontramos con él. Veamos algunos ejemplos.
Así se nos anuncia el nacimiento de Jesús: “Os ha nacido hoy
en la ciudad de David un Salvador”. Hoy puede nacer Jesús para nosotros. Hoy
puede entrar en nuestra vida y cambiarla para siempre. Con él podemos nacer a
una existencia nueva.
En una aldea de Galilea traen ante Jesús a un paralítico.
Jesús se conmueve al verlo bloqueado por su pecado y lo sana ofreciéndole el perdón:
“Tus pecados quedan perdonados”. La gente reacciona alabando a Dios: “Hoy hemos
visto cosas admirables”. También nosotros podemos experimentar hoy el perdón,
la paz de Dios y la alegría interior si nos dejamos sanar por Jesús.
En la ciudad de Jericó, Jesús se aloja en casa de Zaqueo,
rico y poderoso recaudador de impuestos. El encuentro con Jesús lo transforma:
devolverá lo robado a tanta gente y compartirá sus bienes con los pobres. Jesús
le dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Si dejamos entrar a Jesús
en nuestra vida, hoy mismo podemos empezar una vida más digna, fraterna y
solidaria.
Jesús está agonizando en la cruz en medio de dos malhechores.
Uno de ellos se confía a Jesús: “Jesús, acuérdate de mí cuando estés en tu
reino”. Jesús reacciona inmediatamente: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
También el día de nuestra muerte será un día de salvación. Por fin escucharemos
de Jesús esas palabras tan esperadas: descansa, confía en mí, hoy estarás
conmigo para siempre.
Hoy comenzamos un año nuevo. Pero, ¿qué puede ser para
nosotros algo realmente nuevo y bueno? ¿Quién hará nacer en nosotros una
alegría nueva? ¿Qué psicólogo nos enseñará a ser más humanos? De poco sirven
los buenos deseos. Lo decisivo es estar más atentos a lo mejor que se despierta
en nosotros. La salvación se nos ofrece cada día. No hay que esperar a nada.
Hoy mismo puede ser para mí un día de salvación.
José Antonio Pagola (En Eclesalia)
ORA EN TU INTERIOR CON EL PADRE NUESTRO DE LA
PAZ
Y ahora, una vez que tú estás bendecido, dedícate a bendecir.
Si Dios ha puesto su luz en ti, irradia. Si Dios te ha pacificado, siembra la
paz. Así como Dios nos ama para que nos amemos, Dios nos bendice para que
bendigamos, para que lleguemos a ser una bendición. Que cuando te acerques a otro,
sienta que sale de ti una irradiación benéfica y pacificadora. Y cuando alguien
se acerque a ti, que tú le acojas entrañablemente y le digas bien, le digas
cosas buenas, bonitas, y pueda volver gozoso. Y si tú no te atreves a bendecir,
dile eso: que Dios te bendiga, pero de verdad.
PADRE que miras por igual a todos tus hijos a quienes ves
enfrentados.
NUESTRO: de todos, sea cual sea nuestra edad, color o lugar de
nacimiento.
QUE ESTÁS EN LOS CIELOS, y en la tierra, en cada hombre, en
los humildes y en los que sufren.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE pero no con el estruendo de las
armas, sino con el susurro del corazón.
VENGA A NOSOTROS TU REINO, el de la paz, el del amor. Y aleja
de nosotros los reinos de la tiranía y de la explotación.
HÁGASE TU VOLUNTAD siempre y en todas partes. En el
cielo y en la tierra. Que tus deseos no sean obstaculizados por los hijos del
poder.
DANOS EL PAN DE CADA DÍA que está amasado con paz, con
justicia, con amor. Aleja de nosotros el pan de cizaña que siembra envidia y
división.
DÁNOSLE HOY porque mañana puede ser tarde, la
guerra amenaza y algún loco puede incendiarla.
PERDÓNANOS no como nosotros perdonamos, sino como Tú perdonas.
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN de almacenar lo que no nos diste, de acumular
lo que otros necesitan, de mirar con recelo al otro.
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