“Está mandado: No tentarás al Señor tu Dios”.
10 DE
MARZO
DOMINGO
1º DE CUARESMA
1ª
Lectura: Deuteronomio 26,4-10
Profesión
de fe del pueblo escogido.
Salmo 90
Estás
conmigo, Señor, en la tribulación.
2ª
Lectura: Romanos 10,8-13
Profesión
de fe del que cree en Jesucristo
PALABRA
DEL DÍA
Lucas:
4,1-13
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y
durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras
era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió
hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra
que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No solo de pan vive
el hombre”. Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante
todos los reinos del mundo, y le dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo
eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas
delante de mí, todo será tuyo”. Jesús le contestó: “Está escrito: Al Señor tu
Dios adorarás y a él solo darás culto”. Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso
en el alero del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te
sostendrá en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús le
contestó: “Está mandado: No tentarás al Señor tu Dios”. Completadas las
tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión”.
Versión
para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del
Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No
comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios,
manda a esta piedra que se convierta en pan".
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre
no vive solamente de pan".
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en
un instante todos los reinos de la tierra
y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de
estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.
Si tú te postras delante de mí, todo eso te
pertenecerá".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al
Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la
parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de
aquí abajo,
porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que
ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no
tropiece con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al
Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se
alejó de él, hasta el momento oportuno”.
REFLEXIÓN
El miércoles pasado
comenzamos el tiempo de Cuaresma. Tanto a nivel personal como comunitario los
cristianos vamos a centrar nuestro esfuerzo, a lo largo de estas semanas, en un
trato más frecuente y confiado con Dios, en una atención más afectuosa y amable
con nuestros hermanos y en una sensata sobriedad personal ante cualquier
apetencia o inclinación. La finalidad es muy clara: afinar paulatinamente
nuestro cuerpo y nuestro espíritu para acoger en fe y en esperanza la
resurrección de Jesús el día de Pascua y vivir después, con mayor empuje, la
presencia del Resucitado en nuestras vidas. Todos nos hacemos espaldas con
nuestra oración, nuestra limosna y nuestro ayuno para ir aumentando esa
libertad de hermanos del Resucitado.
En las lecturas de hoy
se nos propone un medio insustituible para avanzar en ese camino de
“desposesión” interior. Es la fe, una fe que engloba toda la persona. En la
primera lectura, Moisés hace una profesión de fe en Dios que ha acompañado al
pueblo desde sus inicios humildes, que ha estado a su lado en los momentos de
aparente desastre y que acaba introduciéndolo en la tierra prometida. Una fe
que se traduce en agradecimiento humilde y en adoración sincera.
Nuestro itinerario
cuaresmal ha de estar impregnado de una fe incondicional en la presencia cierta
de Dios en todas nuestras circunstancias. Nuestra tierra prometida es Cristo
resucitado. Cualquier contratiempo o dificultad durante el trayecto no es sino
una oportunidad para depurar un poco más nuestra adhesión a Dios. La fe no
solamente aligera nuestro espíritu, sino que también fortalece nuestro
compromiso diario.
San Pablo abunda en la
misma afirmación de una manera original. Nuestros labios pueden pronunciar la
mejor oración dirigida a Dios si las palabras son una auténtica confesión de
que Jesús es nuestro único Señor. Nada ni nadie debe ocupar nuestra mente ni
nuestro corazón por encima de Él. Ningún otro señor de esta tierra puede satisfacer
nuestras ansias de plenitud. Más bien, nos deja más sedientos e insatisfechos.
Pero san Pablo añade
que la fe la llevamos en el corazón si creemos que Dios ha resucitado a Jesús
de entre los muertos. Y esta fe del corazón nos hace justos. Creer que Dios le
ha resucitado a él y que también nos resucitará a nosotros significa ya ahora,
en nuestro quehacer diario, que Dios desea sacarnos de nuestras angustias, de
nuestras tumbas, de nuestras muertes. Así nos hacemos más justos con Dios, con
nosotros mismos y con los demás.
El mejor ejemplo para
vivir de esta manera lo encontramos en Jesús tal como hemos escuchado en el
evangelio. El desierto de Jesús es para nosotros, hoy día, el entorno familiar,
eclesial y social que nos toca vivir. En lo cotidiano de la vida emerge la
tentación de insensibilidad a lo invisible, de apego desorbitado a lo material,
de dominio y abuso de los demás. Todos pasamos por estas pruebas que pueden
marcar positivamente nuestro crecimiento espiritual si tenemos la misma
perspectiva de Jesús para no dejarnos engañar por lo más fácil y cómodo a
primera vista.
Jesús no se deja
seducir ni por el pan, ni por la fama, ni por el poder. Su comunión íntima con
el Padre le lleva a mantener su propia integridad y libertad. Su fe y su
intimidad con el Padre le hacen descubrir razones poderosas para superar los
engaños a que se ve sometido. Ve más allá de lo inmediato, lo trasciende, lo
interpreta desde Dios. Ésta es la sabiduría de la fe que penetra más allá de la
fragilidad o de la dureza de nuestro entorno inmediato.
A los seguidores de
Jesús nos toca recorrer su mismo camino, pero reproduciendo –y esto es lo más
importante- sus mismas actitudes en contra de todo aquello que nos aleja de
Dios, de los demás y de lo más noble y digno de nosotros mismos.
Avancemos, pues, en
este camino hacia la resurrección, de la mano de una fe cada día más confiada y
transparente. Nuestras victorias son ya primicia de resurrección.
ENTRA EN
TU INTERIOR
NO
DESVIARNOS DE JESÚS
El relato de las
tentaciones de Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en
un lugar determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones,
“el demonio se marchó hasta otra ocasión”. Las tentaciones volverán en la vida
de Jesús y en la de sus seguidores.
Por eso, los
evangelistas colocan el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús.
Sus seguidores han de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues
son las mismas que ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no
quieren desviarse de él.
En la primera tentación
se habla de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia
hambre: “no solo de pan vive el hombre”. Lo primero para Jesús es buscar el
reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a
Dios, pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.
También hoy nuestra
tentación es pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de
nuestra crisis. Nos desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a
tenerlo, y olvidamos el drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de
casi todo.
En la segunda tentación
se habla de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante
el diablo que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo: “Al Señor,
tu Dios, adorarás”. Jesús no buscará nunca ser servido sino servir.
También hoy se
despierta en algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder
que ha tenido la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando
presionamos las conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias.
Al reino de Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más
compasivo y solidario.
En la tercera tentación
se le propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo,
sostenido por los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar: ”No tentarás al
Señor, tu Dios”. Aunque se lo pidan, no hará nunca un signo espectacular del
cielo. Solo hará signos de bondad para aliviar el sufrimiento y las dolencias
de la gente.
Nos desviamos de Jesús
cuando confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra
exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a
los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Señor, tu actitud
tajante frente al diablo en sus tentaciones es lección para mí, que, como Eva,
no lo rechazo tajantemente con la palabra de Dios. Como tú, no quiero buscar
milagros ni poder, ni ostentación. Quiero vivir con la grandeza y la sencillez
de la fe.
Desde mi debilidad y
mis necesidades te pido, Padre:
· Para que los pueblos
y sus responsables superen las tentaciones del poder y de la violencia y
trabajen por el verdadero desarrollo.
· Para que el pueblo de Dios escuche mejor la
Palabra y sepan transmitirla a los demás.
· Para que los que se preparan a recibir los
sacramentos de la iniciación cristiana maduren en la fe.
· Para
que en este tiempo seamos todos más generosos y solidarios y sepamos acercarnos
a los pobres.
· Para que seamos dóciles
al Espíritu Santo y confiemos en su fuerza para vencer la tentación.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imagen de Paxi Velasco FANO
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