domingo, 17 de febrero de 2019

24 DE FEBRERO: VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)



“Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso”

24 DE FEBRERO

VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©

Primera Lectura: 1 Samuel 26,2,7-9.12-13,22-23

David no quiso atentar contra el ungido del Señor.

Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso.

Segunda Lectura: 1 Corintios 15,45-49

Fuimos semejantes al hombre terreno

y seremos semejantes al hombre celestial.

EVANGELIO DEL DÍA

Lucas 6,27-38

“Ahora bien, a vosotros los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, rezad por los que os maltratan.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica; a todo el que te pide, dale, y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
O sea, tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
Pues si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad! También los descreídos quieren a quien los quiere.
Y si hacéis el bien a los que os hacen el bien ¡vaya generosidad! También los descreídos lo hacen.
 Y si prestáis sólo cuando pensáis recibir, ¡vaya generosidad! También los descreídos se prestan unos a otros con intención de recobrar lo prestado.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los desagradecidos y malvados. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo.
No juzguéis y no os juzgarán, no condenéis y no os condenarán, perdonad y os perdonarán, dad y os darán: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante; pues la medida que uséis la usarán con vosotros”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».

REFLEXIÓN

El pasaje de hoy es la segunda parte del Sermón del Llano y Jesús se dirige a todos los que le escuchan, que se supone son también discípulos suyos. Nos expone valores contrarios a nuestros sentimientos espontáneos, como amar a los enemigos, hacerles el bien, prestar a quienes no nos pueden devolver ni agradecer, etc. Y habla con sentencias paradójicas, de las que hemos de tomar el espíritu.

Jesús está en el polo opuesto de la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente). Además, nos invita a tener compasión de nuestros hermanos, la misma que tiene el Padre con todos nosotros. Algo muy profundo se encierra en este pasaje para nosotros y para la sociedad. Algo que Jesús vivió personalmente con toda intensidad.

Jesús nos pide a sus discípulos que salgamos del círculo de nuestros amigos. Jesús nos invita a la compasión.

Como conclusión, Jesús nos da la regla de oro: “tratad a los demás como queréis que ellos os traten”.

Cuando hacemos el bien, siempre esperamos algún reconocimiento. Jesús no dice eso.

No juzguemos. Jesús no nos prohíbe ver; tampoco, tener criterios. Lo que nos prohíbe es juzgar la conciencia de otros. Sólo Dios puede saber si ha pecado o no. No juzgar, no condenar, perdonar.

ENTRA EN TU INTERIOR

SIN PERDER LA DIRECCIÓN

"A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian". ¿Qué podemos hacer los creyentes de hoy ante estas palabras de Jesús? ¿Suprimirlas del evangelio? ¿Borrarlas del fondo de nuestra conciencia? ¿Dejarlas para tiempos mejores? No cambia mucho en las diferentes culturas la postura básica de los hombres ante el «enemigo», es decir, ante alguien de quien sólo se pueden esperar daños y peligros.

El ateniense Lisias (s. v antes de Cristo) expresa la concepción vigente en la antigüedad griega con una fórmula que sería bien acogida en nuestros tiempos: «Considero como norma establecida que uno tiene que procurar hacer daño a sus enemigos y ponerse al servicio de sus amigos.»

Por eso hemos de destacar todavía más la importancia revolucionaria que se encierra en el mandato evangélico del amor al enemigo, considerado por los exégetas como el exponente más diáfano del mensaje cristiano.

Cuando Jesús habla del amor al enemigo no está pensando en un sentimiento de afecto y cariño hacia él (philia), menos todavía en una entrega apasionada (eros), sino en una apertura radicalmente humana, de interés positivo por la persona del enemigo (agape). Este es el pensamiento de Jesús. El hombre es humano cuando el amor está en la base de toda su actuación. Y ni siquiera la relación con los enemigos debe ser una excepción. Quien es humano hasta el final, descubre y respeta la dignidad humana del enemigo por muy desfigurada que se nos pueda presentar. Y no adopta ante él una postura excluyente de maldición, sino una actitud positiva de interés real por su bien.

Quien quiera ser cristiano y actuar como tal en el contexto de violencia generado entre nosotros ha de vivir todo este conflicto sin renunciar a amar, cualquiera que sea su posición política o ideológica.

Y es precisamente este amor universal, que alcanza a todos y busca realmente el bien de todos sin exclusiones, la aportación más positiva y humana que puede introducir el ciudadano o el político cuya actuación quiera inspirarse en la fe cristiana.

Este amor cristiano al enemigo parece casi imposible en el clima de indignada crispación que provoca la violencia terrorista. Sólo recordar las palabras evangélicas puede resultar irritante para algunos. Y, sin embargo, es necesario hacerlo si queremos vernos libres de la deshumanización que generan el odio y la venganza.

Hay dos cosas que los cristianos podemos y debemos recordar hoy en medio de esta sociedad, aun a precio de ser rechazados. Amar al delincuente injusto y violento no significa en absoluto dar por buena su actuación injusta y violenta. Por otra parte, condenar de manera tajante la injusticia y crueldad de la violencia terrorista no debe llevar necesariamente al odio hacia quienes la instigan o llevan a cabo.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Nuestra compasión, la que nos llevará hasta la felicidad de la que el Señor nos llenará, encuentra su ejemplo más claro en Dios mismo, a quien el salmo nos hace bendecir porque, más allá del comportamiento que hayamos tenido hacia él, él es “compasivo y misericordioso” con nosotros: perdona todas nuestras culpas, rescata nuestra vida de la fosa, no nos trata como merecen nuestros pecados, aleja de nosotros nuestros delitos… Bendito sea Dios por su compasión hacia nosotros y bendito sea Dios porque nos llama a ser compasivos, cada día y a todas horas, los unos con los otros.

ORACIÓN

Concédenos, Dios todopoderoso, que la constante meditación de tus misterios nos impulse a decir y hacer siempre lo que sea de tu agrado.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxí Velasco FANO


Imagen para colorear.





No hay comentarios:

Publicar un comentario