“Sean misericordiosos, como su Padre es
misericordioso”
24 DE
FEBRERO
VII
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©
Primera
Lectura: 1 Samuel 26,2,7-9.12-13,22-23
David no
quiso atentar contra el ungido del Señor.
Salmo
102: El Señor es compasivo y misericordioso.
Segunda
Lectura: 1 Corintios 15,45-49
Fuimos
semejantes al hombre terreno
y seremos
semejantes al hombre celestial.
EVANGELIO
DEL DÍA
Lucas
6,27-38
“Ahora bien, a vosotros los que me escucháis os digo: Amad a
vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os
maldicen, rezad por los que os maltratan.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra;
al que te quite la capa, déjale también la túnica; a todo el que te pide, dale,
y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
O sea, tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
Pues si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad!
También los descreídos quieren a quien los quiere.
Y si hacéis el bien a los que os hacen el bien ¡vaya
generosidad! También los descreídos lo hacen.
Y si prestáis sólo
cuando pensáis recibir, ¡vaya generosidad! También los descreídos se prestan
unos a otros con intención de recobrar lo prestado.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin
esperar nada; así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Altísimo,
porque él es bondadoso con los desagradecidos y malvados. Sed compasivos como
vuestro Padre es compasivo.
No juzguéis y no os juzgarán, no condenéis y no os
condenarán, perdonad y os perdonarán, dad y os darán: os verterán una medida
generosa, colmada, remecida, rebosante; pues la medida que uséis la usarán con
vosotros”.
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos,
hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los
difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra;
al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo
reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por
ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque
hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué
mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué
mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de
ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada
en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del
Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena
medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes
midan también se usará para ustedes».
REFLEXIÓN
El pasaje de hoy es la
segunda parte del Sermón del Llano y Jesús se dirige a todos los que le
escuchan, que se supone son también discípulos suyos. Nos expone valores
contrarios a nuestros sentimientos espontáneos, como amar a los enemigos,
hacerles el bien, prestar a quienes no nos pueden devolver ni agradecer, etc. Y
habla con sentencias paradójicas, de las que hemos de tomar el espíritu.
Jesús está en el polo
opuesto de la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente). Además, nos
invita a tener compasión de nuestros hermanos, la misma que tiene el Padre con
todos nosotros. Algo muy profundo se encierra en este pasaje para nosotros y
para la sociedad. Algo que Jesús vivió personalmente con toda intensidad.
Jesús nos pide a sus
discípulos que salgamos del círculo de nuestros amigos. Jesús nos invita a la
compasión.
Como conclusión, Jesús
nos da la regla de oro: “tratad a los demás como queréis que ellos os traten”.
Cuando hacemos el bien,
siempre esperamos algún reconocimiento. Jesús no dice eso.
No juzguemos. Jesús no
nos prohíbe ver; tampoco, tener criterios. Lo que nos prohíbe es juzgar la
conciencia de otros. Sólo Dios puede saber si ha pecado o no. No juzgar, no
condenar, perdonar.
ENTRA EN
TU INTERIOR
SIN
PERDER LA DIRECCIÓN
"A los que me
escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os
odian". ¿Qué podemos hacer los creyentes de hoy ante estas palabras de
Jesús? ¿Suprimirlas del evangelio? ¿Borrarlas del fondo de nuestra conciencia?
¿Dejarlas para tiempos mejores? No cambia mucho en las diferentes culturas la
postura básica de los hombres ante el «enemigo», es decir, ante alguien de
quien sólo se pueden esperar daños y peligros.
El ateniense Lisias (s.
v antes de Cristo) expresa la concepción vigente en la antigüedad griega con
una fórmula que sería bien acogida en nuestros tiempos: «Considero como norma
establecida que uno tiene que procurar hacer daño a sus enemigos y ponerse al
servicio de sus amigos.»
Por eso hemos de
destacar todavía más la importancia revolucionaria que se encierra en el
mandato evangélico del amor al enemigo, considerado por los exégetas como el
exponente más diáfano del mensaje cristiano.
Cuando Jesús habla del
amor al enemigo no está pensando en un sentimiento de afecto y cariño hacia él
(philia), menos todavía en una entrega apasionada (eros), sino en una apertura
radicalmente humana, de interés positivo por la persona del enemigo (agape).
Este es el pensamiento de Jesús. El hombre es humano cuando el amor está en la
base de toda su actuación. Y ni siquiera la relación con los enemigos debe ser
una excepción. Quien es humano hasta el final, descubre y respeta la dignidad
humana del enemigo por muy desfigurada que se nos pueda presentar. Y no adopta
ante él una postura excluyente de maldición, sino una actitud positiva de
interés real por su bien.
Quien quiera ser
cristiano y actuar como tal en el contexto de violencia generado entre nosotros
ha de vivir todo este conflicto sin renunciar a amar, cualquiera que sea su
posición política o ideológica.
Y es precisamente este
amor universal, que alcanza a todos y busca realmente el bien de todos sin
exclusiones, la aportación más positiva y humana que puede introducir el
ciudadano o el político cuya actuación quiera inspirarse en la fe cristiana.
Este amor cristiano al
enemigo parece casi imposible en el clima de indignada crispación que provoca
la violencia terrorista. Sólo recordar las palabras evangélicas puede resultar
irritante para algunos. Y, sin embargo, es necesario hacerlo si queremos vernos
libres de la deshumanización que generan el odio y la venganza.
Hay dos cosas que los
cristianos podemos y debemos recordar hoy en medio de esta sociedad, aun a
precio de ser rechazados. Amar al delincuente injusto y violento no significa
en absoluto dar por buena su actuación injusta y violenta. Por otra parte,
condenar de manera tajante la injusticia y crueldad de la violencia terrorista
no debe llevar necesariamente al odio hacia quienes la instigan o llevan a
cabo.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Nuestra compasión, la
que nos llevará hasta la felicidad de la que el Señor nos llenará, encuentra su
ejemplo más claro en Dios mismo, a quien el salmo nos hace bendecir porque, más
allá del comportamiento que hayamos tenido hacia él, él es “compasivo y
misericordioso” con nosotros: perdona todas nuestras culpas, rescata nuestra
vida de la fosa, no nos trata como merecen nuestros pecados, aleja de nosotros
nuestros delitos… Bendito sea Dios por su compasión hacia nosotros y bendito
sea Dios porque nos llama a ser compasivos, cada día y a todas horas, los unos
con los otros.
ORACIÓN
Concédenos, Dios
todopoderoso, que la constante meditación de tus misterios nos impulse a decir
y hacer siempre lo que sea de tu agrado.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imágenes
de Paxí Velasco FANO
Imagen
para colorear.
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