“Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes
es el Reino de Dios”
17 DE
FEBRERO
VI
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)
Primera
Lectura: Jeremías 17,5-8
Maldito
el que confía en el hombre. Bendito el que confía en el Señor.
Salmo 1
Dichoso
el hombre que confía en el Señor.
Segunda
Lectura: 1 Corintios 15,12.16-20
Si Cristo
no resucitó, es vana la fe de ustedes.
EVANGELIO
DEL DÍA
Lucas
6,17.20-26
“Bajó con ellos y se detuvo en un llano, con gran número de
discípulos suyos.
Jesús, dirigiendo la mirada a sus discípulos, dijo:
- Dichosos vosotros los pobres, porque sobre vosotros reina
Dios. Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque os van a saciar. Dichosos
los que ahora lloráis, porque vais a reír. Dichosos vosotros cuando os odien
los hombres y os excluyan y os insulten y proscriban vuestro nombre como malo
por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, que grande es la
recompensa que Dios os da; pues lo mismo hacían sus padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro
consuelo! ¡Ay de vosotros, los que ahora
estáis repletos, porque vais a pasar hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque
vais a lamentaros y a llorar! ¡Ay si los
hombres hablan bien de vosotros, pues lo mismo hacían sus padres con los falsos
profetas!”
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Al bajar con ellos se
detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran
muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región
costera de Tiro y Sidón,
Entonces Jesús, fijando
la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque
el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los
que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora
lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes,
cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban,
considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense
de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo!
¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los
ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que
ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen,
porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando
todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los
falsos profetas!”
REFLEXIÓN
Jesús se dispone a
elegir a los Doce Apóstoles. Como ocurre frecuentemente en Lucas, sobre todo
ante las grandes decisiones, para hacer esa elección, Jesús se sumerge en
oración, y esta vez ora toda la noche.
El número doce es
teológico y simbólico, no histórico: doce eran las tribus de Israel, el Pueblo
de Dios; y con ese número, los primeros cristianos quisieron expresar que Jesús
crea el Nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia.
Junto con los Doce,
aparece una gran multitud de seguidores, judíos y paganos. Con ello queda
subrayado el universalismo de la Iglesia.
Las enseñanzas que
siguen a continuación están dadas para estos seguidores y todos los que vengan
detrás de ellos, como se ve en el uso de la segunda persona: Dichosos vosotros,
los pobres. En ese conjunto estamos nosotros.
Aunque el evangelio de
Lucas se escribió después del de Mateo, sin embargo, la fuente de las
bienaventuranzas de Lucas es más antigua que la de Mateo. ¿Quiso corregir Mateo
a la fuente de Lucas? No sabemos. Pero al menos quiso decir que no basta ser
pobre material para ser bienaventurado, si no se es al mismo tiempo pobre de
espíritu.
Algunas personas sacan
de Mateo la consecuencia de que si uno es pobre en el espíritu, es decir,
desprendido, ya puede tener todas las riquezas que quiera. Esta interpretación
es contraria al evangelio. El sentido más verdadero de Mateo es: Dichosos los
que son pobres de hecho y de espíritu.
Cuidado con canonizar
la pobreza. Dios no quiere pobres. Dios quiere que luchemos contra la pobreza.
Dios quiere un mejor reparto de bienes.
La pobreza que Jesús
canoniza es la pobreza solidaria. O sea, ser más pobres de lo que somos, para
que haya para todos. Ello nos exige desprendimiento y lucha social no-violenta.
Podríamos evitar muchos
gastos y tendríamos más para dar a organizaciones solventes. Jesús nos invita a
una vida austera y sencilla. Y a luchar por la justicia. Es la lucha del Amor.
ENTRA EN
TU INTERIOR
TOMAR EN
SERIO A LOS POBRES
Acostumbrados a
escuchar las "bienaventuranzas" tal como aparecen en el evangelio de
Mateo, se nos hace duro a los cristianos de los países ricos leer el texto que
nos ofrece Lucas. Al parecer, este evangelista y no pocos de sus lectores
pertenecían a una clase acomodada. Sin embargo, lejos de suavizar el mensaje de
Jesús, Lucas lo presentó de manera más provocativa.
Junto a las
"bienaventuranzas" a los pobres, el evangelista recuerda las
"malaventuranzas" a los ricos: «Dichosos los pobres...los que ahora
tenéis hambre...los que ahora lloráis». Pero «Ay de vosotros, los ricos...los
que ahora estáis saciados...los que ahora reís». El Evangelio no puede ser
escuchado de igual manera por todos. Mientras para los pobres es una Buena
Noticia que los invita a la esperanza, para los ricos es una amenaza que los
llama a la conversión. ¿Cómo escuchar este mensaje en nuestras comunidades
cristianas?
Antes que nada, Jesús
nos pone a todos ante la realidad más sangrante que hay en el mundo, la que más
le hacía sufrir a él, la que más llega al corazón de Dios, la que está más
presente ante sus ojos. Una realidad que, desde los países ricos, tratamos de ignorar
y silenciar una y otra vez, encubriendo de mil maneras la injusticia más cruel
e inhumana de la que, en buena parte, somos culpables nosotros.
¿Queremos continuar
alimentando el autoengaño o abrir los ojos a la realidad de los pobres?
¿Tenemos voluntad de verdad? ¿Tomaremos alguna vez en serio a esa inmensa
mayoría de los que viven desnutridos y sin dignidad, los que no tienen voz ni
poder, los que no cuentan para nuestra marcha hacia el bienestar?
Los cristianos no hemos
descubierto todavía toda la importancia que pueden tener los pobres en la
historia del cristianismo. Ellos nos dan más luz que nadie para vernos en
nuestra propia verdad, sacuden nuestra conciencia y nos invitan permanentemente
a la conversión. Ellos nos pueden ayudar a configurar la Iglesia del futuro de
manera más evangélica. Nos pueden hacer más humanos y más capaces de
austeridad, solidaridad y generosidad.
El abismo que separa a
ricos y pobres sigue creciendo de manera imparable. En el futuro, cada vez será
más imposible presentarse ante el mundo como Iglesia de Jesús ignorando a los
más débiles e indefensos de la Tierra. O tomamos en serio a los pobres u
olvidamos el Evangelio. En los países ricos nos resultará cada vez más difícil
escuchar la advertencia de Jesús: «No podéis servir a Dios y al Dinero». Se nos hará insoportable.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Con palabras del
Apóstol, lo que debemos hacer, los que hemos sido plantados junto al río, o
sea, en Cristo, es vivir en él, con la esperanza en Cristo”, con la esperanza
que nos da su resurrección, con la esperanza que nos da saber que nuestra fe en
él es lo que nos hará participar un día de la verdadera felicidad, la de los
resucitados que vivirán con él por siempre.
Si nuestra vida echa
así raíces junto al agua de la gracia de Dios, el fruto de la bienaventuranza
ya nos será dado cuando sea el tiempo. Eso es cosa de Dios y no nuestra.
ORACIÓN
Señor Dios, que prometiste
poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia,
vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. AMÉN.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
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