”Recibid
el Espíritu Santo: a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados;
a quiénes se los retengáis, les quedan retenidos”.
20 DE
MAYO
PASCUA DE
PENTECOSTÉS
TERMINA
EL TIEMPO PASCUAL
MISA DEL
DÍA
1ª
Lectura: Hechos 2,1-11
Todos
quedaron llenos del Espíritu Santo.
Salmo:
103
Envía,
Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
2ª
Lectura: 1 Corintios 12,3-1
Hemos
sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo.
EVANGELIO
DEL DÍA
Juan
20,19-23
“Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana,
estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los
judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el
Padre me ha enviado, así os envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre
ellos y les dijo: ”Recibid el Espíritu Santo: a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quiénes se los retengáis, les quedan
retenidos”.
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas
las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los
judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con
ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos
vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté
con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de
decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A los que
les perdonen los pecados, les quedarán perdonados, y a los que no se los
perdonen, les quedarán sin perdonar”.
REFLEXIÓN
El Espíritu Santo es como el Soplo
de Dios. En hebreo Ruah significa a la vez espíritu y soplo o viento; también
en griego: Pneuma. Parece que el soplo, el aliento, el viento es algo más
espiritual, porque no se ve, pero se siente su vitalidad y su fuerza. Hay
realidades que están más allá o más adentro de nuestra perspectiva. El mismo
Jesús compara el Espíritu a lo que sucede con el viento: “El viento sopla donde
quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo
el que nace del Espíritu, le dice Jesús a Nicodemo. No vemos el Espíritu, pero
oímos su voz. No sabemos definir bien el Espíritu, pero experimentamos su
dinamismo creador, vivificante. Nos resulta imposible explicar, siquiera
analógicamente, el origen y la misma identidad del Espíritu, pero sentimos su
presencia y palpamos la multiplicidad de sus actuaciones y sus efectos. Por eso
las mejores definiciones del Espíritu son descriptivas o simbólicas.
Pero este Aliento actúa desde
dentro, oxigenando nuestras neuronas, vitalizando nuestras células, como la
savia de todo el organismo. No es una fuerza externa que nos obligue y nos
conduzca. Es un dinamismo íntimo que nos hace ser y crecer.
El aliento que Jesús transmite a
los suyos es el mismo Espíritu en persona: Recibid el Espíritu Santo. No
reciben solamente una iluminación, una consolación, una fuerza, un don, reciben
todo el Espíritu Santo, la fuente de todas las gracias y el tesoro que encierra
todos los dones. No reciben una parte del Espíritu, sino todo el Espíritu.
La misión del Espíritu
es llenarnos de la Vida de Jesús, asemejarnos a Cristo en todo. Él nos habla de
Cristo. Él va pintando en nosotros la imagen de Cristo. Él nos recrea con la
misma “genética” de Cristo.
Donde hay Espíritu no hay miedo.
Cuando llega el Espíritu se abren las puertas cerradas, se habla claro y
bonito, se dicen las verdades delante de todos los públicos. Eso sí, con respeto
y con misericordia, sin amenazas ni insultos.
Donde hay Espíritu hay libertad. El
Espíritu está reñido con la esclavitud, sea interior –todo lo que te ata-, sea
exterior, por condicionamientos de cualquier tipo. El que tiene el Espíritu respeta,
pero no se doblega ante nada ni ante nadie; no adora a los poderosos o a los
líderes o a los sabios o al dinero o al ambiente cultural y social… Sólo adora
a Dios.
Donde hay Espíritu hay fortaleza y
paciencia. Se asume la persecución, la cárcel, los azotes. El Espíritu conforta
y consuela en la lucha, en la enfermedad, en la humillación. El Espíritu es el
que unge a los mártires y a cuantos sufren por la fe y por el amor.
Donde hay Espíritu hay generosidad.
El Espíritu es Don y capacidad de donar. El Espíritu no es posesivo, sino
comunicativo. Nada retiene, libre como el aire. Comparte cuanto es y cuanto
tiene. Y siempre desde la gratuidad, no es interesado, es gracia.
Donde hay Espíritu hay amor. Claro,
el Espíritu se define como el Amor de Dios personalizado. Amor de Dios
derramado en nuestros corazones. En el fondo, cuando hablamos de energía, de
fortaleza, de libertad, de generosidad, estamos hablando de resplandores de una
misma realidad, que es el amor. Desde el amor nos hacemos libres, valientes,
pacientes, generosos, entregados. Desde el Espíritu podemos amar como nos amó
Jesucristo.
ENTRA EN
TU INTERIOR
INVOCACIÓN
AL ESPÍRITU
Ven Espíritu Santo.
Despierta nuestra fe
débil, pequeña y vacilante. Enséñanos a vivir confiando en el amor insondable
de Dios nuestro Padre a todos sus hijos e hijas, estén dentro o fuera de tu
Iglesia. Si se apaga esta fe en nuestros corazones, pronto morirá también en nuestras
comunidades e iglesias.
Ven Espíritu Santo.
Haz que Jesús ocupe el
centro de tu Iglesia. Que nada ni nadie lo suplante ni oscurezca. No vivas
entre nosotros sin atraernos hacia su Evangelio y sin convertirnos a su
seguimiento. Que no huyamos de su Palabra, ni nos desviemos de su mandato del
amor. Que no se pierda en el mundo su memoria.
Ven Espíritu Santo.
Abre nuestros oídos
para escuchar tus llamadas, las que nos llegan hoy, desde los interrogantes,
sufrimientos, conflictos y contradicciones de los hombres y mujeres de nuestros
días. Haznos vivir abiertos a tu poder para engendrar la fe nueva que necesita
esta sociedad nueva. Que, en tu Iglesia, vivamos más atentos a lo que nace que
a lo que muere, con el corazón sostenido por la esperanza y no minado por la
nostalgia.
Ven Espíritu Santo.
Purifica el corazón de
tu Iglesia. Pon verdad entre nosotros. Enséñanos a reconocer nuestros pecados y
limitaciones. Recuérdanos que somos como todos: frágiles, mediocres y
pecadores. Libéranos de nuestra arrogancia y falsa seguridad. Haz que
aprendamos a caminar entre los hombres con más verdad y humildad.
Ven Espíritu Santo.
Enséñanos a mirar de
manera nueva la vida, el mundo y, sobre todo, a las personas. Que aprendamos a
mirar como Jesús miraba a los que sufren, los que lloran, los que caen, los que
viven solos y olvidados. Si cambia nuestra mirada, cambiará también el corazón
y el rostro de tu Iglesia. Los discípulos de Jesús irradiaremos mejor su
cercanía, su comprensión y solidaridad hacia los más necesitados. Nos
pareceremos más a nuestro Maestro y Señor.
Ven Espíritu Santo.
Haz de nosotros una
Iglesia de puertas abiertas, corazón compasivo y esperanza contagiosa. Que nada
ni nadie nos distraiga o desvíe del proyecto de Jesús: hacer un mundo más justo
y digno, más amable y dichoso, abriendo caminos al reino de Dios.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR CON LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU.
Sabemos muy bien que todo lo que
somos ha sido un don de Dios y, por eso, nos queremos dirigir a él con las
manos totalmente vacías para acoger sus dones, los dones del Espírit
DON DE LA
SABIDURÍA: Sabemos que Dios nos ha dado una
nueva identidad, nos ha marcado con su Espíritu; por eso pedimos la fuerza
necesaria para ser capaces de vivir sin temor la libertad que supone el hecho
de ser bautizados.
También queremos ofrecer nuestra capacidad de
ir a fondo para descubrir la profundidad de este misterio, para conocer,
madurar y saborear, cada vez más, nuestra fe.
DON DE
ENTENDIMIENTO: Entendemos que Dios nos acoge
siempre, para lo que pase; y por eso pedimos que en la comunidad nos acojamos
también con la misma incondicionalidad.
Queremos ofrecer nuestra espontaneidad y
apertura para afrontar cualquier situación.
DON DE
CONSEJO: No tenemos demasiadas cosas, pero sí
un camino que recorrer, por eso pedimos no ir solos en este camino.
frecemos la voluntad de aprovechar cada etapa
de nuestro crecimiento y maduración en la fe, conscientes de que, en cada
momento, Dios nos sale al encuentro.
DON DE
FORTALEZA: También queremos llegar muy arriba; y
por eso pedimos el apoyo y la ayuda de Dios y de los hermanos, fuertemente
unidos y parando los golpes que nos pueda traer la vida.
DON DE
PIEDAD: También queremos pedir que la
comunidad nos ayude a vivir una espiritualidad firme y sólida, a fin de
escuchar la voz de Dios y poder responder a ella.
Ofrecemos nuestra
necesidad de interiorización, oración y recogimiento, para experimentar
silencios llenos en lugar de palabras vacías.
DON DE
CIENCIA: Queremos pedir también un esfuerzo
conjunto para intentar adaptarnos a los signos de los tiempos, para dar
respuesta a las necesidades de hoy, fundamentalmente en las verdades de
siempre.
DON DE
FIDELIDAD A DIOS: La mano de Dios la encontramos en los
testimonios de la comunidad por esto pedimos que los cristianos seamos siempre
un ejemplo a seguir para todos. Ofrecemos nuestro compromiso y nuestra
fidelidad a Dios intentando siempre, dar una respuesta de fe.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
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