“Id
al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación.”
13 DE MAYO
VII DOMINGO DE PASCUA
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Primera Lectura: Hechos 1,1-11
Se fue elevando a la vista de sus
apóstoles.
Salmo 46
Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono.
Aleluya
Segunda Lectura: Efesios 4,1-13
Hasta que alcancemos en todas sus
dimensiones la plenitud de Cristo.
EVANGELIO DEL DÍA
Marcos 16,15-20
“En aquel tiempo, se apareció
Jesús a los Once y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda
la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer
será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios
en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si
beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y
quedarán sanos”. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó
a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes,
y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los
acompañaban.”
Versión para América Latina, extraída de la
Biblia del Pueblo de Dios.
“Entonces les dijo: "Vayan
por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."
El que crea y se bautice, se
salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a
los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;
podrán tomar a las serpientes con
sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las
manos sobre los enfermos y los curarán".
Después de decirles esto, el
Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas
partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la
acompañaban.”
REFLEXIÓN
La Ascensión del Señor, quiere significar:
cercanía al Padre, igualdad de poder y de gloria.
Pero en vez de
Ascensión podríamos hablar de comunión. Que Jesucristo suba al Padre quiere
decir que se abraza en comunión perfecta con el Padre. El Padre y yo somos uno,
decía Jesús. Pero aquí se añade la dimensión humana del Hijo, que vive también
en comunión trinitaria.
En la Encarnación
se destaca la glorificación de la naturaleza humana, divinizada de Jesucristo.
El Hijo de Dios se despojó del manto divino para asumir la humanidad y vivir
entre los hombres.
Y ahora, en la
Ascensión, el Hijo del Hombre se adorna con el manto de Dios para vivir
eternamente en Él. Lo humano y lo divino se suman, no se contrarrestan. Dios se
ha hecho hombre, el hombre se ha hecho Dios.
La realización
plena de este dinamismo se encuentra en Jesucristo. Pero alcanza de una manera
u otra a todos los hombres. Dios se hizo hombre. Pero el misterio de la
encarnación se prolonga indefinidamente.
Dios se hizo
hombre en el hijo de María, pero se sigue haciendo hombre en los pobres, en los
enfermos, en todos los que sufren. Se hace hombre en los hermanos, en todos los
que están llamados a ser hermanos.
Dios se humaniza
en el amor humano. En los que se quieren, en los que viven en común, en los que
rezan en común, en los que tienen entrañas de misericordia.
Dios se humaniza
en los que creen en Jesús y guardan su palabra, en los que se dejan guiar por
el Espíritu, en los que transforman sus vidas viviendo en Jesucristo.
Y el hombre se
hace Dios. Hay una semilla divina en todo ser humano, porque estamos hechos a
imagen y semejanza de Dios. Esta semilla debe desarrollarse en plenitud.
Es camino de salir
de sí, de no vivir para sí, sino en relación solidaria, en comunión.
Jesús sube al
cielo.
El cielo no es un
lugar, sino una manera de estar, otra manera de ser. El cielo está donde se
vive y cuando se vive en amor. El cielo es experimentar la presencia de Dios.
Hay fuerzas que
nos ayudan a llegar al cielo:
• El deseo, hijo del
amor y de la esperanza.
• La oración, que es
diálogo y encuentro, que es apertura a Dios.
• El servicio
desinteresado y alegre, que es un camino directo hacia Dios.
• La pobreza, para
aligerar el equipaje.
• El esfuerzo, para
poder llegar a la cima.
• La fortaleza, para
superar los caminos y los momentos oscuros.
• La misericordia,
para aprender a sentir como Dios.
Todo se resume en el amor como nos recuerda
la oración litúrgica: “Tú que por el camino del amor descendiste hasta
nosotros, haz que nosotros por el mismo camino ascendamos hasta ti”.
Alguien dijo que uno no está donde está
sino donde ama, donde tiene su corazón. Así de sencillo, pero así de verdad y
así de gratificante.
Uno está más donde anhela, donde piensa,
donde sufre, donde suspira, donde quiere, donde ama.
Y esto que es verdad ahora, es más verdad
cuando se vive más en el Espíritu. Porque el Espíritu, que es amor, está donde
ama y donde le aman.
Salimos ganando con la Ascensión del Señor:
• Porque nos garantiza
su presencia: “ánimo, no temáis…”
• Porque está más
dentro de nosotros, en mayor intimidad.
• Porque puede estar
con todos nosotros, sin limitación de espacio.
• Porque puede estar
siempre con nosotros, sin limitación de tiempo.
• Porque está con
nosotros en su Espíritu, la presencia más lograda y más rica. Es una presencia
divina que acompaña y transforma. Es como si el mismo Cristo viviera en
nosotros, hasta convertirnos en otros Cristos. Presencia dinámica y
transformadora.
• Porque está con
nosotros en su Palabra, presencia que se convierte en luz para el camino.
• Porque está con
nosotros en el pan partido y en los sacramentos, presencia real, que acompaña,
consuela, fortalece y alimenta.
• Porque está con
nosotros en los hermanos, en los que le recuerdan y le aman, en los que
comulgan, en los que se unen, en los que se comprometen.
• Porque está con
nosotros en los enfermos, en los pobres y en los que sufren, presencia
ardiente, llagas dolorosas del cuerpo del Señor Jesús.
Jesús está presente en el hombre. ¿Qué tú
no lo ves? Es porque te falta fe y te falta amor. Grita como el ciego de
nacimiento: “Señor, que pueda ver, Señor, que pueda verte”.
ENTRA EN TU INTERIOR
Jesús encontró el
modo de mitigar el dolor de la separación. Cierto que la ausencia de amor solo
se cura con la presencia, pero es que Jesús, nuestro gran amigo, no es un
ausente, él se hace presente de muchas y variadas formas.
Los que se aman
nunca se separan, porque uno está donde ama. Es una presencia, no corporal,
sino espiritual, pero real. El amor devora los espacios y los tiempos.
Cuando Salimos de
nosotros mismos y nos ponemos en camino solidario, ahí encontramos a Jesús. Él
ha Sacramentalizado a los pobres, y a los pequeños y débiles, a todos los que
sufren.
Donde hay
comunidad, donde hay familia, donde hay amistad, allí está Cristo, que
convierte los encuentros en sacramento. Cuando nos reunimos en su nombre,
cuando nos querremos, cuando nos perdonamos, ahí se hace presente al Señor.
Cuando oramos,
cuando nos abrimos a la presencia de Dios, cuando escuchamos su palabra.
Entonces el nos habla al corazón. Su palabra es también como un sacramento, y
nos enciende el corazón.
ORA EN TU INTERIOR
A ti, Cristo, que
estás con el Padre y que eres nuestro hermano, te pedimos: Señor Jesús,
intercede por nosotros.
• Mira a tu Iglesia,
que sea sacramento de tu presencia. Suscita en ella testigos de tu amor.
• Mira al mundo, que
se abra a los valores del Reino. Suscita trabajadores de la paz, la justicia y
la solidaridad.
• Mira a los más
pequeños y a los que más sufren, que sean respetados y ayudados.
• Mira a los niños y
jóvenes que reciben los sacramentos de iniciación. Que sean siempre tus amigos
y tus testigos.
• Míranos, Jesús, que
vivamos cada vez más unidos a ti. Suscita en todos anhelos de tu presencia.
ORACIÓN FINAL
Te pedimos, Señor,
que los dones que hemos recibido de tu altar enciendan en nuestros corazones el
deseo de la patria celestial, para que, siguiendo las huellas de nuestro
Salvador, ten damos siempre a la meta a donde nos ha precedido.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
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