domingo, 3 de diciembre de 2017

8 Y 10 DE DICIEMBRE: SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA Y SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO.




“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”

 8 DE DICIEMBRE

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

PRIMERA LECTURA: Génesis 3,9-15.20

Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer.

SALMO 97

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

SEGUNDALECTURA: Efesios 1,3-6.11-12

Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo.

PALABRA DEL DÍA

Lucas 1,26-38

“A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
-“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Y María dijo al ángel:
-“¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”
El ángel le contentó:
-“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible”. María contestó: -“Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”.- Y la dejó el ángel.”

Versión para América Latina, extraída de la biblia del Pueblo de Dios

“En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó.”

REFLEXIÓN

A lo largo de los siglos la Iglesia ha tomado conciencia de que María, “llena de gracia” por Dios (Lc 1,28), ha sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el papa Pío IX: “La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano”.

Esta “resplandeciente santidad del todo singular” de la que ella fue “enriquecida desde  el primer instante de su concepción” (LG 56), le viene toda entera de Cristo: ella es “redimidade la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo” (LG 53). El Padre la ha “bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo” (Ef 1,3) más que a ninguna otra persona creada. Él la ha “elegido en él, antes de la creación del mundo para serSanta e Inmaculada en su presencia por el amor” (Ef 1,4). (Catecismo de la Iglesia Católica, 

(491-492).

          El misterio de la Inmaculada  Concepción quiere decirnos que María fue preservada de toda caída. Dios la llevó siempre sobre sus alas (Dt. 32,11). Ningún bandido la despojó de sus vestiduras y de su dignidad. ¡Tanto amó Dios a su pequeña esclava! María tuvo siempre la fe vigilante y despierta, el amor entregado. María era en todo un fruto del Espíritu.
Podemos decir que en María, Adán se levanta por primera vez. Adán empieza a ser restaurado y dignificado en María, hija suya, de su misma naturaleza. En cierto sentido podemos decir que María levanta a Adán.

          María está bien levantada. ¿Hasta dónde? Hasta donde Adán quería, hasta el mismo cielo, hasta el mismo Dios. Adán cayó precisamente porque quería ser Dios por sí mismo.
Tropezó en su soberbia, y la caída fue espantosa. Ahora María, y con ella Adán, llega hasta Dios, pero de la mano de Dios, por el camino de la docilidad y la humildad. Cuando ella más se abajaba, Dios más la subía. Cuanto Dios más le pedía, ella más le obedecía.

ENTRA  EN TU INTERIOR

UN ANUNCIO SORPRENDENTE 

Lucas narra el anuncio del nacimiento de Jesús en estrecho paralelismo con el del Bautista. El contraste entre ambas escenas es tan sorprendente que nos permite entrever con luces nuevas el Misterio del Dios encarnado en Jesús.

El anuncio del nacimiento del Bautista sucede en «Jerusalén», la grandiosa capital de Israel, centro político y religioso del pueblo judío. El nacimiento de Jesús se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea. Una aldea sin relieve alguno, llamada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir nada bueno. Años más tarde, estos pueblos humildes acogerán el mensaje de Jesús anunciando la bondad de Dios. Jerusalén por el contrario lo rechazará Casi siempre, son los pequeños e insignificantes los que mejor entienden y acogen al Dios encarnado en Jesús.

El anuncio del nacimiento del Bautista tiene lugar en el espacio sagrado del «templo». El de Jesús en una casa pobre de una «aldea». Jesús se hará presente allí donde las gentes viven, trabajan, gozan y sufren. Vive entre ellos aliviando el sufrimiento y ofreciendo el perdón del Padre. Dios se ha hecho carne, no para permanecer en los templos, sino para «poner su morada entre los hombres» y compartir nuestra vida.

El anuncio del nacimiento del Bautista lo escucha un «varón» venerable, el sacerdote Zacarías, durante una solemne celebración ritual. El de Jesús se le hace a María, una «joven» de unos doce años. No se indica donde está ni qué está haciendo. ¿A quién puede interesar el trabajo de una mujer? Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios encarnado, mirará a las mujeres de manera diferente, defenderá su dignidad y las acogerá entre sus discípulos.

Por último, del Bautista se anuncia que nacerá de Zacarías e Isabel, una pareja estéril, bendecida por Dios. De Jesús se dice algo absolutamente nuevo. El Mesías nacerá de María, una joven virgen. El Espíritu de Dios estará en el origen de su aparición en el mundo. Por eso, «será llamado Hijo de Dios». El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren mutuamente. Nace como fruto del Amor de Dios a toda la humanidad. Jesús no es un regalo que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.

 José Antonio Pagola

  ORA EN TU INTERIOR

            Adán sigue cayendo, por culpa propia o ajena. Cae cuando rechaza a Dios y se endiosa a sí mismo, cae cuando se deja llevar de la violencia o cuando sufre la violencia de los otros, cae por el desamor y la envidia, cae cuando agoniza en la miseria y el subdesarrollo, cae cuando no encuentra trabajo; y cae por la enfermedad, por la soledad, por la depresión y el fracaso; cae por el alcohol, la droga y el sexo, por el dinero y el juego, cae por los accidentes y desgracia, y por la muerte, por toda clase de muertes.

            Cristo está siempre cerca del caído, para acompañarle y levantarle. Y María también está ahí, transmitiendo su energía superadora y su calor maternal ¿No hemos sentido nunca, cuando estábamos en el suelo, la mirada compasiva y la mano delicada de la madre? Ella sigue levantando a Adán con su intercesión y su ayuda, con su cercanía misericordiosa.

           María, levanta a tus hijos caídos. Levántame a mí cuando caiga. Tiéndeme tu mano, como Jesús la tendió a Pedro en el lago. Y dame capacidad y corazón para que yo pueda levantar a los demás.

            María nunca tuvo que llorar estas lágrimas amargas, aunque sí tuvo que llorar -¡y sigue llorando!- muchas lágrimas. Las suyas no fueron lágrimas de arrepentimiento, porque nunca gustó de la tristeza radical del pecador. Las suyas fueron –y son- lágrimas cálidas, compasivas. Precisamente, la mejor manera que tiene María de consolar a Eva es llorar con ella. María llora con todos los hijos que lloran, y cuando hace suyas las lágrimas, ellos dejan de llorar.

           María es la consolada con el dulce consuelo del Espíritu. Desde el principio Dios la sonríe y la bendice con bendición entera y radical. Escucharemos los ecos de esta bendición:
“Alégrate. María”.

“Bendita tú… y bendito el fruto de tu vientre”.
“Dichosa tú, que has creído”
”Dichosa me dirán todas las generaciones”.

ORACIÓN

Decir el fíat y entregar el seno. Cantar agradecida en la montaña, para todos los vientos de la historia, el gozo de los pobres libertados. Y ya callar detrás del evangelio… y darle al mundo el Redentor humano y devolverle al Padre el Hijo. ¡Dios te salve, María!, Madre de la Palabra en el silencio”. (Pedro Casaldáliga).

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco (FANO)

Imagen para colorear.






-“Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las 

sandalias”. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.”

10 DE DICIEMBRE

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

PRIMERA LECTURA: Isaías 40,1-5.9-11

Dios llega con ternura, como un pastor cuidadoso: “Lleva en sus brazos los corderos, cuida de las madres”. Se abre el Libro de la Consolación. Es un buen título para nuestro Dios. No es el Dios del miedo, sino del consuelo. Consuelo que no es solamente afectivo, sino existencial. Es un Dios que viene con ternura y con fuerza, como un pastor.

            Estas palabras son palabras que necesitamos mucho, y que el profeta Isaías repetirá varias veces:”Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo” (Is 66,13).

Salmo 84: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

            Muéstranos, Señor tu misericordia. Muéstranos, Señor, tu amor, los secretos de tu corazón, la fuente de gracia que nos salva, la fuerza que sostiene nuestras luchas, la meta que todos, sedientos, anhelamos.

SEGUNDA LECTURA: 2 Pedro 3,8-14

            La segunda carta de Pedro está centrada en el tema del retorno de Cristo. ¿No se prolonga la espera? ¿Cuántos días, cuántos años habrá que esperar todavía? ¿Cincuenta, cien años? La respuesta es doble: una invitación a la paciencia, imitando al mismo Dios, “que tiene mucha paciencia con vosotros” Se nos pide una paciencia, no resignada, sino activa y esperanzada: “Esperad y apresurad la venida del Señor”. La otra respuesta relativiza el tiempo: “Un día es como mil años y mil años como un día”.

PALABRA DEL DÍA

Marcos 1,1-8

“Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: “Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”
Juan bautizaba en desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: -“Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias”. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.”

Versión para América Latina, extraída de la biblia del Pueblo de Dios

“Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.
Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos,
así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:
"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".

REFLEXIÓN

El inicio del evangelio de Marcos es como un prólogo de todo su escrito. Presenta a Juan como precursor de Jesús. Pero antes, con la frase inicial, centra la mirada en el tema de su escrito: se trata  de “el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Será un relato sobre Jesús Mesías e Hijo de Dios, y mostrará el mismo evangelio que Jesús anuncio. El Evangelio empieza con el anuncio del precursor que anuncia el profeta Isaías. Juan el Bautista.

Juan viene a preparar el camino del Señor. Lo hace con gestos y palabras. Por una parte con  el bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Y, por otra parte anunciando a aquel que no bautizará solo con agua, sino con Espíritu Santo y fuego, ante éste, Juan no se considera digno ni de agacharse para desatarle las sandalias.

El mismo Juan dará testimonio de la presencia del Espíritu en Jesús,  cuando después de bautizar a Jesús, vio rasgarse el cielo y la voz del Padre bajar sobre Él.

Juan no se cansa de anunciar la conversión. Ha nacido para eso, para preparar a Cristo, el Señor, un pueblo bien dispuesto, para allanar los caminos del Mesías. Lo hizo con palabras y signos. Pedía frutos de conversión, frutos de caridad y de justicia, de respeto y no violencia. Utilizó el signo del bautismo para lavarles de todos los pecados.

ENTRA EN TU INTERIOR 
      
CONFESAR NUESTROS PECADOS 

«Comienza la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios». Éste es el inicio solemne y gozoso del evangelio de Marcos. Pero, a continuación, de manera abrupta y sin advertencia alguna, comienza a hablar de la urgente conversión que necesita vivir todo el pueblo para acoger a su Mesías y Señor.

 En el desierto aparece un profeta diferente. Viene a «preparar el camino del Señor» Éste es su gran servicio a Jesús. Su llamada no se dirige sólo a la conciencia individual de cada uno. Lo que busca Juan va más allá de la conversión moral de cada persona. Se trata de «preparar el camino del Señor», un camino concreto y bien definido, el camino que va a seguir Jesús defraudando las expectativas convencionales de muchos.

 La reacción del pueblo es conmovedora. Según el evangelista, dejan Judea y Jerusalén y marchan al «desierto» para escuchar la voz que los llama. El desierto les recuerda su antigua fidelidad a Dios, su amigo y aliado, pero, sobre todo, es el mejor lugar para escuchar la llamada a la conversión.

 Allí el pueblo toma conciencia de la situación en que viven; experimentan la necesidad de cambiar; reconocen sus pecados sin echarse las culpas unos a otros; sienten necesidad de salvación. Según Marcos, «confesaban sus pecados» y Juan «los bautizaba».

 La conversión que necesita nuestro modo de vivir el cristianismo no se puede improvisar. Requiere un tiempo largo de recogimiento y trabajo interior. Pasarán años hasta que hagamos más verdad en la Iglesia y reconozcamos la conversión que necesitamos para acoger más fielmente a Jesucristo en el centro de nuestro cristianismo.

 Ésta puede ser hoy nuestra tentación. No ir al «desierto». Eludir la necesidad de conversión. No escuchar ninguna voz que nos invite a cambiar. Distraernos con cualquier cosa, para olvidar nuestros miedos y disimular nuestra falta de coraje para acoger la verdad de Jesucristo.

 La imagen del pueblo judío «confesando sus pecados» es admirable. ¿No necesitamos los cristianos de hoy hacer un examen de conciencia colectivo, a todos los niveles, para reconocer nuestros errores y pecados? Sin este reconocimiento, ¿es posible «preparar el camino del Señor»?

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Muéstrame, Señor tu amor, los secretos de tu corazón y la fuente de gracia que me salva, la fuerza que sostenga mi debilidad, y la meta que anhelo.

Mira, Señor, mi pobreza, los deseos intensos de buscarte, de acercarme a ti, aunque la mayoría de ellos fracasen por mi culpa, dejo de buscarte demasiado pronto, mientras que tú no te cansarías hasta encontrarme.

Quiero, Señor, dar frutos de conversión, frutos de justicia y caridad, frutos de amor, para eso he de sepultarme de nuevo en las aguas purificadoras de mi bautismo y renovarlo, para que realmente, se laven mis pecados y pueda vestir la vestidura blanca del hombre nuevo.

ORACIÓN

Yo sé, Señor, Salvador mío, que vas a venir. Sé que vienes siempre. Quiero fijarme en los obstáculos que podrían impedir tu llegada. Una voz poderosa, la del Bautista, me alerta y me invita, a allanarte el camino. Sé que se refiere a la actitud que debo tener para recibirte. Tú quieres venir a mí, y yo quiero propiciar tu venida cambiando lo que tenga que cambiar en mi vida, para lograrlo, ayúdame con tu gracia y con la fuerza de tu Espíritu. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco (FANO)

Imagen para colorear

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