15 DE
ENERO
II
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
1ª
Lectura: Isaías 49,3.5-6
Te hago
luz de ls naciones, para que todos vean mi salvación.
Salmo 39
Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
2ª
Lectura: 1 Corintios 1,1-3
La gracia
y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo el Señor.
PALABRA
DEL DÍA
Juan:
1,29-34
“Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que veía hacia él,
exclamó:
- “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Éste es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por
delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a
bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”.
Y Juan dio testimonio diciendo:
- “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una
paloma, y se posó sobre él.”
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo:
"Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre
que me precede, porque existía antes que yo.
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que
él fuera manifestado a Israel".
Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu
descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me
dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese
es el que bautiza en el Espíritu Santo'.
Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de
Dios".
REFLEXIÓN
En la revelación cristiana tiene una gran importancia, la mirada y
los ojos: “He visto al Espíritu que
bajaba del cielo y se posaba sobre él”, dice el Bautista. Y el apóstol Juan,
por su parte, dice: “Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es”.
Pienso en la bienaventuranza:
“¡Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Pureza y
visión se reclaman mutuamente. Si el mundo “no nos conoce, es porque no conoció
a Dios”: Dios permanece para él oculto, cubierto, disimulado, por falta de una
mirada capaz de ver lo invisible a través de lo humano y contingente.
el Bautista señala a Jesús, está
viendo; sin embargo, no hay en ello ningún fenómeno extraordinario. Es la
simple realidad, pero comprendida, contemplada en su profunda unidad. Juan fue
un ser de una pureza perfecta: percibió la manifestación del Espíritu donde
otros no veían nada. Bien pudiera ser que todavía hoy estuviera la fe en lucha
con el mismo requerimiento.
ENTRA EN
TU INTERIOR
REDUPERAR
A JESÚS
Los creyentes tenemos múltiples y muy diversas imágenes de Dios. Desde
niños nos vamos haciendo nuestra propia idea de él, condicionados, sobre todo,
por lo que vamos escuchando a catequistas y predicadores, lo que se nos
transmite en casa y en el colegio o lo que vivimos en las celebraciones y actos
religiosos.
Todas estas imágenes que nos hacemos de Dios son imperfectas y
deficientes, y hemos de purificarlas una y otra vez a lo largo de la vida. No
lo hemos de olvidar nunca. El evangelio de Juan nos recuerda de manera rotunda una
convicción que atraviesa toda la tradición bíblica: «A Dios no le ha visto
nadie jamás».
Los teólogos hablamos mucho de Dios, casi siempre demasiado; parece que
lo sabemos todo de él: en realidad, ningún teólogo ha visto a Dios. Lo mismo
sucede con los predicadores y dirigentes religiosos; hablan con seguridad casi
absoluta; parece que en su interior no hay dudas de ningún género: en realidad,
ninguno de ellos ha visto a Dios.
Entonces, ¿cómo purificar nuestras imágenes para no desfigurar de manera
grave su misterio santo? El mismo evangelio de Juan nos recuerda la convicción
que sustenta toda la fe cristiana en Dios. Solo Jesús, el Hijo único de Dios,
es «quien lo ha dado a conocer». En ninguna parte nos descubre Dios su corazón
y nos muestra su rostro como en Jesús.
Dios nos ha dicho cómo es encarnándose en Jesús. No se ha revelado en
doctrinas y fórmulas teológicas sublimes sino en la vida entrañable de Jesús,
en su comportamiento y su mensaje, en su entrega hasta la muerte y en su
resurrección. Para aproximarnos a Dios hemos de acercarnos al hombre en el que
él sale a nuestro encuentro.
Siempre que el cristianismo ignora a Jesús o lo olvida, corre el riesgo
de alejarse del Dios verdadero y de sustituirlo por imágenes distorsionadas que
desfiguran su rostro y nos impiden colaborar en su proyecto de construir un
mundo nuevo más liberado, justo y fraterno. Por eso es tan urgente recuperar la
humanidad de Jesús.
No basta con confesar a Jesucristo de manera teórica o doctrinal. Todos
necesitamos conocer a Jesús desde un acercamiento más concreto y vital a los
evangelios, sintonizar con su proyecto, dejarnos animar por su espíritu, entrar
en su relación con el Padre, seguirlo de cerca día a día. Ésta es la tarea
apasionante de una comunidad que vive hoy purificando su fe. Quien conoce y
sigue a Jesús va disfrutando cada vez más de la bondad insondable de Dios.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Jesús quitó el pecado del mundo escogiendo el camino del servicio, de la
humildad, de la pobreza, de la entrega hasta la muerte. Esa actitud anula toda
forma de dominio, por eso consigue la salvación total. Es el único camino para
llegar a ser hombre auténtico.
Jesús salvó al hombre, suprimiendo de su vida toda opresión que impida el
proyecto de creación definitiva y total del hombre. Jesús nos abrió el camino
de la verdadera salvación, ayudando a todos los oprimidos a salir de su
opresión. Siempre que estaba en sus manos, sacándolos de la opresión física,
material. Cuando esto no era posible, cogiéndoles por la solapa y diciéndoles:
Eres libre, sé tú mismo, no dejes que nadie te destroce como ser humano; en tu
verdadero ser, nadie podrá someterte si tú no te dejas.
ORACIÓN
Infúndenos, Señor, el
espíritu de caridad, para que, saciados con el pan del cielo, vivamos siempre
unidos en tu amor.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imágenes
de Fano.
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