“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo,
que cargue con su cruz y me siga".
15 DE SEPTIEMBRE
DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
1ª Lectura: Isaías 50,5-9
Ofrecí la espalda a los que me apaleaban.
Salmo 114: “Caminaré en presencia del Señor en el país de
la vida”.
2ª Lectura: Santiago 2,14-18
La fe, si no tiene obras, está muerta.
PALABRA DEL DÍA
Marcos 8,27-35
“En aquel tiempo, Jesús y
sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino,
preguntó a sus discípulos: - ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le
contestaron: -Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.
Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro le contestó: -Tú
eres el Mesías. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a
instruirlos: -El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser
condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y
resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se
lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los
discípulos, increpó a Pedro: - ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como
los hombres, no como Dios! Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les
dijo: -El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con
su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda
su vida por mí y por el evangelio, la salvará”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del
Pueblo de Dios.
“Jesús salió con sus
discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les
preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron:
"Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de
los profetas".
"Y ustedes, ¿quién
dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó
terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que
el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los
sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar
después de tres días;
y les hablaba de esto con
toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta
y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás
de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los
hombres".
Entonces Jesús, llamando a
la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir
detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar
su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la
salvará.”
REFLEXIÓN
Con el texto de hoy, termina
la primera parte del evangelio de Marcos que revela la auténtica identidad de
Jesús.
Marcos ha tratado en esta
primera parte, hacer que la respuesta a la pregunta fundamental sobre la
identidad de Jesús, cuyo nombre se había hecho famoso (Mc. 6,14), emerja. Ahora
es el mismo Jesús quien explicita la pregunta: “¿Quién dice la gente que soy
yo?”.
La pregunta de Jesús es para
cada uno de nosotros. Nos inquieta y nos cautiva. Nos exige y, al mismo tiempo,
nos consuela. ¿Quién soy para ti?, ¿qué pinto en tu vida?, ¿qué piensas de mí?,
es la pregunta de Jesús a los discípulos y la cuestión que nos dirige hoy a
quienes escuchamos este evangelio. Una pregunta que va más allá de un parecer o
una opinión. La pregunta de Jesús va al centro mismo de nuestro proyecto de
vida. Es una pregunta que se responde con palabras, sentimientos, con obras,
con todo el ser. Nuestra respuesta se da en la vida.
Nosotros miramos la vida de
Jesús y quedamos cautivados. Él no elude la dificultad, no esquiva los
problemas, no huye de las situaciones complejas. Lo vemos con los enfermos, con
los extranjeros, con los pecadores, con los niños y las mujeres, con todos…, a
cada cual le da lo que necesita: salud, inserción, perdón. Quien se acerca
queda transformado.
Él lo da todo por los demás,
aun a riesgo de su vida. A lo largo del evangelio vemos los conflictos que
tiene Jesús con las autoridades políticas y religiosas, con aquellos que no
entienden su quehacer e, incluso, con sus propios discípulos. No entienden cómo
puede vivir tan entregado a los demás. El secreto es que Jesús confía,
absolutamente, en Dios y, por tanto, se desvive totalmente por el prójimo.
La pregunta definitiva es:
¿Qué quieres de mí? Es la pregunta que le hacemos a Dios, con la certeza de que
responde. La que puede orientar definitivamente nuestra vida y lanzarnos hacia
el prójimo. La que nos invita a cargar con la cruz y seguir sus pasos. La que
determina nuestro hoy y nuestro mañana. La que garantiza un sentido pleno a
nuestra vida. La que nos hace miembros adultos de la familia de los cristianos,
la Iglesia. La que nos hace ser testimonio suyo allí donde estemos. Hoy le
podemos hacer esa pregunta… Estad atentos porque siempre responde.
ENTRA
EN TU INTERIOR
RECONOCER
A JESÚS EL CRISTO
El episodio ocupa un lugar
central y decisivo en el relato de Marcos. Los discípulos llevan ya un tiempo
conviviendo con Jesús. Ha llegado el momento en que se han de pronunciar con
claridad. ¿A quién están siguiendo? ¿Qué es lo que descubren en Jesús? ¿Qué
captan en su vida, su mensaje y su proyecto?¡
Desde que se han unido a él,
viven interrogándose sobre su identidad. Lo que más les sorprende es la
autoridad con que habla, la fuerza con que cura a los enfermos y el amor con
que ofrece el perdón de Dios a los pecadores. ¿Quién es este hombre en quien
sienten tan presente y tan cercano a Dios como Amigo de la vida y del perdón?
Entre la gente que no ha
convivido con él se corren toda clase de rumores, pero a Jesús le interesa la
posición de sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
No basta que entre ellos haya
opiniones diferentes más o menos acertadas. Es fundamental que los que se han
comprometido con su causa, reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no
es así, ¿quién mantendrá vivo su mensaje? ¿qué será de su proyecto del reino de
Dios? ¿en qué terminará aquel grupo que está tratando de poner en marcha?
Pero la cuestión es vital
también para sus discípulos. Les afecta radicalmente. No es posible seguir a
Jesús de manera inconsciente y ligera. Tienen que conocerlo cada vez con más
hondura. Pedro, recogiendo las experiencias que han vivido junto a él hasta ese
momento, le responde en nombre de todos: «Tú eres el Mesías».
La confesión de Pedro es
todavía limitada. Los discípulos no conocen aún la crucifixión de Jesús a manos
de sus adversarios. No pueden ni sospechar que será resucitado por el Padre
como Hijo amado. No conocen experiencias que les permitan captar todo lo que se
encierra en Jesús. Solo siguiéndolo de cerca, lo irán descubriendo con fe
creciente.
Para los cristianos es vital
reconocer y confesar cada vez con más hondura el misterio de Jesús el Cristo.
Si ignora a Cristo, la Iglesia vive ignorándose a sí misma. Si no lo conoce, no
puede conocer lo más esencial y decisivo de su tarea y misión. Pero, para
conocer y confesar a Jesucristo, no basta llenar nuestra boca con títulos
cristológicos admirables. Es necesario seguirlo de cerca y colaborar con él día
a día. Ésta es la principal tarea que hemos de promover en los grupos y
comunidades cristianas.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
La misión de Jesús es anunciar
el plan de salvación del Padre para todos. Proclamar la vida que procede de
Dios, Inaugurar su reinado. Que todos conozcan a Dios y acepten su señorío. Que
todos vivan desde el amor y la entrega. Que el perdón sea una realidad. Que la
compasión sea habitual y todos tiendan la mano al prójimo. Evidentemente esto
solo es posible desde la experiencia de sentirse amado, elegido y enviado por
el mismo Dios.
Los discípulos continúan su
misión con la certeza de la cruz y la entrega. Los cristianos seguimos los
pasos de Jesucristo y sabemos que encontraremos dificultades., como las
encontró Él. Pero también sabemos que, tras sus pasos, encontraremos el sentido
más pleno, el amor más sincero y la vida más entregada. Es la garantía que Él
nos da.
ORACIÓN
Perdóname, Señor Jesús:
también hoy he tenido miedo del rechazo y de la burla. No he conseguido
seguirte en tu camino y me he rebajado a pactos con los criterios que, en este
mundo, permiten estar de la parte de los vencedores. Tú elegiste el amor y fuiste
escarnecido, no te creyeron y, por último, te mataron. Nunca dejaste de amar ni
de demostrar amor: lo que decías lo ponías en práctica. Fuiste un derrotado
para las crónicas mundanas, pero en el silencio de una aurora de primavera,
resucitaste de la muerte. El amor, nos dijiste, es la única salvación, y creer
en ti derrota todo abuso, todo egoísmo tiránico.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi Velasco FANO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario