“Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
26 DE MAYO
DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
1ª Lectura: Deuteronomio 4,32-34.39-40
El Señor es el Dios del cielo y de la tierra, y no hay
otro.
Salmo: 32
Dichoso el pueblo escogido por Dios.
2ª Lectura: Romanos 8,14-17
Ustedes han recibido un espíritu de hijos en virtud del
cual
Pueden llamar Padre a Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Mateo 28,16-20
“En aquel tiempo, los once
discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al
verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús
les dijo: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. "Id y
haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo ”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del
Pueblo de Dios.
“En aquel tiempo, los once
discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron
delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les
dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos
los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir
todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del
mundo".
REFLEXIÓN
Profesamos nuestra fe en Dios
uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La profesamos desde nuestro
bautismo, fuimos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, hasta que morimos abrazados a la cruz. La profesamos en nuestras oraciones,
signos y bendiciones, catequesis y enseñanzas, cantos y tradiciones.
Aunque no hemos sido muy
conscientes de la importancia espiritual de este misterio, hoy, por la gracia
de Dios, sabemos que es fuente, marca y meta de toda nuestra vida.
Fuente: Tres corrientes en
una, origen de toda vida y toda gracia.
Marca: Estamos hechos a su
imagen, con dinamismo de comunión.
Meta: “Nos has hecho, Señor,
para ti”, decía san Agustín. Caminamos hacia el abrazo trinitario.
El Padre, decía san Juan de la
Cruz, es mano blanda. Blanda por la ternura y la misericordia. Pero es también
mano fuerte, creadora y protectora. De sus dedos salieron las espirales de las
estrellas, la vida innumerable, las figuras del hombre y la mujer, bien moldeados.
El Hijo es “toque delicado”,
carne de nuestra carne. Su toque era curativo y amistoso. Su toque era
transmisión de gracias. Su toque elevaba y dignificaba. Después se dejó tocar y
traspasar para redimirnos y salvarnos.
El Espíritu es “llama viva”,
que purifica y transforma, da calor y amistad, embellece y transfigura. De su
llama se desprenden inflamaciones de amor. Ya nunca tendremos miedo, porque en
Él estamos encendidos.
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
unidos en fuerte abrazo, viviendo la comunión perfecta, sosteniendo y recreando
la vida toda, desbordando en hijos y familias, tan distintos, tan iguales,
sostén y fundamento de todo lo creado.
Dios Padre, que es creación,
amor. Dios es amor. Dios Hijo, que es el camino que tenemos que recorrer, la
verdad que tenemos que creer y la vida que tenemos que vivir. Dios Espíritu
Santo, que es donación, comunicación, comunión.
¿En qué Dios creemos?
¿En un Dios serio, justiciero? ¿En un Dios que premia a los buenos y castiga
a los malos?
ENTRA
EN TU INTERIOR
LO
ESENCIAL DEL CREDO
A lo largo de los siglos, los
teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre la Trinidad. Sin
embargo, bastantes cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen que
ver con su vida esas admirables doctrinas.
Al parecer, hoy necesitamos
oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre
corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante.
Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro credo para aprender a vivirlo
con alegría nueva.
«Creo en Dios Padre, creador
del cielo y de la tierra». No estamos solos ante nuestros problemas y
conflictos. No vivimos olvidados. Dios es nuestro «Padre» querido. Así lo
llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra
vida. Nos ha creado a todos sólo por amor, y nos espera a todos con corazón de
Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo.
Su nombre es hoy olvidado y
negado por muchos. Nuestros hijos se van alejando de él, y los creyentes no
sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor.
Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y
Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.
«Creo en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor». Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha
contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más.
Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión.
En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo.
Este Jesús, el Hijo amado de
Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es
lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién
ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?
«Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida». Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente
en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que
alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este
Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.
José Antonio Pagola
ORA
EN TU INTERIOR
Yo creo:
En un Dios que es todo
corazón, compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
En un Dios-Padre, fuente de
vida, generosidad desbordante.
En un Dios-Hijo, palabra
eterna del Padre por la que todo vino a la existencia, que paso por el mundo
haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal porque Dios estaba con
él.
En un Dios-Espíritu Santo,
llama viva, fuerza desbordante, comunión profunda, alma de la Iglesia.
Creo en un Dios siempre
alegre, uno y trino, comunidad, familia, las tres divinas personas en comunión
de vida y amor.
Creo también que este Dios bueno no quiso
quedarse tanta bondad para él solo y creó al hombre: A imagen de Dios los creó,
hombre y mujer los creó.
Tres veces repite el libro del
Génesis en el relato de la creación, en un solo versículo, que el hombre es una
imagen de Dios.
Por eso, también necesito
creer en el hombre:
En un hombre que sea donación,
como Dios. Aprendamos a dar y a darnos, a compartir bienes y talentos, a abrir
la mano y el corazón al otro.
En un hombre que sea
comunicación. Como Dios, el hombre tiene la palabra. Porque frente a la
incomunicación y a la confusión de Babel, está Pentecostés.
En un hombre que sea comunión.
Creer en la Trinidad es optar por la comunión entre los hombres. Por eso
debemos sentirnos felices cuando vivimos nuestra fe en comunidad de fe y amor
en la eucaristía.
Solo Dios puede colmar la insatisfacción del
hombre, solo él puede colmar nuestra sed: “El que tenga sed, que venga a mí y
beba”, decía Jesús.
Tenemos sed de muchas cosas, pero solo él
puede calmar nuestra sed, es lo que san Agustín expresaba tan certera y
bellamente:
“Nos has hecho, Señor, para
ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti”.
Dios es pues nuestra meta. Hacia Él caminamos
todos, aunque no lo sepamos. En todas nuestras búsquedas sinceras Dios se hace
el encontradizo.
Cuando deseamos un mundo
mejor, cuando nos comprometemos con la paz y la solidaridad, estamos deseando a
Dios. Cuando tenemos hambre y sed de justicia, estamos deseando a Dios. Cuando
buscamos la verdad, la felicidad de los hermanos, sobre todo de los que más lo
necesitan estamos deseando a Dios.
Y nos encaminamos hacia el
Dios uno y Trino, cuando nos queremos, cuando formamos una familia, una
comunidad unida en la fe, en la esperanza y en la caridad, cuando trabajamos
por la reconciliación entre los hombres. Cuando amamos de verdad, estamos dando
pasos hacia la Trinidad.
ORACIÓN
FINAL
Dios Padre, que al enviar al
mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador, revelaste a todos los
hombres tu misterio admirable, concédenos que, profesando la fe verdadera,
reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unida de su majestad
omnipotente.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi Velasco FANO
Imagen para colorear
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