“Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las
ovejas…”
21 DE ABRIL
IV DOMINGO DE PASCU
Primera Lectura: Hechos 4,8-12
Sólo Jesús puede salvarnos
Salmo 117
La piedra que desecharon los constructores es ahora la
piedra angular. Aleluya
Segunda Lectura: 1 Juan 3,1-2
Veremos a Dios tal cual es.
EVANGELIO DEL DÍA
Juan 10,12-18
“En aquel tiempo, dijo
Jesús: Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el
asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona
las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado
no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las
mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi
vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil;
también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo
rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida
para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente.
Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he
recibido de mi Padre”.
Versión para América Latina, extraída de la Biblia del
Pueblo de Dios.
“Yo soy el buen Pastor. El
buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio,
que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo
las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se
preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor:
conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a
mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas
que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi
voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo
doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que
la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el
mandato que recibí de mi Padre".
REFLEXIÓN
La vida necesita ser
pastoreada. Se encuentra con muchos peligros, recibe muchas heridas y escoge
caminos equivocados. Necesita un pastor que la defienda y oriente, que la cure
y la cultive. Para eso ha venido Cristo, amigo y señor de la vida.
Para defenderla. Jesús es la
vida y la defiende. Trae medicinas para curar sus heridas. La vida se defiende
con el amor. Sus medicinas tienen componentes de amor. Por eso el que no ama
está muerto. El que se alimenta de amor vive no muere.
Para aumentarla. Vino para que
tengamos más vida. Nos aporta un plus de vida. Pero la vida aumenta cuando se
entrega –el que la guarda, la pierde-, la vida crece en la medida en que la
damos.
Para eternizarla. Que la vida
no muera. Él trajo una medicina de inmortalidad. Para eso había que vencer la
muerte. Y para vencer la muerte había que morir. Por eso entregó su vida Jesús,
para quitar a la muerte su veneno y convertirla en aliada de la vida. Entregó
su vida para que viviéramos en plenitud y para siempre, haciéndonos partícipes
de su vida divina.
Estas medicinas de amor y de
vida se concentran en la Eucaristía. Jesús nos invita a comer el pan de la
vida. El que come su pan vivirá para siempre. La Eucaristía resulta ser defensa
y alimento. Pero la Eucaristía es también entrega hasta la muerte. Y es
precisamente esa muerte por amor la que nos salva de la muerte.
El evangelio de este cuarto
domingo de Pascua insiste en que Jesús, buen pastor, da la vida por las ovejas,
que la entrega libremente. Si queremos imitar a Cristo, tener las actitudes de Cristo
pastor, tenemos que ser capaces de amar hasta la muerte. No pensemos en una
nueva crucifixión, sino en no vivir para nosotros, en gastar nuestra vida por
los demás, en que amemos a las ovejas más que a nosotros mismos. Como Jesús,
que se daba todo. ” Recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñaba en sus
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y
toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ellas, porque
estaban extraviadas y abatidas, como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9,35-36).
He aquí un buen resumen de la actividad pastoral de Jesús.
Mirad qué amor. A través de
estos rasgos que nos ofrece el evangelio de Jesús podemos descubrir la
profundidad y grandeza de su amor. Es un amor responsable y delicado, que
conoce a las ovejas por su nombre, se preocupa de ellas y las cuida según sus
necesidades. Es un amor valiente y poderoso, que defiende a las ovejas de los
lobos, aun poniendo en riesgo su vida. Es un amor abierto y universal, no un
grupo selecto de ovejas, sino que desea hacer de su redil casa de comunión para
todos. Es un amor amistoso y fiel, que busca la empatía, la intimidad, que sabe
comprender y perdonar. Es un amor generoso y entregado, hasta darlo todo, hasta
darse del todo, hasta hacerse alimento para su rebaño. Y es un amor misterioso,
que libra de la muerte.
ENTRA
EN TU INTERIOR
ACERCARNOS
Y CONOCERNOS
Cuando entre los primeros
cristianos comenzaron los conflictos y disensiones entre grupos y líderes
diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de
Jesús, sólo él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el
verdadero, el modelo a seguir por todos.
Esta bella imagen de Jesús,
Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden
reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se
parece a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las
«abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por
ellas, «expone su vida» buscando su bien.
Al mismo tiempo, esta imagen
es una llamada a la comunión fraterna entre todos. El Buen Pastor «conoce» a
sus ovejas y las ovejas le «conocen» a él. Sólo desde esta cercanía estrecha,
desde este conocimiento mutuo y esta comunión de corazón, el Buen Pastor
comparte su vida con las ovejas. Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos
de caminar también hoy en la Iglesia.
En estos momentos no fáciles
para la fe, necesitamos como nunca aunar fuerzas, buscar juntos criterios
evangélicos y líneas maestras de actuación para saber en qué dirección hemos de
caminar de manera creativa hacia el futuro.
Sin embargo, no es esto lo que
está sucediendo. Se hacen algunas llamadas convencionales a vivir en comunión,
pero no estamos dando pasos para crear un clima de escucha mutua y diálogo. Al
contrario, crecen las descalificaciones y disensiones entre obispos y teólogos;
entre teólogos de diferentes tendencias; entre movimientos y comunidades de
diverso signo; entre grupos y «blogs» de todo género…
Pero, tal vez, lo más triste
es ver cómo sigue creciendo el distanciamiento entre la jerarquía y el pueblo
cristiano. Se diría que viven dos mundos diferentes. En muchos lugares los
«pastores» y las «ovejas» apenas se conocen. A muchos obispos no les resulta
fácil sintonizar con las necesidades reales de los creyentes, para ofrecerles
la orientación y el aliento que necesitan. A muchos fieles les resulta difícil
sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que ven alejados de sus
problemas.
Sólo creyentes, llenos del
Espíritu del Buen Pastor, pueden ayudarnos a crear el clima de acercamiento,
mutua escucha, respeto recíproco y diálogo humilde que tanto necesitamos.
José Antonio Pagola
ORA
EN TU INTERIOR
Mirad qué amor. A través de
estos rasgos que nos ofrece el evangelio de Jesús podemos descubrir la
profundidad y grandeza de su amor. Es un amor responsable y delicado, que
conoce a las ovejas por su nombre, se preocupa de ellas y las cuida según sus
necesidades. Es un amor valiente y poderoso, que defiende a las ovejas de los
lobos, aun poniendo en riesgo su vida. Es un amor abierto y universal, no un
grupo selecto de ovejas, sino que desea hacer de su redil casa de comunión para
todos. Es un amor amistoso y fiel, que busca la empatía, la intimidad, que sabe
comprender y perdonar. Es un amor generoso y entregado, hasta darlo todo, hasta
darse del todo, hasta hacerse alimento para su rebaño. Y es un amor misterioso,
que libra de la muerte.
El rebaño de Cristo no se
reduce a un pueblo, por muy escogido que sea. Todos los pueblos son escogidos y
amados de Dios. El verdadero pueblo escogido, llamado a formar parte del rebaño
amado, son los que se abren a la fe, sean de la nación que sean.
Las ovejas preferidas son las
que se encuentran más vejadas y abatidas, las más pobres y más necesitadas, las
más débiles y pequeñas, las que más sufren, todo ese mundo doliente. ¡Son
tantas las ovejas que se encuentran solas, que no tienen pastor, que están a
merced de los lobos!
Puedes hacer una lista de las
ovejas más necesitadas, quizá puedas ponerles hasta rostro a muchas de ellas:
• Los niños: Son tantos los
niños sin familia ni protección…
• Los ancianos: Cada vez más
numerosos en el mundo rico, pero menos valorados y más solos…
• Los enfermos: El mundo del
dolor, en el cuerpo o en el alma. No tiene medida. ¡Cuánto miedo, cuanta
agonía, cuanta cruz!…
• Los jóvenes: Desorientados,
descarriados muchos, desatendidos…
• Los inmigrantes: Un éxodo dramático, se les
cierran las puertas y se le alzan las vallas…
Podríamos hablar de muchas más
ovejas que no son de este redil y que hay que atraer, ¡buena reflexión para
este domingo!.
ORACIÓN
FINAL
Pero también, Señor, hacen
falta más pastores, más pastores conforme a tu corazón. Tú te vales de muchas
maneras para llamar. Puede ser una palabra, una mirada, una seducción: puede
ser una luz o un sentimiento interior, algo que no se pasa, algo que te empuja;
puede ser un ejemplo, una experiencia de vida. Basta que sepa verla, sentirla.
Señor, sé que sigues llamando,
sé que me llamas porque me quieres y me valoras, tu Reino, tu Iglesia es
grande, hay muchos servicios que realizar. Señor, si me llamas, haz que no
dude. Si me llamas, pon en mi boca y en mi corazón una palabra de agradecimiento,
no una queja, o una carga, sino un don. Amén.
Expliquemos el evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi Velasco FANO
Imagen para colorear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario