"Os aseguro que no
ha nacido de mujer uno más grande que Juan el bautista, aunque el más pequeño
en el reino de los cielos es más grande que él”.
11 DE DICIEMBRE
TERCER DOMINGO DE
ADVIENTO
DOMINGO “GAUDETE”
DOMINGO DEL GOZO
1ª Lectura: Isaías 35,1-6ª.10:
“Dios viene en persona
y os salvará”.
Salmo 145: Ven, Señor,
a salvarnos.
2ª Lectura: Santiago
5,7-10:
“Manteneos firmes,
porque la venida del Señor está cerca”.
PALABRA DEL DÍA
Mateo 11,2-11
“Juan, que había oído en la cárcel las obras de
Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: “¿Eres tú el
que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús les respondió: “Id a
anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos
andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y
a los pobres se les anuncia la buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se sienta
defraudado por mí!”. Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre
Juan: “¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el
viento? ¿O qué fuisteis a ver?, ¿un hombre vestido con lujo? Los que visten con
lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta: él es de quien está escrito: “Yo envío mi
mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no
ha nacido de mujer uno más grande que Juan el bautista, aunque el más pequeño
en el reino de los cielos es más grande que él”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras
de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle:
"¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a
otro?".
Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo
que ustedes oyen y ven:
los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos
son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es
anunciada a los pobres.
¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de
tropiezo!".
Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús
empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué fueron a ver al
desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con
refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los
reyes.
¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro
que sí, y más que un profeta.
El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi
mensajero delante de ti, para prepararte el camino.
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande
que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos
es más grande que él
REFLEXIÓN
Nos gustaría un mundo nuevo y lleno de vida y lo vamos
destruyendo inexorablemente, reduciendo los bosques tropicales a madera y
cultivos, contaminando el aire que respiramos y envenenando el don precioso del
agua, cada vez más escasa. Querríamos una familia unida y solidaria y unas
relaciones humanas respetuosas y afables, y nos encontramos con las rupturas,
la envidia, la ambición destructiva, el rechazo y el desprecio. Queremos ser
felices y seguir a Jesús y su Evangelio y nos desanimamos fácilmente y
olvidamos los criterios que él nos ha transmitido en las bienaventuranzas.
No podemos caer en el desánimo y la decepción. Tenemos que
pedir que el Espíritu de Dios mueva nuestro corazón a sentir la alegría y el
gozo de ser amados. Somos hijos de Dios. A pesar de todas las dificultades,
nuestra vida es un don de Dios. Tiene sentido y vale la pena vivirla.
Nuestra vida puede ser una fiesta. Es una fiesta. La tierra
yerma y el desierto están de fiesta porque el Señor nos salva, nos libera. Está
claro que nuestro mundo tiene las heridas del pecado, pero también tiene la luz
resplandeciente del resucitado que todo lo renueva y lo empapa de esperanza y de
consuelo.
No tengamos miedo de
nosotros mismos. No nos acobardemos ante el reconocimiento de nuestras
debilidades, porque podemos reencontrar otra vez la energía de la fe en el
seguimiento de Jesús. No tengamos miedo a enfrentarnos a la realidad de egoísmo
y de injusticia de nuestro mundo. El Señor, como le gritamos en el salmo,
vendrá a salvarnos, porque él hace justicia al oprimido. Y la hace a través de
las personas, y a través de tantas instituciones y asociaciones de toda clase
que luchan incansablemente por un mundo más justo y fraternal. El anuncio del
profeta ya lo hace realidad el anuncio de Jesús, su vida, su testimonio: los
ciegos ven…, los inválidos andan…, los sordos oyen…
Queremos formar comunidades vivas que alimenten la fe e
impulsen la acción misionera, queremos mantener con renovado esfuerzo nuestra
opción preferencial y evangélica por los pobres. Avanzar en el diálogo
ecuménico… cuidad la creación, la casa de todos… Trabajar con todas las
personas de buena voluntad en la construcción del reino.
No podemos vivir en la decepción sino anclados en la
esperanza. Jesús elogia al profeta. Elogia a Juan. Aquel que es consciente de
su papel de preparar caminos. Aquel que
no se decepciona de Jesús y su testimonio. Aquel que sabe descubrir signos de
cambio. Y signos de un futuro presente ya en gérmenes de nuevas comunidades, de
nuevas iniciativas solidarias, de gestos de reconciliación, de conciencia de
que los bienes del planeta deben repartirse con equidad y respeto. que el don
de la fe es un don para el servicio generoso, gratuito y pacificador. Y que se
cumplirá el deseo de dDos: “En cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y
alegría. Pena y aflicción se alejarán”.
En la eucaristía celebramos ya el gozo de su presente, el don
de su amor entregado en la vida y en la cruz. Retornamos al centro de nuestra
vida que es Jesús. No tengamos miedo. La estepas florece y nosotros nos podemos
sentir agraciados por este amor de Dios que todo lo renueva.
ENTRA EN TU INTERIOR
MÁS CERCA DE LOS QUE SUFREN
Encerrado en la fortaleza de Maqueronte, el Bautista vive
anhelando la llegada del juicio terrible de Dios que extirpará de raíz el
pecado del pueblo. Por eso, las noticias que le llegan hasta su prisión acerca
de Jesús lo dejan desconcertado: ¿cuándo va a pasar a la acción? ¿cuándo va a
mostrar su fuerza justiciera?
Antes de ser ejecutado, Juan logra enviar hasta Jesús algunos
discípulos para que le responda a la pregunta que lo atormenta por dentro:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro» ¿Es Jesús el
verdadero Mesías o hay que esperar a alguien más poderoso y violento?
Jesús no responde directamente. No se atribuye ningún título
mesiánico. El camino para reconocer su verdadera identidad es más vivo y
concreto. Decidle a Juan «lo que estáis viendo y oyendo». Para conocer cómo
quiere Dios que sea su Enviado, hemos de observar bien cómo actúa Jesús y estar
muy atentos a su mensaje. Ninguna confesión abstracta puede sustituir a este
conocimiento concreto.
Toda la actuación de Jesús está orientada a curar y liberar,
no a juzgar ni condenar. Primero, le han de comunicar a Juan lo que ven: Jesús
vive volcado hacia los que sufren, dedicado a liberarlos de lo que les impide
vivir de manera sana, digna y dichosa. Este Mesías anuncia la salvación
curando.
Luego, le han de decir lo que oyen a Jesús: un mensaje de
esperanza dirigido precisamente a aquellos campesinos empobrecidos, víctimas de
toda clase de abusos e injusticias. Este Mesías anuncia la Buena Noticia de
Dios a los pobres.
Si alguien nos pregunta si somos seguidores del Mesías Jesús
o han de esperar a otros, ¿qué obras les podemos mostrar? ¿qué mensaje nos
pueden escuchar? No tenemos que pensar mucho para saber cuáles son los dos
rasgos que no han de faltar en una comunidad de Jesús.
Primero, ir caminando hacia una comunidad curadora: un poco
más cercana a los que sufren, más atenta a los enfermos más solos y
desasistidos, más acogedora de los que necesitan ser escuchados y consolados,
más presente en las desgracias de la gente.
Segundo, no construir la comunidad de espaldas a los pobres:
al contrario, conocer más de cerca sus problemas, atender sus necesidades,
defender sus derechos, no dejarlos desamparados. Son ellos los primeros que han
de escuchar y sentir la Buena Noticia de Dios.
Una comunidad de Jesús no es sólo un lugar de iniciación a la
fe ni un espacio de celebración. Ha de ser, de muchas maneras, fuente de vida
más sana, lugar de acogida y casa para quien necesita hogar.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
A medida que avanza el
adviento, la Palabra de Dios se vuelve más exigente, pero al mismo tiempo más
clara y precisa.
Ya sabemos que adviento es la espera del Reino de Dios. Hoy
se nos aclara que este reino es la implantación en el mundo de la liberación
total del hombre.
Muchas preguntas nos podemos hacer: ¿Qué significa
liberación? ¿Cuál es el alcance de la liberación de Cristo? ¿Qué nos exige esta
tarea liberadora?. Preguntas que no tendrán respuesta, fuera de la oración.
Esta celebración litúrgica es una magnífica oportunidad para
que busquemos entre todos las respuestas o, al menos, para que intentemos dar
alguna respuesta, pero también una magnífica ocasión para hacer oración la
vida.
Hace miles de años que la humanidad busca la tan deseada
respuesta… ¿Per maceremos nosotros indiferentes?
Ciertamente que no; por eso vamos a la eucaristía y por eso hemos dispuesto nuestro corazón a la palabra de Cristo, que ha resonado con toda claridad.
ORACIÓN
Señor, Jesús, que respondiste a la pregunta de Juan mostrando
los hechos concretos en pro de los oprimidos como signo de que contigo había
llegado el reino de dios, que también nosotros sepamos decir con hechos y
acontecimientos lo que hemos dicho con palabras.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imagen de Patxi Velasco
FANO
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