“Yo os bautizo con
agua… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”
12 DE DICIEMBRE
DOMINGO TERCERO DE
ADVIENTO
DOMINGO GAUDETE
1ª Lectura: Sofonías
3,14-18
El Señor se alegrará en
ti.
Responsorial: Isaías
12,2-6
Qué grande es en medio
de ti el Santo de Israel.
2ª Lectura: Filipenses
4,4-7
El Señor está cerca.
PALABRA DEL DÍA
Lucas 3,10-18
“La gente preguntó a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?”.
Él contestó: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene;
y el que tenga comida, haga lo mismo”. Vinieron también a bautizarse unos
publicanos, y le preguntaron: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”. Él les
contestó: “No exijáis más de lo establecido”. Unos militares le preguntaron:
“¿Qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No hagáis extorsión a nadie, ni os
aprovechéis con denuncias, sino contestaos con la paga”. El pueblo estaba en
expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la
palabra y digo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más
que yo; y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y
reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”.
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio”.
Versión para
Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“La gente le preguntaba: "¿Qué debemos hacer
entonces?".
El les respondía: "El que tenga dos túnicas, dé
una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto".
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar
y le preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?".
El les respondió: "No exijan más de lo
estipulado".
A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y
nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a
nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo".
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se
preguntaban si Juan no sería el Mesías,
él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo
con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno
de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y
en el fuego.
Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y
recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego
inextinguible".
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba
al pueblo la Buena Noticia”.
REFLEXIÓN
REPARTIR CON EL QUE NO TIENE
La Palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de
las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios
despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la
pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y
no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.
El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas
ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino
de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en
nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.
Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios
mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El bautista sabe
resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: “El
que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga
comida, haga lo mismo”. Así de simple y claro.
¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un
mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada
día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con
toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?
Y ¿Qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan
sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón
para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos
mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?
Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de
muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que
vivimos “cautivos de una religión burguesa”.
El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece
tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es ésta
la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro
seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de
los pobres, la compasión y la justicia.
Por eso, hemos de valorar y agradecer mucho más el esfuerzo
de tantas personas que se rebelan contra este “cautiverio”, comprometiéndose en
gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo,
austero y humano,
José Antonio Pagola
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
El Bautista no nos propone ritos sagrados, tampoco normas ni preceptos.
Lo primero no es cumplir mejor los deberes religiosos, sino vivir de forma más
humana, reavivar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más
justa, digna y fraterna.
Lo más decisivos es abrir nuestro corazón a Dios mirando
atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista resume su
respuesta con una fórmula genial por su sencillez y verdad: “el que tenga dos
túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida haga lo
mismo”.
¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes habitamos en
un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria, luchando
cada día por sobrevivir, mientras muchos siguen llenando sus armarios con toda
clase de túnicas y tienen sus frigoríficos repletos de alimentos?
¿Y qué podemos decir los seguidores de Jesús ante esta
llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar por abrir los ojos de
nuestro corazón para tomar conciencia de que vivimos sometidos a un bienestar
que nos impide ser más humanos?
ORA EN TU INTERIO
Juan Bautista proclamaba en voz alta lo que muchos sentían en
aquel momento: hay que cambiar; no se puede seguir así; es necesario volver a
Dios. Según el evangelista Lucas, algunos se sintieron cuestionados por su
predicación y se acercaron al Bautista con una pregunta decisiva: ¿qué podemos
hacer?
Por muchas llamadas de carácter político o religioso que se
escuchen en una sociedad, las cosas solo empiezan a cambiar cuando hay personas
que se atreven a enfrentarse a su propia verdad, dispuestas a transformar su
vida: ¿qué podemos hacer?
El bautista tiene las ideas muy claras. No les invita a
acudir al desierto a vivir una vida ascética de penitencia, como él. Tampoco
les anima a peregrinar a Jerusalén para recibir al Mesías en el templo. La
mejor manera de preparar el camino a Dios es, sencillamente, trabajar por una
sociedad más solidaria y fraterna, menos injusta y violenta.
Juan no habla a las víctimas, sino a los responsables de
aquel estado de cosas. Se dirige a los que tienen “dos túnicas” y pueden comer;
a los que se enriquecen de manera injusta a costa de otros; a los que abusan de
su poder y de su fuerza.
Su mensaje es diáfano: no os aprovechéis de nadie, no abuséis
de los débiles, no viváis a costa de otros, no penséis solo en vuestro
bienestar: “el que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene; y el que
tenga comida haga lo mismo”. Así de simple. Así de claro.
Aquí termina nuestra palabrería. Aquí se desvela la verdad de
nuestra vida. Aquí queda al descubierto la mentira de no pocas formas de vivir
la religión. ¿Por dónde podemos empezar a cambiar la sociedad? ¿Qué podemos
hacer para abrir caminos a Dios en el mundo? Muchas cosas, pero nada tan eficaz
y realista como compartir lo que tenemos con los necesitados.
ORACIÓN
Señor, ten piedad de tu Iglesia que a menudo carece de la
fuerza de una presencia comprometida en la historia.
Señor, ten piedad de nuestras comunidades, muchas veces
reacias a dejarse llevar por la fuerza de tu Espíritu.
Señor, ten piedad de todos nosotros, por el desconocimiento
que tenemos de Cristo y del Evangelio.
Señor, ten piedad, por la manera que tengo de encubrir mi
pereza para interpretar tu Palabra aplicándola a mi vida diaria.
Señor, ten piedad, por la responsabilidad que me corresponde en
fomentar la injusticia, la mentira y la división.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imagen de Patxi Velasco
FANO
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