“El que quiera venirse
conmigo, que se niegue a sí mismo,
que cargue con su cruz
y me siga".
12 DE SEPTIEMBRE
DOMINGO XXIV DEL TIEMPO
ORDINARIO (B)
1ª Lectura: Isaías
50,5-9
Ofrecí la espalda a los
que me apaleaban.
Salmo 114: “Caminaré en
presencia del Señor en el país de la vida”.
2ª Lectura: Santiago
2,14-18
La fe, si no tiene
obras, está muerta.
PALABRA DEL DÍA
Marcos 8,27-35
“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron
a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos: -
¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: -Unos, Juan Bautista;
otros, Elías; y otros, uno de los profetas. Él les preguntó: -Y vosotros,
¿quién decís que soy yo? Pedro le contestó: -Tú eres el Mesías. Él les prohibió
terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: -El Hijo del hombre
tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos
sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo
explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a
increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: -
¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -El que quiera venirse
conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el
que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por
el evangelio, la salvará”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de
Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que
soy yo?".
Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres
Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".
"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro
respondió: "Tú eres el Mesías".
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada
acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía
sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;
y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro,
llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos,
lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus
discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el
que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.”
REFLEXIÓN
Con el texto de hoy, termina la primera parte del evangelio
de Marcos que revela la auténtica identidad de Jesús.
Marcos ha tratado en esta primera parte, hacer que la
respuesta a la pregunta fundamental sobre la identidad de Jesús, cuyo nombre se
había hecho famoso (Mc. 6,14), emerja. Ahora es el mismo Jesús quien explicita
la pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”.
La pregunta de Jesús es para cada uno de nosotros. Nos
inquieta y nos cautiva. Nos exige y, al mismo tiempo, nos consuela. ¿Quién soy
para ti?, ¿qué pinto en tu vida?, ¿qué piensas de mí?, es la pregunta de Jesús
a los discípulos y la cuestión que nos dirige hoy a quienes escuchamos este
evangelio. Una pregunta que va más allá de un parecer o una opinión. La
pregunta de Jesús va al centro mismo de nuestro proyecto de vida. Es una
pregunta que se responde con palabras, sentimientos, con obras, con todo el
ser. Nuestra respuesta se da en la vida.
Nosotros miramos la vida de Jesús y quedamos cautivados. Él
no elude la dificultad, no esquiva los problemas, no huye de las situaciones
complejas. Lo vemos con los enfermos, con los extranjeros, con los pecadores,
con los niños y las mujeres, con todos…, a cada cual le da lo que necesita:
salud, inserción, perdón. Quien se acerca queda transformado.
Él lo da todo por los demás, aun a riesgo de su vida. A lo
largo del evangelio vemos los conflictos que tiene Jesús con las autoridades
políticas y religiosas, con aquellos que no entienden su quehacer e, incluso,
con sus propios discípulos. No entienden cómo puede vivir tan entregado a los
demás. El secreto es que Jesús confía, absolutamente, en Dios y, por tanto, se
desvive totalmente por el prójimo.
La pregunta definitiva es: ¿Qué quieres de mí? Es la pregunta
que le hacemos a Dios, con la certeza de que responde. La que puede orientar
definitivamente nuestra vida y lanzarnos hacia el prójimo. La que nos invita a
cargar con la cruz y seguir sus pasos. La que determina nuestro hoy y nuestro
mañana. La que garantiza un sentido pleno a nuestra vida. La que nos hace
miembros adultos de la familia de los cristianos, la Iglesia. La que nos hace
ser testimonio suyo allí donde estemos. Hoy le podemos hacer esa pregunta…
Estad atentos porque siempre responde.
ENTRA EN TU INTERIOR
RECONOCER A JESÚS EL CRISTO
El episodio ocupa un lugar central y decisivo en el relato de
Marcos. Los discípulos llevan ya un tiempo conviviendo con Jesús. Ha llegado el
momento en que se han de pronunciar con claridad. ¿A quién están siguiendo?
¿Qué es lo que descubren en Jesús? ¿Qué captan en su vida, su mensaje y su
proyecto?
Desde que se han unido a él, viven interrogándose sobre su
identidad. Lo que más les sorprende es la autoridad con que habla, la fuerza
con que cura a los enfermos y el amor con que ofrece el perdón de Dios a los
pecadores. ¿Quién es este hombre en quien sienten tan presente y tan cercano a
Dios como Amigo de la vida y del perdón?
Entre la gente que no ha convivido con él se corren toda
clase de rumores, pero a Jesús le interesa la posición de sus discípulos: «Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
No basta que entre ellos haya opiniones diferentes más o
menos acertadas. Es fundamental que los que se han comprometido con su causa,
reconozcan el misterio que se encierra en él. Si no es así, ¿quién mantendrá
vivo su mensaje? ¿qué será de su proyecto del reino de Dios? ¿en qué terminará aquel
grupo que está tratando de poner en marcha?
Pero la cuestión es vital también para sus discípulos. Les
afecta radicalmente. No es posible seguir a Jesús de manera inconsciente y
ligera. Tienen que conocerlo cada vez con más hondura. Pedro, recogiendo las
experiencias que han vivido junto a él hasta ese momento, le responde en nombre
de todos: «Tú eres el Mesías».
La confesión de Pedro es todavía limitada. Los discípulos no
conocen aún la crucifixión de Jesús a manos de sus adversarios. No pueden ni
sospechar que será resucitado por el Padre como Hijo amado. No conocen
experiencias que les permitan captar todo lo que se encierra en Jesús. Solo
siguiéndolo de cerca, lo irán descubriendo con fe creciente.
Para los cristianos es vital reconocer y confesar cada vez
con más hondura el misterio de Jesús el Cristo. Si ignora a Cristo, la Iglesia
vive ignorándose a sí misma. Si no lo conoce, no puede conocer lo más esencial
y decisivo de su tarea y misión. Pero, para conocer y confesar a Jesucristo, no
basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Es necesario
seguirlo de cerca y colaborar con él día a día. Ésta es la principal tarea que
hemos de promover en los grupos y comunidades cristianas.
José Antonio Pagola
ORA EN
TU INTERIOR
La misión de Jesús es anunciar el plan de salvación del Padre
para todos. Proclamar la vida que procede de Dios, Inaugurar su reinado. Que
todos conozcan a Dios y acepten su señorío. Que todos vivan desde el amor y la
entrega. Que el perdón sea una realidad. Que la compasión sea habitual y todos
tiendan la mano al prójimo. Evidentemente esto solo es posible desde la
experiencia de sentirse amado, elegido y enviado por el mismo Dios.
Los discípulos continúan su misión con la certeza de la cruz
y la entrega. Los cristianos seguimos los pasos de Jesucristo y sabemos que
encontraremos dificultades., como las encontró Él. Pero también sabemos que,
tras sus pasos, encontraremos el sentido más pleno, el amor más sincero y la
vida más entregada. Es la garantía que Él nos da.
ORACIÓN
Perdóname, Señor Jesús: también hoy he tenido miedo del
rechazo y de la burla. No he conseguido seguirte en tu camino y me he rebajado
a pactos con los criterios que, en este mundo, permiten estar de la parte de
los vencedores. Tú elegiste el amor y fuiste escarnecido, no te creyeron y, por
último, te mataron. Nunca dejaste de amar ni de demostrar amor: lo que decías
lo ponías en práctica. Fuiste un derrotado para las crónicas mundanas, pero en
el silencio de una aurora de primavera, resucitaste de la muerte. El amor, nos
dijiste, es la única salvación, y creer en ti derrota todo abuso, todo egoísmo
tiránico.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO.
Imagen para colorear.
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