“¿Quién es éste, que
hasta el viento y el lago le obedecen?”
20 DE JUNIO
XII DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
1ª Lectura: Job 38,1-11
Aquí se romperá la
arrogancia de tus olas.
Salmo 106
Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.
2ª Lectura: 2 Corintios
5,14-17
Lo antiguo ha pasado,
lo nuevo ha comenzado.
EVANGELIO
Marcos 4,35-40
“Aquel mismo día, al caer la tarde, les dijo: -Pasemos
a la otra orilla. Ellos dejaron a la gente y le llevaron en la barca, tal como
estaba. Otras barcas le acompañaban. Se levantó entonces una fuerte borrasca y
las olas se abalanzaban sobre la barca, de suerte que la barca estaba ya a
punto de hundirse. Jesús estaba a popa, durmiendo sobre el cabezal, y le
despertaron, diciéndole: -Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Él se
levantó, increpó al viento y dijo al lago: -¡Cállate! ¡Enmudece! El viento
amainó y sobrevino una gran calma. Y a Ellos les dijo: -¿Por qué sois tan
cobardes? ¿Todavía no tenéis fe? Ellos se llenaron de un gran temor y se decían
unos a otros: -¿Quién es éste, que hasta el viento y el lago le obedecen?”
Versión para América
Latina, extraída de la biblia del pueblo de Dios
“Al atardecer de ese mismo día, les dijo:
"Crucemos a la otra orilla".
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca,
así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas
entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te
importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al
mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran
calma.
Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo
no tienen fe?".
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a
otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".
REFLEXIÓN
No podemos quedarnos en la lectura “milagrosa” de esa escena
insólita: una borrasca tornada súbitamente en bonanza, olvidando que los
evangelios fueron escritos desde la fe y la experiencia pascual de los
apóstoles y primeros cristianos. En el dato hemos de ver también una
auto-manifestación de Jesús como Dios. Y desde aquí pasar a una lectura
eclesial del episodio. Desde siempre la tradición patrística y eclesial vio en
el grupo de los discípulos que reman desesperadamente dentro de la barca
zarandeada por la tempestad, una imagen de la Iglesia. Si no zozobra en las
borrascas es porque Jesús va con ella en la travesía, aunque a ratos no
captemos los signos de su presencia por el Espíritu y creamos que duerme
dejándonos solos ante los peligros.
Jesús dormía en la barca, pero más dormida estaba la fe de
sus discípulos. Como con un calco, podemos trasladar la escena a la situación
de la Iglesia, tanto la de los orígenes que pronto conoció la persecución, como
la Iglesia de hoy y de todos los tiempos que camina entre cansancios y
esperanzas hacia Dios. Debido a nuestra poca fe a veces nos ponemos nerviosos,
pero Jesús no falla. El guía siempre a su Iglesia, lo mismo en tiempo de calma
que de crisis y adversidad. Él lo prometió y lo cumple. Yo estaré con vosotros
hasta el fin de los tiempos. Por eso el poder del infierno y del mal no hundirá
su Iglesia.
Hay momentos de prueba para nuestra fe similares a los de la
tormenta en el lago, para los discípulos. Cuando la tempestad nos azota
despiadada, cuando la Iglesia de Cristo es perseguida, cuando como a Job nos
visita insistentemente el dolor, cuando el mal triunfa y se oscurecen los valores
del bien y de la virtud, cuando sufrimos injustamente, cuando la pobreza, la
enfermedad o la muerte hacen altaneramente acto de presencia en nuestra vida,
cuando en una palabra nos duele el silencio de Dios que parece estar “durmiendo
tranquilo” como Jesús en la barca, surge espontánea la queja en nuestros
labios: Señor, ¿no te importa que nos hundamos?
Solamente desde la fe tienen respuestas estos problemas y
nuestros interrogantes interiores, esos que nos hacemos tantas veces ante las
desgracias y los males que vemos a nuestro alrededor.
Pero solo en la fe está la respuesta. Con Job nos preguntamos
a veces si Dios “se entera” de lo que pasa en este mundo nuestro. Y Dios habla
a Job desde la tempestad, le revela la trascendencia de su ser y de sus
designios, que el hombre ha de acatar con fe sumisa y obediente.
La fe y la esperanza cristianas no defraudan, porque si Dios
está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del
amor de Cristo? En todo venceremos por Aquel que nos ha amado, y nada podrá
apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús (Rm 8,31-39)
Por eso dice san Pablo en la segunda lectura: “Nos apremia el
amor de Cristo… El murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí
sino para el que murió y resucitó por ellos… El que vive con Cristo es creatura
nueva. Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo”.
En el amor de Dios manifestado en Cristo radica la urgencia
cristiana de lo nuevo, la base más sólida de una respuesta de fe y de amor a
otro amor que nos ha precedido y nos acompaña en todo momento y situación por
delicada e incluso desesperada que pueda parecernos.
ENTRA EN TU INTERIOR
¿POR QUÉ SOMOS TAN COBARDES?
«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» Estas dos
preguntas que Jesús dirige a sus discípulos no son, para el evangelista Marcos,
una anécdota del pasado. Son las preguntas que han de escuchar los seguidores
de Jesús en medio de sus crisis. Las preguntas que nos hemos de hacer también
hoy: ¿Dónde está la raíz de nuestra cobardía? ¿Por qué tenemos miedo ante el
futuro? ¿Es porque nos falta fe en Jesucristo?
El relato es breve. Todo comienza con una orden de Jesús:
«Vamos a la otra orilla». Los discípulos saben que en la otra orilla del lago
Tiberíades está el territorio pagano de la Decápolis. Un país diferente y
extraño. Una cultura hostil a su religión y creencias.
De pronto se levanta una fuerte tempestad, metáfora gráfica
de lo que sucede en el grupo de discípulos. El viento huracanado, las olas que
rompen contra la barca, el agua que comienza a invadirlo todo, expresan bien la
situación: ¿Qué podrán los seguidores de
Jesús ante la hostilidad del mundo pagano? No sólo está en peligro su
misión, sino incluso la supervivencia misma del grupo.
Despertado por sus discípulos, Jesús interviene, el viento
cesa y sobre el lago viene una gran calma. Lo sorprendente es que los discípulos
«se quedan espantados».
Antes tenían miedo a la tempestad. Ahora parecen temer a
Jesús. Sin embargo, algo decisivo se ha producido en ellos: han recurrido a
Jesús; han podido experimentar en él una fuerza salvadora que no conocían;
comienzan a preguntarse por su identidad. Comienzan a intuir que con él todo es
posible.
El cristianismo se encuentra hoy en medio de una «fuerte
tempestad» y el miedo comienza a apoderarse de nosotros. No nos atrevemos a
pasar a «la otra orilla».
La cultura moderna nos resulta un país extraño y hostil. El
futuro nos da miedo. La creatividad parece prohibida. Algunos creen más seguro
mirar hacia atrás para mejor ir adelante.
Jesús nos puede sorprender a todos. El Resucitado tiene
fuerza para inaugurar una fase nueva en la historia del cristianismo. Sólo se
nos pide fe. Una fe que nos libere de tanto miedo y cobardía, y nos comprometa
a caminar tras las huellas de Jesús.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Estamos sometidos, pues, a las tempestades desencadenadas por
el espíritu del mal, pero, como bravos marineros vigilantes, llamamos al piloto
adormecido. Ahora bien, también los pilotos se encuentran normalmente en
peligro. ¿A qué piloto deberemos dirigirnos entonces? A aquel a quien no
superan los vientos, sino que los manda, a aquel de quien está escrito: “Él se
despertó, increpó al viento y a las olas”. ¿Qué quiere decir que “se despertó”?
Quiere decir que descansaba, pero descansaba con su cuerpo, mientras que su
espíritu estaba inmerso en el misterio de la divinidad.
Jesús había pasado la noche en oración: ¿de qué modo podía
dormir ahora durante la tempestad? Este sueño revela la conciencia de su poder:
todos tenían miedo, mientras que sólo él descansaba sin temor. Pero aunque
duerme su cuerpo, su divinidad vigila y actúa la fe. Por eso dice: “¿Por qué
habéis dudado, hombres de poca fe?”. “Se merecen el reproche, por haber tenido
miedo aun estando junto a Cristo, siendo que nadie puede perecer si está unido
a él. De este modo corrobora la fe y vuelve a hacer reinar la calma.”
ORACIÓN
Padre, fuente de la vida y fin último de toda criatura,
manifiéstanos tu rostro de bondad y libéranos de nuestros miedos. Concédenos
una fe sin fisuras incluso en los momentos de tempestad, a fin de que seamos
capaces de poner nuestra confianza no en nuestras propias fuerzas, sino en ti,
que estás presente junto a nosotros.
Haznos verdaderos discípulos de Jesucristo, que nos ha revelado
tu rostro de padre, y haz que estemos atentos a los signos de su camino
continuo en nuestra historia. Haz que sepamos reconocerle en el amor y en el
testimonio de muchos hermanos. Envíanos tu Espíritu para que nos asista en la
tarea de discernir tu proyecto sobre nosotros, nos ayude a cumplir tu voluntad,
a fin de construir con confianza y paciencia ese mundo nuevo que tú nos dejas
entrever en la resurrección de Jesús.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO.
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