“Estaba Juan con dos de
sus discípulos y fijándose en Jesús que pasaba, dice:
“Este es el Cordero de
Dios”
17 DE ENERO
II DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
Primera Lectura: 1
Samuel 3,3-10.19
Habla, Señor, que tu
siervo escucha.
Salmo 39
Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad.
Segunda Lectura: 1
Corintios 6,13-15.17-20
Vuestros cuerpos son
miembros de Cristo.
EVANGELIO DEL DÍA
Juan 1,35-42
“Estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en
Jesús que pasaba, dice: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos oyeron
sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les
preguntó:”¿Qué buscáis?”. Ellos le contestaron: “Rabí (que significa Maestro),
¿dónde vives?”. Él les dijo: “Venid y lo veréis”. Entonces fueron, vieron dónde
vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés,
hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a
Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al
Mesías (que significa Cristo)”. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y
le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa
Pedro)”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos
de sus discípulos
y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el
Cordero de Dios".
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a
Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les
preguntó: "¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que
traducido significa Maestro- ¿dónde vives?".
"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron,
vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de
la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y
siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón,
y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa
Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró
y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas",
que traducido significa Pedro.”
REFLEXIÓN
La respuesta vocacional a Dios que nos llama personalmente
por nuestro nombre propio centra la primera lectura de hoy con el sencillo
relato de la llamada del profeta Samuel, así como el evangelio que, a su vez,
refiere la vocación de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret.
El evangelio de hoy pertenece a una composición textual más
amplia cuyo denominador común es el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús.
El evangelio agrupa literariamente, en tres días consecutivos, acontecimientos
que tuvieron lugar más espaciadamente en tiempo y lugar, como vemos en los
sinópticos.
La narración de hoy se abre con el testimonio que el Bautista
da sobre Jesús delante de dos de sus discípulos, Andrés y Juan, que siguen a
Cristo a quien su maestro llama “Cordero de Dios, imagen y testimonio acordes
con el Siervo de Yahvé que describe Isaías. Andrés, a su vez, atrae a su
hermano Simón hacia Jesús, que le cambia el nombre de Simón por el de Cefas:
“Piedra”.
Este es el tercer testimonio de Juan sobre Cristo, anota el
autor del cuarto evangelio. Han precedido los que dio ante los enviados del
templo de Jerusalén y ante todo el pueblo mientras bautizaba en el Jordán. En
el texto de hoy se conjugan los verbos de toda vocación cristiana, que es
llamada de Dios a la fe y a su amistad: buscar, encontrar, ver, seguir y
permanecer en el Señor.
Somos hijos de Dios, y hoy se nos muestra las consecuencias vitales de tal filiación:
“Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque el germen de Dios
permanece en él”. Los hijos de Dios se reconocen por la justicia, es decir, en
el lenguaje bíblico: por la rectitud y fidelidad, así como por el amor a los
hermanos. Exactamente como Jesús.
El evangelio nos muestra la gozosa experiencia que viven los
primeros discípulos del Señor y cómo la comunican a los demás: “Hemos
encontrado al Mesías, dice Andrés a su hermano Simón Pedro. Igualmente, el cristiano de hoy ha de ser
mensajero de una noticia similar para sus hermanos los hombres.
Ser cristiano hoy es ser testigo entre los hombres, nuestros
hermanos, de en Jesucristo resucitado, salvador del mundo. Como testigos, hemos
de mostrar en nuestra vida de bautizados, de creyentes y de redimidos que Jesús
ha vencido el pecado en nuestra propia vida.
ENTRA EN TU INTERIOR
APRENDER A VIVIR
El evangelista Juan ha puesto un interés especial en indicar
a sus lectores cómo se inició el pequeño grupo de seguidores de Jesús. Todo
parece casual. El Bautista se fija en Jesús que pasaba por allí y les dice a
los discípulos que lo acompañan: «Éste es el Cordero de Dios».
Probablemente, los discípulos no le han entendido gran cosa,
pero comienzan a «seguir a Jesús». Durante un tiempo, caminan en silencio. No
ha habido todavía un verdadero contacto con él. Están siguiendo a un
desconocido y no saben exactamente por qué ni para qué.
Jesús rompe el silencio con una pregunta: «¿Qué buscáis?»
¿Qué esperáis de mí? ¿Queréis orientar vuestra vida en la dirección que llevo
yo? Son cosas que es necesario aclarar bien. Los discípulos le dicen: «Maestro,
¿dónde vives?» ¿Cuál es el secreto de tu vida? ¿Qué es vivir para ti? Al
parecer, no buscan conocer nuevas doctrinas. Quieren aprender de Jesús un modo
diferente de vivir. Quieren vivir como él.
Jesús les responde directamente: «Venid y lo veréis». Haced
vosotros mismos la experiencia. No busquéis información de fuera. Venid a vivir
conmigo y descubriréis cómo vivo yo, desde dónde oriento mi vida, a quiénes me
dedico, por qué vivo así.
Este es el paso decisivo que necesitamos dar hoy para
inaugurar una fase nueva en la historia del cristianismo. Millones de personas
se dicen cristianas, pero no han experimentado un verdadero contacto con Jesús.
No saben cómo vivió, ignoran su proyecto. No aprenden nada especial de él.
Mientras tanto, en nuestras Iglesias no tenemos capacidad
para engendrar nuevos creyentes. Nuestra palabra ya no resulta atractiva ni
creíble. Al parecer, el cristianismo, tal como nosotros lo entendemos y
vivimos, interesa cada vez menos. Si alguien se nos acercara a preguntarnos
«dónde vivís» «qué hay de interesante en vuestras vidas», ¿cómo responderíamos?
Es urgente que los cristianos se reúnan en pequeños grupos para
aprender a vivir al estilo de Jesús escuchando juntos el evangelio. Él es más
atractivo y creíble que todos nosotros. Puede engendrar nuevos seguidores, pues
enseña a vivir de manera diferente e interesante.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
¡Dichoso el cristiano que no se cansa de mirar a Jesucristo!
Quedará fascinado. Y, pase lo que pase, siempre volverá a su primer amor, pues
la mirada de Cristo es la mirada infinitamente amorosa de Dios al hombre, a
todo hombre. Quiero recordar hoy, Señor, el último diálogo de Pedro con Jesús,
después de aquella noche imposible en que el discípulo creyó que podría volver
a sus redes: -“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” –“¡Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo!”. Cuando se ha nacido de Dios, no se puede decir más que eso.
El que ha nacido de Dios está embarcado en el amor. Yo quiero nacer de ti,
Señor, quiero nacer de tu amor, de tu misericordia, de tu perdón y de tu
gracia.
ORACIÓN
Señor, Jesús, Hijo amado del Padre, tú me ofreces tu vida
como un tesoro inestimable.
Hazme sentir el arrebato del verdadero discípulo; haz que lo
deje todo, lleno de gozo, para seguirte a ti siempre.
Tú eres la luz, Señor, Jesús, y quien te recibe tendrá la luz
de la vida y descubrirá los caminos de la vida verdadera.
Explicar el Evangelio a
los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco (FANO)
Imagen para colorear.
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