“Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo”
20 DE DICIEMBRE
CUARTO DOMINGO DE
ADVIENTO
Primera Lectura: del
Segundo Libro de Samuel: 7,1-5.8-12,14-16
El reino de David
permanecerá para siempre en presencia del Señor.
Salmo 88
Proclamaré sin cesar la
misericordia del Señor.
Segunda Lectura: Carta
del Apóstol san Pablo a los Romanos: 1,26-38
Se ha revelado el
misterio oculto durante siglos.
EVANGELIO DEL DÍA
Lucas: 1,26-26-38
“A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por
Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El
ángel, entrando en su presencia, dijo: -“Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo.” Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era
aquél. El ángel le dijo: -“No temas, María, porque has encontrado gracia ante
Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su
reino no tendrá fin.” Y María dijo al ángel: -“¿Cómo será eso, pues no conozco
a varón?” El ángel le contentó: -“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer
se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su
vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
porque para Dios no hay nada imposible”. María contestó: -“Aquí está la esclava
del Señor, hágase en mi según tu palabra”.- Y la dejó el ángel”.
Versión para
Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
"En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado
por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre
perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era
María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:
"¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se
preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: "No temas, María, porque
Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por
nombre Jesús;
él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El
Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino
no tendrá fin".
María dijo al Ángel: "¿Cómo puede ser eso, si yo
no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Ángel le respondió: "El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso
el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de
su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,
porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del
Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Ángel se alejó".
REFLEXIÓN
Escuchamos ya anuncios inmediatos de la Navidad. Nos llegan
ecos llenos de entusiasmo y emoción no contenida. Se van concretando lugares
del gran acontecimiento esperado.
Todo tiene que estar a punto, termina el tiempo de espera y
empiezan las promesas a cumplirse. Hemos ya encendido las cuatro velas de la corona
de Adviento, pero me pregunto, si están nuestras lámparas encendidas.
La Anunciación es un misterio que meditamos siempre con
asombro. La escena está muy bien pintada y elaborada por Lucas: el mensaje del
ángel, las respuestas de María.
Aquí es Dios el que está buscando un templo, no es David el
que quiere construirle uno, Dios quiere construirse un templo a su gusto.
Quiere construir una casa para su Hijo. Los materiales los encontrará en una
joven de Nazaret. Materiales como, disponibilidad, apertura al don de Dios,
fidelidad, generosidad, estos materiales solo los puede manejar el Espíritu
Santo.
Y esta joven siente en un momento la experiencia de Dios. Un
misterio que la quema y la abaja, una palabra que la ilumina y la gratifica.
- Eres una pobre esclava, pero yo quiero que sea mi hija.
Eres virgen, pero yo quiero que tengas un hijo. Eres humana, pero tu hijo será
divino.
- Qué cómo será eso.
- Basta que creas, que te abras a la gracia y a la acción del
Espíritu. No temas. Dios lo puede todo.
- Sí, Padre. Soy tu esclava. Hágase en mí.
- Soy pequeña, tengo miedo. Pero Sí.
- Me da vergüenza, estoy prometida. Pero Sí.
- ¿Por qué te has fijado en mí? Hay tantas mujeres que son
mejores y más preparadas. Pero Sí.
- ¿Podré yo responder como Tú quieres? ¿Sabré ser lo que me
pides? Pero sí.
Si, María, Madre mía. Tu Sí cambió mi vida, tu Sí cambió la
historia, tu generosidad cambió la historia e hizo posible que el cielo se
uniera con la tierra en un abrazo luminoso y salvífico.
ENTRA EN TU INTERIOR
CON ALEGRÍA
El evangelista Lucas temía que sus lectores leyeran su
escrito de cualquier manera. Lo que les quería anunciar no era una noticia más,
como tantas otras que se corrían por el imperio. Debían preparar su corazón:
despertar la alegría, desterrar miedos y creer que Dios estaba cerca, dispuesto
a transformar su vida.
Con un arte difícil de igualar, recreó una escena evocando el
mensaje que María escuchó en lo íntimo de su corazón para acoger el nacimiento
de su hijo Jesús. Todos podrían unirse a ella para acoger al Salvador. ¿Es
posible hoy prepararse para recibir a Dios?
<<Alégrate>>. Es la primera palabra que escucha
el que se prepara para vivir una experiencia buena. Hoy no sabemos esperar.
Somos como niños impacientes que lo quieren todo enseguida. Vivimos llenos de
cosas. No sabemos estar atentos para conocer nuestros deseos más profundos.
Sencillamente, se nos ha olvidado esperar a Dios y ya no sabemos cómo encontrar
la alegría.
Nos estamos perdiendo lo mejor de la vida. Nos contentamos
con la satisfacción, el placer y la diversión que nos proporciona el bienestar.
En el fondo, sabemos que es un error, pero no nos atrevemos a creer que Dios,
acogido con fe sencilla, nos puede descubrir otros caminos hacia la alegría.
<<No tengas miedo>>. La alegría es imposible
cuando se vive lleno de miedos que nos amenazan por dentro y desde fuera. ¿Cómo
pensar, sentir y actuar de manera positiva y esperanzadora?, ¿cómo olvidar
nuestra impotencia y nuestra cobardía para enfrentarnos al mal?
Se nos ha olvidado que cuidar nuestra vida interior es más
importante que todo lo que nos viene desde fuera. Si estamos vacíos por dentro,
somos vulnerables a todo. Se va diluyendo nuestra confianza en Dios y no
sabemos cómo defendernos de lo que nos hace daño.
<<El Señor está contigo>>. Dios es una fuerza
creadora que es buena y nos quiere bien. No vivimos solos, perdidos en el
cosmos. La humanidad no está abandonada. ¿De dónde sacar verdadera esperanza si
no es del misterio último de la vida? Todo cambia cuando el ser humana se
siente acompañado por dios.
Necesitamos celebrar el <<corazón>> de la
Navidad, no su corteza. Necesitamos hacer más sitio a Dios en nuestra vida. Nos
irá mejor.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
María nunca tuvo que llorar estas lágrimas amargas, aunque sí
tuvo que llorar -¡y sigue llorando!- muchas lágrimas. Las suyas no fueron
lágrimas de arrepentimiento, porque nunca gustó de la tristeza radical del
pecador. Las suyas fueron –y son- lágrimas cálidas, compasivas. Precisamente,
la mejor manera que tiene María de consolar a Eva es llorar con ella. María
llora con todos los hijos que lloran, y cuando hace suyas las lágrimas, ellos
dejan de llorar.
María es la consolada con el dulce consuelo del Espíritu.
Desde el principio Dios la sonríe y la bendice con bendición entera y radical.
Escucharemos los ecos de esta bendición:
“Alégrate. María”.
“Bendita tú… y bendito el fruto de tu vientre”.
“Dichosa tú, que has creído”
”Dichosa me dirán todas las generaciones”.
ORACIÓN
“Decir el fíat y
entregar el seno. Cantar agradecida en la montaña, para todos los vientos de la
historia, el gozo de los pobres libertados. Y ya callar detrás del evangelio… y
darle al mundo el Redentor humano y devolverle al Padre el Hijo. ¡Dios te
salve, María!, Madre de la Palabra en el silencio”. (P. Casaldáliga)
Expliquemos el
evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
Imagen para colorear
JUEVES 24 DE DICIEMBRE
NATIVIDAD DEL SEÑOR
MISA DE LA NOCHE
1ª Lectura: Isaías
9,1-3.5-6
Un Hijo nos ha nacido
Salmo 95
“Hoy nos ha nacido un
Salvador: El Mesías, el Señor”
2ª Lectura: De la Carta
de san Pablo a Tito 2,11-14
La gracia de Dios se ha
manifestado a todos los hombres
PALABRA DEL DÍA
Lucas 2,1-14
“En aquel tiempo, salió un decreto del emperador
Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero.
Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino
gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David,
subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se
llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba
encinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su
hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no
tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la
noche al aire libre, velando por turnos su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó; la gloria del
Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
-“No temáis, os traigo una buena noticia, una gran
alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un
Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del
ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: -“Gloria a Dios en el cielo, y
en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.”
Versión para
Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En aquella época apareció un decreto del emperador
Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba
la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de
Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David,
para inscribirse con María, su esposa, que estaba
embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo
de ser madre;
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió
en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el
albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban
por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la
gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor,
pero el Ángel les dijo: "No teman, porque les
traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador,
que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño
recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud
del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra,
paz a los hombres amados por él!".
REFLEXIÓN
El ciclo de Navidad-Epifanía, está escrito a imagen y
semejanza del ciclo de Pascua y, por tanto, depende de él. Los dos empiezan de
noche. Porque dos veces a lo largo del año –sólo dos veces- la Iglesia nos
convoca de noche al templo para velar; son dos noches que tienen una luz
especial, un resplandor que viene de Dios. La Nochebuena, la Vigilia Pascual. Y
no podemos entender la una sin la otra: son dos noches que nos hablan de un
único misterio.
Hoy tenemos el inicio de la salvación; en la Pascua, tenemos
el cumplimiento, la plenitud. En la Navidad es Dios quien se hace hijo de los
hombres; en la Pascua es el hombre quien se convierte en hijo de Dios. El
protagonista es siempre el mismo: Jesús, en la Navidad con su nacimiento; en la
Pascua con su muerte y resurrección; y desde su vida nos muestra que la vida
humana se puede vivir de un modo nuevo y diferente, que tiene un nombre
concreto: el Reino de Dios, que es el Reino del hombre.
Hoy ha descendido la paz y la alegría sobre nosotros: “No
temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo…Os ha
nacido un Salvador”
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
EN UN PESEBRE
Según el relato de Lucas, es el mensaje del Ángel a los
pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se
encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.
Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén.
La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que
envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la
oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para
descubrirlo.
Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No
tengáis miedo. Os traigo la Buena Noticia: la alegría grande para todo el
pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para
alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo
de unos privilegiados. Es para toda la gente.
Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es
de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en
Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie
está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.
Así lo proclama el mensajero: «Hoy os ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo,
celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones.
El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles
son víctima de toda clase de abusos.
Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene
ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que
necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún
imperio. Solo buscará el reino de Dios y su justicia. Vivirá para hacer la vida
más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.
¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice
el mensajero: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le
han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre lo ha dado a luz sin ayuda de
nadie. Ella misma se ha valido, como ha podido, para envolverlo en pañales y
acostarlo en un pesebre.
En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres.
No lo encontraremos en los poderosos sino en los débiles. No está en lo grande
y espectacular sino en lo pobre y pequeño. Hemos de escuchar el mensaje:
vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Hemos contemplado la Buena Noticia, la mejor noticia que
anunciaron los ángeles a los pastores y que la Iglesia sigue anunciando a todos
los hombres del mundo. Es una noticia buena para todos, pero especialmente para
aquellos que buscan intensamente a Dios y para los que angustiosamente lo
necesitan; es decir, para los que creen, para los que sufren, para los pobres y
excluidos de la sociedad.
Celebramos el nacimiento de dios, y el nacimiento de dios
envuelto en la mayor humildad y pobreza. Lo primero es que vino Dios a
nosotros, lo segundo, los parámetros y las circunstancias de esta venida.
ORACIÓN
Hoy, en esta eucaristía de media noche, vienes a mí, señor, y
mañana, en la misa del día, contemplaré tu gloria. Vienes a mí para que, libre
de temor, arrancado de la mano de mis enemigos, te sirva con santidad y
justicia todos los días de mi vida. ¡Qué maravillosa visión de la vida
cristiana, que cada día me recuerda la antífona “benedictus” ¡. Te pido que en
esta Navidad ninguna ocupación o preocupación aparte de mi mente, mi corazón y
mi vida de lo único importante que eres tú, que vienes y me pides alojarte en
mi corazón.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
VIERNES 25 DE DICIEMBRE
NATIVIDAD DEL SEÑOR
MISA DEL DÍA
1ª Lectura: Isaías
52,7-10
La tierra entera verá
la salvación que viene de nuestro Dios
Salmo 97
“Los confines de la
tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”
2ª Lectura: Hebreos
1,1-6
Dios nos ha hablado por
medio de su Hijo
PALABRA DEL DÍA
Juan 1,1-18
“En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra
estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba
junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se
hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba
Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él
todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo
hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de
ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser
hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor
carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y
hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre lleno de
gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: -“Este es
de quien dije: “El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía
antes que yo.”-
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracias tras
gracia.
Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y
la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto Jamás: el Hijo único, que
está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”
Versión para
Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba
junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba
Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este
mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por
medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en
su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la
carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y
nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es
aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque
existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y
hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la
gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es
el Hijo único, que está en el seno del Padre”.
REFLEXIÓN
La Palabra de Dios, la que existía desde el principio, la que estaba en Dios y era Dios, se ha hecho carne de nuestra carne en Jesús. Dios se ha encarnado. Nuestro Dios se ha hecho muy cercano. Se ha vestido con nuestra naturaleza, ¡Qué maravilla! El Niño del pesebre es Dios, Dios con nosotros, Dios entre nosotros. El Verbo se ha hecho hombre y ha entrado en nuestra historia. ¿Y cómo ha venido a nosotros? Ha venido como un marginado. Sus padres no han encontrado un lugar digno y han ido a parar a un establo, al corral de los animales. Jesús ha encontrado como cuna un pesebre.
¿Por qué tenía que nacer en este lugar? Éste es el misterio
de Dios. Él se ha encarnado en nuestro mundo, en el que están muy presentes la
miseria, la marginación y la injusticia. Los hombres y las mujeres más pobres,
los pequeños, las personas maltratadas y abandonadas pueden darse cuenta de que
este Dios es su Dios, un Dios cercano, muy cercano. Él ha venido vestido de
pobreza para que en él los más pobres encuentren la luz. Éste es su Dios, éste
es nuestro Dios. Este nacimiento es un escándalo, como son escándalo la miseria
y las diferencias de nuestro mundo: “Vino a los suyos, y los suyos no lo
recibieron…”
Los hombres prefirieron las tinieblas a la luz.
“Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder para ser hijos
de Dios, si creen en su nombre".
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
Los creyentes tenemos múltiples y muy diversas imágenes de
Dios. Desde niños nos vamos haciendo nuestra propia idea de él, condicionados,
sobre todo, por lo que vamos escuchando a catequistas y predicadores, lo que se
nos transmite en casa y en el colegio o lo que vivimos en las celebraciones y
actos religiosos. Todas estas imágenes que nos hacemos de Dios son imperfectas
y deficientes, y hemos de purificarlas una y otra vez a lo largo de la vida. No
lo hemos de olvidar nunca. El evangelio de Juan nos recuerda de manera rotunda
una convicción que atraviesa toda la tradición bíblica: «A Dios no lo ha visto
nadie jamás».
Los teólogos hablamos mucho de Dios, casi siempre demasiado;
parece que lo sabemos todo de él: en realidad, ningún teólogo ha visto a Dios. Lo
mismo sucede con los predicadores y dirigentes religiosos; hablan con seguridad
casi absoluta; parece que en su interior no hay dudas de ningún género: en
realidad, ninguno de ellos ha visto a Dios.
Entonces, ¿cómo purificar nuestras imágenes para no desfigurar
de manera grave su misterio santo? El mismo evangelio de Juan nos recuerda la
convicción que sustenta toda la fe cristiana en Dios. Solo Jesús, el Hijo único
de Dios, es «quien lo ha dado a conocer». En ninguna parte nos descubre Dios su
corazón y nos muestra su rostro como en Jesús.
Dios nos ha dicho cómo es encarnándose en Jesús. No se ha
revelado en doctrinas y fórmulas teológicas sublimes sino en la vida entrañable
de Jesús, en su comportamiento y su mensaje, en su entrega hasta la muerte y en
su resurrección. Para aproximarnos a Dios hemos de acercarnos al hombre en el
que él sale a nuestro encuentro.
Siempre que el cristianismo ignora a Jesús o lo olvida, corre
el riesgo de alejarse del Dios verdadero y de sustituirlo por imágenes
distorsionadas que desfiguran su rostro y nos impiden colaborar en su proyecto
de construir un mundo nuevo más liberado, justo y fraterno. Por eso es tan
urgente recuperar la humanidad de Jesús.
No basta con confesar a Jesucristo de manera teórica o
doctrinal. Todos necesitamos conocer a Jesús desde un acercamiento más concreto
y vital a los evangelios, sintonizar con su proyecto, dejarnos animar por su
espíritu, entrar en su relación con el Padre, seguirlo de cerca día a día. Ésta
es la tarea apasionante de una comunidad que vive hoy purificando su fe. Quien
conoce y sigue a Jesús va disfrutando cada vez más de la bondad insondable de
Dios.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Señor, tu nacimiento está marcado por la marginación y la
pobreza. La gloria del cielo se oscurece en la tierra. El que es Señor del
mundo no encuentra sitio en el mundo para nacer. El que es dueño de todas las
cosas necesita de los regalos de pobres pastores, que al raso cuidaban sus
rebaños. Pero tú vienes con muchos regalos del cielo, y el primero de todos es
la paz. Paz para todos los hombres sin excepción, para los buenos y para los
malos, para los libres y los esclavos, paz envuelta en pañales de amor.
¡Oh, Señor! Contigo nació la gracia de Dios. En ti Dios se
manifestó a los humildes y misericordiosos. Por ti fui rescatado de mi
mediocridad. Y tú me enseñaste a vivir santamente y a esperar con las lámparas
encendidas tu vuelta gloriosa.
ORACIÓN
Seguro que tengo que cambiar mis esquemas. Jesús me dice con
su presencia, sencillez, pobreza y amor cuáles son las semillas que debo
plantar en mi corazón. He de fijarme en las personas a las que se ha
manifestado. Qué cualidades tenían. Los pastores eran gentes muy sencillas.
Ellos tenían el corazón preparado para recibir al Niño, para creer en el Niño.
Y yo, ¿tengo mi corazón preparado? Aún estoy a tiempo para unirme a los
pastores. Aún ahora puedo transformarme y sentir el calor del aliento del Niño
Jesús. Quiero que sea la luz verdadera que me alumbre, esa luz que vino al
mundo y la desaprovecharon, quiero aprovecharla, dejarme iluminar por ella para
poder iluminar a los otros.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Paxi
Velasco FANO
No hay comentarios:
Publicar un comentario