domingo, 4 de octubre de 2020

11 DE OCTUBRE: XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

 


“Muchos son los llamados y pocos los elegidos”

11 DE OCTUBRE

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Isaías 25,6-10ª

El Señor preparará un festín y enjugará las lágrimas de todos los rostros.

Salmo 22

Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.

2ª Lectura: Filipenses 4,12-14.19-20

Todo lo puedo en aquel que me conforta.

PALABRA DEL DÍA

Mateo 22,1-14

“En aquel tiempo volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo: -El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras; otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: -La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a os comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: -Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: -Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.

Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.

De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.

Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;

y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.

Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.

Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.

Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.

Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.

'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.

Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.

Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.”

REFLEXIÓN

Seguimos proclamando el discurso de las parábolas del Reino. La parábola de hoy tiene gran similitud con la del domingo anterior, en cuanto se refiere a la actitud de los judíos que orgullosamente se resistieron a la invitación del rey que celebraba la boda de su hijo. Pero como todas las parábolas del Reino, tiene un significado que va más allá de su contexto histórico inmediato.

Lo primero que nos llama la atención, es casi incomprensible que algunos ciudadanos desoyeran la invitación del rey que los invita, y aún más que maltrataran a los criados hasta matarlos, sabiendo que ese gesto podría desatar la ira del rey por la afrenta que significa.

Pero este rey era el mismo rey de la cruz, el rey de los humildes y de los pobres. Quienes rechazaban a los pobres no podían sino rechazar a un rey que venía a revolucionar los esquemas sociales y religiosos. La parábola parece sugerir algo así como si Dios hubiera perdido tiempo en preparar a un pueblo para su entrada en el Reino, pues los menos preparados resultaron más dispuestos.

Nosotros podemos descubrir cómo Dios mismo se vio en cierta manera condicionado por las circunstancias: aceptó trabajar con un pueblo de dura cerviz y no lo abandonó hasta que el mismo pueblo se alejó de él. El Reino necesitaba una etapa preparatoria que, en realidad, sólo fue fracaso para los duros de corazón. Fue el resto humilde del pueblo judío el primero que entró a la mesa del Reino, y tras ellos, los, pueblos paganos. Efectivamente, la última parte de la parábola habla de cómo los primeros como los últimos, tienen que cumplir ciertas exigencias para entrar en el Reino.

Pero como hemos visto, el Reino es comparado, con un banquete de bodas.

A la luz de otros textos del Evangelio comprendemos que las bodas no son otras que las que realiza el mismo Jesús con la humanidad. Él mismo se presentó como el esposo de un pueblo nuevo. Por ser banquete de bodas, sólo podrán entrar quienes de alguna manera sintieran que participar en la cena era penetrar en el círculo del esposo, estableciendo una relación de amor muy bien representada en la comida común.

Por ser un banquete donde el amor era la comida principal, es fácil comprender por qué muchos se negaron a participar en él: eran los que preferían comer el dinero, los negocios o el pan de la violencia. El banquete cuestionaba una conducta centrada en el puro egoísmo; más aún, les exigía entrar en relación con el rey y su hijo no simplemente como súbditos que cumplen las leyes necesarias sino en un gesto de amistad.

Podríamos concluir, que el Reino de Dios es incomprensible, y por lo tanto inaceptable, si no se lo mira desde la perspectiva de un amor profundo y total al modo de dos esposos que deciden unirse en amor para siempre.

Quien pretenda entrar en el Reino debe dejar a un lado sus personales intereses y negocios, como si lo único importante en la vida fuese el hecho mismo de compartir con Dios y con los hermanos la misma mesa.

Por eso relacionamos esta parábola con la eucaristía: porque sentarse a esta mesa común es subrayar en nuestra vida la primacía del amor fraterno por encima de todas las demás cosas, aunque aparentemente parezcan importantes.

Quien da la espalda al banquete de bodas –donde hay un solo interés, el del Reino- queda inexorablemente afuera.  




ENTRA EN TU INTERIOR

EN LOS CRUCES DE LOS CAMINOS

A través de sus parábolas Jesús va descubriendo a sus seguidores cómo experimenta a Dios, cómo interpreta la vida desde sus raíces más profundas y cómo responde a los enigmas más recónditos de la condición humana.

Quien entra en contacto vivo con sus parábolas comienza a cambiar. Algo "sucede" en nosotros. Dios no es como lo imaginamos. La vida es más grande y misteriosa que nuestra rutina convencional de cada día. Es posible vivir con un horizonte nuevo. Escuchemos el punto de partida de la parábola llamada «Invitación al Banquete».

Según el relato, Dios está preparando una fiesta final para todos sus hijos e hijas, pues a todos quiere ver sentados junto a él, en torno a una misma mesa, disfrutando para siempre de una vida plena. Esta imagen es una de las más queridas por Jesús para sugerir el final último de la historia humana.

Frente a tantas imágenes mezquinas de un Dios controlador y justiciero que impide a no pocos saborear la fe y disfrutar de la vida, Jesús introduce en el mundo la experiencia de un Dios que nos está invitando a compartir con él una fiesta fraterna en la que culminará lo mejor de nuestros esfuerzos, anhelos y aspiraciones.

Jesús dedica su vida entera a difundir la gran invitación de Dios: «El banquete está preparado. Venid». Este mensaje configura su modo de anunciar a Dios. Jesús no predica doctrina, despierta el deseo de Dios. No impone ni presiona. Invita y llama. Libera de miedos y enciende la confianza en Dios. En su nombre, acoge a su mesa a pecadores e indeseables. A todos ha de llegar su invitación.

Los hombres y mujeres de hoy necesitan descubrir el Misterio de Dios como Buena Noticia. Los cristianos hemos de aprender a hablar de él con un lenguaje más inspirado en Jesús, para deshacer malentendidos, aclarar prejuicios y eliminar miedos introducidos por un discurso religioso lamentable que ha alejado a muchos de ese Dios que nos está esperando con todo preparado para la fiesta final.

En estos tiempos en los que el descrédito de la religión está impidiendo a muchos escuchar la invitación de Dios, hemos de hablar de su Misterio de Amor con humildad y con respeto a todos, sin forzar las conciencias, sin ahogar la vida, despertando el deseo de verdad y de luz que sigue vivo en lo más íntimo del ser humano.

Es cierto que la llamada religiosa encuentra hoy el rechazo de muchos, pero la invitación de Dios no se ha apagado. La pueden escuchar todos los que en el fondo de sus conciencias escuchan la llamada del bien, del amor y de la justicia.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

El mensaje de las lecturas de hoy tiene una acuciante actualidad. Dios llama a todos, hoy como ayer. El banquete es el mismo para todos.

La respuesta de cada uno puede ser un sí o un no. Esa respuesta es la que marca la diferencia entre unos y otros. Si preferimos las tierras o los negocios, quiere decir que es eso lo que de verdad nos interesa.

Todo el evangelio es una invitación, podemos responder que sí o que no. Pero, como la parábola de los dos hermanos nos recordaba hace unos días, sólo es válida la respuesta de las obras.

Cuando el texto dice que los primeros invitados no se lo merecían, tiene razón, pero existe el peligro de creer que los llamados en segunda  convocatoria sí se lo merecían. El centro del mensaje del evangelio está en que invita a todos: malos y buenos. Esto es lo que no terminamos de aceptar. Seguimos creyéndonos los elegidos, los privilegiados, los buenos con derecho a la exclusiva (fuera de la Iglesia no hay salvación).

Hay que tener mucho cuidado con las interpretaciones simplistas. De un banquete de los tiempos mesiánicos, se pasó con demasiada facilidad a un banquete para el más allá. Este salto nos lanza peligrosamente fuera de las fronteras del tiempo y deja todo para más allá de este mundo. No creo que fuese ese el sentir de Jesús que se interesó por las personas de carne y hueso que estaban tiradas en la sociedad que le tocó vivir.

ORACIÓN

La Eucaristía es nuestro banquete de bodas: al comer juntos en esta mesa, estrechamos los vínculos de amor con todos los hermanos, y de esta forma nos unimos a Dios en Cristo.

Señor, ya que nos llamaste a participar de los bienes del Reino, haz que tomemos conciencia de todo lo que ello implica para nuestra vida.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO

Imagen para colorear.



 

 

 


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