“Paz a vosotros. Como
el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
31 de Mayo
SOLEMNIDAD DE
PENTECOSTÉS
(DÍA DE LA ACCIÓN
CATÓLICA Y DEL APOSTOLADO SEGLAR)
COMIENZA LA SEMANA DE
ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
VIGILIA:
1ª Lectura: Génesis
11,1-9
Salmo 103: Envía tu
Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
2ª Lectura: Romanos
8,22-27
EVANGELIO: Juan 7,37-39
MISA DEL DÍA
1ª Lectura: Hechos
2,1-8
Salmo 103: Envía tu
Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
2ª Lectura: 1 Corintios
12,3-7.12-13
PALABRA DEL DÍA
Juan: 20,19-23
“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana,
estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los
judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros” Y,
diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron
de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha
enviado, así también os envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos
y les dijo: “recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
Versión para América
Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana,
estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los
judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “La paz con
ustedes” Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos
se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “La paz con ustedes.
Como el Padre me ha enviado, así les envío yo”. Y, dicho esto, exhaló su
aliento sobre ellos y les dijo: “reciban el espíritu Santo; a quienes les
perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les
quedan retenidos”.
REFLEXIÓN
El Espíritu Santo es como el Soplo de Dios. En hebreo Ruah
significa a la vez espíritu y soplo o viento; también en griego: Pneuma.
Parece que el soplo,
el aliento, el viento es algo más espiritual, porque no se ve, pero se siente
su vitalidad y su fuerza. Hay realidades que están más allá o más adentro de
nuestra perspectiva. El mismo Jesús compara el Espíritu a lo que sucede con el
viento: “El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde
viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu, le dice Jesús a
Nicodemo. No vemos el Espíritu, pero oímos su voz. No sabemos definir bien el
Espíritu, pero experimentamos su dinamismo creador, vivificante. Nos resulta
imposible explicar, siquiera analógicamente, el origen y la misma identidad del
Espíritu, pero sentimos su presencia y palpamos la multiplicidad de sus
actuaciones y sus efectos. Por eso las mejores definiciones del Espíritu son
descriptivas o simbólicas.
Pero este Aliento actúa desde dentro, oxigenando nuestras
neuronas, vitalizando nuestras células, como la savia de todo el organismo. No
es una fuerza externa que nos obligue y nos conduzca. Es un dinamismo íntimo
que nos hace ser y crecer.
El aliento que Jesús transmite a los suyos, es el mismo
Espíritu en persona: Recibid el Espíritu Santo. No reciben solamente una
iluminación, una consolación, una fuerza, un don, reciben todo el Espíritu
Santo, la fuente de todas las gracias y el tesoro que encierra todos los dones.
No reciben una parte del Espíritu, sino todo el Espíritu.
La misión del Espíritu es llenarnos de la Vida de Jesús,
asemejarnos a Cristo en todo. Él nos habla de Cristo. Él va pintando en
nosotros la imagen de Cristo. Él nos recrea con la misma “genética” de Cristo.
Donde hay Espíritu no hay miedo. Cuando llega el Espíritu se
abren las puertas cerradas, se habla claro y bonito, se dicen las verdades
delante de todos los públicos. Eso sí, con respeto y con misericordia, sin
amenazas ni insultos.
Donde hay Espíritu hay libertad. El Espíritu está reñido con
la esclavitud, sea interior –todo lo que te ata-, sea exterior, por
condicionamientos de cualquier tipo. El que tiene el Espíritu respeta, pero no
se doblega ante nada ni ante nadie; no adora a los poderosos o a los líderes o
a los sabios o al dinero o al ambiente cultural y social… Sólo adora a Dios.
Donde hay Espíritu hay fortaleza y paciencia. Se asume la
persecución, la cárcel, los azotes. El Espíritu conforta y consuela en la
lucha, en la enfermedad, en la humillación. El Espíritu es el que unge a los
mártires y a cuantos sufren por la fe y por el amor.
Donde hay Espíritu hay generosidad. El Espíritu es Don y
capacidad de donar. El Espíritu no es posesivo, sino comunicativo. Nada
retiene, libre como el aire. Comparte cuanto es y cuanto tiene. Y siempre desde
la gratuidad, no es interesado, es gracia.
Donde hay Espíritu hay amor. Claro, el Espíritu se define
como el Amor de Dios personalizado. Amor de Dios derramado en nuestros
corazones. En el fondo, cuando hablamos de energía, de fortaleza, de libertad,
de generosidad, estamos hablando de resplandores de una misma realidad, que es
el amor. Desde el amor nos hacemos libres, valientes, pacientes, generosos,
entregados. Desde el Espíritu podemos amar como nos amó Jesucristo.
ENTRA EN TU INTERIOR
Recibid el Espíritu
Poco a poco, vamos aprendiendo a vivir sin interioridad. Ya
no necesitamos estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros. Nos
basta con vivir entretenidos. Nos contentamos con funcionar sin alma y
alimentarnos solo de pan. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven
Espíritu Santo y libéranos del vacío interior. Ya sabemos vivir sin raíces y
sin metas. Nos basta con dejarnos programar desde fuera. Nos movemos y agitamos
sin cesar, pero no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos. Estamos cada vez
mejor informados, pero nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo
y libéranos de la desorientación.
Apenas nos interesan ya las grandes cuestiones de la
existencia. No nos preocupa quedarnos sin luz para enfrentarnos a la vida. Nos
hemos hecho más escépticos pero también más frágiles e inseguros. Queremos ser
inteligentes y lúcidos. ¿Por qué no encontramos sosiego y paz? ¿Por qué nos
visita tanto la tristeza? Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad
interior.
Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, pero
¿vivir qué? Queremos sentirnos bien, sentirnos mejor, pero ¿sentir qué?
Buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero no nos
contentamos solo con pasarlo bien. Hacemos lo que nos apetece. Apenas hay
prohibiciones ni terrenos vedados. ¿Por qué queremos algo diferente? Ven
Espíritu Santo y enséñanos a vivir.
Queremos ser libres e independientes, y nos encontramos cada
vez más solos. Necesitamos vivir y nos encerramos en nuestro pequeño mundo, a
veces tan aburrido. Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos
vivos y amistosos. Al sexo le llamamos “amor” y al placer “felicidad”, pero
¿quién saciará nuestra sed? Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.
En nuestra vida ya no hay sitio para Dios. Su presencia ha
quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro,
ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones, no
acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con él. Hemos
aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a
creer.
Creyentes y no creyentes, poco creyentes y malos creyentes,
así peregrinamos todos muchas veces por la vida. En la fiesta cristiana del
Espíritu Santo a todos nos dice Jesús lo que un día dijo a sus discípulos
exhalando sobre ellos su aliento: “Recibid el Espíritu Santo”. Ese Espíritu que
sostiene nuestras pobres vidas y alienta nuestra débil fe puede penetrar en
nosotros por caminos que solo él conoce.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Sabemos muy bien que todo lo que somos ha sido un don de Dios
y, por eso, nos queremos dirigir a él con las manos totalmente vacías para
acoger sus dones, los dones del Espíritu.
DON DE LA SABIDURÍA: Sabemos que Dios nos ha dado una
nueva identidad, nos ha marcado con su Espíritu; por eso pedimos la fuerza
necesaria para ser capaces de vivir sin temor la libertad que supone el hecho
de ser bautizados.
También queremos ofrecer nuestra capacidad de ir a fondo para
descubrir la profundidad de este misterio, para conocer, madurar y saborear,
cada vez más, nuestra fe.
DON DE ENTENDIMIENTO: Entendemos que Dios nos acoge
siempre, para lo que pase; y por eso pedimos que en la comunidad nos acojamos
también con la misma incondicionalidad.
Queremos ofrecer nuestra espontaneidad y apertura para
afrontar cualquier situación.
DON DE CONSEJO: No tenemos demasiadas cosas, pero sí
un camino que recorrer, por eso pedimos no ir solos en este camino.
Ofrecemos la voluntad de aprovechar cada etapa de nuestro
crecimiento y maduración en la fe, conscientes de que, en cada momento, Dios
nos sale al encuentro.
DON DE FORTALEZA: También queremos llegar muy arriba; y
por eso pedimos el apoyo y la ayuda de Dios y de los hermanos, fuertemente
unidos y parando los golpes que nos pueda traer la vida.
DON DE PIEDAD: También queremos pedir que la
comunidad nos ayude a vivir una espiritualidad firme y sólida, a fin de
escuchar la voz de Dios y poder responder a ella.
Ofrecemos nuestra necesidad de interiorización, oración y
recogimiento, para experimentar silencios llenos en lugar de palabras vacías.
DON DE CIENCIA: Queremos pedir también un esfuerzo
conjunto para intentar adaptarnos a los signos de los tiempos, para dar
respuesta a las necesidades de hoy, fundamentalmente en las verdades de
siempre.
DON DE FIDELIDAD A DIOS: La mano de Dios la encontramos en los
testimonios de la comunidad por esto pedimos que los cristianos seamos siempre
un ejemplo a seguir para todos. Ofrecemos nuestro compromiso y nuestra
fidelidad a Dios intentando siempre, dar una respuesta de fe.
ORACIÓN
“Revestíos de la fuerza que brota del Espíritu y convertíos
en constructores de un mundo nuevo, un mundo diferente, fundado en la verdad,
la justicia, la solidaridad y el amor”. (san Juan Pablo II a los jóvenes,
1991).
Expliquemos el
Evangelio a los niños