domingo, 30 de junio de 2019

7 DE JULIO: XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO c



“La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño
de la mies que mande obreros a su mies”

7 DE JULIO

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©

Primera Lectura: Isaías: 66,10-14c

Yo haré correr la paz sobre ella como un río.

Salmo 65: “Aclamad al Señor, tierra entera”

Segunda Lectura: Gálatas 6,14-18

Llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos

que he pasado por Cristo

PALABRA DEL DÍA

Lucas 10,1-12.17-20

“En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “está cerca de vosotros el Reino de Dios”. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros” “De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo. Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: -Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. El les contestó: -Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos, delante de él, a todas las ciudades y lugares a donde debía ir.

Les dijo: «La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha.

Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos.

No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos.

Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: La paz sea en esta casa.

Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes.

Mientras se queden en esa casa, coman y beban lo que les ofrezcan, porque el obrero merece su salario.

No vayan de casa en casa. Cuan do entren en una ciudad y sean bien recibidos, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: El Reino de Dios ha venido a ustedes.

Pero si entran en una ciudad y no quieren recibirles, vayan a sus plazas y digan:

Nos sacudimos y les dejamos hasta el polvo de su ciudad que se ha pegado a nuestros pies. Con todo, sépanlo bien: el Reino de Dios ha venido a ustedes.

Yo les aseguro que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad.

Los setenta y dos discípulos volvieron muy contentos, diciendo: «Señor, hasta los demonios nos obedecen al invocar tu nombre.»

Jesús les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

Miren que les he dado autoridad para pisotear serpientes y escorpiones y poder sobre toda fuerza enemiga: no habrá arma que les haga daño a ustedes.

Sin embargo, alégrense no porque los espíritus se someten a ustedes, sino más bien porque sus nombres están escritos en los cielos.»

REFLEXIÓN

En domingo anterior reflexionamos acerca de las exigencias del discipulado. Si Jesús no establece divisiones ni discriminaciones entre él y los suyos, también es cierto que les propone el mismo camino de fidelidad al Padre que él ha adoptado para sí mismo.

Hoy cerramos este ciclo de meditaciones sobre el seguimiento de Cristo preguntándonos cuál pueda ser la misión del discípulo de Jesús en el mundo. Este tema que Lucas desarrolla tan ampliamente en los Hechos de los apóstoles nos es propuesto hoy a raíz de la elección y misión de los “Setenta y dos discípulos”, que, si parecen tener una categoría inferior con respecto a los Doce en cuanto a organización interna de la comunidad cristiana, no parecen tener una misión distinta en cuanto a la evangelización.

Estos setenta y do laicos que formaron con las mujeres y los Doce la primera comunidad cristiana, forman lo que hoy llamaríamos un laicado comprometido que interpretó su vocación cristiana como un servicio al Reino de Dios. Su elección a cargo directo de Jesús, su misión y la forma de desarrollarla son como la “regla fundamental” de toda comunidad cristiana que se precie de tal, sea esta laica o religiosa, ya que las exigencias cristianas son iguales para todos por el simple hecho de ser llamados por Cristo, sin que la diferencia de estructuras o formas de vida sea motivo para que supongamos que existen dos formas de cristianismo. Por ello, el texto evangélico de hoy tiene una importancia particular.

Lo que nos llama la atención es el encuadre general del relato. En efecto, todo él tiene como prospectiva general la cercanía del Reino de Dios, cercanía y presencia que constituyeron no sólo el contenido de la predicación de los Doce y de los Setenta y dos, sino que son el horizonte que jamás hemos de perder de vista cuando queremos referirnos a la acción de la Iglesia en el mundo y a la misión concreta de los cristianos.

Jesús, ante la visión de un mundo maduro para la acción del Reino de Dios, parece tomar conciencia de lo exigua que podrá ser su acción y la de los Doce si no incorpora otros obreros para la siega mesiánica. A menudo la presencia definitiva de Dios en el mundo es comparada, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, con la obra de un segador que junta en gavillas a los hombres buenos y malos.

ENTRA EN TU INTERIOR

Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús, dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.

«Poneos en camino». Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma, pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. "La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad" (Benedicto XVI).

Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?

«Cuando entréis en un pueblo... curad a los enfermos y decid: está cerca de vosotros el reino de Dios». Ésta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio? ¿cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?

Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los que sufren... Sólo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno de todos.

«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa». La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas sólo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Señor, quiero seguirte, quiero seguirte como peregrino, ligero de equipaje, sé que tengo que despojarme de muchas cosas, sobre todo de aquello que puede obstaculizarme el anuncio del evangelio hoy. Soy consciente que el peregrino en camino tiene que ser un peregrino pobre, que pone en ti una confianza absoluta. ¿De qué cosas puedo pedir a tu Espíritu Santo que me libere porque son obstáculos para anunciar tu Reino?

Explíquenos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO


Imagen para colorear.




lunes, 24 de junio de 2019

30 DE JUNIO: XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.



“Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nido,

pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”

30 DE JUNIO

XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©

1ª Lectura: Libro primero de los Reyes; 19,16b.19-21

Eliseo se levantó y siguió a Elías.

Salmo 15:

“Tú, Señor, eres el lote de mi heredad”

2ª Lectura: Carta de San Pablo a los Gálatas: 4,31b-5,1.13-18

La vocación de ustedes es la libertad.

PALABRA DEL DÍA

Lucas 9,51-62

“Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: -Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos? El se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: -Te seguiré adonde vayas. Jesús le respondió: -Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza. A otro le dijo: -Sígueme. El respondió: -Déjame primero ir a enterrar a m padre. Le contestó: -Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios. Otro le dijo: -Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia. Jesús le contestó: -El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”.

Versión para Latino América, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Como ya se acercaba el tiempo en que sería llevado al cielo, Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén. Envió mensajeros delante de él, que fueron y entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento. Pero los samaritanos no lo quisieron recibir porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto sus discípulos Santiago y Juan, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma?» Pero Jesús se volvió y los reprendió. Y continuaron el camino hacia otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.» Jesús le contestó: «Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene donde recostar la cabeza.» Jesús dijo a otro: «Sígueme». El contestó: «Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre.» Jesús le dijo: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve a anunciar el Reino de Dios.» Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero antes déjame despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.»    
        
REFLEXIÓN

El centro del evangelio de hoy está en las tres perícopas finales, que giran en realidad sobre un mismo eje y una misma idea central.

Lucas nos trae tres casos de posibles candidatos al discipulado, candidatos que fueron tratados con cierta dureza por Jesús, pero que, dentro de su contexto literario, representan posturas no suficientemente purificadas en aquellos que quieren seguir a Jesucristo.

El primer caso. Entusiasmado por la fama de Jesús, “uno” se decide a seguir a Jesús a cualquier parte. Jesús, en una respuesta un tanto ambigua acerca de la intención que animaba a ese hombre, le respondió tajantemente. “Nada tengo para ofrecerte”, pareció decirle “al menos, nada que a ti te interese”. “En todo caso, solamente puedes compartir mi pobreza, ya que ni tengo una casa para alojarte”.

En la respuesta de Jesús, está, una vez más, una invitación a interiorizar nuestra fe, a buscar los motivos sociológicos o políticos que impide descubrir la desnudez de la cruz.

El segundo caso. El segundo candidato fue llamado por Jesús con el característico “Sígueme”. El hombre acepta, pero pone una condición sumamente razonable y lógica: que antes pueda enterrar a su padre recientemente fallecido. Pero Jesús se muestra intransigente y responde con una frase desconcertante: que los muertos se encarguen del muerto. En cambio, “tú, vete a anunciar el Reino de Dios”.

Seguir a Jesús no solamente cuesta; también cuesta entenderlo…

En este caso Jesús apela a la paradoja, expresión literaria desusada en occidente pero muy del gusto de la filosofía y literatura oriental.

¿Qué fue lo que fastidió a Jesús? Que mientras le hablaba a aquel hombre de seguirlo a él, la Vida nueva, se encuentra con que quiere enterrar a un muerto.

Aquí puede estar la clave del pensamiento de Jesús: detrás de ese “enterrar al padre muerto”, Jesús parece descubrir el espíritu de ese posible candidato al discipulado: su apego al pasado, a un pasado que está definitivamente muerto porque ha llegado el Reino de Dios, reino de vida y de cambio.

“Que los muertos entierren a sus muertos” puede significar: que el pasado se ocupe del pasado, pues no se puede colocar vino nuevo en odres viejos ni un remiendo nuevo en un vestido gastado.

Ser cristiano es cortar con lo viejo. No se puede perder el tiempo en enterrar a tantos muertos que nos ligan con el pasado; muertos que están dentro de uno mismo y que nos aprisionan sutilmente.

El tercer caso. Tampoco el tercer candidato recibió la llamada de Jesús, pero tiene pensado seguirlo siempre que pueda antes despedirse de los suyos. Jesús no acepta dicha condición, pues es incompatible con la entrada al Reino de Dios.

Se trata de un caso similar al anterior: a aquel hombre le faltaba decisión para romper con su pasado, sobre todo con su pasado afectivo. Jesús no se opone al cuarto mandamiento, que exige honrar a los padres, pero nos hace descubrir que toda la antigua ley debe ser reinterpretada desde Jesús mismo. De aquí en adelante toda la ley antigua caduca y, para el discípulo, Jesús es la única ley, como también es el centro de la nueva familia del creyente.
Jesús no anula lo que tiene de valedero nuestro pasado, pero nos exige que aprendamos a mirar la vida desde un criterio absoluto.

La fe cristiana cambia radicalmente la vida del hombre. Es un punto de vista totalmente nuevo y original a la luz del cual debemos replantear toda nuestra existencia, aun en aquellos elementos que nos sean más queridos e íntimos.

Sólo así la fe, es cambio de vida y, en consecuencia, entrada al Reino de Dios, cuyos criterios el hombre acepta para interpretar la vida y para encontrarle sentido.

ENTRA EN TU INTERIOR

El seguimiento de Jesús exige decisión, mirada clara y hacia adelante y estar en camino.

Seguir a Jesús es el corazón de la vida cristiana. Lo esencial. Nada hay más importante o decisivo. Precisamente por eso, Lucas describe tres pequeñas escenas para que las comunidades que lean su evangelio tomen conciencia de que, a los ojos de Jesús, nada puede haber más urgente e inaplazable.

Jesús emplea imágenes duras y escandalosas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca más seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas, renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias. Sus palabras plantean en el fondo una sola cuestión: ¿qué relación queremos establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?

Primera escena. Uno de los que le acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, él mismo toma la iniciativa: “Te seguiré adonde vayas”. Jesús le hace tomar conciencia de lo que está diciendo: “Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros nido”, pero él “no tiene dónde reclinar su cabeza”.

Seguir a Jesús es toda una aventura. Él no ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar dinero o adquirir poder. Seguir a Jesús es “vivir de camino”, sin instalarnos en el bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión. Una Iglesia menos poderosa y más vulnerable no es una desgracia. Es lo mejor que nos puede suceder para purificar nuestra fe y confiar más en Jesús.

Segunda escena. Otro está dispuesto a seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de “enterrar a su padre”. A ningún judío puede extrañar, pues se trata de una de las obligaciones religiosas más importantes. La respuesta de Jesús es desconcertante: “Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a anunciar el reino de Dios”.

Abrir caminos al reino de Dios trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los “muertos”, que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su justicia.

Tercera escena. A un tercero que quiere despedir a su familia antes de seguirlo, Jesús le dice: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios”. No es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el pasado. Trabajar en el proyecto del Padre pide dedicación total, confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras los pasos de Jesús.

José Antonio Pagola


ORA EN TU INTERIOR

“Sígueme”, nos dice Jesús. Sin condiciones, sin trampas, sin mentiras.

Al comulgar, nos encontramos con ese Jesús que hoy nos ha trazado un camino claro y decidido. Comulgar es aceptar al Cristo de la fe, rubricando nuestro compromiso bautismal.

“Vete a anunciar el Reino de Dios” … Esta es la orden de Jesús. No perdamos el tiempo en largas despedidas con un pasado que está muerto ni en cuestiones que no interesan al hombre de hoy. El tiempo urge y el evangelio debe ser anunciado con hechos claros y concretos.

ORACIÓN

Purifica, señor, nuestra fe para que, abandonando toda forma de egoísmo, vivamos en la libertad y en el amor en constante servicio del Reino de Dios.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO.



Imagen para colorear.





domingo, 16 de junio de 2019

23 DE JUNIO: SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DEL SEÑOR.


“Dadles vosotros de comer”.

23 DE JUNIO

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO

Y SANGRE DEL SEÑOR

1ª Lectura: Génesis: 14,18-20

Melquisedec presentó pan y vino.

Salmo 109:

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

2ª Lectura: 1 Corintios: 11,23-26

Cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz,

proclaman la muerte del Señor.

PALABRA DEL DÍA

Lucas: 9,11-17

“Jesús se puso a hablar a la gente del reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle: “Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos en descampado”. Él le contestó: “Dadles vosotros de comer”. Ellos replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comparar de comer para todo este gentío”. (Porque eran unos cinco mil hombres). Jesús dijo a sus discípulos: “Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta”. Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos, para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Pero la gente lo supo y partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos.
El día comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron para decirle: «Despide a la gente para que se busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los alrededores, porque aquí estamos lejos de todo.»
Jesús les contestó: «Denles ustedes mismos de comer.» Ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?»
De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.»
Así lo hicieron los discípulos, y todos se sentaron.
Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los distribuyeran a la gente.
Todos comieron hasta saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce canastos”.

REFLEXIÓN

Celebramos la fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor. Y lo hacemos con reconocimiento y gratitud inmensa. Celebramos el misterio de nuestra salvación. La mesa está aquí, en el centro de nuestra reunión. El pan partido y el cáliz rebosante están significando muchas cosas: hay recuerdos, hay presencia, hay banquete, hay común-unión, hay anuncio, hay compromiso, y, sobre todo y en todo, hay un amor misterioso, un amor propio de Dios.


Esta mesa está aquí, en el centro, pero está también en el centro de la Iglesia, está también en el centro del mundo. Es un centro que expande energía liberadora en todas direcciones y en todos los niveles. A esa mesa pueden acudir todos los que tienen hambre y sed, todos los que sienten frío, todos los que sufren de soledad y tristeza, todos los desesperanzados, los que no encuentran sentido a su vida, todos los acobardados, todos los que están excluidos o carecen de libertad, todos los que no se entienden o no se quieren, todos los que están cargados y agobiados, todos los que, de una u otra manera, están heridos.

Pero a esta mesa deben acercarse también los que están llenos de luz y esperanza, los que se sienten bendecidos y queridos, los que tienen hambre y sed de justicia, los que tienen ansias de crecimiento y de frutos, los que quieren servir mejor y comprometerse, los que desean más amistad y más comunión.

Esta mesa es lugar de encuentro no sólo para las personas, sino para los grupos, para las comunidades, para las iglesias, para los pueblos. Hay medicina, alimento y energía para todos. Ayuda a ver mejor los problemas y a superarlos, a quitar prejuicios y crecer en la unidad, a vivir más cercanos y solidarios, a olvidarse de sí y vivir para el otro o para los otros. Ayuda a crecer en libertad, en solidaridad, en comunión, en amor.

ENTRA EN TU INTERIOR

HACER MEMORIA DE JESÚS

Al narrar la última Cena de Jesús con sus discípulos, las primeras generaciones cristianas recordaban el deseo expresado de manera solemne por su Maestro: “Haced esto en memoria mía”. Así lo recogen el evangelista Lucas y Pablo, el evangelizador de los gentiles.

Desde su origen, la cena del Señor ha sido celebrada por los cristianos para hacer memoria de Jesús, actualizar su presencia viva en medio de nosotros y alimentar nuestra fe en él, en su mensaje y en su vida entregada por nosotros hasta la muerte. Recordemos cuatro momentos significativos de la estructura actual de la misa. Los hemos de vivir desde dentro y en comunidad.

LA ESCUCHA DEL EVANGELIO.

Hacemos memoria de Jesús cuando escuchamos en los evangelios el relato de su vida y su mensaje. Los evangelios han sido escritos, precisamente, para guardar el recuerdo de Jesús alimentando así la fe y el seguimiento de sus discípulos.

Del relato evangélico no aprendemos doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y actuar de Jesús, que ha de inspirar y modelar nuestra vida. Por eso, lo hemos de escuchar en actitud de discípulos que quieren aprender a pensar, sentir, amar y vivir como él.

LA MEMORIA DE LA CENA

Hacemos memoria de la acción salvadora de Jesús escuchando con fe sus palabras: “Esto es mi cuerpo. Vedme en estos trozos de pan entregándome por vosotros hasta la muerte… Éste es el cáliz de mi sangre. La he derramado para el perdón de vuestros pecados. Así me recordaréis siempre. Os he amado hasta el extremo”.

En este momento confesamos nuestra fe en Jesucristo haciendo una síntesis del misterio de nuestra salvación: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús”. Nos sentimos salvador por Cristo nuestro Señor.

LA ORACIÓN DE JESÚS

Antes de comulgar, pronunciamos la oración que nos enseñó Jesús. Primero, nos identificamos con los tres grandes deseos que llevaba en su corazón: el respeto absoluto a Dios, la venida de su reino de justicia y el cumplimiento de su voluntad de Padre. Luego, con sus cuatro peticiones al Padre: pan para todos, perdón y misericordia, superación de la tentación y liberación de todo mal.

LA COMUNIÓN CON JESÚS

Nos acercamos como pobres, con la mano tendida; tomamos el Pan de la vida; comulgamos haciendo un acto de fe; acogemos en silencio a Jesús en nuestro corazón y en nuestra vida: “Señor, quiero comulgar contigo, seguir tus pasos, vivir animado con tu espíritu y colaborar en tu proyecto de hacer un mundo más humano”.

José Antonio Pagola


ORA EN TU INTERIOR

NO SE PUEDE SEPARAR LA EUCARISTÍA DE LA CARIDAD

La Eucaristía es acción de gracias y la caridad reconocimiento: Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos.

La Eucaristía es alabanza de las maravillas de Dios; la caridad, hace vivo el amor de Cristo: amaos los unos a los otros como yo os he amado.

La Eucaristía es sacrificio y la caridad amor en la entrega: aunque me dejara quemar vivo, si no tengo caridad de nada me sirve, dice Pablo en 1 Cor 13.

La Eucaristía es presencia escondida. La caridad es coherencia y sinceridad: el que no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo va a amar a Dios al que no ve?

La Eucaristía, en fin, es fuente y cima de la vida cristiana. Y la caridad es la señal de que somos reconocidos como discípulos de Cristo: en esto se conoce que sois discípulos míos, en el amor que exista entre vosotros. Esta será la medida con la que nos medirán en el último día.

 Esperamos, por la misericordia de Dios, escuchar en aquel momento, las palabras: “Venid benditos de mi Padre, heredad el reino que os tenía preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, estuve denudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis en la cárcel y vinisteis a verme”. Y tendremos que responder bendito tú, Señor, porque yo era el hambriento y me diste el pan del cielo que es tu cuerpo. Porque yo era el sediento y me diste a beber la copa de tu sangre. Y los justos irán a la vida eterna.

ORACIÓN FINAL

 ¡Oh Dios! Que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos como te pedimos, venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos, constantemente en nosotros, los frutos de tu redención. Amén.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO.


Imagen para colorear.



martes, 11 de junio de 2019

16 DE JUNIO: SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.


"Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad plena."

16 DE JUNIO

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

(DÍA PRO ORANTIBUS –CONTEMPLATIVOS)

1ª Lectura: Proverbios 8,22-31

Antes de que existiera la tierra,

La sabiduría ya había sido engendrada.

Salmo 8:

Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

2ª Lectura: Romanos 5,1-5

Vayamos a Dios por Cristo mediante el amor

que nos ha infundido el Espíritu Santo.

PALABRA DEL DÍA

Juan 16,12-15

“Dijo Jesús a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hacia la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir: Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”.

Versión para américa Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'."

REFLEXIÓN

Profesamos nuestra fe en Dios uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La profesamos desde nuestro bautismo, fuimos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, hasta que morimos abrazados a la cruz. La profesamos en nuestras oraciones, signos y bendiciones, catequesis y enseñanzas, cantos y tradiciones.

Aunque no hemos sido muy conscientes de la importancia espiritual de este misterio, hoy, por la gracia de Dios, sabemos que es fuente, marca y meta de toda nuestra vida.

Fuente: Tres corrientes en una, origen de toda vida y toda gracia.

Marca: Estamos hechos a su imagen, con dinamismo de comunión.

Meta: “Nos has hecho, Señor, para ti”, decía san Agustín. Caminamos hacia el abrazo trinitario.

El Padre, decía san Juan de la Cruz, es mano blanda. Blanda por la ternura y la misericordia. Pero es también mano fuerte, creadora y protectora. De sus dedos salieron las espirales de las estrellas, la vida innumerable, las figuras del hombre y la mujer, bien moldeados.

El Hijo es “toque delicado”, carne de nuestra carne. Su toque era curativo y amistoso. Su toque era transmisión de gracias. Su toque elevaba y dignificaba. Después se dejó tocar y traspasar para redimirnos y salvarnos.

El Espíritu es “llama viva”, que purifica y transforma, da calor y amistad, embellece y transfigura. De su llama se desprenden inflamaciones de amor. Ya nunca tendremos miedo, porque en Él estamos encendidos.

Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidos en fuerte abrazo, viviendo la comunión perfecta, sosteniendo y recreando la vida toda, desbordando en hijos y familias, tan distintos, tan iguales, sostén y fundamento de iodo lo creado.

Dios Padre, que es creación, amor. Dios es amor. Dios Hijo, que es el camino que tenemos que recorrer, la verdad que tenemos que creer y la vida que tenemos que vivir. Dios Espíritu Santo, que es donación, comunicación, comunión.

¿En qué Dios creemos?

¿En un Dios serio, justiciero. En un Dios que premia a los buenos y castiga a los malos?

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

Yo creo:

En un Dios que es todo corazón, compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.

En un Dios-Padre, fuente de vida, generosidad desbordante.

En un Dios-Hijo, palabra eterna del Padre por la que todo vino a la existencia, que paso por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal porque Dios estaba con él.

En un Dios-Espíritu Santo, llama viva, fuerza desbordante, comunión profunda, alma de la Iglesia.

Creo en un Dios siempre alegre, uno y trino, comunidad, familia, las tres divinas personas en comunión de vida y amor.

Creo también que este Dios bueno no quiso quedarse tanta bondad para él solo y creó al hombre: A imagen de Dios los creó, hombre y mujer los creó.

Tres veces repite el libro del Génesis en el relato de la creación, en un solo versículo, que el hombre es una imagen de Dios.

Por eso, también necesito creer en el hombre:

En un hombre que sea donación, como Dios. Aprendamos a dar y a darnos, a compartir bienes y talentos, a abrir la mano y el corazón al otro.

En un hombre que sea comunicación. Como Dios, el hombre tiene la palabra. Porque frente a la incomunicación y a la confusión de Babel, está Pentecostés.

En un hombre que sea comunión. Creer en la Trinidad es optar por la comunión entre los hombres. Por eso debemos sentirnos felices cuando vivimos nuestra fe en comunidad de fe y amor en la eucaristía.

ORA EN TU INTERIOR

Solo Dios puede colmar la insatisfacción del hombre, solo él puede colmar nuestra sed: “El que tenga sed, que venga a mí y beba”, decía Jesús.

Tenemos sed de muchas cosas, pero solo él puede calmar nuestra sed, es lo que san Agustín expresaba tan certera y bellamente:

“Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti”.
Dios es pues nuestra meta. Hacia Él caminamos todos, aunque no lo sepamos. En todas nuestras búsquedas sinceras dios se hace el encontradizo.

Cuando deseamos un mundo mejor, cuando nos comprometemos con la paz y la solidaridad, estamos deseando a Dios. Cuando tenemos hambre y sed de justicia, estamos deseando a Dios. Cuando buscamos la verdad, la felicidad de los hermanos, sobre todo de los que más lo necesitan estamos deseando a Dios.

Y nos encaminamos hacia el Dios uno y Trino, cuando nos queremos, cuando formamos una familia, una comunidad unida en la fe, en la esperanza y en la caridad, cuando trabajamos por la reconciliación entre los hombres. Cuando amamos de verdad, estamos dando pasos hacia la Trinidad.

ORACIÓN

Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable, concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unidad de su majestad omnipotente.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de PAXI Velasco FANO


Imagen para colorear.