“La mies es abundante y
los obreros pocos: rogad, pues, al dueño
de la mies que mande
obreros a su mies”
7 DE JULIO
XIV DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO ©
Primera Lectura: Isaías: 66,10-14c
Yo haré correr la paz sobre ella como un río.
Salmo 65: “Aclamad al
Señor, tierra entera”
Segunda Lectura: Gálatas
6,14-18
Llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos
que he pasado por Cristo
PALABRA DEL DÍA
Lucas 10,1-12.17-20
“En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos
y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde
pensaba ir él. Y les decía: -La mies es abundante y los obreros pocos; rogad,
pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad
que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni
sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en
una casa, decid primero: “Paz a esta casa” Y si allí hay gente de paz,
descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la
misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed
lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “está cerca de
vosotros el Reino de Dios”. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid
a la plaza y decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a
los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros” “De todos modos, sabed que está
cerca el Reino de Dios” Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma
que para ese pueblo. Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
-Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. El les contestó: -Veía
a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear
serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño
alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus;
estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y
dos discípulos y los envió de dos en dos, delante de él, a todas las ciudades y
lugares a donde debía ir.
Les dijo: «La cosecha es abundante, pero los obreros
son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su
cosecha.
Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio
de lobos.
No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se
detengan a visitar a conocidos.
Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes
diciendo: La paz sea en esta casa.
Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que
ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes.
Mientras se queden en esa casa, coman y beban lo que
les ofrezcan, porque el obrero merece su salario.
No vayan de casa en casa. Cuan do entren en una ciudad
y sean bien recibidos, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: El Reino de Dios ha venido a ustedes.
Pero si entran en una ciudad y no quieren recibirles,
vayan a sus plazas y digan:
Nos sacudimos y les dejamos hasta el polvo de su
ciudad que se ha pegado a nuestros pies. Con todo, sépanlo bien: el Reino de
Dios ha venido a ustedes.
Yo les aseguro que, en el día del juicio, Sodoma será
tratada con menos rigor que esa ciudad.
Los setenta y dos discípulos volvieron muy contentos,
diciendo: «Señor, hasta los demonios nos obedecen al invocar tu nombre.»
Jesús les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como
un rayo.
Miren que les he dado autoridad para pisotear
serpientes y escorpiones y poder sobre toda fuerza enemiga: no habrá arma que
les haga daño a ustedes.
Sin embargo, alégrense no porque los espíritus se
someten a ustedes, sino más bien porque sus nombres están escritos en los
cielos.»
REFLEXIÓN
En domingo anterior reflexionamos acerca de las
exigencias del discipulado. Si Jesús no establece divisiones ni
discriminaciones entre él y los suyos, también es cierto que les propone el
mismo camino de fidelidad al Padre que él ha adoptado para sí mismo.
Hoy cerramos este ciclo de meditaciones sobre el seguimiento
de Cristo preguntándonos cuál pueda ser la misión del discípulo de Jesús en el
mundo. Este tema que Lucas desarrolla tan ampliamente en los Hechos de los apóstoles
nos es propuesto hoy a raíz de la elección y misión de los “Setenta y dos
discípulos”, que, si parecen tener una categoría inferior con respecto a los
Doce en cuanto a organización interna de la comunidad cristiana, no parecen
tener una misión distinta en cuanto a la evangelización.
Estos setenta y do laicos que formaron con las mujeres y los
Doce la primera comunidad cristiana, forman lo que hoy llamaríamos un laicado
comprometido que interpretó su vocación cristiana como un servicio al Reino de
Dios. Su elección a cargo directo de Jesús, su misión y la forma de
desarrollarla son como la “regla fundamental” de toda comunidad cristiana que
se precie de tal, sea esta laica o religiosa, ya que las exigencias cristianas
son iguales para todos por el simple hecho de ser llamados por Cristo, sin que
la diferencia de estructuras o formas de vida sea motivo para que supongamos
que existen dos formas de cristianismo. Por ello, el texto evangélico de hoy
tiene una importancia particular.
Lo que nos llama la atención es el encuadre general del
relato. En efecto, todo él tiene como prospectiva general la cercanía del Reino
de Dios, cercanía y presencia que constituyeron no sólo el contenido de la
predicación de los Doce y de los Setenta y dos, sino que son el horizonte que
jamás hemos de perder de vista cuando queremos referirnos a la acción de la
Iglesia en el mundo y a la misión concreta de los cristianos.
Jesús, ante la visión de un mundo maduro para la acción del
Reino de Dios, parece tomar conciencia de lo exigua que podrá ser su acción y
la de los Doce si no incorpora otros obreros para la siega mesiánica. A menudo
la presencia definitiva de Dios en el mundo es comparada, tanto en el Antiguo
como el Nuevo Testamento, con la obra de un segador que junta en gavillas a los
hombres buenos y malos.
ENTRA EN TU INTERIOR
Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús,
dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía
para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de
Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de
alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.
«Poneos en camino». Aunque lo olvidamos una y otra vez, la
Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla
como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión.
Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético
que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma,
pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. "La
Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad" (Benedicto
XVI).
Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos
sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones
doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos
endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida,
anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del
Evangelio?
«Cuando entréis en un pueblo... curad a los enfermos y decid:
está cerca de vosotros el reino de Dios». Ésta es la gran noticia: Dios está
cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar
una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra
actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio? ¿cómo
pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?
Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos
llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones
desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los
que sufren... Sólo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a
ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno
de todos.
«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa».
La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud
amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la
superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor
a las personas sólo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero ¿cómo lo aceptarán
si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Señor, quiero seguirte, quiero seguirte como peregrino,
ligero de equipaje, sé que tengo que despojarme de muchas cosas, sobre todo de
aquello que puede obstaculizarme el anuncio del evangelio hoy. Soy consciente
que el peregrino en camino tiene que ser un peregrino pobre, que pone en ti una
confianza absoluta. ¿De qué cosas puedo pedir a tu Espíritu Santo que me libere
porque son obstáculos para anunciar tu Reino?
Explíquenos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Paxi
Velasco FANO