“El niño iba creciendo, y su carácter se
afianzaba; vivió en el desierto
hasta que se presentó a Israel”.
DOMINGO
24 DE JUNIO
LA
NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA
SOLEMNIDAD
1ª
Lectura: Isaías 49,1-6
Te
convertiré en luz de las naciones.
Salmo
138
“Te doy
gracias, porque me has escogido portentosamente”.
2ª
Lectura: Hechos de los Apóstoles 13,22-26
Antes de que
Jesús llegara, Juan predicó a todo Israel.
Un
bautismo de penitencia.
LECTURA
DEL DÍA
Lucas
1,57-66.80
“A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un
hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una
gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al
niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-¡No! Se va a llamar Juan. Le replicaron. –Ninguno de tus parientes se llama
así. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él
pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron
extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar
bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos y corrió la noticia por
toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
- ¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba
con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto
hasta que se presentó a Israel”.
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a
luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia
con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y
querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve
ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que
le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es
Juan". Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó
a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente
de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón
y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del
Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió
en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.”
REFLEXIÓN
“Los evangelistas,
según la explicación de Jesús, ven cumplida la función de Elías en la persona y
actividad de Juan el Bautista, cuyo nacimiento, circuncisión e imposición del
nombre relata el texto evangélico de hoy. Juan significa en hebreo “favor de
Dios”. En la mentalidad bíblica los nombres adquieren mucha importancia porque
revelan la misión de una persona, lo que esa persona está llamada a ser. El
Bautista fue el último de los profetas del antiguo Testamento, y en su persona
vino a resumirse la serie ininterrumpida de favores de Dios al pueblo elegido,
orientados a la persona de Cristo el mesías. Juan tuvo la misión y el
privilegio de ser el precursor inmediato, y tanto que entró en contacto
personal con él.
Dios cumple las
promesas que había hecho a su pueblo. El nombre de Isabel, la madre del
Bautista significa “Dios-ha-jurado”, es decir, recuerda fielmente la alianza;
el nombre de su padre Zacarías, significa “Dios-se-ha-acordado”. Los tres
protagonistas del evangelio de hoy constituyen toda una familia al servicio del
plan salvador de Dios y sus nombres proclaman que el Señor ha sido fiel a sus
promesas.
La historia de san Juan
también nos remite a nuestra propia historia. “Le pondrás por nombre Juan”, le
dice el ángel a Zacarías. ¡Qué importante es caer en la cuenta de esta verdad
de la fe! Dios nos ha llamado a la vida y Él la sostiene a lo largo de los
años. San Pablo nos lo dirá con toda rotundidad: “En Dios vivimos, nos movemos
y existimos. Somos descendientes de Dios” (Hch. 17,28).
Todos hemos sido
llamados por Dios. Él nos ha llamado a la vida. Fue él quien pronunció nuestro
nombre, el de cada uno, y en ese acto de amor nos regaló la vida. El profeta
Isaías, consciente de ello, nos lo dice: “El Señor me llamó desde antes que yo
naciera, pronunció mi nombre cuando aún estaba yo en el seno de mi madre” (Is.
49,1).
ENTRA EN TU
INTERIOR
SIN
INSTALARSE NI MIRAR ATRÁS
Seguir a Jesús es el
corazón de la vida cristiana. Lo esencial. Nada hay más importante o decisivo.
Precisamente por eso, Lucas describe tres pequeñas escenas para que las
comunidades que lean su evangelio tomen conciencia de que, a los ojos de Jesús,
nada puede haber más urgente e inaplazable.
Jesús emplea imágenes
duras y escandalosas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca más
seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas,
renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias. Sus
palabras plantean en el fondo una sola cuestión: ¿qué relación queremos
establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?
Primera escena. Uno de
los que le acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame,
él mismo toma la iniciativa: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le hace tomar
conciencia de lo que está diciendo: «Las zorras tienen madrigueras, y los
pájaros nido», pero él «no tiene dónde reclinar su cabeza».
Seguir a Jesús es toda
una aventura. Él no ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar
dinero o adquirir poder. Seguir a Jesús es “vivir de camino”, sin instalarnos
en el bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión. Una Iglesia menos
poderosa y más vulnerable no es una desgracia. Es lo mejor que nos puede
suceder para purificar nuestra fe y confiar más en Jesús.
Segunda escena. Otro
está dispuesto a seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación
sagrada de «enterrar a su padre». A ningún judío puede extrañar, pues se trata
de una de las obligaciones religiosas más importantes. La respuesta de Jesús es
desconcertante: «Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a
anunciar el reino de Dios».
Abrir caminos al reino
de Dios trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente.
Nada ha de retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los
“muertos”, que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a
otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su
justicia.
Tercera escena. A un
tercero que quiere despedir a su familia antes de seguirlo, Jesús le dice: «El
que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios». No
es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible abrir caminos al
reino de Dios quedándonos en el pasado. Trabajar en el proyecto del Padre pide
dedicación total, confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras
los pasos de Jesús.
El nombre de “Juan”
indica ya su misión. Su misión será la de preparar el camino al Dios de la
misericordia que llega a su pueblo. Anunciar que “el que viene y al que no soy
digno de desatarle las sandalias” (Lc 3,16) es la presencia de la misericordia
de Dios en medio de su pueblo. Juan nos dirá que el rostro más auténtico de
Dios lo contemplaremos en Jesús: “¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo!” (Jn 1,29).
Hemos sido llamados
para vivir y transmitir su miserricordia. Ser cristiano, ser discípulo de
Jesús, es pasar por la vida como Él, que pasó haciendo el bien (Hch 10,38).
Hemos sido llamados para ser transparencia de su amor, sacramento de su amor.
Hemos sido llamados para ser profetas suyos y de su Reino.
José Antonio Pagola
TESTIMONIO
¿QUIÉNES
SON LOS PROFETAS?
Los que madrugan cada mañana para
ganarse el pan honradamente; los abuelos que, con su exigua pensión, siguen
ayudando a sus hijos en paro; los que nunca se cansaron de trabajar
gratuitamente por las cuestiones de todos, en el colegio, en el barrio, en la
parroquia…y permanecen ahí, sin esperar a que nadie les dé las gracias; tantas
y tantos voluntarios en ONG y asociaciones solidarias que comparten su tiempo y
su vida con los más desfavorecidos…
Las esperanzas que ponemos en los
grandes personajes que deslumbran nos impiden ver a las grandes personas que
conviven con nosotros. Algo así sucedió con los grandes profetas de Israel.
Algo así sucedió cuando los evangelios nos dicen que “en aquel tiempo…” Dios
siempre parece actuar de otro modo.
Javier García
Portada Hoja Dominical
“Eucaristía”
ORACIÓN
Padre eterno, el
mensaje de salvación ha sido enviado también para nosotros, y de igual manera
somos invitados a la conversión que el mismo Juan alentó en su tiempo; por eso,
que la gracia de tu Espíritu nos ayude a reconocer en aquel que Juan anunció
que habría de venir al autor de la salvación.
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