domingo, 17 de junio de 2018

DOMINGO 24 DE JUNIO: SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA.



“El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto

hasta que se presentó a Israel”.

DOMINGO 24 DE JUNIO

LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

SOLEMNIDAD

1ª Lectura: Isaías 49,1-6

Te convertiré en luz de las naciones.

Salmo 138
“Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente”.

2ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 13,22-26

Antes de que Jesús llegara, Juan predicó a todo Israel.

Un bautismo de penitencia.

LECTURA DEL DÍA

Lucas 1,57-66.80

“A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: -¡No! Se va a llamar Juan. Le replicaron. –Ninguno de tus parientes se llama así. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
- ¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.”
REFLEXIÓN

      “Los evangelistas, según la explicación de Jesús, ven cumplida la función de Elías en la persona y actividad de Juan el Bautista, cuyo nacimiento, circuncisión e imposición del nombre relata el texto evangélico de hoy. Juan significa en hebreo “favor de Dios”. En la mentalidad bíblica los nombres adquieren mucha importancia porque revelan la misión de una persona, lo que esa persona está llamada a ser. El Bautista fue el último de los profetas del antiguo Testamento, y en su persona vino a resumirse la serie ininterrumpida de favores de Dios al pueblo elegido, orientados a la persona de Cristo el mesías. Juan tuvo la misión y el privilegio de ser el precursor inmediato, y tanto que entró en contacto personal con él.

         Dios cumple las promesas que había hecho a su pueblo. El nombre de Isabel, la madre del Bautista significa “Dios-ha-jurado”, es decir, recuerda fielmente la alianza; el nombre de su padre Zacarías, significa “Dios-se-ha-acordado”. Los tres protagonistas del evangelio de hoy constituyen toda una familia al servicio del plan salvador de Dios y sus nombres proclaman que el Señor ha sido fiel a sus promesas. 

      La historia de san Juan también nos remite a nuestra propia historia. “Le pondrás por nombre Juan”, le dice el ángel a Zacarías. ¡Qué importante es caer en la cuenta de esta verdad de la fe! Dios nos ha llamado a la vida y Él la sostiene a lo largo de los años. San Pablo nos lo dirá con toda rotundidad: “En Dios vivimos, nos movemos y existimos. Somos descendientes de Dios” (Hch. 17,28).

      Todos hemos sido llamados por Dios. Él nos ha llamado a la vida. Fue él quien pronunció nuestro nombre, el de cada uno, y en ese acto de amor nos regaló la vida. El profeta Isaías, consciente de ello, nos lo dice: “El Señor me llamó desde antes que yo naciera, pronunció mi nombre cuando aún estaba yo en el seno de mi madre” (Is. 49,1).

ENTRA EN TU INTERIOR

SIN INSTALARSE NI MIRAR ATRÁS  

      Seguir a Jesús es el corazón de la vida cristiana. Lo esencial. Nada hay más importante o decisivo. Precisamente por eso, Lucas describe tres pequeñas escenas para que las comunidades que lean su evangelio tomen conciencia de que, a los ojos de Jesús, nada puede haber más urgente e inaplazable.

      Jesús emplea imágenes duras y escandalosas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca más seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas, renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias. Sus palabras plantean en el fondo una sola cuestión: ¿qué relación queremos establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?

      Primera escena. Uno de los que le acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, él mismo toma la iniciativa: «Te seguiré adonde vayas». Jesús le hace tomar conciencia de lo que está diciendo: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros nido», pero él «no tiene dónde reclinar su cabeza».

      Seguir a Jesús es toda una aventura. Él no ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar dinero o adquirir poder. Seguir a Jesús es “vivir de camino”, sin instalarnos en el bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión. Una Iglesia menos poderosa y más vulnerable no es una desgracia. Es lo mejor que nos puede suceder para purificar nuestra fe y confiar más en Jesús.

    Segunda escena. Otro está dispuesto a seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de «enterrar a su padre». A ningún judío puede extrañar, pues se trata de una de las obligaciones religiosas más importantes. La respuesta de Jesús es desconcertante: «Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a anunciar el reino de Dios».

     Abrir caminos al reino de Dios trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente. Nada ha de retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los “muertos”, que no viven al servicio del reino de la vida, ya se dedicarán a otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de Dios y su justicia.

      Tercera escena. A un tercero que quiere despedir a su familia antes de seguirlo, Jesús le dice: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios». No es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. No es posible abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el pasado. Trabajar en el proyecto del Padre pide dedicación total, confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras los pasos de Jesús.

       El nombre de “Juan” indica ya su misión. Su misión será la de preparar el camino al Dios de la misericordia que llega a su pueblo. Anunciar que “el que viene y al que no soy digno de desatarle las sandalias” (Lc 3,16) es la presencia de la misericordia de Dios en medio de su pueblo. Juan nos dirá que el rostro más auténtico de Dios lo contemplaremos en Jesús: “¡Mirad, ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Jn 1,29).

      Hemos sido llamados para vivir y transmitir su miserricordia. Ser cristiano, ser discípulo de Jesús, es pasar por la vida como Él, que pasó haciendo el bien (Hch 10,38). Hemos sido llamados para ser transparencia de su amor, sacramento de su amor. Hemos sido llamados para ser profetas suyos y de su Reino.

José Antonio Pagola

TESTIMONIO

¿QUIÉNES SON LOS PROFETAS?

            Los que madrugan cada mañana para ganarse el pan honradamente; los abuelos que, con su exigua pensión, siguen ayudando a sus hijos en paro; los que nunca se cansaron de trabajar gratuitamente por las cuestiones de todos, en el colegio, en el barrio, en la parroquia…y permanecen ahí, sin esperar a que nadie les dé las gracias; tantas y tantos voluntarios en ONG y asociaciones solidarias que comparten su tiempo y su vida con los más desfavorecidos…

            Las esperanzas que ponemos en los grandes personajes que deslumbran nos impiden ver a las grandes personas que conviven con nosotros. Algo así sucedió con los grandes profetas de Israel. Algo así sucedió cuando los evangelios nos dicen que “en aquel tiempo…” Dios siempre parece actuar de otro modo.

Javier García
Portada Hoja Dominical “Eucaristía”

ORACIÓN

Padre eterno, el mensaje de salvación ha sido enviado también para nosotros, y de igual manera somos invitados a la conversión que el mismo Juan alentó en su tiempo; por eso, que la gracia de tu Espíritu nos ayude a reconocer en aquel que Juan anunció que habría de venir al autor de la salvación.

Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Paxi Velasco FANO



Imagen para colorear.



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