“El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se
quedó en el desierto cuarenta días…”
18 DE
FEBRERO
PRIMER
DOMINGO DE CUARESMA
Primera
Lectura: Génesis 9,8-15
Pondré mi
arco iris en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra.
Salmo: 24
Descúbrenos,
Señor, tus caminos.
Segunda
Lectura: 1 Pedro 3,18-21
El agua
del diluvio es un símbolo del bautismo que los salva.
EVANGELIO
DEL DÍA
Marcos 1,11-15
“En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se
quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre
alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a
Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “se ha cumplido el plazo, está
cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”.
Versión
para américa Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En seguida el Espíritu lo llevó al desierto,
donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía
entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea.
Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse y crean en la Buena Noticia".
REFLEXIÓN
El hecho de que Marcos sea tan breve, siendo el primero que escribió, nos
puede estar diciendo que en Mateo y Lucas, se trata de una elaboración
progresiva, y no de un olvido de los detalles. También pudiera ser que Mateo y
Lucas encontraran ya el relato ampliado en la fuente Q, anterior a Marcos.
En todo caso, esas diferencias nos estarían demostrando el carácter
simbólico del relato, más allá de las limitaciones de tiempo y lugar. Marcos
está planteando en tres líneas toda la trayectoria humana de Jesús.
El objetivo del relato es muy distinto en Mateo y Lucas, y en Marcos.
Este último no pretende ponernos en guardia sobre las clases de tentaciones que
podemos experimentar. En Marcos no hay tres tentaciones, porque plantea toda su
vida como una constante lucha contra el mal.
La clase de tentaciones que sufre y el resultado de la lucha será el tema
de todo el evangelio, por eso no tiene sentido adelantar acontecimientos. En el
evangelio de Marcos, no vuelve a aparecer Satanás. Su lugar lo van a ocupar
instituciones y personas de carne y hueso, que a través de toda la obra
intentarán apartar a Jesús de su misión liberadora.
Es interesante saber que en el versículo anterior nos habló de la bajada
del espíritu sobre Jesús en el bautismo. Es muy significativo que el espíritu
se ponga a trabajar, de inmediato. Toda la actuación de Jesús se realiza bajo
la fuerza del espíritu. Este espíritu, no es todavía el “Espíritu Santo” según
la idea que nosotros tenemos; se trata de la fuerza de Dios que le capacita
para actuar.
El espíritu le empujó. El verbo griego empleado significa empujar, echar
fuera. No se trata de una amable invitación, sino de una acción que supone una
cierta violencia. El espíritu no abandona a Jesús, pero le arrastra a otro
lugar: el desierto.
Al recibir el espíritu en el bautismo, Jesús no queda inmunizado y
apartado de la lucha contra el maligno. Como todo hijo de vecino (hijo de
hombre), Jesús tiene que debatirse en la vida para alcanzar su plenitud.
Al desierto. No hace falta resaltar la importancia que tiene la figura
del desierto en la espiritualidad del Antiguo Testamento. El desierto es el
lugar teológico de la lucha, de la prueba; y, superada la prueba, del encuentro
con Dios. Es imposible recordar todo el simbolismo del desierto para el pueblo
judío. La clave de su historia religiosa se encuentra en el desierto.
Jesús sufre las mismas tentaciones que Israel, pero las supera. No se
trata del desierto físico, sino del símbolo de la lucha. Es muy significativo
que todos los evangelios nos hagan ver cómo Jesús encontrará a Satanás en su
mismo pueblo.
Se quedó en el desierto cuarenta días. El número cuarenta es otra clave
simbólica para entender el relato: 40 días duró el diluvio, 40 años pasó el
pueblo judío en el desierto. 40 días estuvo Moisés en el Sinaí. 40 días para
que se conviertan los ninivitas. 40 días camina Elías por el desierto. No se
trata de señalar un tiempo cronológico, sino de evocar una serie de
acontecimientos salvíficos en la historia del pueblo judío, que quedarán
superados por la experiencia de Jesús.
Tentado por Satanás. El verbo utilizado por Marcos no significa en primer
lugar tentar, sino probar. Para nosotros la tentación es un mal en sí misma,
pero el sentido del verbo griego indica más bien una prueba que hay que
superar. No puede haber aprobado si no hay examen.
En Mateo y Lucas, las tentaciones tienen lugar al final de los cuarenta
días de ayuno. En Marcos no aparece el ayuno por ninguna parte, y la tentación
abarca todo el tiempo que duró el retiro en el desierto. Marcos no nos habla de
penitencia, sino de lucha. En Marcos todo sucede a la vez y durante los
cuarenta días: tentación, presencia de las fieras y servicio de los ángeles.
Tampoco se da por terminado el tiempo de la tentación; sigue toda su vida.
Estaba entre las fieras. La traducción oficial de “alimañas”, condiciona
la interpretación. El texto griego y el latino dice: animales salvajes
concretos, conocidos por todos.
Puede entenderse como que Jesús está en la vida en medio de todas las
fuerzas que condicionan al hombre, unas buenas (Espíritu, ángeles), otras malas
(Satanás, fieras). Pero también podría aludir a los tiempos idílicos del
paraíso, donde la armonía entre seres humanos y la naturaleza entera, era
total. Recordemos que el tiempo mesiánico se había anunciado como una etapa de
armonía entre hombres, naturaleza y fieras.
Y los ángeles le servían. Podría significar las fuerzas del bien, o la
expresión de que Dios estaba de su parte. En el Nuevo Testamento, “diaconía” es
un término técnico que expresa la actitud vital de servicio, de los seguidores
de Jesús. Se dice de algunas mujeres que “servían” a Jesús.
ENTRA EN
TU INTERIOR
EMPUJADOS
AL DESIERTO
Marcos presenta la escena de Jesús en el desierto como un resumen de su
vida. Señalo algunas claves. Según el evangelista, «el Espíritu empuja a Jesús
al desierto». No es una iniciativa suya. Es el Espíritu de Dios el que lo
desplaza hasta colocarlo en el desierto: la vida de Jesús no va a ser un camino
de éxito fácil; más bien le esperan pruebas, inseguridad y amenazas.
Pero el «desierto» es, al mismo tiempo, el mejor lugar para escuchar, en
silencio y soledad, la voz de Dios. El lugar al que hay que volver en tiempos
de crisis para abrirle caminos al Señor en el corazón del pueblo. Así se
pensaba en la época de Jesús.
En el desierto, Jesús «es tentado por Satanás». Nada se dice del
contenido de las tentaciones. Sólo que provienen de «Satanás», el Adversario
que busca la ruina del ser humano destruyendo el plan de Dios. Ya no volverá a
aparecer en todo el evangelio de Marcos. Jesús lo ve actuando en todos aquellos
que lo quieren desviar de su misión, incluido Pedro.
El breve relato termina con dos imágenes en fuerte contraste: Jesús «vive
entre fieras», pero «los ángeles le sirven». Las «fieras», los seres más
violentos de la creación, evocan los peligros que amenazarán siempre a Jesús y
su proyecto. Los «ángeles», los seres más buenos de la creación, evocan la
cercanía de Dios que bendice, cuida y defiende a Jesús y su misión.
El cristianismo está viviendo momentos difíciles. Siguiendo los estudios
sociológicos, nosotros hablamos de crisis, secularización, rechazo por parte
del mundo moderno… Pero tal vez, desde una lectura de fe, hemos de decir algo
más: ¿No será Dios quien nos está empujando a este «desierto»? ¿No
necesitábamos algo de esto para liberarnos de tanta vanagloria, poder mundano,
vanidad y falsos éxitos acumulados inconscientemente durante tantos siglos?
Nunca habríamos elegido nosotros estos caminos.
Esta experiencia de desierto, que irá creciendo en los próximos años, es
un tiempo inesperado de gracia y purificación que hemos de agradecer a Dios. El
seguirá cuidando su proyecto. Sólo se nos pide rechazar con lucidez las
tentaciones que nos pueden desviar una vez más de la conversión a Jesucristo.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Jesús nos da un toque de atención para que miremos la realidad con los
ojos de Dios y sepamos descubrir dónde está el Reino. Mirada positiva y
esperanzada, llena de fe, esperanza y amor.
Dónde está Dios, dónde está el Reino de Dios:
• En tu corazón, en tu interior. Estamos
bautizados, somos templo de Dios, tenemos el Espíritu Santo.
• En los Sacramentos: en la Eucaristía,
la Reconciliación, en estos momentos cuando Dios se nos muestra con más
claridad.
• En la Palabra de Dios.
• En la Iglesia, una sola Iglesia que es
santa, y al mismo tiempo necesitada de conversión. En nuestra comunidad, en
nuestra Hermandad, en nuestra parroquia.
• En la oración que hacemos solos en la
intimidad, y cuando nos encontramos en grupo.
• En aquellas situaciones que dan
testimonio de nuestra fe.
• En los momentos de servicio generoso y
gratuito. Cuando ayudamos a un pobre, cuando visitamos y acompañamos a un
enfermo o a un preso, cuando escuchamos a alguien, cuando enseñamos y
aconsejamos, cuando, en definitiva, vivimos las obras de misericordia.
• Siempre que amamos de verdad. Amar
significa tocar, una frente ya ajada de años, una mano, que sufre una
enfermedad terminal.
• En las personas, especialmente en
aquellas menos amadas y valoradas, en aquellas que les falta lo necesario para vivir con dignidad, y en aquellas que
teniéndolo todo no tienen nada en su interior.
Y la lista puede continuar. Dios es Dios y no
lo podemos contentar ni limitar. Busquémoslo, miremos la vida e intentemos ver
dónde se encuentra Dios para unirnos a Él.
ORACIÓN
Alimentados, Señor, de este pan celestial que nutre la fe, hace crecer la
esperanza y fortalece la caridad, te suplicamos la gracia de aprender a sentir
hambre de aquel que es el pan vivo y verdadero, y a vivir de toda palabra que
procede de su boca.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imágenes de Paxi Velasco FANO
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