“Estaba Juan con dos de sus discípulos y
fijándose en Jesús que pasaba, dice:
“Este es el Cordero de Dios”
14 DE
ENERO
II
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Primera
Lectura: 1 Samuel 3,3-10.19
Habla,
Señor, que tu siervo escucha.
Salmo 39
Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Segunda
Lectura: 1 Corintios 6,13-15.17-20
Vuestros
cuerpos son miembros de Cristo.
EVANGELIO
DEL DÍA
Juan
1,35-42
“Estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús
que pasaba, dice: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos oyeron sus
palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les
preguntó:”¿Qué buscáis?”. Ellos le contestaron: “Rabí (que significa Maestro),
¿dónde vives?”. Él les dijo: “Venid y lo veréis”. Entonces fueron, vieron dónde
vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés,
hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a
Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: “Hemos encontrado al
Mesías (que significa Cristo)”. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y
le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa
Pedro)”.
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus
discípulos
y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: "Este es el Cordero
de Dios".
Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó:
"¿Qué quieren?". Ellos le respondieron: "Rabbí -que traducido
significa Maestro- ¿dónde vives?".
"Vengan y lo verán", les dijo. Fueron, vieron dónde
vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.
Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a
Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro.
Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le
dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo.
Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le
dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas", que
traducido significa Pedro.”
REFLEXIÓN
La respuesta vocacional a Dios que nos llama
personalmente por nuestro nombre propio centra la primera lectura de hoy con el
sencillo relato de la llamada del profeta Samuel, así como el evangelio que, a
su vez, refiere la vocación de los primeros discípulos de Jesús de Nazaret.
El evangelio de hoy pertenece a una composición textual
más amplia cuyo denominador común es el testimonio de Juan el Bautista sobre
Jesús. El evangelio agrupa literariamente, en tres días consecutivos,
acontecimientos que tuvieron lugar más espaciadamente en tiempo y lugar, como
vemos en los sinópticos.
La narración de hoy se abre con el testimonio que el
Bautista da sobre Jesús delante de dos de sus discípulos, Andrés y Juan, que
siguen a Cristo a quien su maestro llama “Cordero de Dios, imagen y testimonio
acordes con el Siervo de Yahvé que describe Isaías. Andrés, a su vez, atrae a
su hermano Simón hacia Jesús, que le cambia el nombre de Simón por el de Cefas:
“Piedra”.
Este es el tercer testimonio de Juan sobre Cristo, anota
el autor del cuarto evangelio. Han precedido los que dio ante los enviados del
templo de Jerusalén y ante todo el pueblo mientras bautizaba en el Jordán. En
el texto de hoy se conjugan los verbos de toda vocación cristiana, que es
llamada de Dios a la fe y a su amistad: buscar, encontrar, ver, seguir y
permanecer en el Señor.
Somos hijos de Dios, y hoy se nos muestra
las consecuencias vitales de tal filiación: “Todo el que ha nacido de
Dios no comete pecado, porque el germen de Dios permanece en él”. Los hijos de
Dios se reconocen por la justicia, es decir, en el lenguaje bíblico: por la
rectitud y fidelidad, así como por el amor a los hermanos. Exactamente como
Jesús.
El evangelio nos muestra la gozosa experiencia que viven los primeros
discípulos del Señor y cómo la comunican a los demás: “Hemos encontrado al
Mesías, dice Andrés a su hermano Simón Pedro.
Igualmente, el cristiano de hoy ha de ser mensajero de una noticia
similar para sus hermanos los hombres.
Ser cristiano hoy es ser testigo entre los hombres, nuestros hermanos, de
en Jesucristo resucitado, salvador del mundo. Como testigos, hemos de mostrar
en nuestra vida de bautizados, de creyentes y de redimidos que Jesús ha vencido
el pecado en nuestra propia vida.
ENTRA EN
TU INTERIOR
APRENDER
A VIVIR
El evangelista Juan ha puesto un interés especial en indicar a sus
lectores cómo se inició el pequeño grupo de seguidores de Jesús. Todo parece
casual. El Bautista se fija en Jesús que pasaba por allí y les dice a los
discípulos que lo acompañan: «Éste es el Cordero de Dios».
Probablemente, los discípulos no le han entendido gran cosa, pero
comienzan a «seguir a Jesús». Durante un tiempo, caminan en silencio. No ha
habido todavía un verdadero contacto con él. Están siguiendo a un desconocido y
no saben exactamente por qué ni para qué.
Jesús rompe el silencio con una pregunta: «¿Qué buscáis?» ¿Qué esperáis
de mí? ¿Queréis orientar vuestra vida en la dirección que llevo yo? Son cosas
que es necesario aclarar bien. Los discípulos le dicen: «Maestro, ¿dónde
vives?» ¿Cuál es el secreto de tu vida? ¿Qué es vivir para ti? Al parecer, no
buscan conocer nuevas doctrinas. Quieren aprender de Jesús un modo diferente de
vivir. Quieren vivir como él.
Jesús les responde directamente: «Venid y lo veréis». Haced vosotros
mismos la experiencia. No busquéis información de fuera. Venid a vivir conmigo
y descubriréis cómo vivo yo, desde dónde oriento mi vida, a quiénes me dedico,
por qué vivo así.
Este es el paso decisivo que necesitamos dar hoy para inaugurar una fase
nueva en la historia del cristianismo. Millones de personas se dicen
cristianas, pero no han experimentado un verdadero contacto con Jesús. No saben
cómo vivió, ignoran su proyecto. No aprenden nada especial de él.
Mientras tanto, en nuestras Iglesias no tenemos capacidad para engendrar
nuevos creyentes. Nuestra palabra ya no resulta atractiva ni creíble. Al
parecer, el cristianismo, tal como nosotros lo entendemos y vivimos, interesa
cada vez menos. Si alguien se nos acercara a preguntarnos «dónde vivís» «qué
hay de interesante en vuestras vidas», ¿cómo responderíamos?
Es urgente que los cristianos se reúnan en pequeños grupos para aprender
a vivir al estilo de Jesús escuchando juntos el evangelio. Él es más atractivo
y creíble que todos nosotros. Puede engendrar nuevos seguidores, pues enseña a
vivir de manera diferente e interesante.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
¡Dichoso el cristiano que no se cansa de mirar a Jesucristo! Quedará
fascinado. Y, pase lo que pase, siempre volverá a su primer amor, pues la
mirada de Cristo es la mirada infinitamente amorosa de Dios al hombre, a todo
hombre. Quiero recordar hoy, Señor, el último diálogo de Pedro con Jesús,
después de aquella noche imposible en que el discípulo creyó que podría volver
a sus redes: -“Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” –“¡Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo!”. Cuando se ha nacido de Dios, no se puede decir más que eso.
El que ha nacido de Dios está embarcado en el amor. Yo quiero nacer de ti,
Señor, quiero nacer de tu amor, de tu misericordia, de tu perdón y de tu
gracia.
ORACIÓN
Señor, Jesús, Hijo amado del Padre, tú me ofreces tu vida como un tesoro
inestimable.
Hazme sentir el
arrebato del verdadero discípulo; haz que lo deje todo, lleno de gozo, para
seguirte a ti siempre.
Tú eres la luz, Señor, Jesús, y quien te recibe tendrá la luz de la vida
y descubrirá los caminos de la vida verdadera.
Explicar
el Evangelio a los niños.
Imágenes de
Paxi Velasco (FANO)
Imagen para colorear
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