“¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”
13 DE
AGOSTO
XIX
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
1ª
Lectura: Primer libro de los Reyes 19,9.11-13
Quédate
en el monte, porque el Señor va a pasar.
Salmo 84
Muéstranos,
Señor tu misericordia.
2ª
Lectura: Romanos 9,1-5
Hasta
quisiera verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos.
EVANGELIO
DEL DÍA
Mateo
14,22-33
“En seguida obligó a los discípulos a que se embarcaran y se
le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a las multitudes.
Después de despedirlas subió al monte para orar a solas.
Caída la tarde, seguía allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra,
maltratada por las olas, porque llevaba viento contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los
discípulos, viéndolo andar sobre el mar se asustaron diciendo que era un fantasma,
y daban gritos de miedo.
Jesús les habló enseguida:
- ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!
Pedro le contestó:
- Señor, si eres tú, mándame llegar hasta ti andando sobre el
agua.
Él le dijo:
- Ven. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua
para llegar hasta Jesús; pero al sentir la fuerza del viento le entró miedo,
empezó a hundirse y gritó:
- ¡Sálvame, Señor!
Jesús extendió en seguida la mano, lo agarró y le dijo:
- ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca cesó el viento. Los de la barca
se postraron ante él diciendo:
- Realmente eres Hijo de Dios.”
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca
y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al
atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las
olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el
mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron.
"Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no
teman".
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame
ir a tu encuentro sobre el agua".
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca,
comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como
empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le
decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo:
"Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".
REFLEXIÓN
La barca es símbolo de la nueva comunidad. Las dificultades que
atraviesan los apóstoles son consecuencia del alejamiento de Jesús. Esto se
aprecia mejor en el evangelio de Juan, que deja muy claro que fueron ellos los
que decidieron marcharse sin esperar a Jesús. Se alejan malhumorados porque
Jesús no aceptó las aclamaciones de la gente saciada. Pero Jesús no les
abandona a ellos y va en su busca. Para ellos Jesús es un “fantasma”; está en
las nubes y no pisa tierra. No responde a sus intereses y es incomprensible con
sus pretensiones. Su cercanía, sin embargo, les hace descubrir el verdadero
Jesús.
El miedo es el primer efecto de toda teofanía. El ser humano no se
encuentra bien en presencia de lo divino. Hay algo en esa presencia de Dios que
le inquieta. La presencia del Dios auténtico no da seguridades, sino zozobra;
seguramente porque el verdadero Dios no se deja manipular, es incontrolable y
nos desborda.
La respuesta de Jesús a los gritos (miedo), es una clara alusión al
episodio de Moisés ante la zarza. El (yo soy) en boca de Jesús es una clara
alusión a su divinidad. Juan lo utiliza con mucha frecuencia para dejar clara
la naturaleza de la figura de Jesús. Si es Él, no tienen por qué tener miedo.
El episodio de Pedro, merece una mención especial. Sólo lo relata Mateo,
y es muy probable que sea una tradición exclusiva de esa comunidad.
Pedro siente una curiosidad inmensa al descubrir que su amigo Jesús se
presenta con poderes divinos, y quiere participar de ese mismo privilegio.
“Mándame ir hacia ti, andando sobre el agua”; haz que yo partícipe del poder
divino como tú.
Pero Pedro quiere lograrlo por arte de magia, no por una transformación
personal.
Estamos hablando de la aspiración más profunda de todo ser humano
consciente. En todas las épocas ha habido hombres que han descubierto esa presencia
de Dios. Pedro representa aquí, a cada uno de los discípulos que aún no han
comprendido las exigencias del seguimiento.
Jesús no revindica para sí esa presencia divina, sino que da a entender
que todos estamos invitados a esa participación. Pedro camina sobre el agua mientras está
mirando a Jesús; se empieza a hundir cuando mira a las olas. No está preparado
para acceder a la esfera de lo divino; pero no porque sea mala persona, sino
porque no es capaz de prescindir de las seguridades.
Tanto el episodio de Elías, como el relato del evangelio están llenos de
enseñanzas para nosotros hoy.
El verdadero Dios no puede llegar a nosotros a través de los sentidos, no
puede venir de fuera. No podemos verlo ni oírlo ni tocarlo, ni olerlo ni
gustarlo. Tampoco llegará a través de la especulación y de la razón. Dios no
tiene más que un camino para llegar a nosotros: nuestro propio ser.
Su acción no se puede “sentir”. Esa presencia de Dios, sólo puede ser
experimentada. El budismo tiene una frase, a primera vista tremenda: “si te
encuentras con el Buda, mátalo”. Lo mismo podíamos decir nosotros, si te
encuentras con Dios, mátalo. Ese Dios es falso, es una creación de tu
imaginación; es un ídolo. Si lo buscas fuera de ti, estas persiguiendo un
fantasma.
También hoy, el viento es contrario, las olas son inmensas, las cosas no
salen bien y encima, es de noche y Jesús no está. Todo apunta a la
desesperanza. Pero resulta que Dios está donde menos lo esperamos: en medio de
las dificultades, en medio del caos y de las olas, aunque nos cueste tanto
reconocerlo.
ENTRA EN
TU INTERIOR
A LA
IGLESIA LE HA ENTRADO MIEDO
Seguramente, aprovechando los momentos difíciles de sus idas y venidas
por el lago de Galilea, Jesús educaba a sus discípulos para enfrentarse a
tempestades futuras más peligrosas. Mateo «trabaja» ahora uno de estos
episodios para ayudar a las comunidades cristianas a liberarse de sus «miedos»
y de su «poca fe».
Los discípulos están solos. Esta vez no los acompaña Jesús. Su barca está
«muy lejos de tierra», a mucha distancia de él, y un «viento contrario» les
impide volver. Solos en medio de la tempestad, ¿qué pueden hacer sin Jesús?
La situación de la barca es desesperada. Mateo habla de las tinieblas de
la «noche», la «fuerza del viento» y el peligro de «hundirse en las aguas». Con
este lenguaje bíblico, conocido por sus lectores, va describiendo la situación
de aquellas comunidades cristianas, amenazadas desde fuera por el rechazo y la
hostilidad, y tentadas desde dentro por el miedo y la poca fe. ¿No es ésta
nuestra situación hoy?
Entre las tres y las seis de la madrugada, «se les acerca Jesús andando
sobre el agua», pero los discípulos son incapaces de reconocerlo. El miedo les
hace ver en él «un fantasma». Los miedos son el mayor obstáculo para conocer,
amar y seguir a Jesús como «Hijo de Dios» que nos acompaña y salva en la
crisis.
Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: «Ánimo, soy yo,
no tengáis miedo». Quiere trasmitirles su fuerza, su seguridad y su confianza
absoluta en el Padre. Pedro es el primero en reaccionar. Su actuación es, como
casi siempre, modelo de entrega confiada y ejemplo de miedo y poca fe. Camina
seguro sobre las aguas, luego «le entra miedo»; va confiado hacia Jesús, luego
olvida su Palabra, siente la fuerza del viento y comienza a «hundirse».
En la Iglesia de Jesús ha entrado el miedo y no sabemos cómo liberarnos
de él. Tenemos miedo al desprestigio, la pérdida de poder y el rechazo de la
sociedad. Nos tenemos miedo unos a otros: la jerarquía endurece su lenguaje,
los teólogos perdemos libertad, los pastores prefieren no correr riesgos, los
fieles miran con temor el futuro.
En el fondo de estos miedos hay miedo a Jesús, poca fe en él, resistencia
a seguir sus pasos. Él mismo nos ayuda a descubrirlo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué
dudáis tanto?
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
“Mándame ir hacia ti…
Ven”
El ansia de lo divino
es una constante en el ser humano.
Es un anhelo positivo
que está puesto ahí por Él.
Nuestro fallo está en
querer conseguirlo por un camino equivocado. Nos
sentimos más seguros en el camino ancho y espacioso, si es posible, libre de
obstáculos, que en estrecho.
…………………….
Lo divino forma parte
de nosotros.
Es la parte sustancial
y primigenia de mi ser. Dios se hizo hombre, para que hombre pudiera hacerse Dios
en Cristo.
Cuando descubro y vivo
esa presencia, despliego todas las posibilidades de
ser que ya hay en mí.
…………………..
El secreto está en la
absoluta confianza en Él.
Si pretendo buscarle
como un bien más de consumo, sólo me encontraré con las seguridades
terrenas.
Sólo lanzándome sin
miedos y prejuicios, conseguiré aterrizar en Él.
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, a quien,
enseñados por el Espíritu Santo, invocamos con el nombre de Padre, intensifica
en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos
entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imagen de
Paxi Velasco (FANO)
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