jueves, 10 de agosto de 2017

13 DE AGOSTO: XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.



“¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!”

13 DE AGOSTO

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Primer libro de los Reyes 19,9.11-13

Quédate en el monte, porque el Señor va a pasar.

Salmo 84

Muéstranos, Señor tu misericordia.

2ª Lectura: Romanos 9,1-5

Hasta quisiera verme separado de Cristo, si esto fuera para bien de mis hermanos.

EVANGELIO DEL DÍA

Mateo 14,22-33

“En seguida obligó a los discípulos a que se embarcaran y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a las multitudes.
Después de despedirlas subió al monte para orar a solas.
Caída la tarde, seguía allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, maltratada por las olas, porque llevaba viento contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndolo andar sobre el mar se asustaron diciendo que era un fantasma, y daban gritos de miedo.
Jesús les habló enseguida:
- ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!
Pedro le contestó:
- Señor, si eres tú, mándame llegar hasta ti andando sobre el agua.
Él le dijo:
- Ven. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua para llegar hasta Jesús; pero al sentir la fuerza del viento le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
- ¡Sálvame, Señor!
Jesús extendió en seguida la mano, lo agarró y le dijo:
- ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca cesó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo:
- Realmente eres Hijo de Dios.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".

REFLEXIÓN

La barca es símbolo de la nueva comunidad. Las dificultades que atraviesan los apóstoles son consecuencia del alejamiento de Jesús. Esto se aprecia mejor en el evangelio de Juan, que deja muy claro que fueron ellos los que decidieron marcharse sin esperar a Jesús. Se alejan malhumorados porque Jesús no aceptó las aclamaciones de la gente saciada. Pero Jesús no les abandona a ellos y va en su busca. Para ellos Jesús es un “fantasma”; está en las nubes y no pisa tierra. No responde a sus intereses y es incomprensible con sus pretensiones. Su cercanía, sin embargo, les hace descubrir el verdadero Jesús.

El miedo es el primer efecto de toda teofanía. El ser humano no se encuentra bien en presencia de lo divino. Hay algo en esa presencia de Dios que le inquieta. La presencia del Dios auténtico no da seguridades, sino zozobra; seguramente porque el verdadero Dios no se deja manipular, es incontrolable y nos desborda.

La respuesta de Jesús a los gritos (miedo), es una clara alusión al episodio de Moisés ante la zarza. El (yo soy) en boca de Jesús es una clara alusión a su divinidad. Juan lo utiliza con mucha frecuencia para dejar clara la naturaleza de la figura de Jesús. Si es Él, no tienen por qué tener miedo.

El episodio de Pedro, merece una mención especial. Sólo lo relata Mateo, y es muy probable que sea una tradición exclusiva de esa comunidad.

Pedro siente una curiosidad inmensa al descubrir que su amigo Jesús se presenta con poderes divinos, y quiere participar de ese mismo privilegio. “Mándame ir hacia ti, andando sobre el agua”; haz que yo partícipe del poder divino como tú.

Pero Pedro quiere lograrlo por arte de magia, no por una transformación personal.

           Jesús le invita a entrar en la esfera de lo divino y participar de ese verdadero ser: ven.

Estamos hablando de la aspiración más profunda de todo ser humano consciente. En todas las épocas ha habido hombres que han descubierto esa presencia de Dios. Pedro representa aquí, a cada uno de los discípulos que aún no han comprendido las exigencias del seguimiento.

Jesús no revindica para sí esa presencia divina, sino que da a entender que todos estamos invitados a esa participación.  Pedro camina sobre el agua mientras está mirando a Jesús; se empieza a hundir cuando mira a las olas. No está preparado para acceder a la esfera de lo divino; pero no porque sea mala persona, sino porque no es capaz de prescindir de las seguridades.

Tanto el episodio de Elías, como el relato del evangelio están llenos de enseñanzas para nosotros hoy.

El verdadero Dios no puede llegar a nosotros a través de los sentidos, no puede venir de fuera. No podemos verlo ni oírlo ni tocarlo, ni olerlo ni gustarlo. Tampoco llegará a través de la especulación y de la razón. Dios no tiene más que un camino para llegar a nosotros: nuestro propio ser.

Su acción no se puede “sentir”. Esa presencia de Dios, sólo puede ser experimentada. El budismo tiene una frase, a primera vista tremenda: “si te encuentras con el Buda, mátalo”. Lo mismo podíamos decir nosotros, si te encuentras con Dios, mátalo. Ese Dios es falso, es una creación de tu imaginación; es un ídolo. Si lo buscas fuera de ti, estas persiguiendo un fantasma.

También hoy, el viento es contrario, las olas son inmensas, las cosas no salen bien y encima, es de noche y Jesús no está. Todo apunta a la desesperanza. Pero resulta que Dios está donde menos lo esperamos: en medio de las dificultades, en medio del caos y de las olas, aunque nos cueste tanto reconocerlo.

ENTRA EN TU INTERIOR

A LA IGLESIA LE HA ENTRADO MIEDO

Seguramente, aprovechando los momentos difíciles de sus idas y venidas por el lago de Galilea, Jesús educaba a sus discípulos para enfrentarse a tempestades futuras más peligrosas. Mateo «trabaja» ahora uno de estos episodios para ayudar a las comunidades cristianas a liberarse de sus «miedos» y de su «poca fe».

Los discípulos están solos. Esta vez no los acompaña Jesús. Su barca está «muy lejos de tierra», a mucha distancia de él, y un «viento contrario» les impide volver. Solos en medio de la tempestad, ¿qué pueden hacer sin Jesús?

La situación de la barca es desesperada. Mateo habla de las tinieblas de la «noche», la «fuerza del viento» y el peligro de «hundirse en las aguas». Con este lenguaje bíblico, conocido por sus lectores, va describiendo la situación de aquellas comunidades cristianas, amenazadas desde fuera por el rechazo y la hostilidad, y tentadas desde dentro por el miedo y la poca fe. ¿No es ésta nuestra situación hoy?

Entre las tres y las seis de la madrugada, «se les acerca Jesús andando sobre el agua», pero los discípulos son incapaces de reconocerlo. El miedo les hace ver en él «un fantasma». Los miedos son el mayor obstáculo para conocer, amar y seguir a Jesús como «Hijo de Dios» que nos acompaña y salva en la crisis.

Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Quiere trasmitirles su fuerza, su seguridad y su confianza absoluta en el Padre. Pedro es el primero en reaccionar. Su actuación es, como casi siempre, modelo de entrega confiada y ejemplo de miedo y poca fe. Camina seguro sobre las aguas, luego «le entra miedo»; va confiado hacia Jesús, luego olvida su Palabra, siente la fuerza del viento y comienza a «hundirse».

En la Iglesia de Jesús ha entrado el miedo y no sabemos cómo liberarnos de él. Tenemos miedo al desprestigio, la pérdida de poder y el rechazo de la sociedad. Nos tenemos miedo unos a otros: la jerarquía endurece su lenguaje, los teólogos perdemos libertad, los pastores prefieren no correr riesgos, los fieles miran con temor el futuro.

En el fondo de estos miedos hay miedo a Jesús, poca fe en él, resistencia a seguir sus pasos. Él mismo nos ayuda a descubrirlo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué dudáis tanto?

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

“Mándame ir hacia ti… Ven”
El ansia de lo divino es una constante en el ser humano.

Es un anhelo positivo que está puesto ahí por Él.

Nuestro fallo está en querer conseguirlo por un camino equivocado. Nos sentimos más seguros en el camino ancho y espacioso, si es posible, libre de obstáculos, que en estrecho.

…………………….

Lo divino forma parte de nosotros.

Es la parte sustancial y primigenia de mi ser. Dios se hizo hombre, para que hombre pudiera hacerse Dios en Cristo.

Cuando descubro y vivo esa presencia, despliego todas las posibilidades de ser que ya hay en mí.

…………………..

El secreto está en la absoluta confianza en Él.

Si pretendo buscarle como un bien más de consumo, sólo me encontraré con las seguridades terrenas.

Sólo lanzándome sin miedos y prejuicios, conseguiré aterrizar en Él.

ORACIÓN

            Dios todopoderoso y eterno, a quien, enseñados por el Espíritu Santo, invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imagen de Paxi Velasco (FANO)



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