“Venid a mi todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré.”
9 DE
JULIO
XIV
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
1ª
Lectura: Zacarías 9,9-10
Mira a tu
rey que viene humilde hacia ti.
Salmo 144
Acuérdate,
Señor, de tu misericordia.
2ª
Lectura: Romanos 8,9.11-13
Si con la
ayuda del Espíritu dan muerte a los bajos deseos del cuerpo, vivirán.
EVANGELIO
DEL DÍA
Mateo
11,25-30
“En aquel tiempo, exclamó Jesús:
-«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la
gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo, ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más
que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se
lo quiera revelar.
Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os
aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y encontraréis vuestro. descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera.»
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por
haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a
los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo
sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar."
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo
los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy
paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."
REFLEXIÓN
Mateo acaba de narrar el rechazo del mensaje por parte de ciudades
enteras, que provoca estas palabras de Jesús: “¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti,
Betsaida! ¿Y tú, Cafarnaún? Hasta el abismo te hundirás”. Ante el fracaso de la
predicación, Jesús no se desanima, sino que responde con una alabanza al Padre,
porque hay otros que sí lo aceptan.
En el evangelio de hoy hay tres partes bien definidas. La primera se
refiere a Dios. La segunda, a una interdependencia entre Jesús y Dios. La
tercera, hace referencia a la relación entre nosotros y Jesús. Las tres
manifiestan aspectos esenciales del mensaje.
“Te doy gracias, Padre, porque…” Lo importante no es la acción de gracias
en sí, sino el motivo. Los “sabios y entendidos” eran los especialistas de la
Ley. Su conocimiento de Dios les daba derecho a sentirse seguros, poseedores de
la verdad. No tenían nada que aprender, pero eran los únicos que podían
enseñar. Con prepotencia imponían toda clase de normas y preceptos
insoportables para la gente normal.
¿Quiénes eran los sencillos? “El “nepios” griego tiene muchos
significados, pero todos van en la misma dirección: infantil, niño, menor de
edad, incapaz de hablar; y también: tonto, infeliz, ingenuo, débil. En todos
descubrimos la ausencia de cálculo, la falta de doblez o segundas intenciones.
Para la élite, los sencillos eran unos malditos, porque no conocían la
Ley, y por lo tanto no podían cumplirla.
Eran los “sin voz”, “la gente de la tierra” a quienes los rabinos
despreciaban. En tiempo de Jesús, sólo los dirigentes podían hablar, los demás
sólo tenían la obligación de escuchar y obedecer.
Debemos ir más allá de la literalidad. Sería mezquino pensar que Jesús se
alegra porque Dios no se revela a alguien. Dios no puede tener privilegios con
nadie. El evangelio no puede decir que Dios da a algunos lo que niega a otros.
Lo que quiere decir es que, el Dios de Jesús no puede ser aceptado más que por
la gente sencilla y sin prejuicios.
Jesús da gracias a Dios porque todos pueden acceder a la revelación del
verdadero Dios. Los sabios también pueden, si quieren, ser sencillos. Los
sencillos no pueden volverse sabios. Si se revelara sólo a los sabios, los
sencillos no tendrían posibilidad de llegar a él.
Los engreídos, los soberbios, tienen capacidad para crearse su propio dios,
que siempre se parecerá a ellos mismos.
“Todo me lo ha entregado mi Padre…” Sorprendente afirmación de Jesús. El
conocimiento de Dios no es fruto del esfuerzo humano, sino por revelación. El
error garrafal de nuestra teología fue creer que conocíamos a Jesús porque
conocíamos a Dios; si Jesús era Dios, ya sabíamos lo que era Jesús. El texto
dice exactamente lo contrario. La única manera de conocer a Dios es
aproximarnos a Jesús.
El verbo conocer tiene en los textos bíblicos una connotación de las que
carece en nuestra lengua: Indica cercanía, familiaridad, comprensión, mutua
entrega. Es el verbo que se utiliza para designar la relación más íntima entre
un hombre y una mujer. Significaría a la vez conocer y amar.
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados que yo os
aliviaré”. La imagen de yugo se aplicaba a la Ley, que tal como la imponían los
fariseos, era insoportable. El hombre desaparecía bajo el peso de más de 600
preceptos y 5.000 prescripciones. Para ellos la Ley era lo único absoluto. Jesús
dice lo contrario: “El sábado está hecho para el hombre, no el hombre para el
sábado”.
Jesús propone un “yugo”, pero no para ir contra el hombre, sino a favor
del hombre. Jesús quiere ayudar al ser humano a desplegar su ser sin
opresiones. El yugo y la carga sería como el peso de las alas para el ave.
Claro que las alas tienen su peso, pero si se la quitas, ¿con qué volará?
Subyugados por Jesús no tenemos que cargar con nada, sino hacernos cargo de lo
que nos lleva a la plenitud.
Lo que acabamos de leer es, sin duda, evangelio (buena noticia). Pero no
hemos hecho mucho caso a este mensaje. En cuanto pasaron los primeros siglos de
cristianismo, se olvidó totalmente este evangelio, y se recuperó “el sentido
común”. Nunca más se ha reconocido que Dios se pueda revelar a la gente
sencilla.
Jesús no propone una religión menos exigente. Propone una manera de vivir
la cercanía de Dios, tal como él la vivió. Esa Vida profunda, es la que puede
dar sentido a la existencia, tanto del listo como del tonto, tanto del sabio
como del ignorante, tanto del rico como del pobre. Todo lo que nos lleve a
plenitud, será ligero. Este camino no es fácil.
Hoy podíamos decir que, “sencillo” es todo aquel que descubre la
necesidad de pasar de lo que es, a lo que tiene que ser. Por eso está dispuesto
a aprender y a cambiar. Sólo el que tiene preguntas que hacer, estará dispuesto
a escuchar.
ENTRA EN
TU INTERIOR
TRES
LLAMADAS DE JESÚS
El evangelio de Mateo ha recogido tres llamadas de Jesús que hemos de
escuchar con atención sus seguidores, pues pueden transformar el clima de
desaliento, cansancio y aburrimiento que a veces se respira en algunos sectores
de nuestras comunidades.
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados. Yo os aliviaré”.
Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven su religión como una
carga pesada. No son pocos los cristianos que viven agobiados por su
conciencia. No son grandes pecadores. Sencillamente, han sido educados para
tener siempre presente su pecado y no conocen la alegría del perdón continuo de
Dios. Si se encuentran con Jesús, se sentirán aliviados.
Hay también cristianos cansados de vivir su religión como una tradición
gastada. Si se encuentran con Jesús, aprenderán a vivir a gusto con Dios.
Descubrirán una alegría interior que hoy no conocen. Seguirán a Jesús, no por
obligación sino por atracción.
“Cargad con mi yugo porque es llevadero y mi carga ligera”. Es la segunda
llamada. Jesús no agobia a nadie. Al contrario, libera lo mejor que hay en
nosotros pues nos propone vivir haciendo la vida más humana, digna y sana. No
es fácil encontrar un modo más apasionante de vivir.
Jesús libera de miedos y presiones, no los introduce; hace crecer nuestra
libertad, no nuestras servidumbres; despierta en nosotros la confianza, nunca
la tristeza; nos atrae hacia el amor, no hacia las leyes y preceptos. Nos
invita a vivir haciendo el bien.
“Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis
descanso”.
Es la tercera llamada. Hemos de aprender de Jesús a vivir como él. Jesús
no complica nuestra vida. La hace más clara y más sencilla, más humilde y más
sana. Ofrece descanso. No propone nunca a sus seguidores algo que él no haya
vivido. Nos invita a seguirlo por el mismo camino que él ha recorrido. Por eso
puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos, puede perdonar
nuestras torpezas y errores, animándonos siempre a levantarnos.
Hemos de centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto más vital con
Jesús en tantos hombres y mujeres necesitados de aliento, descanso y paz. Me
entristece ver que es precisamente su modo de entender y de vivir la religión
lo que conduce a no pocos, casi inevitablemente, a no conocer la experiencia de
confiar en Jesús. Pienso en tantas personas que, dentro y fuera de la Iglesia,
viven “perdidos”, sin saber a qué puerta llamar. Sé que Jesús podría ser para
ellos la gran noticia.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
Venid a mí todos, dice
Jesús.
Sólo él conoce a Dios y
sólo él nos lo puede revelar.
Debemos superar todo
prejuicio y aceptar ese Dios como el único que
libera.
Todo dios, que venga de
otra parte o que nos hayamos fabricado nosotros,
será opresor.
Mientras más agobiados
nos sintamos, más necesitaremos al Dios de Jesús.
Ese Dios de Jesús,
sencillo y cercano sólo puede ser descubierto y aceptado
desde la sencillez.
No se trata de una
exigencia de Dios, sino de una incompatibilidad.
Dios sólo se puede dar
como lo que es.
Dios sólo cabe en un
corazón vacío.
ORACIÓN
Señor, que nos has
colmado con tantas gracias, concédenos alcanzar los dones de la salvación y que
nunca dejemos de alabarte.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imágenes
de Paxi Velasco (FANO)
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