“La cosecha es
abundante y los trabajadores pocos. Rueguen,
por lo tanto, al dueño
de la mies que envíe trabajadores a sus campos”
18 DE JUNIO
XI DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
Primera lectura: Éxodo
19,2-6
Serán para mí un reino
de sacerdotes y una nación consagrada.
Salmo: 99
El Señor es nuestro
Dios y nosotros su pueblo.
Segunda lectura:
Romanos 5,6-11
Si la muerte de Cristo
nos reconcilia con Dios,
mucho más nos
reconciliará su vida.
EVANGELIO DEL DÍA
Mateo: 9,36-10,8
Al ver a la multitud,
tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen
pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los
trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe
trabajadores para su cosecha". Jesús convocó a sus doce discípulos y les
dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier
enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar,
Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de
Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano;
Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el
mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes
instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad
de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de
Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a
los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a
los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.”
Versión para América
Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se
compadecía de ellas porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no
tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero
los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al Señor de la mies que mande
trabajadores a su mies".
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad
para expulsar sus espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el
primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo y su
hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el
Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
"No vayan a tierra de gentiles, ni entren en las ciudades de Samaria, sino
vayan a las ovejas descarriadas de Israel. Vayan y proclamen que el Reino de
los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos,
echen demonios. Lo que han recibido gratis, denlo gratis".
REFLEXIÓN
El misterio de la vocación es un misterio que enriquece a la
comunidad cristiana y, sobre todo, a las familias. Es significativo que Jesús
no llama en masa, sino personalmente y a cada uno por su nombre. Los envía a
una misión concreta, con objetivos y metas. Nos hace ver que todo es gracia,
todo es don, todo lo recibimos y todo lo debemos dar.
1. Rueguen al dueño de la mies
La vocación es un don de Dios, y Cristo mismo ha pedido que
debemos pedir por las vocaciones. Es, por lo tanto, una necesidad vital el
dedicar tiempos para pedirle a Dios por el aumento de las vocaciones a la vida
sacerdotal y religiosa. La Iglesia dedica los jueves para tener la hora
eucarística (también conocida como hora santa), y es un momento privilegiado
para pedir por las vocaciones. Ahora bien, también es una vocación la vida
matrimonial, y también hay un llamado a la vida cristiana desde el bautismo. El
llamado de Dios es muy amplio y también muy concreto. Pidamos, pues, a Dios que
siga enviando operarios a su mies para que todos, según la vocación que hemos
recibido, trabajemos juntos por construir una Iglesia santa bajo la guía del
Papa.
2. Llamó a los suyos por su nombre
El nombre indica al individuo y generalmente indica también
una misión. La rica variedad de nombres que tenemos en el calendario cristiano
suele responder al santoral, donde para cada día del año hay la posibilidad de
conocer la vida de un santo. Cristo nos enseña que el nombre es importante y
nos relaciona con la misión que debemos realizar en esta vida. No nos llama por
apodos, nos llama por nuestro nombre. Reconozcamos esta dignidad y sepamos
llevarla a cabo también en nuestra vida cristiana.
3. Los envió Jesús con instrucciones
A lo anterior se suma, entonces, que el nombre suele indicar
la misión del cristiano. Las instrucciones que dio Jesús a sus apóstoles son
muy concretas para sus sucesores los obispos. Sin embargo, también las podemos
aplicar a nosotros en su justa medida. Proclamar el Evangelio, curar enfermos,
resucitar muertos… ¿Cuántas personas vemos por la calle que quizá tengan muerta
su esperanza, o incluso su fe? Nosotros estamos llamados a resucitarlas.
¿Cuántas personas enfermas por la sociedad relativista? Nosotros estamos
llamados a curarlas. Proclamar el Evangelio, esa es nuestra misión. Llevemos,
pues, a muchas personas al conocimiento de Cristo. Acerquémoslas a la Iglesia,
a un encuentro personal y profundo con Cristo en la Eucaristía, a hacer un
encuentro real y concreto de su amor.
ENTRA EN TU INTRERIOR
UNA MIRADA DIFERENTE
Se compadecía.
Jesús le daba una importancia grande a la manera de mirar a
las personas. De ello depende, en buena parte nuestra manera de actuar. Una de
las fuentes más antiguas recoge esta observación de Jesús: «La lámpara de tu
cuerpo son tus ojos. Si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo estará iluminado.
Pero si tus ojos están enfermos, tu cuerpo entero estará a oscuras». Una mirada
clara permite que la luz entre dentro de nosotros y podamos actuar con lucidez.
¿Cómo era la mirada de Jesús?, ¿cómo veía a la gente? Los
evangelistas repiten una y otra vez que su mirada era diferente. No era como la
de los fariseos radicales que sólo veían impiedad, ignorancia de la ley e
indiferencia religiosa. Tampoco miraba como el Bautista que veía en el pueblo
pecado, corrupción e inconsciencia ante la llegada inminente de Dios.
La mirada de Jesús estaba llena de cariño, respeto y amor.
«Al ver a las gentes, se compadecía de ellas porque estaban extenuadas y
abandonadas, como ovejas sin pastor». Sufría al ver tanta gente perdida y sin
orientación. Le dolía el abandono en que se encontraban tantas personas solas,
cansadas y maltratadas por la vida.
Aquellas gentes eran víctimas más que culpables. No
necesitaban oír más condenas sino conocer una vida más sana. Por eso, inició un
movimiento nuevo e inconfundible. Llamó a sus discípulos y les dio «autoridad»,
no para condenar sino para «curar toda enfermedad y dolencia».
En la Iglesia cambiaremos cuando empecemos a mirar a la gente
de otra manera: como la miraba Jesús. Cuando veamos a las personas más como
víctimas que como culpables, cuando nos fijemos más en sus sufrimientos que en
su pecado, cuando miremos a todos con menos miedo y más piedad.
Nadie hemos recibido de Jesús «autoridad» para condenar sino
para curar. No nos llama Jesús a juzgar el mundo sino a sanar la vida. Nunca
quiso poner en marcha un movimiento para combatir, condenar y derrotar a sus
adversarios. Pensaba en discípulos que miraran el mundo con ternura. Los quería
ver dedicados a aliviar el sufrimiento e infundir esperanza. Ésa es su
herencia, no otra.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
El llamado continúa hoy. Jesús sigue llamando, así como llamó
a los doce, a continuar el ministro de amor de Jesús en el mundo. En el
bautismo, recibimos el agua del amor de Dios y el aceite de servicio, concluido
en la confirmación, matrimonio y ordenación. Las necesidades de la gente de
Dios son tantas hoy como lo fueron en aquel entonces. En un mundo de
adicciones, suicidios, confusiones, pobreza, injusticia y otras grandes necesidades,
Jesús sigue mirando y viendo a la gente ‘como una oveja sin pastor’. El llama a
cada uno de nosotros, hombre o mujer, joven o viejo a su servicio.
Señor, te pido el coraje y la oportunidad para ser activo en
mi comunidad, y hacerla un punto de crecimiento para la vida cristiana.
ORACIÓN
Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios nuestro Padre, que nos
ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza,
conforten nuestros corazones y los dispongan a toda clase de obras buenas y de buenas
palabras.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
Imagen para colorear.
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