“Id y haced discípulos
de todos los pueblos, bautizándolos
en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo”
30 DE MAYO
DOMINGO DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS
SOLEMNIDAD DE LA
SANTÍSIMA TRINIDAD
1ª Lectura:
Deuteronomio 4,32-34.39-40
El Señor es el Dios del
cielo y de la tierra, y no hay otro.
Salmo: 32
Dichoso el pueblo
escogido por Dios.
2ª Lectura: Romanos
8,14-17
Ustedes han recibido un
espíritu de hijos en virtud del cual
Pueden llamar Padre a
Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Mateo 28,16-20
“En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a
Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron,
pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: “Se me ha dado
pleno poder en el cielo y en la tierra. "Id y haced discípulos de todos
los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo ”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“En aquel tiempo, los once discípulos fueron a
Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo,
algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo
poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he
mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
REFLEXIÓN
Profesamos nuestra fe en Dios uno y trino, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. La profesamos desde nuestro bautismo, fuimos bautizados en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, hasta que morimos abrazados a
la cruz. La profesamos en nuestras oraciones, signos y bendiciones, catequesis
y enseñanzas, cantos y tradiciones.
Aunque no hemos sido muy conscientes de la importancia
espiritual de este misterio, hoy, por la gracia de Dios, sabemos que es fuente,
marca y meta de toda nuestra vida.
Fuente: Tres corrientes en una, origen de toda vida y toda
gracia.
Marca: Estamos hechos a su imagen, con dinamismo de comunión.
Meta: “Nos has hecho, Señor, para ti”, decía san Agustín.
Caminamos hacia el abrazo trinitario.
El Padre, decía san Juan de la Cruz, es mano blanda. Blanda
por la ternura y la misericordia. Pero es también mano fuerte, creadora y
protectora. De sus dedos salieron las espirales de las estrellas, la vida
innumerable, las figuras del hombre y la mujer, bien moldeados.
El Hijo es “toque delicado”, carne de nuestra carne. Su toque
era curativo y amistoso. Su toque era transmisión de gracias. Su toque elevaba
y dignificaba. Después se dejó tocar y traspasar para redimirnos y salvarnos.
El Espíritu es “llama viva”, que purifica y transforma, da
calor y amistad, embellece y transfigura. De su llama se desprenden
inflamaciones de amor. Ya nunca tendremos miedo, porque en Él estamos
encendidos.
Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidos en fuerte abrazo,
viviendo la comunión perfecta, sosteniendo y recreando la vida toda,
desbordando en hijos y familias, tan distintos, tan iguales, sostén y
fundamento de todo lo creado.
Dios Padre, que es creación, amor. Dios es amor. Dios Hijo,
que es el camino que tenemos que recorrer, la verdad que tenemos que creer y la
vida que tenemos que vivir. Dios Espíritu Santo, que es donación, comunicación,
comunión.
¿En qué Dios creemos?
¿En un Dios serio, justiciero? ¿En un Dios que premia a los buenos y castiga
a los malos?
ENTRA EN TU INTERIOR
LO ESENCIAL DEL CREDO
A lo largo de los siglos, los teólogos cristianos han
elaborado profundos estudios sobre la Trinidad. Sin embargo, bastantes
cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen que ver con su vida
esas admirables doctrinas.
Al parecer, hoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras
humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado,
y reconforten nuestra fe vacilante. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial
de nuestro credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.
«Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra». No
estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados. Dios
es nuestro «Padre» querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él
es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos sólo por amor, y
nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por
este mundo.
Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Nuestros hijos
se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero
Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no
hemos de perder la fe en un Dios Creador y Padre pues habríamos perdido nuestra
última esperanza.
«Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor». Es el
gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre.
Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él, vemos al Padre:
en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios
humano, cercano, amigo.
Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir
una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos
ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es
compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá
ofrecer su luz y su esperanza?
«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». Este
misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de
nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor
que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de
nosotros.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Yo creo:
En un Dios que es todo corazón, compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
En un Dios-Padre, fuente de vida, generosidad desbordante.
En un Dios-Hijo, palabra eterna del Padre por la que todo
vino a la existencia, que paso por el mundo haciendo el bien y curando a los
oprimidos por el mal porque Dios estaba con él.
En un Dios-Espíritu Santo, llama viva, fuerza desbordante,
comunión profunda, alma de la Iglesia.
Creo en un Dios siempre alegre, uno y trino, comunidad,
familia, las tres divinas personas en comunión de vida y amor.
Creo también que este Dios bueno no quiso quedarse tanta
bondad para él solo y creó al hombre: A imagen de Dios los creó, hombre y mujer
los creó.
Tres veces repite el libro del Génesis en el relato de la
creación, en un solo versículo, que el hombre es una imagen de Dios.
Por eso, también necesito creer en el hombre:
En un hombre que sea donación, como Dios. Aprendamos a dar y
a darnos, a compartir bienes y talentos, a abrir la mano y el corazón al otro.
En un hombre que sea comunicación. Como Dios, el hombre tiene
la palabra. Porque frente a la incomunicación y a la confusión de Babel, está
Pentecostés.
En un hombre que sea comunión. Creer en la Trinidad es optar
por la comunión entre los hombres. Por eso debemos sentirnos felices cuando
vivimos nuestra fe en comunidad de fe y amor en la eucaristía.
Solo Dios puede colmar
la insatisfacción del hombre, solo él puede colmar nuestra sed: “El que tenga
sed, que venga a mí y beba”, decía Jesús.
Tenemos sed de muchas cosas, pero solo él puede calmar
nuestra sed, es lo que san Agustín expresaba tan certera y bellamente:
“Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está
inquieto hasta que no descanse en ti”.
Dios es pues nuestra meta. Hacia Él caminamos todos, aunque
no lo sepamos. En todas nuestras búsquedas sinceras Dios se hace el
encontradizo.
Cuando deseamos un mundo mejor, cuando nos comprometemos con
la paz y la solidaridad, estamos deseando a Dios. Cuando tenemos hambre y sed
de justicia, estamos deseando a Dios. Cuando buscamos la verdad, la felicidad
de los hermanos, sobre todo de los que más lo necesitan estamos deseando a
Dios.
Y nos encaminamos hacia el Dios uno y Trino, cuando nos
queremos, cuando formamos una familia, una comunidad unida en la fe, en la
esperanza y en la caridad, cuando trabajamos por la reconciliación entre los
hombres. Cuando amamos de verdad, estamos dando pasos hacia la Trinidad.
ORACIÓN FINAL
Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el
Espíritu santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable,
concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna
Trinidad y adoremos la Unida de su majestad omnipotente.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi Velasco FANO
Imagen para colorear.
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