“El Espíritu empujó a
Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días…”
21 DE FEBRERO
PRIMER DOMINGO DE
CUARESMA
Primera Lectura:
Génesis 9,8-15
Pondré mi arco iris en
el cielo, como señal de mi alianza con la tierra.
Salmo: 24
Descúbrenos, Señor, tus
caminos.
Segunda Lectura: 1
Pedro 3,18-21
El agua del diluvio es
un símbolo del bautismo que los salva.
EVANGELIO DEL DÍA
Marcos 1,11-15
“En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al
desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás;
vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús
se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “se ha cumplido el
plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”.
Versión para américa
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“En seguida el Espíritu lo llevó al desierto,
donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás.
Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a
Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:
"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está
cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".
REFLEXIÓN
El hecho de que Marcos sea tan breve, siendo el primero que
escribió, nos puede estar diciendo que en Mateo y Lucas, se trata de una
elaboración progresiva, y no de un olvido de los detalles. También pudiera ser
que Mateo y Lucas encontraran ya el relato ampliado en la fuente Q, anterior a
Marcos.
En todo caso, esas diferencias nos estarían demostrando el
carácter simbólico del relato, más allá de las limitaciones de tiempo y lugar.
Marcos está planteando en tres líneas toda la trayectoria humana de Jesús.
El objetivo del relato es muy distinto en Mateo y Lucas, y en
Marcos. Este último no pretende ponernos en guardia sobre las clases de
tentaciones que podemos experimentar. En Marcos no hay tres tentaciones, porque
plantea toda su vida como una constante lucha contra el mal.
La clase de tentaciones que sufre y el resultado de la lucha
será el tema de todo el evangelio, por eso no tiene sentido adelantar
acontecimientos. En el evangelio de Marcos, no vuelve a aparecer Satanás. Su
lugar lo van a ocupar instituciones y personas de carne y hueso, que a través
de toda la obra intentarán apartar a Jesús de su misión liberadora.
Es interesante saber que en el versículo anterior nos habló
de la bajada del espíritu sobre Jesús en el bautismo. Es muy significativo que
el espíritu se ponga a trabajar, de inmediato. Toda la actuación de Jesús se
realiza bajo la fuerza del espíritu. Este espíritu, no es todavía el “Espíritu
Santo” según la idea que nosotros tenemos; se trata de la fuerza de Dios que le
capacita para actuar.
El espíritu le empujó. El verbo griego empleado significa
empujar, echar fuera. No se trata de una amable invitación, sino de una acción
que supone una cierta violencia. El espíritu no abandona a Jesús, pero le
arrastra a otro lugar: el desierto.
Al recibir el espíritu en el bautismo, Jesús no queda inmunizado
y apartado de la lucha contra el maligno. Como todo hijo de vecino (hijo de
hombre), Jesús tiene que debatirse en la vida para alcanzar su plenitud.
Al desierto. No hace falta resaltar la importancia que tiene
la figura del desierto en la espiritualidad del Antiguo Testamento. El desierto
es el lugar teológico de la lucha, de la prueba; y, superada la prueba, del
encuentro con Dios. Es imposible recordar todo el simbolismo del desierto para
el pueblo judío. La clave de su historia religiosa se encuentra en el desierto.
Jesús sufre las mismas tentaciones que Israel, pero las
supera. No se trata del desierto físico, sino del símbolo de la lucha. Es muy
significativo que todos los evangelios nos hagan ver cómo Jesús encontrará a
Satanás en su mismo pueblo.
Se quedó en el desierto cuarenta días. El número cuarenta es
otra clave simbólica para entender el relato: 40 días duró el diluvio, 40 años
pasó el pueblo judío en el desierto. 40 días estuvo Moisés en el Sinaí. 40 días
para que se conviertan los ninivitas. 40 días camina Elías por el desierto. No
se trata de señalar un tiempo cronológico, sino de evocar una serie de
acontecimientos salvíficos en la historia del pueblo judío, que quedarán
superados por la experiencia de Jesús.
Tentado por Satanás. El verbo utilizado por Marcos no
significa en primer lugar tentar, sino probar. Para nosotros la tentación es un
mal en sí misma, pero el sentido del verbo griego indica más bien una prueba
que hay que superar. No puede haber aprobado si no hay examen.
En Mateo y Lucas, las tentaciones tienen lugar al final de
los cuarenta días de ayuno. En Marcos no aparece el ayuno por ninguna parte, y
la tentación abarca todo el tiempo que duró el retiro en el desierto. Marcos no
nos habla de penitencia, sino de lucha. En Marcos todo sucede a la vez y
durante los cuarenta días: tentación, presencia de las fieras y servicio de los
ángeles. Tampoco se da por terminado el tiempo de la tentación; sigue toda su
vida.
Estaba entre las fieras. La traducción oficial de “alimañas”,
condiciona la interpretación. El texto griego y el latino dice: animales
salvajes concretos, conocidos por todos.
Puede entenderse como que Jesús está en la vida en medio de
todas las fuerzas que condicionan al hombre, unas buenas (Espíritu, ángeles),
otras malas (Satanás, fieras). Pero también podría aludir a los tiempos
idílicos del paraíso, donde la armonía entre seres humanos y la naturaleza
entera, era total. Recordemos que el tiempo mesiánico se había anunciado como
una etapa de armonía entre hombres, naturaleza y fieras.
Y los ángeles le servían. Podría significar las fuerzas del
bien, o la expresión de que Dios estaba de su parte. En el Nuevo Testamento,
“diaconía” es un término técnico que expresa la actitud vital de servicio, de
los seguidores de Jesús. Se dice de algunas mujeres que “servían” a Jesús.
ENTRA EN TU INTERIOR
EMPUJADOS AL DESIERTO
Marcos presenta la escena de Jesús en el desierto como un
resumen de su vida. Señalo algunas claves. Según el evangelista, «el Espíritu
empuja a Jesús al desierto». No es una iniciativa suya. Es el Espíritu de Dios
el que lo desplaza hasta colocarlo en el desierto: la vida de Jesús no va a ser
un camino de éxito fácil; más bien le esperan pruebas, inseguridad y amenazas.
Pero el «desierto» es, al mismo tiempo, el mejor lugar para
escuchar, en silencio y soledad, la voz de Dios. El lugar al que hay que volver
en tiempos de crisis para abrirle caminos al Señor en el corazón del pueblo.
Así se pensaba en la época de Jesús.
En el desierto, Jesús «es tentado por Satanás». Nada se dice
del contenido de las tentaciones. Sólo que provienen de «Satanás», el
Adversario que busca la ruina del ser humano destruyendo el plan de Dios. Ya no
volverá a aparecer en todo el evangelio de Marcos. Jesús lo ve actuando en
todos aquellos que lo quieren desviar de su misión, incluido Pedro.
El breve relato termina con dos imágenes en fuerte contraste:
Jesús «vive entre fieras», pero «los ángeles le sirven». Las «fieras», los
seres más violentos de la creación, evocan los peligros que amenazarán siempre
a Jesús y su proyecto. Los «ángeles», los seres más buenos de la creación,
evocan la cercanía de Dios que bendice, cuida y defiende a Jesús y su misión.
El cristianismo está viviendo momentos difíciles. Siguiendo
los estudios sociológicos, nosotros hablamos de crisis, secularización, rechazo
por parte del mundo moderno… Pero tal vez, desde una lectura de fe, hemos de
decir algo más: ¿No será Dios quien nos está empujando a este «desierto»? ¿No
necesitábamos algo de esto para liberarnos de tanta vanagloria, poder mundano,
vanidad y falsos éxitos acumulados inconscientemente durante tantos siglos?
Nunca habríamos elegido nosotros estos caminos.
Esta experiencia de desierto, que irá creciendo en los
próximos años, es un tiempo inesperado de gracia y purificación que hemos de
agradecer a Dios. El seguirá cuidando su proyecto. Sólo se nos pide rechazar
con lucidez las tentaciones que nos pueden desviar una vez más de la conversión
a Jesucristo.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Jesús nos da un toque de atención para que miremos la
realidad con los ojos de Dios y sepamos descubrir dónde está el Reino. Mirada
positiva y esperanzada, llena de fe, esperanza y amor.
Dónde está Dios, dónde está el Reino de Dios:
En tu corazón, en tu interior. Estamos bautizados, somos
templo de Dios, tenemos el Espíritu Santo.
En los Sacramentos: en la Eucaristía, la Reconciliación, en
estos momentos cuando Dios se nos muestra con más claridad.
En la Palabra de Dios.
En la Iglesia, una sola Iglesia que es santa, y al mismo
tiempo necesitada de conversión. En nuestra comunidad, en nuestra Hermandad, en
nuestra parroquia.
En la oración que hacemos solos en la intimidad, y cuando nos
encontramos en grupo.
En aquellas situaciones que dan testimonio de nuestra fe.
En los momentos de servicio generoso y gratuito. Cuando
ayudamos a un pobre, cuando visitamos y acompañamos a un enfermo o a un preso,
cuando escuchamos a alguien, cuando enseñamos y aconsejamos, cuando, en
definitiva, vivimos las obras de misericordia.
Siempre que amamos de verdad. Amar significa tocar, una
frente ya ajada de años, una mano, que sufre una enfermedad terminal.
En las personas, especialmente en aquellas menos amadas y
valoradas, en aquellas que les falta lo necesario para vivir con dignidad, y en aquellas que
teniéndolo todo no tienen nada en su interior.
Y la lista puede continuar. Dios es Dios y no lo podemos
contentar ni limitar. Busquémoslo, miremos la vida e intentemos ver dónde se
encuentra Dios para unirnos a Él.
ORACIÓN
Alimentados, Señor, de este pan celestial que nutre la fe,
hace crecer la esperanza y fortalece la caridad, te suplicamos la gracia de
aprender a sentir hambre de aquel que es el pan vivo y verdadero, y a vivir de
toda palabra que procede de su boca.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco FANO
Imagen para colorear
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