domingo, 25 de octubre de 2020

1 DE NOVIEMBRE: SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS.

 


“Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”

1 DE NOVIEMBRE

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

1ª Lectura: Apocalipsis 7,2-4.9-14

Apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar;

de toda nación, raza, pueblo y lengua.

Salmo 23: “Estos son los que buscan al Señor”

2ª Lectura: 1 Juan 3,1-3

Veremos a Dios tal cual es.

PALABRA DEL DÍA

Mateo 5,1-12

“En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y Él se puso a hablar, enseñándoles:

-Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

Versión para Latinoamérica extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.

Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

-Felices los que tienen alma de pobre, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

Felices los afligidos, porque serán consolados.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.

Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnien en toda forma a causa de mí.

Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo, de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”.

REFLEXIÓN

Hoy la Iglesia nos invita a reconocer a todos los santos, tanto a los que están reconocidos oficialmente porque han sido canonizados, como los santos que, sin estar en las celebraciones del calendario, pertenecen al conjunto de personas que en sus vidas siguieron al Señor. Por esto a los santos los encontramos en todas partes. Un ejército innumerable de santos que viven en sus casas, en sus trabajos, en sus familias, haciendo siempre, con amor, la voluntad de Dios. Personas que, por su humildad, comunican a Dios y lo llevan en su corazón. Sin ellos darse cuenta están dando a conocer a Cristo, predicando a Cristo, hablando de Cristo. Hay una multitud de salvados que, viviendo de manera normal y cotidiana, se santifican en medio del mundo. “apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua”, nos dice Juan en la primera lectura tomada del libro del apocalipsis.

La Iglesia nos invita a hacer lo mismo a nosotros. A vivir la santidad en nuestra vida cotidiana, que es vivir tal como Jesús nos enseñó. Todos estamos llamados a vivir como cristianos como Dios nos enseñó: como padres de familia, como hijos, como estudiantes, como trabajadores, como sacerdotes. Aunque probablemente nunca seremos canonizados, el Señor nos pide que sigamos sus enseñanzas y que lo sigamos. Que vivamos como verdaderos hijos e hijas de Dios.

Dios es el único santo y la fuente de toda santidad. Así pues, la santidad sólo puede venir de Dios, es un don, una gracia, un regalo que da el Señor a todas las personas, porque en él se halla la plena felicidad. De todos modos, es necesario también que la persona anhele y desee este don. Es necesaria, por parte de la persona, una respuesta generosa al don de Dios. Es imprescindible, así, manifestar nuestra fe con obras de santidad, imitando a los santos, pero en especial, al tres veces “santo”; el mismo Dios.

Jesús con su vida, sus obras y su mensaje, nos muestra que la santidad cristiana no se encuentra en las manos, sino en el corazón; no se juega en la humanidad externa, sino en la interior. La santidad no es dedicarse a grandes plegarias y sacrificios. La santidad implica toda una manera de vivir el ser persona e imagen de Dios, que encuentra su resumen en el amor, en la caridad. La santidad es vivir en comunión con Dios. La santidad es la obediencia filial y amorosa al Padre de la misericordia. Lo que nos aproxima a la gracia, al don del amor de Dios, ya no son los lugares, ritos, objetos ni leyes, sino una persona: Jesucristo. En Jesucristo radica la santidad misma de Dios, es el Santo de Dios.



ENTRA EN TU INTERIOR

CREER EN EL CIELO

En esta fiesta cristiana de Todos los Santos, quiero decir cómo entiendo y trato de vivir algunos rasgos de mi fe en la vida eterna. Quienes conocen y siguen a Jesucristo me entenderán.

Creer en el cielo es para mí resistirme a aceptar que la vida de todos y de cada uno de nosotros es sólo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándome en Jesús intuyo, presiento, deseo y creo que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación y en el corazón de la humanidad.

Creer en el cielo es para mí rebelarme con todas mis fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, hambre, humillación y sufrimientos, quede enterrada para siempre en el olvido. Confiando en Jesús, creo en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podré ver a los que vienen en las pateras llegar a su verdadera patria.

Creer en el cielo es para mí acercarme con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, minusválidos físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión y la angustia, cansadas de vivir y de luchar. Siguiendo a Jesús, creo que un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre: entra para siempre en el gozo de tu Señor.

No me resigno a que Dios sea para siempre un “Dios oculto”, del que no podamos conocer jamás su mirada, su ternura y sus abrazos. No me puedo hacer a la idea de no encontrarme nunca con Jesús. No me resigno a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso se pierdan en el vacío. Quiero que un día los últimos sean los primeros y que las prostitutas nos precedan. Quiero conocer a los verdaderos santos de todas las religiones y todos los ateísmos, los que vivieron, amando en el anonimato y sin esperar nada.

Un día podremos escuchar estas increíbles palabras que el apocalipsis pone en boca de Dios: “Al que tenga sed, yo le daré a beber gratis de la fuente de la vida”. ¡Gratis! Sin merecerlo. Así saciará Dios la sed de vida que hay en nosotros.

ORA EN TU INTERIOR

Concédenos la dicha, Señor,

de buscar las cosas pequeñas,

de ilusionarnos con los detalles,

de trabajar en lo que merece la pena.

Llévanos a la verdadera felicidad

que florece sin anunciarse,

que calma donde más quema,

que hace del amor un arte.

Dinos qué es santidad,

no porque nos creamos perfectos,

ni porque despreciemos al débil,

sino porque Tú ocupas el corazón nuestro.

Pedro Fraile. En la Hoja Dominical Eucaristía

Expliquemos el Evangelio a los niños

Imágenes de Patxi Velasco (FANO)

Imagen para colorear.



 


domingo, 18 de octubre de 2020

25 DE OCTUBRE: XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.


“Amarás al Señor tu Dios con todotu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.”

25 DE OCTUBRE

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Éxodo 22,20-26

Si explotáis a viudas y huérfanos se encenderá mi ira contra vosotros.

Salmo 17

Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.

2ª Lectura: 1 Tesalonicenses 1,5c-10

Abandonasteis los ídolos para servir a Dios y vivir aguardando la vuelta de su Hijo.

EVANGELIO DEL DÍA

Mateo 22,34-40

“En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: -Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él les dijo: -“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar,

y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.

Este es el más grande y el primer mandamiento.

El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".

REFLEXIÓN

Aunque no lo parezca a primera vista, el evangelio de hoy complementa al del domingo pasado. Veíamos, en efecto, que a Dios hay que darle lo que es de Dios… Y nos preguntamos: ¿Qué es lo debido a Dios? O de otra forma: ¿En qué consiste la ley fundamental del Reino de Dios?

A esta pregunta responde hoy Jesús en uno de los textos más conocidos: el Mandamiento principal es éste: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” El segundo mandamiento es semejante a éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” La pregunta le había sido formulada a Jesús por un fariseo, miembro del partido defensor de la Ley. Más de 600 eran las leyes religiosas que debían cumplir los judíos piadosos; sin embargo, agregó Jesús: “Estas dos leyes sostienen la Ley entera y los profetas.”

La respuesta de Jesús no era, en realidad, una novedad en la biblia, como, lo confirma, entre otros textos, la primera lectura de hoy, sacada del Éxodo. Pero vista desde la perspectiva del Reino nos ofrece nuevos motivos de reflexión, completando conceptos ya elaborados en domingos anteriores.

La expresión “Reino de Dios” siempre nos asusta un poco y nos complica la vida más de lo necesario, pues la palabra “Reino” –al menos en las épocas que vivimos- tiene cierta carga afectiva que no nos ayuda mucho para entender la expresión evangélica. Quizá por eso el evangelista Juan prefirió omitirla, por lo general, en su evangelio, hablando más bien de la Verdad, de la Vida Nueva, de la Luz y, sobre todo, del Amor. Es él –o quien fuese en su lugar- quien en su primera carta define a Dios simplemente: “Dios es Amor.”

Si Dios es Amor, su Reino es el del Amor, y quienes entran en él no pueden vivir sino del Amor. Amar no es solamente la ley del Reino; es la necesidad de todo hombre que quiere simplemente vivir. Sin amor no se puede vivir, pues amor es dar vida, construir la comunidad, buscar la paz, casarse, tener hijos, proteger a los demás, compartir la misma historia, etc.

Si la ley del Reino es el amor –amor total, sin limitación alguna-, justo es que nos preguntemos por la función que debe cumplir la comunidad cristiana –o Iglesia- en el mundo. Muchos se preguntarán si realmente es hoy signo del único mandato del amor, o si también ella no está aplastada bajo el peso de cientos y cientos de leyes que la aprisionan.

Hoy llegamos a una clara conclusión: el Reino de Dios se hace presente -dentro de cada hombre como en el seno de las instituciones, laicas o religiosas- en la medida en que se vive al servicio de un Dios que se llama Amor. Fuera de esta perspectiva podremos hacer muchas cosas: actos de culto, oraciones, levantar templos, obras misioneras y cruzadas de fe; podremos ser los modelos del hombre honesto de moralidad intachable y mucho más, pero aún permaneceríamos fuera de las puertas del Reino.

Esta es la ley que nos permite dirimir toda duda de conciencia, todo conflicto generacional o institucional: respetar el derecho fundamental de amar y de ser amado. Lo demás es accesorio, y es hora de que lo comprendamos porque “amar es cumplir la ley entera” (Rom. 13,10).



ENTRA EN TU INTERIOR

PASIÓN POR DIOS, COMPASIÓN POR EL SER HUMANO

Cuando olvidan lo esencial, fácilmente se adentran las religiones por caminos de mediocridad piadosa o de casuística moral, que no sólo incapacitan para una relación sana con Dios, sino que pueden desfigurar y destruir gravemente a las personas. Ninguna religión escapa a este riesgo.

 La escena que se narra en los evangelios tiene como trasfondo una atmósfera religiosa en que maestros religiosos y letrados clasifican cientos de mandatos de la Ley divina en «fáciles» y «difíciles», «graves» y «leves», «pequeños» y «grandes». Imposible moverse con un corazón sano en esta red.

La pregunta que plantean a Jesús busca recuperar lo esencial, descubrir el «espíritu perdido»: ¿cuál es el mandato principal?, ¿qué es lo esencial?, ¿dónde está el núcleo de todo? La respuesta de Jesús, como la de Hillel y otros maestros judíos, recoge la fe básica de Israel: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser».

Que nadie piense que se está hablando aquí de emociones o sentimientos hacia un Ser Imaginario, ni de invitaciones a rezos y devociones. «Amar a Dios con todo el corazón» es reconocer humildemente el Misterio último de la vida; orientar confiadamente la existencia de acuerdo con su voluntad: amar a Dios como fuerza creadora y salvadora, que es buena y nos quiere bien.

Todo esto marca decisivamente la vida pues significa alabar la existencia desde su raíz; tomar parte en la vida con gratitud; optar siempre por lo bueno y lo bello; vivir con corazón de carne y no de piedra; resistirnos a todo lo que traiciona la voluntad de Dios negando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas.

Por eso el amor a Dios es inseparable del amor a los hermanos. Así lo recuerda Jesús: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No es posible el amor real a Dios sin descubrir el sufrimiento de sus hijos e hijas. ¿Qué religión sería aquella en la que el hambre de los desnutridos o el exceso de los satisfechos no planteara pregunta ni inquietud alguna a los creyentes? No están descaminados quienes resumen la religión de Jesús como «pasión por Dios y compasión por la humanidad».    

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Jesús nos dice que siempre que afirmamos que amamos al prójimo, en realidad estamos mintiendo un poco, pues el amor preconizado por el Evangelio del Reino identifica al otro con uno mismo, de tal forma que el otro deja de ser otro para ser parte esencial de nuestro yo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Un motivo más para comprender que el amor a Dios y el amor al prójimo coinciden en un solo gesto de amor: quien dice que ama a Dios, ya no es uno solo, sino él-con-el-prójimo. El Reino no viene para cubrir nuestro hueco interior, sino para comunicarnos con los demás sin barrera ni frontera alguna.

Un amor que hace suyo los sufrimientos, dolores, alegrías y anhelos de los hermanos, porque para el que ama, nadie le es indiferente.

Hoy y siempre, quiero, Señor, amarte con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todo el ser y amar a mis hermanos y hermanas como a mí mismo.

ORACIÓN

Señor, que el amor no pase a ser una palabra más de mi diccionario. Haz que de sentido a lo que hoy me has dicho, saliendo al encuentro de mi prójimo y haciendo todo lo posible para que el gran mandamiento sea una realidad en mi vida y entre mis hermanos y hermanas.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

                                                      Imágenes de Patxi Velasco (FANO) 



domingo, 11 de octubre de 2020

18 DE OCTUBRE: XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

 


“Pagad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

18 DE OCTUBRE

XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES. DOMUND

1ª Lectura: Isaías 45,1.4-6

Llevo de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones.

Salmo 95

Aclamad la gloria y el poder del Señor.

2ª Lectura: 1 Tesalonicenses 1,1-5b

Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza.

EVANGELIO DEL DÍA

Mateo 22,15-21

“En aquel tiempo los fariseos se retiraron y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: -Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César, o no? Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: -¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto. Le presentaron un denario. Él les preguntó: -¿De quién son esta cara y esta inscripción? Le respondieron: -Del César. Entonces les replicó: -Pues pagadle al Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.

Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.

Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".

Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?

Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le presentaron un denario.

Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?".

Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".

REFLEXIÓN

El texto evangélico de hoy es muy conocido y, al mismo tiempo, difícil. Las últimas palabras las sabemos de memoria: “Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Los fariseos plantean a Jesús una cuestión política, no para aprender de él, sino para comprometerle, como tantas veces, y encontrar una ocasión y un motivo para poder acusarle.

“Pagadle al César lo que es del César…” Es de las pocas palabras de Jesús referentes a una cuestión política. Pero sin embargo, no se puede decir que estas palabras formen parte de un cuerpo de doctrina de Jesús sobre cuestiones políticas. Además, Jesús veía que sólo le pedían su opinión para hacerle quedar mal: ¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Sencillamente Jesús les dice que si la moneda es del César, deben darle al César lo que es de él. Ante la exigencia de cobrar los tributos por parte de quien gobierna, bien sabemos que tenemos que pagar el tributo o aceptar que nos lo retengan del sueldo. Sólo que en tiempos de Jesús quien cobraba los impuestos era una potencia extranjera, Roma, y los romanos, en el cobro de tributos, eran unos maestros.

Pero si en esta ocasión no dice gran cosa sobre cuestiones políticas, sí que hay una ocasión en la que Jesús expone su opinión muy claramente. Cuando ve cómo los discípulos no sienten vergüenza alguna en reclamar los primeros puestos, les dice muy claramente: “Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.” Aquí sí que hay un pensamiento político. Se ve bien claro que Jesús no estaba conforme con el sistema despótico de los romanos y con el poder opresor de los dominadores.

“…y A Dios lo que es de Dios.” El salmo 126 nos lo explica: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas”. Da mucha tristeza una ciudad sin Dios y una casa sin el Señor.

A Dios, hemos de darle lo que es suyo: nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestro amor, no porque podamos añadir nada a Dios sino para ser felices nosotros. Tenemos que hacer lo posible para que el conocimiento y el amor de Dios puedan llegar al corazón de todos: de los niños, de los jóvenes, de los mayores. “Tú estabas dentro de mí y yo por fuera te buscaba” se quejaba san Agustín: “¡Tarde te amé, oh hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!”. Estas palabras del santo de Hipona pueden ayudarnos a actualizar las de Jesús en el evangelio de hoy: “Dad a Dios lo que es de Dios”.

No olvidemos que hoy debemos tener también presentes a tantas misioneras y misioneros que llevan la Palabra y el Mensaje de Jesús a todos los rincones de la tierra, a menudo, a costa de sus propias vidas. Todos esos países de misión, todos esos hermanos nuestros, necesitan nuestra oración y nuestra ayuda. Seamos especialmente generosos.



ENTRA EN TU INTERIOR

SON DE DIOS, DE NADIE MÁS

«Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios». Pocas palabras de Jesús habrán sido tan citadas como éstas. Y ninguna, tal vez, más distorsionada desde intereses muy ajenos a aquel Profeta que vivió totalmente dedicado, no precisamente al Emperador sino a los olvidados, empobrecidos y excluidos por Roma.

El episodio está cargado de tensión. Los fariseos se han retirado a planear un ataque decisivo contra Jesús. Para ello envían a «unos discípulos»; no vienen ellos mismos; evitan el encuentro directo con Jesús. Ellos son defensores del orden vigente y no quieren perder su puesto privilegiado en aquella sociedad que Jesús está cuestionando de raíz.

Pero, además, los envían acompañados «por unos partidarios de Herodes» del entorno de Antipas. No faltan entre ellos terratenientes y recaudadores encargados de almacenar el grano de Galilea y enviar los tributos al César.

El elogio que hacen de Jesús es insólito en sus labios: «Sabemos que eres sincero y enseñas el camino conforme a la verdad». Todo es una trampa, pero han hablado con más verdad de lo que se imaginan. Es así. Jesús vive totalmente entregado a preparar el «camino de Dios» para que nazca una sociedad más justa.

No está al servicio del emperador de Roma; ha entrado en la dinámica del reino de Dios. No vive para desarrollar el Imperio, sino para hacer posible la justicia de Dios entre sus hijos e hijas. Cuando le preguntan si «es lícito pagar impuesto al César o no», su respuesta es rotunda: «Pagad al Cesar lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios».

Jesús no está pensando en Dios y el César como dos poderes que pueden exigir cada uno sus derechos a sus súbditos. Como judío fiel, sabe que a Dios le pertenece «la tierra y todo lo que contiene, el orbe y todos sus habitantes» (salmo 24). ¿Qué le puede pertenecer al César, que no sea de Dios? Sólo su dinero injusto.

Si alguien vive enredado en el sistema del César, que cumpla sus «obligaciones», pero si entra en la dinámica del reino de Dios ha de saber que los pobres le pertenecen sólo a Dios, son sus hijos predilectos. Nadie ha de abusar de ellos. Esto es lo que Jesús enseña «conforme a la verdad».

Sus seguidores nos hemos de resistir a que nadie, cerca o lejos de nosotros, sea sacrificado a ningún poder político, económico, religioso ni eclesiástico. Los humillados por los poderosos son de Dios. De nadie más.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Dios es el único Señor al que se debe rendir tributo de adoración. También los jefes de Estado tienen una autoridad superior a la que supeditarse.

Los cristianos fuimos llamados y elegidos por Dios mediante el anuncio del Evangelio y la indeleble marca del bautismo.

Es una hora difícil para el cristianismo, pero esperanzadora y apasionante, oremos al Señor para que sepamos encontrar el justo camino que salvaguarde los derechos de todos.

Preguntémonos en qué medida nuestra adhesión a la fe cristiana es un estímulo permanente al cambio de vida.

ORACIÓN

Señor, en mi bautismo, me constituiste en Sacerdote, Profeta y Rey. En este día mundial de la Evangelización de los Pueblos, más que nunca, con mi palabra y con mi vida, quiero ser apóstol, quiero anunciar tu Buena Noticia de Salvación para el hombre y para el mundo, quiero acercarme a mis hermanas y hermanos, las mujeres y hombres de mi tiempo, sobre todo a los más vulnerables, y decirle que les amo.

Hazme no sentirme ajeno a los sufrimientos, esperanzas, anhelos de mis hermanas y hermanos, hazme sufrir con el que sufre, llorar con el que llora, reír con el que ríe, que nadie me sea indiferente.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco (FANO)

Imagen para colorear.



 


domingo, 4 de octubre de 2020

11 DE OCTUBRE: XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A

 


“Muchos son los llamados y pocos los elegidos”

11 DE OCTUBRE

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: Isaías 25,6-10ª

El Señor preparará un festín y enjugará las lágrimas de todos los rostros.

Salmo 22

Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.

2ª Lectura: Filipenses 4,12-14.19-20

Todo lo puedo en aquel que me conforta.

PALABRA DEL DÍA

Mateo 22,1-14

“En aquel tiempo volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo: -El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras; otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: -La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a os comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: -Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: -Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.

Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.

De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.

Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;

y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.

Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.

Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.

Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.

Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.

'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.

Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.

Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.”

REFLEXIÓN

Seguimos proclamando el discurso de las parábolas del Reino. La parábola de hoy tiene gran similitud con la del domingo anterior, en cuanto se refiere a la actitud de los judíos que orgullosamente se resistieron a la invitación del rey que celebraba la boda de su hijo. Pero como todas las parábolas del Reino, tiene un significado que va más allá de su contexto histórico inmediato.

Lo primero que nos llama la atención, es casi incomprensible que algunos ciudadanos desoyeran la invitación del rey que los invita, y aún más que maltrataran a los criados hasta matarlos, sabiendo que ese gesto podría desatar la ira del rey por la afrenta que significa.

Pero este rey era el mismo rey de la cruz, el rey de los humildes y de los pobres. Quienes rechazaban a los pobres no podían sino rechazar a un rey que venía a revolucionar los esquemas sociales y religiosos. La parábola parece sugerir algo así como si Dios hubiera perdido tiempo en preparar a un pueblo para su entrada en el Reino, pues los menos preparados resultaron más dispuestos.

Nosotros podemos descubrir cómo Dios mismo se vio en cierta manera condicionado por las circunstancias: aceptó trabajar con un pueblo de dura cerviz y no lo abandonó hasta que el mismo pueblo se alejó de él. El Reino necesitaba una etapa preparatoria que, en realidad, sólo fue fracaso para los duros de corazón. Fue el resto humilde del pueblo judío el primero que entró a la mesa del Reino, y tras ellos, los, pueblos paganos. Efectivamente, la última parte de la parábola habla de cómo los primeros como los últimos, tienen que cumplir ciertas exigencias para entrar en el Reino.

Pero como hemos visto, el Reino es comparado, con un banquete de bodas.

A la luz de otros textos del Evangelio comprendemos que las bodas no son otras que las que realiza el mismo Jesús con la humanidad. Él mismo se presentó como el esposo de un pueblo nuevo. Por ser banquete de bodas, sólo podrán entrar quienes de alguna manera sintieran que participar en la cena era penetrar en el círculo del esposo, estableciendo una relación de amor muy bien representada en la comida común.

Por ser un banquete donde el amor era la comida principal, es fácil comprender por qué muchos se negaron a participar en él: eran los que preferían comer el dinero, los negocios o el pan de la violencia. El banquete cuestionaba una conducta centrada en el puro egoísmo; más aún, les exigía entrar en relación con el rey y su hijo no simplemente como súbditos que cumplen las leyes necesarias sino en un gesto de amistad.

Podríamos concluir, que el Reino de Dios es incomprensible, y por lo tanto inaceptable, si no se lo mira desde la perspectiva de un amor profundo y total al modo de dos esposos que deciden unirse en amor para siempre.

Quien pretenda entrar en el Reino debe dejar a un lado sus personales intereses y negocios, como si lo único importante en la vida fuese el hecho mismo de compartir con Dios y con los hermanos la misma mesa.

Por eso relacionamos esta parábola con la eucaristía: porque sentarse a esta mesa común es subrayar en nuestra vida la primacía del amor fraterno por encima de todas las demás cosas, aunque aparentemente parezcan importantes.

Quien da la espalda al banquete de bodas –donde hay un solo interés, el del Reino- queda inexorablemente afuera.  




ENTRA EN TU INTERIOR

EN LOS CRUCES DE LOS CAMINOS

A través de sus parábolas Jesús va descubriendo a sus seguidores cómo experimenta a Dios, cómo interpreta la vida desde sus raíces más profundas y cómo responde a los enigmas más recónditos de la condición humana.

Quien entra en contacto vivo con sus parábolas comienza a cambiar. Algo "sucede" en nosotros. Dios no es como lo imaginamos. La vida es más grande y misteriosa que nuestra rutina convencional de cada día. Es posible vivir con un horizonte nuevo. Escuchemos el punto de partida de la parábola llamada «Invitación al Banquete».

Según el relato, Dios está preparando una fiesta final para todos sus hijos e hijas, pues a todos quiere ver sentados junto a él, en torno a una misma mesa, disfrutando para siempre de una vida plena. Esta imagen es una de las más queridas por Jesús para sugerir el final último de la historia humana.

Frente a tantas imágenes mezquinas de un Dios controlador y justiciero que impide a no pocos saborear la fe y disfrutar de la vida, Jesús introduce en el mundo la experiencia de un Dios que nos está invitando a compartir con él una fiesta fraterna en la que culminará lo mejor de nuestros esfuerzos, anhelos y aspiraciones.

Jesús dedica su vida entera a difundir la gran invitación de Dios: «El banquete está preparado. Venid». Este mensaje configura su modo de anunciar a Dios. Jesús no predica doctrina, despierta el deseo de Dios. No impone ni presiona. Invita y llama. Libera de miedos y enciende la confianza en Dios. En su nombre, acoge a su mesa a pecadores e indeseables. A todos ha de llegar su invitación.

Los hombres y mujeres de hoy necesitan descubrir el Misterio de Dios como Buena Noticia. Los cristianos hemos de aprender a hablar de él con un lenguaje más inspirado en Jesús, para deshacer malentendidos, aclarar prejuicios y eliminar miedos introducidos por un discurso religioso lamentable que ha alejado a muchos de ese Dios que nos está esperando con todo preparado para la fiesta final.

En estos tiempos en los que el descrédito de la religión está impidiendo a muchos escuchar la invitación de Dios, hemos de hablar de su Misterio de Amor con humildad y con respeto a todos, sin forzar las conciencias, sin ahogar la vida, despertando el deseo de verdad y de luz que sigue vivo en lo más íntimo del ser humano.

Es cierto que la llamada religiosa encuentra hoy el rechazo de muchos, pero la invitación de Dios no se ha apagado. La pueden escuchar todos los que en el fondo de sus conciencias escuchan la llamada del bien, del amor y de la justicia.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

El mensaje de las lecturas de hoy tiene una acuciante actualidad. Dios llama a todos, hoy como ayer. El banquete es el mismo para todos.

La respuesta de cada uno puede ser un sí o un no. Esa respuesta es la que marca la diferencia entre unos y otros. Si preferimos las tierras o los negocios, quiere decir que es eso lo que de verdad nos interesa.

Todo el evangelio es una invitación, podemos responder que sí o que no. Pero, como la parábola de los dos hermanos nos recordaba hace unos días, sólo es válida la respuesta de las obras.

Cuando el texto dice que los primeros invitados no se lo merecían, tiene razón, pero existe el peligro de creer que los llamados en segunda  convocatoria sí se lo merecían. El centro del mensaje del evangelio está en que invita a todos: malos y buenos. Esto es lo que no terminamos de aceptar. Seguimos creyéndonos los elegidos, los privilegiados, los buenos con derecho a la exclusiva (fuera de la Iglesia no hay salvación).

Hay que tener mucho cuidado con las interpretaciones simplistas. De un banquete de los tiempos mesiánicos, se pasó con demasiada facilidad a un banquete para el más allá. Este salto nos lanza peligrosamente fuera de las fronteras del tiempo y deja todo para más allá de este mundo. No creo que fuese ese el sentir de Jesús que se interesó por las personas de carne y hueso que estaban tiradas en la sociedad que le tocó vivir.

ORACIÓN

La Eucaristía es nuestro banquete de bodas: al comer juntos en esta mesa, estrechamos los vínculos de amor con todos los hermanos, y de esta forma nos unimos a Dios en Cristo.

Señor, ya que nos llamaste a participar de los bienes del Reino, haz que tomemos conciencia de todo lo que ello implica para nuestra vida.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Patxi Velasco FANO

Imagen para colorear.