“Tú eres Pedro, y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia…”
23 DE AGOSTO
XXI DOMINGO DEL TIEMPO
ORDINARIO
1ª Lectura: Isaías
22,19-23
Colgaré de su hombro la
llave del palacio de David.
Salmo 137
Señor, tu misericordia
es eterna, no abandones la obra de tus manos.
2ª Lectura: Romanos
11,33-36
Él es origen, guía y
meta del universo.
PALABRA DEL DÍA
Mateo 16,13-20
“En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de
Felipe y preguntaba a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que es el Hijo del
Hombre? Ellos contestaron: -Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: -Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: -Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo. Jesús le respondió: -¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te
lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y
el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los
Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates
en la tierra, quedará desatado en el
cielo.” Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías”.
Versión para América
Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?
¿Quién dicen que es?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que
soy?".
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de
Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre
que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo
que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la
tierra, quedará desatado en el cielo".
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no
dijeran a nadie que él era el Mesías”.
REFLEXIÓN
Cuando Isaías, en la primera lectura, muestra cómo un
mayordomo recibe sobre su hombro la insignia simbólica del poder, que son las
llaves, anticipa, de manera profética, el gesto que hará Jesús con Pedro al dar
identidad a su vocación específica en la Iglesia; pero las llaves del Reino del
cielo no son símbolo de poder, sino de servicio.
San Pablo, en la segunda lectura, nos ha ofrecido un himno
triunfal a la sabiduría insondable de Dios, y nosotros, admirando y
glorificando el pensamiento del Señor, que nos lleva a veces por caminos impenetrables,
somos invitados por el evangelio a responder personalmente a la pregunta de
Jesús: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Responder a la primera pregunta que hace Jesús a sus
discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Equivale a elaborar
un montón de libros de sociología o de teología. Entre las innumerables
respuestas que podríamos obtener, encontraríamos, además de una gran parcela de
indiferencia, expresiones como un hombre que se hace querer, un moralista
prudente, un profeta revolucionario, un libertador, el Hijo de Dios, el
salvador, o aquel que se definió como Camino, Verdad y vida.
Pero es en la pregunta experiencial y vivencial dónde cabe
plantearse de verdad quién es, qué significa, qué representa y qué caminos
provoca hoy en cada uno de nosotros la manera de pensar y de vivir de Jesús de
Nazaret.
Y aquí las respuestas no pueden ser teóricas, ni de libro. No
sirven las palabras vacías, ni tampoco las definiciones no vividas. Las
respuestas tendrán que ser expresión de lo que salga de nuestro interior, de
nuestra vivencia, trabajada a lo largo de nuestra vida cristiana.
Por tanto, la imagen actual, viva, atractiva y activa, o
decadente, poco seductora e indiferente que pueda tener la gente sobre la
persona y los hechos de Jesús de Nazaret depende en gran parte de cómo lo
vivimos y lo presentamos nosotros en la práctica.
Son cada vez más, los hombres y las mujeres que comprometen
su vida, anunciando a un Jesús cercano, amigo de los hombres, que da la vida
por todos, que ha venido para justos e injustos y hace salir su sol sobre
buenos y malos. Un Jesús personal, que nos llama por nuestro nombre y nos
invita a seguirlo ligeros de equipaje, disponibles y sin mirar atrás en la
tarea de roturar, sembrar y cuidar la viña del reino.
A este Jesús, salvador personal, generoso y paciente, es al
que tenemos que anunciar, a ese Jesús que no ha venido a condenar, ni a juzgar,
sino a salvar y a dar la vida en rescate por todos.
Anunciar a un Jesús distinto, es no haber entendido lo que
significa para nosotros y no haber sabido responder con sinceridad e
interioridad, su pregunta: ¿Quién soy yo para vosotros?
ENTRA EN TU INTERIOR
QUÉ DECIMOS NOSOTROS
¿Conocemos cada vez mejor a Jesús, o lo tenemos “encerrado en
nuestros viejos esquemas aburridos” de siempre? ¿Somos comunidades vivas,
interesadas en poner a Jesús en el centro de nuestra vida y de nuestras
actividades, o vivimos estancados en la rutina y la mediocridad?
¿Amamos a Jesús con pasión o se ha convertido para nosotros en un personaje gastado al que seguimos invocando mientras en nuestro corazón va creciendo la indiferencia y el olvido? Quienes se acercan a nuestras comunidades, ¿pueden sentir la fuerza y el atractivo que tiene para nosotros?
¿No sentimos discípulos y discípulas de Jesús? ¿Estamos
aprendiendo a vivir con su estilo de vida en medio de la sociedad actual, o nos
dejamos arrastrar por cualquier reclamo más apetecible para nuestros intereses?
¿Nos da igual vivir de cualquier manera, o hemos hecho de nuestra comunidad una
escuela para aprender a vivir como Jesús?
¿Estamos aprendiendo a mirar la vida como la miraba Jesús?
¿Miramos desde nuestras comunidades a los necesitados y excluidos con compasión
y responsabilidad, o nos encerramos en nuestras celebraciones, indiferentes al
sufrimiento de los más desvalidos y olvidados: los que fueron siempre los
predilectos de Jesús?
¿Seguimos a Jesús colaborando con él en el proyecto
humanizador del Padre, o seguimos pensando que lo más importante del
cristianismo es preocuparnos exclusivamente de nuestra salvación? ¿Estamos
convencidos de que el modo de seguir a Jesús es vivir cada día haciendo la vida
más humana y más dichosa para todos?
¿Vivimos el domingo cristiano celebrando la resurrección de
Jesús, u organizamos nuestro fin de semana vacío de todo sentido cristiano?
¿Hemos aprendido a encontrar a Jesús en el silencio del corazón, o sentimos que
nuestra fe se va apagando ahogada por el ruido y el vacío que hay dentro de
nosotros?
¿Creemos en Jesús resucitado que camina con nosotros lleno de
vida? ¿Vivimos acogiendo en nuestras comunidades la paz que nos dejó en
herencia a sus seguidores? ¿Creemos que Jesús nos ama con un amor que nunca
acabará? ¿Creemos en su fuerza renovadora? ¿Sabemos ser testigos del misterio
de esperanza que llevamos dentro de nosotros?"
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
La pregunta que Jesús hace a sus discípulos es, de alguna
manera, la pregunta que siempre hizo la Iglesia mirando a su alrededor: ¿Qué se
piensa en el mundo sobre Cristo? ¿Cómo lo ven los demás pueblos? ¿Qué se opina
de él en un país cristiano por tradición?
Una vez que le dice a Jesús lo que la gente pensaba de él,
viene la pregunta directa y la que a Jesús le interesa realmente: “Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?”.
Es la gran pregunta que tarde o temprano ha de escuchar la
misma Iglesia y cada cristiano. Porque puede suceder que sigamos a Jesús sin
saber a quién seguimos, o que llevemos su nombre sin saber qué significa ese
nombre y ese hombre.
En efecto, con sinceridad, ¿quién es Jesús para nosotros?
¿Qué esperamos de él? ¿Qué nos impulsa a escuchar su palabra, bautizar a
nuestros hijos o celebrar fiestas en su honor?
Y se levanta Pedro, la expresión de una fe aún incipiente e
inmadura, quien responde más con el corazón que con los labios: Tú eres “el
Mesías de Dios”.
El Mesías que responde al designio de Dios está señalado por
dos características: el dolor y el rechazo. No sólo sufrirá mucho, sino que
sentirá en carne propia el rechazo de los suyos y la oposición de esa misma
gente que se dice religiosa y que ocupa altos cargos en la nación.
ORACIÓN
En el evangelio de hoy escuchamos aquella escena en la que
Jesús pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del
hombre?”. Y los discípulos le responden: “Unos que Juan Bautista, otros que
Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Entonces Jesús les dice: “Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo? A lo que Pedro, con convicción, responde: “Tú
eres el Mesías el Hijo de Dios vivo”. Hoy Jesús vuelve a preguntarnos: “Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Y cada uno de nosotros tiene que encontrar
su respuesta: ¿Quién es Jesús para mí? Ojalá que seamos capaces de responder
como Pedro reconociendo que Jesús es el Señor, el Hijo de Dios, aquel que da
sentido a nuestra vida, aquel en quien podemos encontrar las raíces más
profundas de nuestro ser. Que la profesión de fe de Pedro, y también de Pablo,
sea hoy ejemplo y ánimo para que cada uno de nosotros hagamos también nuestra
propia y personal profesión.
Señor, de Ti podríamos decir y escribir muchas cosas, pero
hoy sólo queremos pedirte que nos ayudes día a día a saber y a vivir de verdad
quién eres y, sobre todo, a experimentar quién eres para cada uno de nosotros.
Que, como Pedro, podamos creer profundamente que Tú eres el Mesías, el Hijo de
dios vivo.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
Imágenes de Patxi
Velasco (FANO)
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