domingo, 29 de septiembre de 2019

6 DE OCTUBRE: XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.



“Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”

6 DE OCTUBRE

XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©

1ª Lectura: Habacuc: 1,2-3; 2,2-4

“El justo por su fe vivirá”

Salmo 94: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón”

2ª Lectura:  2ª Timoteo: 1,6-8, 13-14

“No te avergüences del testimonio de nuestro Señor”.

PALABRA DEL DÍA

Lucas: 17,5-10

“Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe".
El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe".
El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'?
¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'?
¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".

REFLEXIÓN

La primera lectura de este domingo nos recuerda que “el justo vivirá por su fe”. Es decir, que la fidelidad a Dios, la confianza puesta en el Padre del cielo, es lo único que nos puede salvar. Estas palabras nos quieren hacer notar la importancia de la fe. La fe no es sólo creer unas verdades teológicas que decimos y profesamos en el Credo, sino que es mucho más. Tener fe es poner toda nuestra confianza en Jesús que nos ha salvado. Y en esto, todos los cristianos podemos afirmar que tenemos fe, por esto nos reunimos el domingo, por esto nos reunimos en la Iglesia. Pero no debemos conformarnos con ello: la fe, como una planta, tiene que ir creciendo.

Esta fe tiene que llevarnos a un compromiso, no puede permanecer estancada, tenemos que alimentarla, tenemos que cuidar el don de la fe que un día recibimos. Y quien puede darnos esta ayuda es el Espíritu Santo que habita en nuestros corazones. Una fe que, como expresaba santa Teresa de Jesús, tiene que ser un diálogo de amor entre la persona y Dios. Diálogo que surge de la oración en la que pedimos a Dios que atienda nuestros anhelos, nuestros deseos, nuestras penas y alegrías. Y que tiene como punto culminante la disposición del corazón para escuchar a Dios. Pues la fe en Dios no es una solución de nuestras  dificultades, no nos saca las castañas del fuego, no resuelve nuestros problemas. Pero si que nos da un sentido y un rumbo, nos da una seguridad que va más allá de nosotros mismos, nos da una esperanza y una alegría que nos permiten afrontar, sin rehuirlas, las adversidades de la vida, con una profundidad que sólo podemos encontrar en Dios.

Así pues, más que un pedir, la fe que surge de la oración descubre y encuentra su sentido más profundo en cumplir la voluntad del Señor, con los mismos sentimientos que Cristo, dando gracias al Señor por los dones recibidos. Conviene pues que revisemos cómo es nuestro diálogo con Dios. Quizá demasiadas veces nuestra oración se dirige a Dios para pedir cosas que quizás no nos conviene. En muchas ocasiones nuestra plegaria se eleva para rendir cuentas con Dios. Y Dios nos enseña que la plegaria es llegar a ser como Dios, llegar a pensar como él, pedir por los que más lo necesitan, pedir para descubrir los caminos que el Señor nos tiene preparados, para abrir nuestro corazón a su voluntad.

Nadie ha dicho que fuese fácil descubrir cuál es la voluntad de Dios, ni el mismo Jesús. Pero sí podemos descubrir su voluntad escuchando su Palabra, aumentando nuestro ritmo de oración que muchas veces olvidamos y dejamos en un segundo plano como si fuera algo secundario y poco importante. Hoy Jesús nos invita a la fe, nos invita a rezar, nos invita a que pidamos en la oración más fe: “Señor auméntanos la fe”. La fe lo fundamenta todo. La fe hace que Dios actúe en nuestra vida. La fe significa creer que estamos convencidos de que Jesús es la vida, la verdad y el camino, y que confiamos en él. Hoy se nos invita a examinar si nuestra fe es firme y verdadera, si tenemos presente a Dios en nuestra vida.

ENTRA EN TU INTERIOR

AUMÉNTANOS LA FE

De manera abrupta, los discípulos le hacen a Jesús una petición vital: «Auméntanos la fe». En otra ocasión le habían pedido: «Enséñanos a orar». A medida que Jesús les descubre el proyecto de Dios y la tarea que les quiere encomendar, los discípulos sienten que no les basta la fe que viven desde niños para responder a su llamada. Necesitan una fe más robusta y vigorosa.
Han pasado más de veinte siglos. A lo largo de la historia, los seguidores de Jesús han vivido años de fidelidad al Evangelio y horas oscuras de deslealtad. Tiempos de fe recia y también de crisis e incertidumbre. ¿No necesitamos pedir de nuevo al Señor que aumente nuestra fe?

Señor, auméntanos la fe. Enséñanos que la fe no consiste en creer algo sino en creer en ti, Hijo encarnado de Dios, para abrirnos a tu Espíritu, dejarnos alcanzar por tu Palabra, aprender a vivir con tu estilo de vida y seguir de cerca tus pasos. Sólo tú eres quien "inicia y consuma nuestra fe".

Auméntanos la fe. Danos una fe centrada en lo esencial, purificada de adherencias y añadidos postizos, que nos alejan del núcleo de tu Evangelio. Enséñanos a vivir en estos tiempos una fe, no fundada en apoyos externos, sino en tu presencia viva en nuestros corazones y en nuestras comunidades creyentes.

Auméntanos la fe. Haznos vivir una relación más vital contigo, sabiendo que tú, nuestro Maestro y Señor, eres lo primero, lo mejor, lo más valioso y atractivo que tenemos en la Iglesia. Danos una fe contagiosa que nos oriente hacia una fase nueva de cristianismo, más fiel a tu Espíritu y tu trayectoria.

Auméntanos la fe. Haznos vivir identificados con tu proyecto del reino de Dios, colaborando con realismo y convicción en hacer la vida más humana, como quiere el Padre. Ayúdanos a vivir humildemente nuestra fe con pasión por Dios y compasión por el ser humano.

Auméntanos la fe. Enséñanos a vivir convirtiéndonos a una vida más evangélica, sin resignarnos a un cristianismo rebajado donde la sal se va volviendo sosa y donde la Iglesia va perdiendo extrañamente su cualidad de fermento. Despierta entre nosotros la fe de los testigos y los profetas.

Auméntanos la fe. No nos dejes caer en un cristianismo sin cruz. Enséñanos a descubrir que la fe no consiste en creer en el Dios que nos conviene sino en aquel que fortalece nuestra responsabilidad y desarrolla nuestra capacidad de amar. Enséñanos a seguirte tomando nuestra cruz cada día.

Auméntanos la fe. Que te experimentemos resucitado en medio de nosotros renovando nuestras vidas y alentando nuestras comunidades.

 José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Precisamente, el ritmo del mundo en el que vivimos, muchas veces no nos deja espacio para recoger nuestra alma y alabar a Dios. Estamos demasiado ocupados, tenemos demasiadas prisas. Cuesta, en medio de toda esta confusión, encontrar espacios para la oración. A veces, este contacto con Dios lo podremos hacer renovando nuestras plegarias de la infancia. Lo podremos hacer bendiciendo la mesa orando por nuestra familia. Muchos grupos cristianos hoy, rezan la oración de la Iglesia con la Liturgia de las Horas. ¡Qué experiencia tan enriquecedora una familia que hace de la oración algo cotidiano y natural! Revivamos pues nuestra fe en la oración. Así ganaremos en paz, esperanza, caridad y fortaleza, aparte de en testimonio cristiano.

Ya en el Evangelio, Jesús nos ofrece una parábola que quiere poner de relieve la gratuidad del don de Dios, refutando la doctrina farisea de los méritos. Nos presenta la parábola de la relación del criado con su amo. Jesús nos invita a contemplarlo todo como un don gratuito de Dios, donde todos “somos unos pobres siervos, hemos hecho todo lo que teníamos que hacer”. La importancia, pues, no se encuentra en hacer muchas cosas, sino e hacer bien el trabajo que nos corresponde. Y hoy una de las tareas que Jesús nos pide con insistencia es la oración. Pidamos, pues, en la Eucaristía, en la que el Señor nos alimenta con el pan de su Cuerpo y su Palabra, que crezca en nosotros este deseo de encontrar momentos para el Señor, momentos de silencio y de encuentro con Dios que habita en nuestros corazones y que nos empuja a amar a Dios y a los hermanos.

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia para que libres nuestra conciencia de toda inquietud, y nos concedas aún aquello que no nos atrevemos a pedir.

Expliquemos  el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO


Imagen para colorear



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