“Marta, Marta; andas
inquieta y nerviosa con tantas cosas;
sólo una es necesaria.
María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán”
21 DE JULIO
XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ©
1ª Lectura: Génesis
18,1-10
Señor, no pases junto a
mí sin detenerte.
Salmo 14:
“Señor, ¿quién puede hospedarse
en tu tienda?
2ª Lectura: Colosenses
1,24-28
Un designio secreto que
Dios ha mantenido oculto
y que ahora ha revelado
a su pueblo santo.
PALABRA DEL DÍA
Lucas: 10,38-42
“En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una
mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada
María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se
multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: -Señor,
¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me
eche una mano. Pero el Señor le contestó: -Marta, Marta: andas inquieta y
nerviosa con tantas cosas: solo una es necesaria. María ha escogido la parte
mejor, y no se la quitarán”.
Versión para América
Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios
“Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y
una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los
pies del Señor, escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la
casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con
todo el trabajo? Dile que me ayude".
Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te
inquietas y te agitas por muchas cosas,
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es
necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada".
REFLEXIÓN
Los textos evangélicos de este domingo y de los siguientes
tienen como eje la siguiente idea central: si por Jesús hemos recibido el don
precioso de la vida nueva, es justo que empleemos todos los medios para
conservar, preservar y aumentar ese don. La Vida es un tesoro, pero frágil, y
muchos son los peligros que la acechan.
El cristiano debe mantenerse en constante “vigilancia”
interior para que su vida, su vida interior, no sucumba, sobre todo, bajo las
preocupaciones diarias y el afán del lucro y riquezas.
Hoy se nos presentan las figuras prototípicas de dos
hermanas: Marta y María, cuyo hermano, Lázaro, anticiparía en su muerte y
vuelta a la vida el gran misterio de Jesucristo.
Marta y María son el caso concreto de muchas palabras que
Jesús dijo sobre la importancia del reino y su justicia, sobre la actitud ante
la palabra de Dios y sobre la constante vigilancia del hombre en la vida.
Marta vive desprevenida, atrapada entre sus cacharros, con la
defensa descubierta. Ya no crece como mujer, ya no hay novedad alguna en su
vida, constante rutina gris, interminable repetición de los mismos actos un día
y otro. Es una mujer a la que se le han acabado las preguntas, los ideales y el
afán de crecer.
María, en cambio, vigila el don precioso de su vida y de su
fe. Sabe que las preocupaciones diarias pueden ahogarla, cosificarla y
embrutecerla. Como el vigía de la torre, mira, camina, se detiene, piensa y
mantiene constantemente el arma en la mano.
Por eso está a los pies del Señor: quiere aprender a ver la
vida desde Dios, porque si Dios está realmente en su vida, la vida será Vida
con mayúscula. Hará, quizá, lo mismo de siempre, pero con otro sentido; como
persona será la dueña de sus actos, sabiendo cuándo tiene que perder algo para
que no se pierda lo más importante.
En María, prototipo del discípulo, se manifiesta
perfectamente los sentimientos del salmo 130: “Desde lo más profundo grito
hacia ti, señor. Estén atentos tus oídos a la voz de mi plegaria… Yo espero en
Dios, mi corazón espera y estoy pendiente de su palabra. Mi corazón está
pendiente del Señor más que el centinela de la aurora, porque con dios está el
amor y junto a él hay abundante salvación…”
Solo una cosa es necesaria: gozar la vida, con poco o con
mucho. Es la única que tenemos; no hay segunda oportunidad. Ese es el lenguaje
de este evangelio y para eso llega de improviso el Señor a nuestra casa: para
que no estemos desprevenidos.
Con gran claridad lo dice Jesús en el Evangelio de Lucas un
poco más adelante: “No andéis tan preocupados por la comida o el vestido; no os
obsesionéis tanto por eso… Buscad, más bien, el Reino, y todas las demás cosas
se os darán por añadidura. No temáis, pequeño rebaño, porque al Padre le ha
parecido bien daros el Reino” (Lc 12,29-32).
ENTRA EN TU INTERIOR
NECESARIO Y URGENTE
Mientras el grupo de discípulos sigue su camino, Jesús entra
solo en una aldea y se dirige a una casa donde encuentra a dos hermanas a las
que quiere mucho. La presencia de su amigo Jesús va a provocar en las mujeres
dos reacciones muy diferentes. María, seguramente la hermana más joven, lo deja
todo y se queda “sentada a los pies del Señor”. Su única preocupación es
escucharle.
El evangelista la describe con los rasgos que caracterizan al
verdadero discípulo: a los pies del Maestro, atenta a su voz, acogiendo su
Palabra y alimentándose de su enseñanza.
La reacción de Marta es diferente. Desde que ha llegado
Jesús, no hace sino desvivirse por acogerlo y atenderlo debidamente. Lucas la
describe agobiada por múltiples ocupaciones. Desbordada por la situación y
dolida con su hermana, expone su queja a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi
hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano”. Jesús
no pierde la paz. Responde a Marta con un cariño grande, repitiendo despacio su
nombre; luego, le hace ver que también a él le preocupa su agobio, pero ha de
saber que escucharle a él es tan esencial y necesario que a ningún discípulo se
le ha de dejar sin su Palabra “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con
tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se
la quitarán”.
Jesús no critica el servicio de Marta. ¿Cómo lo va a hacer si
él mismo está enseñando a todos con su ejemplo a vivir acogiendo, sirviendo y
ayudando a los demás? Lo que critica es su modo de trabajar de manera nerviosa,
bajo la presión de demasiadas ocupaciones.
Jesús no contrapone la vida activa y la contemplativa, ni la
escucha fiel de su Palabra y el compromiso de vivir prácticamente su estilo de
entrega a los demás. Alerta más bien del peligro de vivir absorbidos por un
exceso de actividad, en agitación interior permanente, apagando en nosotros el
Espíritu, contagiando nerviosismo y agobio más que paz y amor.
Apremiados por la disminución de fuerzas, nos estamos
habituando a pedir a los cristianos más generosos toda clase de compromisos
dentro y fuera de la Iglesia. Si, al mismo tiempo, no les ofrecemos espacios y
momentos para conocer a Jesús, escuchar su Palabra y alimentarse de su
Evangelio, corremos el riesgo de hacer crecer en la Iglesia la agitación y el
nerviosismo, pero no su Espíritu y su paz.
Nos podemos encontrar con unas comunidades animadas por
funcionarios agobiados, pero no por testigos que irradian el aliento y vida de
su Maestro.
José Antonio Pagola
ORA EN TU INTERIOR
Todos buscamos una sola cosa: vivir. Vivir consciente y
plenamente. Vivir con dignidad, descubriendo desde la perspectiva de Dios el
sentido de nuestra existencia.
Como dice san Pablo:
“Dios ha querido dar a conocer a los suyos la riqueza que este misterio
encierra… es decir, que Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria”.
Vivir con esta dimensión nueva supone en nosotros una
constante vigilancia. La liturgia de hoy llama nuestra atención sobre este
punto.
Jesús entra en casa de sus amigos y se pone a dialogar con
ellos. Una de las dos hermanas, Marta, no se para, sino que sigue centrada en
sus cosas, con, la cabeza en mil sitios. María se pone a los pies de Jesús para
aprender de él como discípula.
Pero Jesús no le dice a Marta que lo que está haciendo esté
mal, ella intenta prestarle el mejor de los servicios a un amigo.
Jesús nos urge a valorar lo que realmente es importante en la
vida y a no dejarnos ahogar por las
preocupaciones.
ORACIÓN
Señor, que nos has revelado por medio de Jesucristo tu
mensaje completo, el misterio que has tenido escondo desde siglos y desde
generaciones, haz que quienes lo hemos recibido en el corazón lo hagamos
realidad en nuestra vida diaria.
Expliquemos el
Evangelio a los niños.
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