domingo, 4 de marzo de 2018

11 DE MARZO: CUARTO DOMINGO DE CUARESMA. (B)



“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.”

11 DE MARZO

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

“LAETARE”

Primera Lectura: Crónicas 36,14-16-19-23

La ira del Señor desterró a su pueblo; su misericordia lo liberó.

Salmo 136

Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.

Segunda Lectura: Efesios 2,4-10

Muertos por los pecados, ustedes han sido salvados por la gracia.

EVANGELIO DEL DÍA

Juan 3,14-21

“En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado, el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Dijo Jesús:
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios”.

REFLEXIÓN

Nosotros creemos que Dios es Amor. Éste es nuestro principio y fundamento, nuestro sol y seguridad, nuestro sentido y nuestra meta.

            Nicodemo tenía sed, y fue a beber de la fuente de Cristo, y encontró un misterioso manantial, como lo encontró la samaritana. Nicodemo quería ver, y fue a la estrella de Jesucristo, y encontró una luz que cegaba y transformaba, sobredosis de luz. Nicodemo iba buscando nuevos caminos de verdad, y se encontró con el Camino y la Verdad.

Nicodemo iba con la ley en la mano, deseando un mejor conocimiento y aplicación de la misma, y encontró un fuego en el que las leyes se quemaban, pero se grababan en su corazón.

Nicodemo escucha palabras divinas: Tanto amó Dios al mundo… Para que no perezca ninguno… sino que tengan vida eterna… El que realiza la verdad se acerca a la luz…

¡Tanto amó! Dios es Amor, pero sobrepasando nuestros conceptos y nuestras medidas. Si vemos los signos de este amor, producen en nosotros un sentimiento de admiración pero, ¿cómo es posible?, ¿cómo puede ser tanto? Es algo que nos desborda: ¡tanto, tanto!

Dios es Amor. El amor no es un atributo de Dios, es una definición, es su naturaleza. Dios consiste en amar. Dios no puede hacer otra cosa que amar, no puede hacer nada, por muy omnipotente que sea, que vaya contra el amor, porque se destruiría a sí mismo. “¡Dios es amor!”

¿La verdad? Todos la buscamos. Pues he aquí, la verdad es el amor. El que vive en el amor encuentra la luz. ¿La vida? Todos la deseamos. Pues he aquí, la vida es el amor. El que no ama está muerto.

El bien más grande: el Amor. La verdad es que nos sería necesario destacar en el amor, ya que ésta es la gran característica de Dios. Esta realidad es la que engendra vida: “Por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por nuestros pecados, nos ha hecho vivir con Cristo…”Es muy cierto, el egoísmo y el orgullo provocan la muerte espiritual y la destrucción de nuestras vidas y relaciones.

            En cambio, la generosidad de Dios nos ha salvado. Él nos ha concedido el don de la fe y la salvación ha llegado a nuestras vidas, sencillamente por su gracia, no por ningún mérito nuestro.

            Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo. Basta con aceptar esta salvación, esta propuesta de felicidad desde la fe. Dios no quiere que nadie se pierda, no quiere la tristeza ni el sinsentido en la vida. Por eso hoy debemos recordar que ya estamos salvados gracias a Cristo crucificado y Resucitado. La salvación ya ha llegado al mundo, pero nuestro esfuerzo está en abrir nuestro corazón y dejar que Cristo habite permanentemente en nosotros, y así vivir en la luz y la verdad. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. ¡Hasta qué punto somos sus amigos! Es el mejor argumento de la gratuidad y la generosidad de Dios.

ENTRA EN TU INTERIOR

DIOS AMA AL MUNDO

No es una frase más. Palabras que se pudieran eliminar del Evangelio, sin que nada importante cambiara. Es la afirmación que recoge el núcleo esencial de la fe cristiana. «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único». Este amor de Dios es el origen y el fundamento de nuestra esperanza.

«Dios ama al mundo». Lo ama tal como es. Inacabado e incierto. Lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor. Este mundo no recorre su camino solo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro costados. Esto tiene consecuencias de la máxima importancia.

Primero, Jesús es, antes que nada, el «regalo» que Dios ha hecho al mundo, no sólo a los cristianos. Los investigadores pueden discutir sin fin sobre muchos aspectos de su figura histórica. Los teólogos pueden seguir desarrollando sus teorías más ingeniosas. Sólo quien se acerca a Jesucristo como el gran regalo de Dios, puede ir descubriendo en todos sus gestos, con emoción y gozo, la cercanía de Dios a todo ser humano

Segundo. La razón de ser de la Iglesia, lo único que justifica su presencia en el mundo es recordar el amor de Dios. Lo ha subrayado muchas veces el Vaticano II: la Iglesia «es enviada por Cristo a manifestar y comunicar el amor de Dios a todos los hombres». Nada hay más importante. Lo primero es comunicar ese amor de Dios a todo ser humano.

Tercero. Según el evangelista, Dios hace al mundo ese gran regalo que es Jesús, «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Es muy peligroso hacer de la denuncia y la condena del mundo moderno todo un programa pastoral. Sólo con el corazón lleno de amor a todos, nos podemos llamar unos a otros a la conversión. Si las personas se sienten condenadas por Dios, no les estamos transmitiendo el mensaje de Jesús sino otra cosa: tal vez, nuestro resentimiento y enojo.

Cuarto. En estos momentos en que todo parece confuso, incierto y desalentador, nada nos impide a cada uno introducir un poco de amor en el mundo. Es lo que hizo Jesús. No hay que esperar a nada. ¿Por qué no va a haber en estos momentos hombres y mujeres buenos, que Introducen entre nosotros amor, amistad, compasión, sensibilidad, justicia y ayuda a los que sufren…? Estos construyen la Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Señor, Padre Santo, te doy gracias, porque tanto amaste al mundo, que le entregaste a tu único Hijo. Esta es la prueba más brillante de la inmensidad de tu amor, de tu generosidad infinita. Cristo, tu Hijo, es la gloriosa manifestación de tu misterio. Cristo es el Amor divino encarnado y regalado.

            Nos entregaste a tu Hijo en el doble sentido de donación y de inmolación. Nos diste a tu Hijo, tu único Hijo, nos lo regalaste. Y nos lo diste no para un tiempo determinado o una misión concreta, nos lo diste para siempre y para todo. Gracias, Señor.

ORACIÓN

            Señor Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que podamos siempre pensar lo que es digno y grato a tus ojos y amarte con sincero corazón.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

Imágenes de Paxi Velasco FANO


Imagen para colorear.



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