“…el que no coge su cruz y me sigue no es digno
de mí.”
2 DE
JULIO
XIII
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
1ª
Lectura: segundo libro de los Reyes 4,8-11.14-16
Este
hombre es un hombre de Dios.
Salmo 88
Proclamaré
sin cesar la misericordia del Señor.
2ª
Lectura: Romanos 6,3-4,8-11
El bautismo
nos sepultó con Cristo para que llevemos una vida nueva.
EVANGELIO
DEL DÍA
Mateo
10,37-42
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere
a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo
o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue
no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida
por mí la encontrará.
El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me
recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es
profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo
tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua
fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su
paga, os lo aseguro”.
Versión
para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.
“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno
de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida
por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me
recibe, recibe a aquel que me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la
recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la
recompensa de un justo.
Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea
un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no
quedará sin recompensa".
REFLEXIÓN
Nos concreta el Evangelio la participación en la recompensa, que se
establece entre los enviados y los que le ofrecen hospitalidad. La profunda
intimidad entre Jesús y su Padre hace que la recepción del primero sea acogida
a Dios mismo. Y esta ley se transfiere a los discípulos de Jesús, de modo que éste
es recibido en la persona de aquéllos.
Mateo insiste sobre la opción por Jesús en el horizonte de rechazo, que
encontrarán a cada paso los mensajeros y advierte sobre la necesidad de colocar
los valores del Reino por encima de cualquier otro. Jesús señala que el
seguimiento debe colocarse por encima de otra fidelidad, incluso de la que brota
de los lazos naturales de parentesco. Su mensaje pone en cuestión el orden
establecido. De ahí que la paz de Jesús deba definirse muchas veces en contra
de las relaciones familiares al producir un profundo
cuestionamiento de las relaciones humanas.
Porque la sociedad, en la que se proclama el mensaje, está impregnada de
violencia, el mensaje como deslealtad al ordenamiento existente y como
subversión a lo que ese ordenamiento llama valores.
De ahí la necesidad de una decisión que puede acarrear la división en la
propia familia. De esta forma se indica que la principal lealtad
del discípulo de Jesús tiene que comprobarse en su relación con el mismo Jesús, ya que su lealtad al mensaje de Jesús debe estar por encima
de toda otra lealtad, incluida la familiar.
En el v.39 contrapone Mateo el perder y el encontrar la vida en una
aparente contradicción. El intento de encontrar, hacer suya,
reservar para sí la propia vida, producirá la pérdida de la misma.
Desentenderse de las exigencias del mensaje buscando la comodidad o
encubriendo los conflictos conduce a la ruina personal. Por el contrario, quien
es capaz de arriesgar la vida por Jesús encontrará su realización plena.
El mensaje del Evangelio coloca al discípulo en conflicto irreducible con
aquellos, que han construido las relaciones sociales sobre el
fundamento del poder, del prestigio y de las riquezas. Este conflicto
puede presentarse igualmente en el entorno familiar y en la
propia intimidad personal. La fidelidad a Jesús exigirá
constantemente una proclamación, que desenmascare el egoísmo, raíz de las
injusticias.
ENTRA EN
TU INTERIOR
DISPUESTOS
A SUFRIR
El que no toma su cruz.
Jesús no quería ver sufrir a nadie. El sufrimiento es malo. Jesús nunca
lo buscó ni para sí mismo ni para los demás. Al contrario, toda su vida
consistió en luchar contra el sufrimiento y el mal que tanto daño hacen a las
personas.
Las fuentes lo presentan siempre combatiendo el sufrimiento que se
esconde en la enfermedad, las injusticias, la soledad, la desesperanza o la
culpabilidad. Así fue Jesús: un hombre dedicado a eliminar el sufrimiento,
suprimir injusticias y contagiar fuerza para vivir.
Pero buscar el bien y la felicidad para todos trae muchos problemas.
Jesús lo sabía por experiencia. No se puede estar con los que sufren y buscar
el bien de los últimos, sin provocar el rechazo y la hostilidad de aquellos a
los que no interesa cambio alguno. Es imposible estar con los crucificados y no
verse un día «crucificado».
Jesús no lo ocultó nunca a sus seguidores. Empleó en varias ocasiones una
metáfora inquietante que Mateo ha resumido así: «El que no toma su cruz y me
sigue, no es digno de mí». No podía haber elegido un lenguaje más gráfico.
Todos conocían la imagen terrible del condenado que, desnudo e indefenso, era
obligado a llevar sobre sus espaldas el madero horizontal de la cruz hasta el
lugar de la ejecución donde esperaba el madero vertical fijado en tierra.
«Llevar la cruz» era parte del ritual de la crucifixión. Su objetivo era
que el condenado apareciera ante la sociedad como culpable, un hombre indigno
de seguir viviendo entre los suyos. Todos descansarían viéndolo muerto.
Los discípulos trataban de entenderle. Jesús les venía a decir más o
menos lo siguiente: «Si me seguís, tenéis que estar dispuestos a ser
rechazados. Os pasará lo mismo que a mí. A los ojos de muchos, pareceréis
culpables. Os condenarán. Buscarán que no molestéis. Tendréis que llevar
vuestra cruz. Entonces os pareceréis más a mí. Seréis dignos seguidores míos.
Compartiréis la suerte de los crucificados. Con ellos entraréis un día en el
reino de Dios». Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la
«crucifixión» que nos llegará si seguimos los pasos de Jesús. Así de claro.
José Antonio Pagola
ORA EN TU
INTERIOR
El amor puramente teórico no tiene ninguna consistencia.
Un vaso de agua puede ser la manifestación del
amor más auténtico.
No tiene importancia ninguna lo que hagas.
Lo que vale de veras es la actitud de entrega en lo que hagas.
No debo darme a los
demás por Dios, ni siquiera por los demás, ni por mí
mismo.
Mientras lo que hago
tenga un motivo, no he alcanzado la esencia del
mensaje de Jesús.
Mientras no hayas
comprendido el mensaje, tendrás que seguir haciendo "el
bien" por programación.
Cuando te identifiques
con la fuente, el agua manará de ti espontáneamente.
ORACIÓN
Señor Dios, que
mediante la gracia de la adopción filial quisiste que fuéramos hijos de la luz,
concédenos que no nos dejemos envolver en las tinieblas del error, sino que
permanezcamos siempre vigilantes en el esplendor de la verdad.
Expliquemos
el Evangelio a los niños.
Imágenes
de Paxi Velasco (FANO)